lunes, 17 de enero de 2011

Ángeles y Demonios

“Al hablar de los ángeles procuraré mantener la mesura que Dios nos ordena, y no especular más altamente de lo que conviene, para evitar que los lectores, dejando a un lado la sencillez de la fe, anden vagando de un lado para otro.” (Institución I:XIV:3)

“Como ministros de la providencia divina, hay una clase de seres finitos, más grande en inteligencia y poder que el hombre en su estado actual de los cuales algunos positivamente sirven los propósitos de Dios por santidad y ejecución voluntaria de su voluntad. Otros sirven negativamente por dar ejemplos al universo de rebelión derrotada y castigada y por ilustrar la gracia distinguidora de Dios en la salvación del hombre.” (Strong Teol Sis 2:4:4)

“Al principio la gente buscaba probar históricamente la existencia de ángeles buenos y especialmente la de ángeles malos, esto es, a partir de oráculos, apariciones, fantasmas, de poseídos de demonios, etc. Pero estas pruebas no eran más convincentes que aquellas que se basaban en la razón. En la Escritura, por otro lado, la existencia de los ángeles se enseña muy claramente. Espinoza y Schleiermacher, claro está, formularon contra esta enseñanza la idea de que Cristo y los apóstoles hablaron con respecto a los ángeles desde una postura de acomodamiento a la creencia popular y que ellos mismos no enseñaron nada positivo acerca de ellos. Pero Jesús y los mismos apóstoles abierta y repetidamente expresaron su creencia en los ángeles (e.g., Mat. 11:10; 13:39; 16:27; 18:10; 24:36; 26:53; Luc. 20:36; 1 Cor. 6:3; Heb. 12:22; 1 Ped. 1:12, etc.). Cuando nosotros hablamos de duendes y hadas todos saben que esto lo hacemos en sentido figurado; pero en el tiempo de Jesús la creencia en los ángeles era universal. Cuando Jesús y los apóstoles hablaban de los ángeles, todos en su radio de alcance tenían que pensar que ellos mismos creían en ellos. El motivo final de nuestra creencia en los ángeles, por consiguiente, yace también en la revelación. La experiencia Cristiana como tal no nos enseña nada sobre este tema. El objeto de la fe verdadera es la gracia de Dios en Cristo. Los ángeles no son factores en nuestra vida religiosa, y tampoco son objetos de nuestra confianza y adoración. En ninguna parte de la Escritura son ellos tales objetos, y por lo tanto tampoco pueden ser eso para nosotros. Por lo tanto, en las confesiones Protestantes hay muy poca mención de los ángeles.” (H. Bavinck Dogmática Reformada p 47).

“La Biblia se une a todas las religiones del mundo al reconocer un ámbito espiritual, no material e invisible. Aunque algunos (los Saduceos, los modernistas) niegan la existencia de ángeles, el interés excesivo y poco sano en los espíritus o la especulación con respecto a ellos es un problema mayor. La creencia en un mundo espiritual no puede ser demostrada filosóficamente; se halla enraizada en y expresa profundamente la verdad de la revelación.

Los humanos no podemos cruzar la frontera entre este mundo y el que se encuentra más allá; solo Dios puede dárnoslo a conocer, y lo ha hecho en la Escritura. El mundo de los ángeles es tan ricamente variado como lo es el mundo material, y existen en distintos tipos y clases. La Escritura también enseña que entre los ángeles hay distinciones de rango y de status, de dignidad y ministerio,de oficio y honor. Sin embargo, la elaborada clasificación jerárquica del Seudo-Dionisio excede en mucho lo que se conoce a partir de la revelación. La especulación acerca del número de ángeles o el momento de su creación es inútil. Aunque no sabemos detalles exactos acerca de su naturaleza, la Escritura sí indica que, a diferencia de Dios mismo, los ángeles no son simples, omnipresentes o eternos.

Esto ha llevado a muchos a concluir que los ángeles – en su propia manera etérea – son corpóreos, limitados al tiempo y al espacio. Pero aunque los ángeles siempre se aparecen ante los humanos en forma corpórea visible y son representados simbólicamente de esta manera, es mejor no atribuirles corporeidad a los ángeles para evitar todas las formas de identidad y filosofía panteístas que mezcla el cielo y la tierra, la materia y el espíritu, y borra la distinción entre ellos. Aunque son criaturas finitas los ángeles se relacionan más libremente con el tiempo y el espacio que como lo hacen los humanos. Las analogías modernas de la luz y la electricidad nos ayudan en esto. Hay una unidad entre los ángeles: como los humanos todos ellos son seres creados, espirituales, racionales y morales, pero solamente los humanos son portadores de la imagen de Dios, unidos en una humanidad común y constituyendo la iglesia. El ministerio extraordinario de los ángeles es acompañar la historia de la redención en sus puntos cardinales; su ministerio ordinario es alabar a Dios día y noche. Aunque los ángeles son usados por Dios para cuidar de los creyentes, no hay fundamento para creer en ángeles guardianes individuales o nacionales. Se debe tener cuidado para evitar la veneración y la adoración de los ángeles, solamente Dios ha de ser adorado.”(H. Bavinck Dogmática Reformada p 40).

El Antiguo Testamento

En el A.T. ángeles aparecen como la corte de Dios (Job 1:6; Isa 6:2ss) pero nunca hay culto a ellos en Israel. Jehová es el único poder creador en la naturaleza y la historia. A veces se les llaman “santos” “héroes” o “hijos de Dios”. A veces aparecen en contextos de guerra (Gen 32:1ss; Jos 5:13ss). Ven la creación del mundo (Job 38:7), pero como seres creados tienen limitaciones (Job 4:18; 15:15). Pueden mediar revelación (Zac 1:9, 11; 2:2-9; Ezeq 40:3). Hay ángeles que destruyen (Sal 78:49; Ex 12:23) y “ministros de muerte” (Job 33:22).

Durante el Exilio hay más énfasis en ángeles como instrumentos de la revelación de Dios (Daniel, Ezequiel).

Judaísmo

En el judaísmo más tarde creencia popular en ángeles creció. Fue rechazado por los saduceos (Hech 23:8). Fueron relacionados con las estrellas, los elementos y fenómenos naturales que gobernaron como representantes de Dios. Individuos tuvieron sus ángeles guardianas, como también naciones (Dan 10:13, 21). Había 4 (I Enoc 9:1; 1QM 9:14-16), 6 o 7 (I Enoc 20; Tob 12:15) arcángeles. Otros grupos de ángeles incluyeron poderes, dominios, tronos, señores, autoridades, ángeles sirvientes. Angelología fue muy desarrollada en la versión etiope de Enoc con especulación sobre la caída de ángeles (6-16; 19-21). Ángeles también median los secretos de Dios a los hombres en la versión hebrea de Enoc.

Qumran tuvo una angelología bien desarrollada. Son parte del dualismo cósmico. Dios ha creado dos reinos, Luz y Tinieblas, y cada uno tiene un príncipe o ángel sobre él. Bajo estos príncipes son todos los hombres y también otros ángeles, también llamados príncipes (1QS 2:2=; CD 5:18; 1QM 13:10). Los ángeles de luz a veces se llaman “hijos del cielo” (1QS 4:22; 1QH Frag 2:10) y “hijos de Dios” (1QH Frag 2:3). El Dios de Israel y “el ángel de su verdad” ayudan a todos los “hijos de luz”(1QS 3:24s). El hombre convertido entra en “el hueste sempiterno” en la presencia de Dios (1QH 11:13) y el “ángel de la oposición” se rinde delante de él (CD 16:5)

Predestinación y Reprobación de los Ángeles

Predestinación generalmente se considera como consistiendo de dos partes, elección y reprobación. En cuanto a ángeles algunos son llamados “ángeles escogidos” (I Tim 5:21) y de otros se dicen que son reservados al juicio (II Ped 2:4). Los escogidos han sido escogidos por Dios y entonces se les llaman “los ángeles de Dios” (Luc 12:8,9), no simplemente porque son sus criaturas, porque los ángeles malos son sus criaturas también, sino porque son sus favoritos. Su elección consiste en una distinción de y separación de los demás. No solamente son distinguidos por su carácter como santos, sino por su estado y condición, siendo preservados de apostasía y continuados en su primer estado, los otros siendo dejados a caer en pecado y de su estado previo y reservados al juicio. Fueron escogidos de la masa pura de ángeles, y a diferencia de los hombres, nunca cayeron, sino fueron preservados puros y santos. Así no fueron escogidos en Cristo como Mediador (I Tim 2:5; Heb 2:16), sino como Cabeza (Col 2:10). No fueron escogidos a salvación, sino a felicidad y comunión con Dios y a un estado de santidad e impecabilidad confirmada y a gozarse de Dios para toda la eternidad.

Reprobación no se trata tanto en las Escrituras como elección, pero está enseñada y también es deducible a base de elección. La reprobación de los ángeles consiste de dos partes: su no elección o preterición, un pasarles por alto (I Tim 5:21). Fueron hechos puros y santos, igual que los demás (Jn 8:44; Jud 1:6). Así fueron dejados a la mutabilidad de sus voluntades, que es la debilidad y necedad de que se les acusa (Job 4:18). Por consecuencia, de su propia voluntad libre pecaron, cayeron y dejaron su habitación (II Ped 2:4; Jud 1:6).

Fueron nombrados a ira y condenación, ahora vistos como criaturas pecaminosas y caídas (Jud 1:6; II Ped 2:4). Son reservados para el juicio del Día final (Mat 8:29; 25:41; Apoc 20:10, 14). Cristo les juzgará, pero los santos también participarán en este juicio (I Cor 6:2, 3).

Ahora venimos a la ejecución del decreto divino que empieza con la obra de creación. Se puede considerar la creación como la primera expresión en el tiempo y el espacio de la ejecución del decreto.

La Creación del Mundo Espiritual.

Las escrituras presuponen la existencia de ángeles y atribuyen personalidad a ellos: tienen inteligencia, carácter moral y todas las expresiones de personalidad. Por ejemplo aman, se regocijan, desean, adoran y conversan (II Sam 14:20; Mat 24:36; Jud 6; Apoc 5:11; Luc 15:10; I Ped 1:12; Jud 9; Apoc 12:7; Heb 1:6; Zac 1:9; Luc 1:13; Gen 19:1; Luc 9:26 etc.). En Mat 22:30 nos dice que ellos viven con los redimidos en los cielos, y que los últimos se parecen a ellos en ciertos respetos.

La Segunda Confesión Helvética Artículo 7, sobre creación, dice respeto al mundo espiritual:

“Ángeles y demonios.

“De entre todas las criaturas sobresalen los ángeles y los hombres. Acerca de los ángeles dice la Sagrada Escritura: «...El, que hace de los vientos sus mensajeros, y sus ministros del fuego flameante» (Salmo 104:4). Y también: «¿No son todos ellos espíritus serviciales, enviados por causa y para bien de aquéllos que han de heredar la salvación?» (Hebr. 1:14). En cuanto al diablo, Jesús mismo testifica: «Desde el principio era un asesino y no permanecía en la verdad; porque en él no hay verdad. Si mentiras dice, dice de lo suyo; porque es un mentiroso y padre de la mentira» (Juan 8:44).

“Por eso enseñamos que los ángeles han permanecido obedientes y están destinados para servir fielmente a Dios y a los hombres. Los otros, empero, cayeron por su propia culpa, fueron condenados al mal y son los enemigos de todo lo bueno y de los creyentes, etcétera.”

A. Ángeles son Seres Creados.

Esto está enseñado claramente en pasajes como Col 1:16, y dado a entender en otros (Ej. Neh 9:6; Sal 33:6; 148:2-5). No nos dice el tiempo de su creación. Job 38:7 indica la presencia de ángeles en la creación, pero no prueba en si que fueron creados antes del cielo y la tierra (Gén 1:1; Exod 20:11). Es seguro decir que fueron creados antes del séptimo día (Gen 2:1). Mención de la “serpiente” en Gen 3:1 implica la caída de Satanás antes de la caída del hombre.

B. Ángeles son Puramente Seres Espirituales.

Bajo la presuposición que espíritu sin conexión con materia no puede actuar por si mismo, que ni puede comunicar con otros espíritus ni operar sobre el mundo externo, muchos de los Padres de la Iglesia mantenían, y el II Concilio de Nicea de 787 decidía, que los ángeles tienen cuerpos compuestos o de éter o de luz, una opinión que se pensó fue ayudado por pasajes como Mat 28:3; Luc 2:9 y otros donde se habla de su apariencia luminosa y la gloria que les acompañó. El IV Concilio de Letrán, 1215 decidió que fueron incorpóreos, y esto ha sido la opinión común en la Iglesia.

Son incorpóreos. Las escrituras son bien claras sobre este punto (Mat 8:16; 12:45; Luc 7:21; 8:2; 11:26; Hech 19:12; Efes 1:3; 2:6; 6:12; Heb 1:14). Esto es confirmado por Mat 22:30 y Col 1:16. Por esto estos espíritus pueden estar presentes en grandes números en un espacio limitado (Luc 8:30). También son invisibles e incorruptibles. Ángeles, entonces, como no tienen cuerpos no saben nada de crecimiento, edad o muerte (Luc 20:36). Ángeles aparecen de vez en cuando en formas corpóreas, pero aún en estos casos es difícil decir si los cuerpos que adoptaron eran reales o aparentes. Aunque son mas libres en relación al tiempo y al espacio que el hombre, son criaturas finitas y limitadas.

C. Ángeles son Racionales, Morales e Inmortales.

Ángeles se gozan de inteligencia y poderes sobrehumanos (II Sam 14:20; Luc 4:34) con voluntades (II Tim 2:26), aunque estos son limitados por Dios (Mat 24:36; Sal 103:20; II Tes 1:7; I Ped 1:12; II Ped 2:11; Col 1:16). Siendo poseídos de naturalezas morales, (hay buenos y malos ángeles) son bajo obligación moral, son premiados por obediencia y castigados por desobediencia (cp ángeles santos y ángeles que pecaron en Jn 8:44; I Jn 3:8-10; Apoc 14:10). Luc 20:35,36 indica la inmortalidad de los ángeles.

Todos fueron creados santos (Gen 1:31; Mar 8:38; Jud 1:6), durante la semana de creación (Gen 2:1) y se regocijaron en la creación (Job 38:7). Tuvieron una probación. Esto se implica de I Tim 5:21(cp. I Ped 1:1,2 “elegidos… para obedecer”). Si ciertos ángeles, como ciertos hombres, son “elegidos,,, para obedecer” parece seguir que había un periodo de probación durante el cual su obediencia o desobediencia determinó su estado futuro.

Algunos fueron preservados en su integridad (Sal 89:7; Mar 8:38). Algunos cayeron de su inocencia (Jn 8:44; II Ped 2:4; Jud 1:6). Los buenos son confirmados en su integridad (Mat 6:10; 18:10; II Cor 11:14). Algunos dicen que fueron confirmados así por Cristo y su obra en la cruz (I Ped 1:12; Efes 3:10; Col 1:20; Efes 1:10). Pero no podemos decir que no fueron confirmados así hasta la resurrección de Cristo (Edwards). Pero otros consideran que fueron confirmados por Dios desde el primer momento de su creación. Cristo es un Mediador entre Dios y los hombres y no entre Dios y los ángeles. Están bajo Su cuidado como la Cabeza de todo principado y poder (I Tim 5:21; Col 2:10). Nunca dejaron su primer estado, pero siempre están en el cielo donde ven el rostro de Dios (Mat 18:10; 24:36). Estos hacen la voluntad de Dios siempre (Sal 103:20) y son y serán felices para siempre (II Tes 1:7; Luc 9:26; Mat 24:31; Apoc 3:5; 14:10, 11).

Los malos igualmente fueron creados perfectos por Dios y son sostenidos en sus seres por Dios. Estuvieron bajo una ley, porque de otra manera no podían haber pecado (II Ped 2:4; I Jn 3:4; Rom 4:15). No se quedaron en su primer estado de santidad y verdad (Jud 1:6; Jn 8:44). De este estado, siendo mutables, cayeron (Luc 10:18). son confirmados en su maldad (Mat 13:10; I Jn 5:18,19; Jn 8:44; Mat 6:13).

Son muy sabios (II Sam 14:20), pero no saben todo. Podemos dividir su conocimiento en cuarto tipos: natural, revelado, experimentado y sobrenatural. Lo natural es lo que les fue dado desde el principio de su creación y es común a los buenos y los malos. Lo revelado es lo que saben por revelación de Dios (Dan 8:19; Apoc 1:1). Lo experimental viene de las cosas que se hacen en el mundo, y especialmente en la iglesia (Luc 15:10; Efe. 3:10; I Tim. 3:16; I Ped. 1:12). Lo sobre natural pertenece a los buenos y recibieron de Dios al estar confirmados, por lo cual le contemplan tan perfectamente que constantemente se unen a él y nunca desean dejarle jamás.

Pero no saben todo. Todavía aprenden (Efes 3:10) y desean saben los misterios del Evangelio (I Ped 1:12). No saben el futuro que depende de la voluntad de Dios (Isa 41:22, 23; 42:8, 9; 44:7,8; Mat 24:36) al menos que se les sea revelado. Tampoco conocen los corazones de los hombres (I Rey. 8:39; Sal. 139:2, 4; Jer 17:9, 10; Hch. 1:24; I Cor 2:11).

Conocen a Dios a tal punto que la criatura puede (Mat 18:10). Conocen a si mismos y a los hombres, porque si no serían menos perfectos en entendimiento que los hombres, quienes se conocen, y no podían cuidarles a los hombres si no les conocían. Conocen otras criaturas de Dios.

Su modo de conocimiento es intelectual y no sensual, porque este último pertenece a cuerpos, que ellos no tienen. Hay comunicación mutua entre ellos (Zac 2:3; Isa 6:3; Apoc 7:2; 14:18). Juan de Damasco dice “No hay necesidad de lengua o el oir, pero sin palabras habladas mutuamente intercambian sus propios pensamientos y deseos.” (Exposición de la Fe Ortodoxa 2:3). I Cor 13:1 puede ser hipérbole (Cp. Hech 6:15).

Los buenos ángeles forman los huestes de Dios a obedecer Su palabra (Sal 103:20; Dan 4:35; Luc 2:13; Col 1:16; Heb 1:14), y los ángeles caídos, o espíritus malos forman el ejercito de Satanás, las fuerzas de oscuridad, tratando de destruir las obras de Dios (Luc 11:21; II Tes 2:9; I Ped 5:8).

Poder es lo que les caracteriza (Efes 6:12; Col 1:16; II Tes 1:7; Sal 103:20) y asusten los que les ven (Mat 28:4). Hay énfasis en el poder de los ángeles malos. Pero no son omnipotentes ni soberanos. El mundo no está sujeto a ellos (Heb 2:5). Bajo dirección divina son capaces de grandes cosas (Dan 4; 6; Apoc). A veces pueden afligir los cuerpos de los hombres (Gen 19:11; Hech 12:23; II Sam 24:15, 16; II Rey 19:35).- aunque tenemos que decir que estas dos últimas referencias son al Ángel de Jehová. Parece que no pueden actuar directamente sobre los almas de los hombres sino solamente por influirles a actuar. Solamente Dios puede actuar directamente en un alma.

Su intervención es permitida u ordenada por Dios, y en cuanto al mundo externo parece ser ocasional y excepcional. No debemos considerar a los ángeles como interviniendo entre nosotros y Dios, o atribuir a ellos los efectos de lo que la Biblia ve como la providencia de Dios.

Son distintos de los hombres (I Cor 6:3; Heb 1:14). No son espíritus humanos glorificados (Heb 2:16; 12:21,22). Son más poderosos que los hombres, pero nunca se habla de ellos como un orden superior. Vamos a juzgar ángeles, y superiores no son juzgados por inferiores.

Los ángeles son de gran número (Deut 33:2; Sal 68:17; Dan 7:10; Apoc 5:11). Constituyen una compañía en distinción a una raza (Ej. Luc 20:35,36). No pueden morir (Luc 20:30). No se casan (Mat 22:30). Cada uno fue creado separadamente y cada ángel apóstata cayo por si mismo, mientras la humanidad, siendo una raza, cayo de golpe en su padre y cabeza representativa. Toda la familia sufrió cuando la cabeza trasgradó la Ley de Dios. "Corta un árbol y cortas sus ramas. Pero ángeles eran tantas árboles separados" (A.H. Strong Teol. Sist. Tomo 2 p. 139 Ingles).

Quizás por esto salvación fue provista para los hombres caídos pero no para los ángeles caídos. Cristo podía unirse a la humanidad por participar en la naturaleza común. Pero no había una naturaleza común entre los ángeles que podía tomar (Heb 2:16). Anselmo era de la opinión que el número de los elegidos es equivalente al de los ángeles caídos.

El número de ángeles es muy elevado. Esto está indicado por las palabras Sabaoth [huestes] y Mahanaim [campamentos] (Gén. 32:1, 2), legiones (Mat. 26:53), multitud (Luc. 2:13), y el número de millones de millones (Deut. 33:2; Sal. 68:17; Dan. 7:10; Judas 1:14; Apoc. 5:11; 19:14). Tales números grandes requieren distinción en orden y rango – mayormente porque los ángeles, a diferencia de los humanos, no están relacionados por lazos familiares y son por lo tanto más similares en muchos aspectos. Por consiguiente, la Escritura enseña claramente que entre los ángeles hay todo tipo de distinciones de rango y status, de dignidad y ministerio, de oficio y de honor, incluso de clase y tipo.

D. Ángeles se Gozan de Organización y Rangos.

Los judíos tanto como los teólogos escolásticos, los últimos siguiendo a Pseudo Dionisio, desarrollaron jerarquías de ángeles, pero en realidad la Biblia no indica tal cosa con claridad. Agustín, hablando de los varios nombres que Pablo les da, dice “como estas palabras difieren, dejadles decir a los que pueden, si sin embargo pueden probar lo que dicen; confieso que yo no sé” (Enchiridion 15). Como dice Calvino, juiciosamente “si alguno lo considera más de cerca hallará que en su mayor parte no hay en él sino pura charlatanería.” (Institución I:XIV:4) Diferentes clases de ángeles son indicadas.

i Ángel significa "mensajero" e indica uno mandado a los hombres. (Job 1:14 LXX; I Sam 11:3) o mandado por Dios (Hag 1:13; Mal 3:1). En el N.T. "ángel" muchas veces se aplica a hombres (Mat 11:10; Mar 1:2; Luc 7:24; 9:51,52; Gal 4:14). Leemos de la "voz del arcángel" (I Tes 4:16) y de Miguel el arcángel (Jud 9).

ii Ejércitos (Sal 103:20, 21; 148:2; Luc 2:13) indica su gran número, organización y dedicación a Dios. Así como los soldados siempre están atentos a la señal de su jefe, así ellos están también preparados para ejecutar lo que les ordenare. Son los huestes de Jehová (I Sam 1:11; I Re 22:19; Mat 26:53; Apoc 19:4).

iii Querubines. Estos son mencionados con frecuencia en las escrituras. Guardan la entrada al paraíso (Gen 3:24); son representados como mirando al propiciatorio (Ex 25:18; Sal 80:1; 99:1; Isa 37:16); y como el carro en que Dios descienda a esta tierra (II Sam 22:11; Sal 18:10). También son representados como seres vivientes en diferentes formas (Ezeq 1:10; Apoc 4). Estas representaciones simbólicas sirven a ilustrar el poder y la dignidad de tales ángeles. Son asociados íntimamente con la majestad y la gloria de Dios, guardando Su santidad en Edén, el tabernáculo, y el templo.

iv Serafines. (Isa 6) Estos son representados simbólicamente en forma humana con seis alas, dos cubriendo el rostro, dos los pies, y dos para obediencia a Dios. Son representados como de pie y sirviendo delante del trono de Dios, cantando Sus alabanzas y siempre esperando a obedecer Sus mandos.

Algunos han visto los querubines y serafines como simplemente simbólicos de la naturaleza humana en perfección.

v Gabriel y Miguel. Estos dos son mencionados por nombre: Gabriel en Dan 8:16; 9:21; Luc 1:19,26. Es su tarea llevar y explicar revelaciones divinas. Gabriel significa "El héroe de Dios". Miguel significa "¿Quién es como Dios?" Miguel es mencionado en Dan 10:13,21; Jud 9; Apoc 12:7. El ocupa un lugar único dentro de las huestes angélicas, un príncipe entre los ángeles, un guerrero valiente luchando las batallas de Jehová contra los poderes de la oscuridad.

vi Principados, Potestades, Tronos, Dominios. Estos términos indican rangos subiendo, y divisiones entre los ángeles (Efes 3:10; Col 2:10; 1:16; Efes 1:21; I Ped 3:22). Estas expresiones indican diferencia de rango más bien que género. Posiblemente incluyen poderes terrenales como sus instrumentos.

vii Elohim Esta palabra, generalmente traducido “Dios”, a veces se aplica a los ángeles (Sal 97:7; cp. Heb 1:6; Sal 8:5; cp. Heb 2:9). Parece que se le usa de ellos porque son sus mensajeros a los hombres.

viii Hijos de Dios (Job 1:6; 38:7) es un titulo que reciben por ser criaturas de Dios.

Hay un gran número de ángeles (Mat 26:53; Dan 7:10; II Rey 6:17; Sal 34:7; Apoc 5:11; Heb 12:22). Siendo espíritus no tienen forma corporal, sino embargo muchas veces se habla de ellos teniendo alas, probablemente para indicar su prontitud de servir a Dios y a nosotros.

E. Ángeles Tienen Variedad de Empleos.

Son llamados “espíritus ministradores” (Heb 1:14; Sal 104:4) quienes están continuamente delante de Dios (I Rey 22:19; Dan 7:10), y hacen su voluntad (Sal 103:21). No les necesita pero los usa por su propio bien de ellos a quienes les da en honor de ser colaboradores con él. También por la consolación de los creyentes quienes saben cuanto les cuida como desea usar para la promoción de su salvación el ministerio de criaturas más excelentes que ellos en naturaleza.

i Respeto a Dios:

(a) Están delante de Dios adorándole (Sal 29:1,2; 89:7; 97:7; 103:20; 148:2; Isa 6:3; Dan 7:10; Luc 2:13,14; Mat 18:10; Heb 1:16; Apoc 4:8; 5:11, 12; 7:11,12)

(b) Se regocijan en las obras de Dios (Job 38:7; Luc 15:10)

(c) Obedecen a Dios y ejecutan su voluntad (Sal 103:20; 104:4; Isa 6:2; Zac 6:4, 5; Mat 28:2; Luc 13:11; Heb 1:16)

(d) Ministraban a Cristo (Sal 91:11,12) durante su ministerio terrenal: en su concepción (Luc 1:26-38); nacimiento (Luc 2:9-15; Heb 1:6); advirtieron a José de las intenciones de Herodes (Mat 2:13) y posiblemente le ayudaron en otras ocasiones (Sal 91:11; cp. Luc 4:29, 30; Jn 8:59; 1:51?): Le atendieron en su tentación (Mat 4:11); agonía (Luc 22:43); resurrección (Mat 28:2-7; Luc 24:4,6, 23); y ascensión (Hech 1:10,11; Sal 68:17, 18); y le atenderán en el día final (II Tes 1:7; Luc 9:26).

ii Respeto a si Mismos:

(a) Se animan el uno al otro en adoración (Isa 6:2)

(b) Se hablan entre si (Zac; Apoc)

iii Respeto al mundo:

(a) En providencia general (Apoc 14:18; 16:5; Sal 104:4; Jn 1:51?). Así Atanagoro dijo “decimos que hay una multitud de ángeles y ministros a quienes Dios, el Hacedor y Demiurgos del mundo, distribuyó por su palabra, y puso sobre los elementos y los cielos y la tierra, y cualquier que haya en ellos, y el buen orden de estos.” (Embajada para los Cristianos 10).

(b) Guían los asuntos de las naciones (Dan 10:12, 13,21; 11:1; 12:1).

iv Respeto a los hombres, y principalmente a la Iglesia:

(a) En cuanto actúan hacia Cristo en su encarnación actúan hacia él como Cabeza de la Iglesia.

(b) A veces disciplinan al pueblo de Dios (II Sam 24:16)

(c) Enseñan al pueblo de Dios (Gen 16; 18; 19; 28; 32; Ezeq 1; Dan 8:16-19; 9:21-27; 10; 11; 12:5-13; Zac 1; 2; Apoc 1:1) y les consuelan (Gen 16:7- 12; I Re3y 19:5-7; Dan 9:23;10: 10-21; Luc 1:26-38; Mat 28:7-8; Hech 27:23, 24).

(d) Dieron la Ley a Israel (Deut 32:2; Hech 7:53; Gal 3:19; Heb 2:2).

(e) Regocijen en la salvación de los hombres (Luc 15:7, 10).

(f) Cuidan los intereses de iglesias particulares (I Tim 5:21; I Cor 11:10) En I Cor 11:10 la expresión "por causa de los ángeles" significa aquellos ángeles que guardan y cuidan la iglesia. En esto tienen conflictos con los malos ángeles respeto a cosas políticas (Dan 10:13, 20; Apoc 12:7).

(g) Ayudan y protegen a los creyentes (Heb 1:14; Gen 24:27, 48; 32:1, 2; Sal 34:7; 91:3, 7, 10, 11; Jue. 2:1; 6:11; 13:10; I Rey 19:5; 10:13; Mat 4:11; 18:10). A veces les libran de peligros (Gen 19:15-17; II Rey 6:17; 19:35; Dan 3:25, 28; 6:22; Hech 5:19,20; 12:7). Hasta llevan sus almas al cielo cuando mueren (Luc 16:22; cp. II Rey 2:11).

(h) Recogerán a los santos en el Día Final (Mat 13:40, 41; 24:31).

(i) Castigan los enemigos de Dios (Gen 19:11; Ex 12:29; II Rey 19:35; Isa 37:36; Dan 4:13, 14, 23,31; Hech 12:23), especialmente en el día final (Mat 13:41,42).

A los buenos ángeles no se deben considerar como agentes mediadores de la providencia regular de Dios. Son ministros de su providencia especial en los asuntos de su iglesia. Su intervención es ocasional y excepcional. No vienen entre nosotros y Dios. No debemos, sin revelación especial, atribuir a ellos en un caso especial los efectos que las Escrituras generalmente atribuyen a providencia divina. Como milagros, entonces, apariencias angelicales generalmente marcan la entrada de Dios en nuevas epocas en el desarrollo de su plan (Job 38:7; Gal 3:19; Luc 2:13; Mat 4:11; Luc 22:43; Mat 28:2; Hech 1:10; Mat 25:31).

Ha habido tiempos cuando ángeles fueron usados en servicio extraordinario como en los días de los patriarcas o en el nacimiento, la resurrección y la ascensión de nuestro Señor. No administran la providencia general de Dios, pero son ministros de Su providencia especial. Su intervención es de vez en cuando, excepcional, y solo cuando ordenado por Dios. En ningún sentido vienen entre nosotros y Dios. Como milagros, ángeles y sus manifestaciones generalmente indican la entrada de Dios en nuevas épocas y revelaciones del desarrollo de Su propósito redentor.- la terminación de la creación (Job 38:7); el dar la Ley (Gal 3:19); en el nacimiento de Cristo (Luc 2:13); en Su tentación y en Getsemaní (Mat 4:11; Luc 22:43); en la resurrección (Mat 28:2); en la ascensión (Hech 1:10); y en el juicio final (Mat 25:31).

Como son criaturas finitas ejerciten su poder según la dirección de Dios. No pueden crear, hacer milagros, actuar sin medios o escudriñar los corazones. A diferencia del Espíritu Santo, no pueden influir la mente humana directamente sino tienen que hacerlo solamente de maneras análogas a los en que los hombres influyen el uno al otro. Como ángeles malos pueden tentar a los hombres a pecar, así es probable que buenos ángeles puedan atraer a los hombres a santidad.

F. Los Ángeles Custodios

Los ángeles guardianes para los humanos fueron universalmente aceptados por los teólogos Católicos Romanos y también reconocidos en el Catecismo Romano IV,
cap. 9, preguntas 4 y 5. Pasajes bíblicos como Mat 18:10 y Hech 12:17 parecen indicar que hay ángeles guardianas, pero no prueban que cada creyente tiene un ángel de la guardia personal. Daniel 10 menciona los príncipes de Persia y Grecia y refieren a Miguel como encargado especialmente de Israel y esto ha llevado a los teólogos a pensar que ciertos ángeles tienen responsabilidades por ciertos reinos. Es un solo pasaje que habla así y es difícil construir una doctrina sobre evidencia tan escasa. Sin embargo, el sentido del pasaje parece enseñar así, y no hay nada en las demás Escrituras que no permite tal interpretación o lo contradice. Además sus nombres y títulos indican que tienen poder y ejercen dominio.

“En cuanto a si a cada uno de los fieles se le ha dado un ángel propio que le defienda o no, no me atrevo a afirmarlo como cosa cierta. Sin duda cuando Daniel nos presenta al ángel de los persas y al ángel de los griegos (Dan. 10:13,20; 12:5), quiere dar a entender que ciertos ángeles son designados como gobernadores de los reinos y provincias. También cuando Jesucristo dice que los ángeles de los niños ven siempre el rostro de Su Padre (Mt. 18:10), da a entender que hay ciertos ángeles a los cuales se les confía el cuidado de los niños. Pero yo no sé si de aquí se debe deducir que a cada uno se le ha asignado el suyo particular. Desde luego debemos tener como absolutamente cierto que no sólo un ángel tiene cuidado de nosotros, sino que todos ellos velan de continuo por nuestro bien. Porque de todos los ángeles en conjunto se ha dicho que tienen más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que han perseverado en la justicia (Lc. 15:7). También se dice que muchos ángeles llevaron el alma de Lázaro al seno de Abraham (Luc. 16:23). Como tampoco en vano Eliseo muestra a su criado tantos carros de fuego que habían sido puestos expresamente para guardarlo (II Re. 6:17).

“Hay un lugar que parece más apropiado que los otros para confirmar esta opinión; y es que, cuando san Pedro, después de haber sido milagrosamente librado de la cárcel, llamó a la puerta de la casa donde estaban congregados los hermanos, como ellos no podían creer que fuese él, decían que era su ángel (Hch. 12:15). Parece que les vino esto a la memoria por la opinión que entonces comúnmente se tenía de que cada uno de los fieles tenía su ángel particular. Aunque también se puede responder que nada impide que ellos entendieran ser alguno de los ángeles, al cual Dios en aquella ocasión hubiera encargado el cuidado de Pedro, y en ese caso no se podría deducir que fuese su guardián permanente aquel ángel, conforme a la opinión común de que cada uno de nosotros tiene siempre dos ángeles consigo, uno bueno y el otro malo. Sea lo que quiera, no es preciso preocuparse excesivamente por lo que no tiene mayor importancia para nuestra salvación. Porque si a cada uno no le basta el que todo el ejército celestial esté velando por nosotros, no veo de qué le puede servir sostener que tiene un ángel custodio particular. Y los que restringen a un ángel sólo el cuidado que Dios tiene de cada uno de nosotros, hacen gran injuria a sí mismos y a todos los miembros de la Iglesia, como si fuera en vano el habernos prometido Dios el socorro de aquellas numerosas huestes, para que fortalecidos de todas partes, combatamos con mucho mayor esfuerzo.” (Institución I:XIV:7).

No hay evidencia bíblica por esta idea, aunque muchos de los padres de la Iglesia la mantenían. A veces un ángel es mandado a cuidar a muchos (Isa 37:36; Sal 34:7) y a veces muchos son mandado a uno (Sal 91:11; II Rey 6:17; Gen 32:1,2).

Esta posición tiene orígenes paganos que pasaron a los judíos y luego a la Iglesia. Los dos textos que aparentemente la prueban son Mat 18:10 y Hech 12:15. El primero no prueba que hay un ángel asignado a cada niño, sino solamente que ángeles guardan a los niños. El segundo viene en una narración, siendo la opinión de unos judíos cristianos. Pero aún se puede entender esta referencia a un mensajero de Pedro (cp. Mat 11:10; Luc 7:24, 27; 9:52).

G. Apariciones de Ángeles

Las Escrituras hablan de ángeles apareciendo a los hombres tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Se lee de tres maneras en que aparecían: (1) en sueños (Gen 28:12; Mat 1:20; Hech 27:23,24); (2) en visiones como a los profetas (Isa 6; Ezeq 1; 10; Apoc); (3) en forma visual como en la mayoría de los casos. En este último caso se manifestaron en cuerpos. Estos no eran fantasmas por un lado ni permanentemente suyos por otro, sino asumidos por un tiempo para realizar el ministerio que Dios les dio.

En estos cuerpos hablaron y escucharon y a veces comieron (Gen 18). Aparecieron en tiempos cuando Dios estaba todavía comunicando nuevas revelaciones a su iglesia. Ahora que el Espíritu Santo es dado a cada creyente y especialmente cuando el canon de las Escrituras se ha cerrado, no es necesario su apariencia a los hijos de Dios. Aunque siguen ministrando a los santos (Heb 1:14), no son conspicuos a los hombres.

H. El Ángel de Jehová

A veces en el A.T. cuando ángeles aparecieron uno de ellos fue distinguido de los demás como Jehová mismo (Gen 18:3). En casos así se ora a él (Gen 18:23-32). El ángel que luchó con Jacob (Gen 32:24-30) era Dios según Oseas 12:3,4. Otros pasajes son Gen 48:16 y Jos 5:14.

La forma más importante y característica de revelación en el periodo de los patriarcas es la por medio del Ángel de Jehová o el Ángel de Dios. Las referencias son: Gen 16:7; 22: 11, 15; 24:7, 40; 31:11; 48:16. Por un lado el Ángel se distingue de Jehová, hablando de él en tercera persona, por otro, a la vez habla de Dios en primera persona.

Para hacer justicia a esto debemos suponer que detrás de la doble representación hay un multiplicidad real en la vida interna de la Deidad. Si el Ángel mandado fuera en si participe de la Deidad, entonces podría referirse a Dios como él que le mandó, y a la vez hablar como Dios.

Muestra el deseo de Dios de acercarse a su pueblo para asegurarles de su interés en y presencia con ellos. Pero a la vez se tenía que preservar la realidad de la naturaleza espiritual de Dios. Esto se realizó por dar la impresión que detrás del Ángel hablando como Dios para encontrarle al hombre en sus frialdad y limitaciones, existía a la vez otro aspecto de Dios en que no se le podía ver ni recibir de tal manera, el Dios Mismo de quien el Ángel habló en tercera persona. El Ángel es verdaderamente divino, de otra manera no podría haber asegurado al hombre que Dios estaba con él. Pero la forma visible y física de realizar esto no se debe a la naturaleza de Dios. La naturaleza del hombre, mayormente su naturaleza pecaminosa, lo requiere.

Guarda los cuyas vidas son relacionadas con el pacto (Gen 48:15, 16; cp. Mal 3:1). No solamente por naturaleza, pero también en función el Ángel de Jehová se distingue de ángeles ordinarios.

En Ex 3:2 aparece en una llama de fuego en una zarza. Su identidad con Dios se ve en que Dios llama a Moisés desde la zarza. En Ex 14:19, va delante de Israel con la columna de nube y luego se pone en pos de ellos. En Ex 23:20, 21 hay una promesa formal en cuanto a él: va a acompañar a Israel. Su función fue guiar al pueblo hasta Canaan. En cuanto a pecar contra él, él se identifica con Dios. Por otro lado en Ex 32:34 vemos a “mi Ángel” y en Ex 33:2 “un ángel”. La situación requiere esto, porque el mandar el ángel parece como un retiro de la promesa original de Jehová que él mismo iría con su pueblo (Ex 33:3-5), y el mandar al “Ángel de Jehová” no se podía representar como algo menos que el ir de Jehová mismo. Es solamente después del pedido de Moisés que por fin se prevalece con Dios a cumplir el acuerdo original (Ex 33:14).

El Ángel de Jehová aparece en la historia de Balaam (Num 22), donde frustra el plan de Balac a maldecir a Israel. Esto forma una instancia concreta de su tarea general de guiar y defender a su pueblo (Num 20:16). Anima a Gedeón (Jue 6:11-16) y causó muerte entre los enemigos de Israel (II Rey 19:35).

I. Ángeles Malos

“La excelencia de la dignidad angélica ciega de tal manera el entendimiento de muchos, que creen hacerles un agravio si los rebajan a cumplir lo que Dios les manda; y por ello llegaron a atribuirles cierta divinidad. Surgió también Maniqueo, con sus secuaces, que concibió dos principios: Dios y el Diablo. A Dios le atribuía el origen de las cosas buenas, y al Diablo le hacía autor de las malas.

Si nuestro entendimiento se encuentra embrollado con tales fantasías, no podrá dar a Dios la gloria que merece por haber creado el mundo. Pues, no habiendo nada más propio de Dios que la eternidad y el existir por sí mismo, los que atribuyen esto al Diablo, ¿cómo es posible que no lo conviertan en Dios? Y además, ¿dónde queda la omnipotencia de Dios, si se le concede al Diablo tal autoridad que pueda hacer cuanto quiera por más que Dios se oponga?

En cuanto al fundamento en que estos herejes se apoyan, a saber: que es impiedad atribuir a la bondad de Dios el haber creado alguna cosa mala, esto nada tiene que ver con nuestra fe, que no admite en absoluto que exista en todo cuanto ha sido creado criatura alguna que por su naturaleza sea mala. Porque ni la maldad y perversidad del hombre, ni la del Diablo, ni los pecados que de ella proceden, son de la naturaleza misma, sino de la corrupción de la naturaleza; ni hubo cosa alguna desde el principio en la cual Dios no haya mostrado su sabiduría y su justicia.” (Institución I:XIV:3).

El Antiguo Testamento

Necromancia fue prohibido en el A.T. (Deut 18:9-12; Lev 19:31; 20:6; I Sam 28:36; Isa 8:19; 19:5) como también sacrificios a espíritus malignos (Lev 17:7). Demonios se mencionan en relación con la idolatría de Israel (Isa 15:21; 54:12). Puede ser que dioses paganos se llamaron demonios (Lev 17:7; Deut 32:17; II Cron 11:15; Sal 106:37).

Ocultismo fue prevalente en naciones paganas, especialmente Egipto y Babilonia (Isa 47:9-13; Ezeq 21:21, 22; Dan 1:20; 2:2, 27; 4:7, 9; 5:11). Posiblemente esta era la razón que los magos en Egipto podían producir ciertas plagas (Ex 7:12, 22; 8:7, 18, 19). Los ritos orgiásticos de los sacerdotes de Baal (I Rey 18:28) sugieren posesión por demonios, y Jezabel fue conocida por prácticas mágicas (II Rey 9:22).

Ezeq 15:17-23 habla de falsas profetizas que usaron ocultismo. Tales prácticas en Israel fueron ofensas castigadas por la muerte bajo la Ley (Ex 22:18; cp. Lev 20:6, 27).

A veces demonios son instrumentos de castigo, usados por Dios (I Rey 22:20-23; I Sam 16:14; 18:10; 19:9). Sal 78:49 probablemente se refiere a ángeles quienes traen mal, y no malos ángeles en si (vea Ex 12).

Satanás es el Acusador (Job 1, 2; Zac 3:1ss) pero no necesariamente un ángel caído (Num 22:22, 32). Aparece como nombre propio en I Cron 21:1 donde incita a David a censar al pueblo (cp. II Sam 24:1).

Judaísmo

Tobit 6:7, 13s da la idea que un espíritu maligno, hostil al hombre, puede ganar poder sobre él y matarle. En el judaísmo rabínico demonios llegaron a ser más prominentes. Se creía que fueron el resultado de relaciones sexuales entre ángeles caídos y mujeres (Gen 6:1-4). Otros pensaron que algunos de la generación de la tore de Babel fueron transformados en demonios, o que fueron el resultado de relaciones entre adán y Eva y espíritus femeninos o masculinos, o que fueron un creación especial de Dios.

Son espíritus, pero tienen órganos corporales como alas. Necesitan comida y bebida. Se pueden propagar y aparecen en formas humanas entre otras. Tienen acceso al cielo donde pueden descubrir los consejos de Dios. Viven tanto en el aire como en la tierra, preferiblemente en desiertos, ruinas y lugares inmundos, especialmente cementerios. Aunque pertenecen al reino de Satanás, Dios les da autoridad a infligir castigo impuesto en los pecadores. Su poder empezó en el tiempo de Enoc (Gen 4:26) y terminará en el tiempo del Mesías. Su meta principal es llevar a los hombres al pecado. Pueden causar enfermedades. Dios y los santos ángeles, la palabra de Dios, guardar los mandamientos, amuletos y exorcismos protegen los hombres contra ellos.

En Qumran Belial es el espíritu o ángel de las tinieblas, como Miguel es el ángel de luz (1QS 1:18; 3:17-25; 4:1, 9-11; 1QM 13:11s). “Ángeles de destrucción” (1QS 4:12) sirven bajo el espíritu maligno y ejecutan los juicios temporales y eternos de Dios sobre los malos. Belial trata de causar mal y crear culpa (1QM 13:11s). En la última batalla cosmológica Belial y sus ángeles luchan al lado de lo enemigos de los “hijos de luz” (1QM 1:10s, 13-15). Después de la batalla se pronuncia una maldición contra Belial y sus ángeles (1QM 13:1-5).

El Nuevo Testamento

Jesús y sus discípulos no indican que están de acuerdo con todas las ideas judías de su día en cuanto a demonios. Sin embargo creían en demonios y su poder. Muchas personas fueron poseídas por demonios y Jesús y sus discípulos les expulsaron por el poder de Dios y así liberaron a los que les tenían.

La palabra diminutiva para demonio (daimonion) se utiliza en Mateo once veces, por Marcos trece veces y por Lucas veintitrés veces en su Evangelio y una vez en Hechos. Dos veces Mateo usa el término “inmundo” para describir un “espíritu”; Marcos la utiliza once veces y Lucas cinco veces en su Evangelio.



Posesión Demoníaca

La Biblia, especialmente los Evangelios, habla de hombres y mujeres siendo poseídos por demonios. Estos fueron de dos clases, primero las en que solamente el alma de la persona fue el sujeto de influencia demoníaca (Hech 16:16). Quizás profetas falsos fueron influidos así. Segundo instancias en que el cuerpo fue afectado. Por posesión se indica la morada de un espíritu maligno en tal relación al cuerpo y el alma que ejerce una influencia controladora, produciendo agitaciones violentas y gran sufrimiento tanto mental como corporal.

Tales personas no eran lunáticos o epilépticos. La idea de posesión demoníaca no era simplemente una creencia judía. Cristo y los apóstoles la creyeron y hablaron con los demonios ordenándoles a salir de las personas. El poder de hacer esto era una de las evidencias de que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios. Vino a destruir las obras del diablo y su triunfo sobre él y sus ángeles probó que era lo que decía que era.

Parece que Satanás mismo entró en Judas cuando este estaba dispuesto traicionar a Jesús (Luc 22:3; Jn 13:27; cp. Jn 6:70; 13:2). La hora de tinieblas es suya (Luc 22:53)

La única garantía contra posesión por un espíritu malo es ser habitado por el Espíritu Santo (Mat 12:43-45). Solamente hay un diablo, hay muchos demonios.

Las manifestaciones físicas de posesión en el N.T. incluyen hipocondría, locura, epilepsia, actividad frenética, impedimento de hablar, mudez, sordez, y ceguera. En cada caso hay algo más que una simple enfermedad. Puede hablar de manera no usual para otros enfermos (Mat 8:29; Mar 1:24) y a veces tiene fuerza sobrenatural (Mar 5:4; Hech 19:16). Ninguna enfermedad mental se indica en los casos del hombre mudo en Mat 9:32 ni en el del hombre ciego y mudo en Mat 12:22, sin embargo, ambos fueron poseídos por demonios. En Mat 17:15-18; Mar 9:17 y Luc 9:59 síntomas de epilepsia son atribuidas a posesión por demonios.

Sin embargo, los escritores del N.T., como los judíos de su día, distinguían entre enfermedad ordinaria y enfermedad que era síntoma de algo más siniestro. Distinguieron entre enfermedad ordinaria y posesión por demonios (Mar 1:32, 34; Mat 8:16), aún distinguían entre locura y posesión (Mat 4:24).

De pasajes que hablan de Jesús y sus discípulos echando fueron demonios (Mat 8:28-34; cp. Mar 5:1-20; Luc 8:26-39; Mar 1:23-27; cp. Luc 4:31-36; Mat 15:21-28; cp. Mar 7:24-30; Mat 17:14-21; cp. Mar 9:14-29; Luc 9:37-42; Mat 9:32-34; Mat 12:22-30; Hech 16:16-18) podemos formar una impresión de la naturaleza de posesión por demonios en el N.T.:

1 Posesión por demonios puede ser voluntaria o involuntaria;
2 No hay ningún enlace esencial entre el carácter de la victima y su posesión;
3 Posesión puede ser permanente (Luc 11:26) o espasmódica;
4 Cuerpo y mente son afectados. Hay o una supresión general de la personalidad, o la aparición de una doble o múltiple personalidad. En cualquier caso la victima llega a ser el instrumento del demonio, quien habla por medio de él.
5 Síntomas varían, pero frecuentemente incluyen anormalidad, epilepsia, fuerza sobrenatural, tendencias a suicidio y una actitud maligna hacia hacia otros. Muchas veces hay un reconocimiento de la presencia de Cristo y una consciencia de su poder y autoridad.
6 Cuando viene liberación es repentina. (vea abajo)



J. Satanás y su Caída

La cabeza de los ángeles caídos es Satanás, probablemente uno de los ángeles de alto rango que cayeron. Su liderazgo es claramente indicado (Mat 25:41; 9:34; Efes 2:2). El es el autor del pecado (Gen 3:1; Jn 8:44; II Cor 11:3; I Jn 3:8). El es el dios de este mundo (Efes 2:2). Sus nombres revelan su carácter verdadero: Satanás.-el adversario (Zac 3:1); diablo.-el calumniador (Gen 3:4; Job 1:9, 11; 2:4,5; Apoc 12:10); Apolyon.-el destructor. Estos nombres nos son revelados para que le resistamos como él se opone a Dios y a nosotros. Es el enemigo que siembra cizaña para echar a perder la semilla de la vida eterna (Mat 13:28).

Otros Nombres y Títulos

En el N.T. es llamado Beelzebul/ Beelzebub (posiblemente Señor de las Moscas II Rey 1:2, o Señor de Estiércol.- una referencia a ídolos) como tal es considerado ser el príncipe de los demonios (Mat 9:34; 12:24; Mar 3:22); el enemigo; el maligno (Mat 6:13); el príncipe de este mundo (Jn 12:31; 14:30; 16:11).

Fue homicida y mentiroso desde el principio (Jn 8:44; Gen 3). Peca desde el principio (I Jn 3:8), o sea es autor, jefe e inventor de toda la malicia e iniquidad. Pero, siendo una criatura de Dios no tiene esta malicia por naturaleza sino por depravación. Por esta causa dice Cristo que cuando Satanás miente habla de lo que hay en él; y da como razón que no permanece en la verdad (Jn.8:44; Jud 1:6). Esto indica que alguna vez estuvo en la verdad. Al llamarle “padre de la mentira” enseña que él, y no Dios, la originó.

No tenemos detalles de su caída en la Biblia porque no nos concierne conocer cosas innecesarias o simplemente satisfacer nuestra curiosidad. Parece que fueron creados como ángeles, pero al degenerar de su origen se echaron a perder a si mismos y se convirtieron en instrumentos de la perdición de otros (II Ped 2:4; Jud 1:6).

Unos piensan que fue por envidia de la raza humana que a diferencia de ellos fue hecho a la imagen de Dios, o porque sabían que el Hijo de Dios iba a asumir la naturaleza humana y llevarle a la diestra de Dios donde estaría sobre todo principado y poder, o sea sobre ellos. Así Satanás siempre se ha opuesto a Cristo y ha puesto al anticristo cuya venida es por obra de Satanás (II Tes 2:9). Incredulidad también debía ser presente. Debían no creer en el poder, la verdad y la fidelidad de Dios a su palabra, o no hubieron pecado.

Su pecado parece haber sido orgullo (I Tim 3:6) quizás por su grandeza. Se quisieron ser como dioses (II Cor 4:4; I Cor 10:20) y así tentaron a nuestros primeros padres (Gen 3:5). Esto resultó en rebeldía. La atrocidad de este pecado se ve por la severidad de su castigo. Fueron excluidos de comunión con Dios (Luc 10:18) así que no hay ninguna esperanza jamás de su perdón o restauración. Siendo echados en la oscuridad y las tinieblas del infierno y atado con cadenas en oscuridad estarán reservados para juicio en el Gran Día (Jud 1:6). Aquino arguye que no pueden ser restaurados por la inflexibilidad de sus naturalezas. Pero la gracia de Dios cambió la naturaleza inflexible del hombre. Entonces que no pueden ser restaurados se debe al beneplácito de Dios quien desea mostrar su justicia y severidad en ellos como muestra su gracia en los seres humanos.

No fueron tentados desde afuera, puesto que no había nadie a tentarles. Por su propia voluntad libre, que fue mutable, pecaron. Posiblemente uno más poderoso y sabio incitó a los demás. Hay referencias a un príncipe de los demonios (Mat 12:24; 25:41; Efes 2:2). Cayeron después del sexto día de la creación, debido a que Dios dijo al fin de este día que todo lo que había hecho era bueno. Pero debía de ser temprano, como Cristo dice que el diablo era un homicida desde el principio (Jn 8:44).

La causa de su caída se encuentra en ellos mismos y no en Dios. No se le debe buscar en Dios, ni en su presciencia (que ve de antemano algo como futuro, pero no lo hace así); ni en su decreto (que fue permisivo y no eficiente); ni en su permiso (que no es moral, sino físico en no prevenir, a que no fue obligado); no a una deficiencia de sostenerles (porque esta gracia no es merecida, que no debe a nadie, sino da a quien le place según su beneplácito). La única causa entonces fue la propia voluntad de cada demonio por la cual individuos, de su propia voluntad voltearon del bien al mal. Cayeron porque desearon caer; podrían caer porque fueron creados mutables y capaces de caer.

Solamente hay un diablo, pero muchos demonios (Mat 25:41; Mar 5:9; Efes 2:2; 6:12). Por medio de ellos Satanás cumple sus propósitos. Se ve su agencia negativa en Marcos 4:15 y su agencia positiva en Mateo 13:38,39. No sabemos como influye la mente humana. Tiene el poder de presentar en formas encantadoras los objetos de apetito y ambición (Mat 4:3, 6, 9) y a apelar a nuestro amor de independencia por decir que estaremos como Dios (Gen 3:5).

“Las representaciones de las Escrituras del enojo progresivo del gran adversario desde su primer asalto contra la virtud humana en Génesis hasta su última derrota en Apocalipsis se unen con el testimonio de Cristo… a prohibir cualquier otra conclusión que esto. Hay un ser personal de gran poder quien realiza oposición organizada al gobierno divino.” (Strong Teol Sis 2:4:4). Parece que el poder de Satanás en el mundo llegó a su punto de culminación en el tiempo de Cristo y ha sido menos desde entonces.

Estos también son organizados en rangos (Jn 14:30; 16:11; Efes 2:2; Apoc 2:13; 16:10) como una parodia del reino de Dios. Hay referencia a Satanás en Gen 3:1-15 y luego directamente a su instar de David a contar a Israel (I Cron 21:1). Job 1:6-12 le menciona y también Zac 3:1-3.

Cuando la Biblia nos habla del Diablo y de demonios no es para satisfacer nuestra curiosidad, sino para advertirnos a guardarnos de sus astucias y maquinaciones y para que nos armemos contra ellos con armas espirituales (I Ped 5:10; Efes 6:12).

Sus números son grandes (Luc 8:30). Esto nos advierta que tengamos cuidado al luchar contra ellos (Mat 12:45).

Estos Tienen Empleos.

i Constantemente se oponen a Dios y tratan de derrotar Su voluntad (Mat 13:39; Gen 3:1-4). Parecen estar detrás de religiones falsas (I Cor 10:20; II Tes 2:8; Apoc 9:20; pero cp. I Cor 8:4).

ii Se oponen al bienestar temporal y eterno del hombre (Gen 3:4; Job 1:9,11; Mat 13:19; Luc 13:11,16; Hech 10:38; II Cor 12:7; I Tes 2:18: Heb 2:14; I Ped 5:8). Se atribuye tentación a espíritus malignos (Gen 3:1; Apoc 2:20; Mat 4:3; Jn 13:27; Hech 5:3; Efes 2:2; I Tes 3:5; I Ped 5:8).

iii Pueden causar enfermedades (Luc 13:11; cp Hech 10:38; II Cor 12:7).

iv Posesión se distingue de enfermedad corporal (Mat 17:15, 18; Mar 9:25; 3:11, 12; Luc 8:30, 31; 10:17, 18) o mental, aunque tales enfermedades muchas veces acompañan posesión o resulta de ella. Los demonios hablan en sus propias personas con conocimiento sobrenatural pero Cristo se dirige a ellos personalmente. Jesús reconoce agencia satánica en estos casos de posesión y se regocija en el echar fuera los demonios como señal de la caída de Satanás. Estos hechos lo hacen imposible interpretar las narraciones de posesión demoníaca como descripciones populares de condiciones físicas o mentales anormales.

Posesión puede ser física, como en le caso de los demoníacos de Gadara (Mar 5:2-4), o espiritual, como en el caso de la “muchacha que tenía espíritu de adivinación” (Hech 16:16), donde el cuerpo no parece haber sido afectado.

Porque el reino de Dios estaba presente en Jesús, él rompió el poder de los demonios (Mat 12:22-28) por su palabra de mando (Mat 8:16; Mr 1:39). Jesús dio a sus discípulos autoridad a echar fuera los demonios (Mat 10:1, 8).

v Ejecutan los planes de Dios a pesar de si mismos. Castigan los impíos (Sal 78:49; I Rey 22:23). Disciplinen a los justos (Job 1; 2; I Cor 5:5; I Tim 1:20).

El entregar a Satanás es considerado por algunos como equivalente a excomulgar y así excluir de la iglesia y mandarle al mundo de que Satanás es el príncipe. Otros lo consideran ser algo más.

Strong dice: “Este entregar a Satanás para la destrucción de la carne parece haber involucrado cuatro cosas:
(1) Había excomulgación de la iglesia.
(2) Había imposición autoritativa de enfermedad corporal o muerte.
(3) Había perdida de toda protección de buenos ángeles quienes ministran solamente a los santos y
(4) Había sujeción a las bofeteas y tormentos del gran acusador.” (Teol Sist 2:4:4).

Siempre es con el propósito de restaurar el ofensor, y así, una vez más, vemos a Satanás haciendo la voluntad de Dios a pesar de sus propias intensiones.

Puede aparecer como un ángel de luz para engañar al pueblo (II Cor 11:14). Tienta comunidades cristianas (I Cor 7:5; II Cor 2:1; I Tes 3:5). Es astuto (Efes 6:11) y pone trampas (I Tim 3:7; II Tim 2:26). Lucha contra la comunidad cristiana (Hech 5:3; Apoc 2:9s; 20:7). Pero primariamente su esfera de actividad es el mundo no cristiano (Hech 26:18; cp. II Cor 6:16).

El poder de espíritus malos sobre los hombres no es independiente de la voluntad humana. Este poder no se puede ejercer sin por lo menos el consentimiento original de la voluntad humana. Sin embargo los cristianos pueden resistir al maligno por oración y fe en Dios (Luc 22:31, 40; Efes 6:11, 16; Stg 4:7; I Ped 5:8, 9). La fuente doble de pecado se ilustra en Hech 5:3, 4.

El poder de Satanás es limitado (1) por el hecho que él es una criatura; (2) por la providencia de Dios y (3) por su propia maldad y (4) por la victoria de Cristo sobre él en la cruz.

Los espíritus malos no son omnipotentes, ni omniscientes, ni omnipresentes (I Cor 10:13; Jud 6). Su poder es limitado en tiempo y alcance por el permiso de Dios. Al actuar en los hombres lo hacen por influencia (Efes 2:2; Hech 5:3; Jn 13:2, 27) a que el hombre pecaminoso responde por su propia voluntad. Como ya hemos dicho los cristianos son animados a resistirle.

Desde la Caída del hombre está en cierto sentido bajo Satanás, y redimirle de su dominio fue el objeto especial de la misión del Hijo de Dios. No nos sorprende entonces que el tiempo de su venida fue la hora de Satanás, el tiempo cuando, en un grado más grande que antes o después, él manifestó su poder, así haciendo el hecho de su derrota más obvio y glorioso.

Parece que había un permiso para una actividad especial de Satanás en tentación y posesión durante el ministerio terrenal de nuestro Salvador para mostrar el poder de Cristo. Por su muerte Jesús destruyó “por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Heb 2:14) y “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col 2:15 cp. I Jn 3:8). Los espíritus malos ahora existen y actúan solamente porque son tolerados.

Pactos con el Diablo

Fue creído por muchos que se podía entrar en un pacto con el diablo para obtener ciertos poderes a cambio de dar su alma a perdición. A base de esta idea fueron los numerosos juicios por hechicería en las naciones de Europa en los siglos XV al XVIII en que miles de personas fueron ejecutados cruelmente. Tenemos que decir que estos espíritus solamente pueden actuar de acuerdo con las leyes de la naturaleza y la agencia libre de los hombres; y su influencia y operaciones no se pueden detectar ni probar judicialmente tal como no se puede detectar las de los santos ángeles para bien. Ambos son eficientes, pero no estamos concientes de ellos.

Nota Sobre Exorcismo

El único ejemplo de posible exorcismo en el A.T. es el de Saúl cuando “le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” (I Sam 16:14). Probablemente esta frase indica que el espíritu fue permitido por Jehová afligir a Saúl (I Rey 22:19ss; Job 1:12; II Cor 12:7). Fue exorcizado temporalmente por David tocando su arpa.

Demonios poseyeron personas, especialmente durante el ministerio terrenal de Cristo. Pero Cristo les echó fuera con su palabra (Mat 8:32; Mar 1:25; Luc 4:36; 11:20) y dio potestad a sus discípulos a hacer lo mismo (Mat 7:22; Luc 10:17; Hech 16:18; 19:13). Algunos piensan que el don de distinguir entre espíritus (I Cor 12:10) se refiere a exorcistas. Espíritus engañadores influyeron a los profetas falsos y tenían que ser probados y expuestos por lo que decían acerca de Jesucristo (I Jn 4:1,2), pero parece que no fueron exorcizados (I Cor 12:3).

Los judíos practicaron exorcismos (Mat 12:27; Luc 11:19) y tenemos un ejemplo de esto en el N.T. aunque no era muy exitoso cuando trataron de usar el nombre de Jesús (Hech 19:14-17). Algunos exorcistas quienes parecen pensar que son cristiano, y que tienen éxito descubrirán en el día final que Cristo no les conoce (Mat 7:22, 23).

Mat 12:43-45 sugiere que alguien quien se deshace de un vicio pero no ocupa su mente con mejores cosas está listo a ser reposeído. “Otros siete espíritus peores que él” sugiere que algunos demonios son más malos que otros y entonces más difíciles de echar fuera (Mar 9:29). Pero este pasaje también advierte contra exorcismo sin el poder de Cristo (Hech 19:14-19). Solamente la presencia del Espíritu Santo puede garantizar contra este tipo de situación. El nuevo nacimiento es necesario.

Algunos han visto posesión por demonios como una fea caricatura de lo que quiere decir tener al Espíritu Santo morando en nosotros. Es cierto que su morada es en contraste notable con posesión por demonios, en que su presencia en gracia e influencia fortaleza la personalidad humana, apoderando al creyente a glorificar le a Dios y cumplir el propósito de su creación, mientras posesión por un demonio deshumaniza a la persona, reduciéndole a una travestía de lo que el hombre fue creado a ser.

Los ejemplos de exorcismos en los Evangelios vienen en contextos de evangelismo. El mandato a los doce a echar fuera demonios (Mat 10:8) es parte de un mandamiento más amplio que comienza con las palabras “...yendo, predicad...” (Mat 10:7; cp. Luc 11:20). Cristo vino a salvar a los pecadores. Hombres verdaderamente regenerados por el Espíritu y la Palabra de Dios tienen al Espíritu de Dios morando en ellos y son sellados por su Espíritu para el día de la redención (Efes 4:30). Es la predica del Evangelio que vence a Satanás (Luc 10:1, 17, 18; Hech 8; 13:6ss; II Tim 3:6-9; 4:1ss).

Lutero tiene un comentario pertinente sobre este tema: “No podemos expullsar los demonios con ciertas ceremonias y palabras, como Jesucristo, los profetas, y los apóstoles hicieron. Todo lo que podemos hacer es, en el nombre de Jesucristo, orar al Señor Dios, de su infinita misericordia, a librar a las personas poseídas. Y si nuestra oración se ofrece en plena fe, estamos asegurados por Cristo mismo (Jn 16:25), que será eficaz, y vencerá toda la resistencia del Diablo. Podría mencionar muchas instancias de esto. Pero no podemos, de nosotros mismos, expulsar a los espíritus malignos, ni debemos aún intentarlo.” (Charlas de Sobremesa 267).

NOTA B.

Contrastes en las escrituras entre el Espíritu Santo y el espíritu de maldad:

1 La Paloma La serpiente

2 Espíritu de verdad El padre de mentiras

3 Hombres hablando en Hombres poseídos por
diferentes idiomas espíritus mudos

4 Espíritu que da vida Asesino desde el principio

5 Ayudador Satanás: Adversario

6 Abogado Diablo: Calumniador

7 Cristo aventando Satanás zarandeando
(Mat 3:12) (Luc 22:31)

8 Uno que da vida Un asesino desde el principio (Jn 8:44)

9 Uno más fuerte El hombre fuerte armado
que él

Su Estado

Están en las tinieblas, ciegos y cegando a otros (Col 1:13; Efes 6:12; II Cor 4:4). Cualquier conocimiento que tienen de la verdad del Evangelio, no es un conocimiento de experiencia. Una vez eran puros y santos, pero por su caída y pecado devinieron a ser impíos e impuros y por esto se les llaman “espíritus inmundos”. El diablo es llamado “El Maligno” (Mat 10:1; 13:38; I Jn 3:12; 5:18). Están en enemistad con Dios y los hombres. A Satanás le llama el enemigo, enemigo de Dios y de Cristo. Están en cadenas de oscuridad (Jud 1:6; II Ped 2:4) y sin esperanza.

Su castigo es tanto de pérdida como de sentido: Han perdido el favor y la presencia de Dios y sienten su ira sobre ellos. Al pecar fueron echados del cielo (Luc 10:18) al infierno (II Ped 2:4). El castigo es adecuado al pecado, porque como dejaron sus habitaciones y estado voluntariamente retirándose de Dios, así fue justo que fueron echado lejos de este lugar feliz, y de la vista de Dios.

De inmediato fue echado del cielo, pero parece que no fue echado directamente al infierno. Satanás es llamado el príncipe del poder del aire (Efes 2:2) que parece ser la morada de los demonios de donde, con permiso, pasan por la tierra a pasear para castigar a los malos y probar a los buenos (I Ped 5:8). Sin embargo, no tiene autoridad aún aquí. Pero todavía no tienen su castigo final ni su tormento total (Mat 8:29; II Ped 2:4; Jud 1:6). Ellos creen esto y tiemblan (Stg 2:19). Su castigo será sin fin en “el lago de fuego y azufre” (Apoc 20:10, 14) que les fue preparado desde la eternidad (Mat 25:41).

Cristo y Satanás

Cristo vino a “deshacer las obras del diablo” (I Jn 3:8) y se enfrentó con él desde el principio de su ministerio en la tierra. Después de su bautismo “el Espíritu le impulsó al desierto” a confrontar al enemigo (Mar 1:12). Las tentaciones de Jesús se dirigieron a él en su naturaleza humana, porque Dios no puede ser tentado con mal (Stg 1:15). En su bautismo fue plenamente equipado para su ministerio mesiánico. En su bautismo Cristo estaba como el representante y sustituto de pecadores; estaba bajo la Ley a que había sido sujeto desde su circuncisión y presentación en el Templo. Se bautizó para cumplir toda justicia (Mat 3:15). El Padre le reconoció como su Hijo amado y le dio al Espíritu para su misión. Ahora este Espíritu “le impulsó al desierto” (Mar 1:12) y Lucas nos dice que durante estos cuarenta días fue llena del Espíritu y fue llevado por el Espíritu en el desierto (Luc 4:1). Así ganó la victoria.

En algunos aspectos la tentación de Cristo es una repetición de la de Adán y Eva. El “postrer Adán” vencería al diablo en el mismo territorio en que Adán fue vencido. El primer representante de la raza falló la prueba y cayó. El Segundo Adán representa a su pueblo y Satanás utiliza toda su sutileza en su ataque. Pero no es simplemente una repetición de la primera tentación. En algunos aspectos la tentación del Mesías era única.

Al enfrentar a Adán y Eva Satanás enfrentó lo no conocido. No sabía si Adán caería o no. Al enfrentar a Cristo encarnado también era una situación no conocida. Cristo no solamente era encarnado, sino estaba en humillación, como Siervo y bajo la Ley. ¿Podría Satanás destruir al Mesías en estas circunstancias? ¿Podría inducirle a pecar? El hambre de nuestro Señor después de los cuarenta días de ayuno era más que simplemente algo físico, porque Mateo y Marcos nos informan que después de las tentaciones ángeles le ministraron (Mat 4:11; Mar 1:13; cp. Luc 22:43 en Getsemane).

La primera tentación se ve como una sugerencia a egotisticamente explotar su poder a satisfacer su propia necesidad por cambiar piedras en pan. La segunda tentación fue una llamada a dar una muestra que era el Mesías para que fuera reconocido como Mesías de inmediato. La tercera tentación era un intento a hacer a Cristo aceptar un concepto mesiánico político y nacionalista.

La frase “si eres el Hijo de Dios” (Mat 4:3) no expresa duda necesariamente pero tuvo la intención de sembrarla. Como en el caso de Adán y Eva, intenta cuestionar la Palabra de Dios y hacerle aparecer dura. Cristo le derrotó con la Palabra de Dios. Entonces “se apartó de él por un tiempo” (Luc 4:13), pero regresó al ataque en numerosas ocasiones (Mat 16:25). En Getsemane de nuevo Cristo fue consciente de un nuevo ataque (Jn 14:30; Luc 22:53).

En las tentaciones en el desierto Satanás estaba intentando de sacarle del espíritu de humillación en que estaba y del camino de sufrimiento en que se había determinado andar. Quiso que evite el camino de sufrimiento para llegar a su gloria. Pero su fracaso fue absoluto. Cristo salió triunfante. El que había “nacido bajo la ley,
5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley,” (Gal 4:4) respondió a cada sugerencia de Satanás con una cita de Deuteronomio, el Libro de la Ley.

La tentación del Hijo de Dios por el diablo fue meticulosa y exhaustiva. Satanás atacó con toda la habilidad a su disposición al corazón mismo de de la llamada mesiánica de Cristo; le sujetó al calor intenso de seducción, pero el Santo de Dios nunca vaciló. ¿Qué más esperaríamos de Deidad encarnado? Siempre podría decir al ir a su cruz, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn 4:34).

La Muerte de Cristo como Conquista y Destrucción de los Poderes del Mal

Satanás y los demonios tenían poder sobre los hombres desde la Caída (Efes 6:11-13; Col 2:15). Entonces había una necesidad para la obra redentora de Cristo conquistar el reino de poder de Satanás. Así la obra de Cristo era una de destrucción contra el poder y la obra de Satanás (Gen 3:15). Hay ocho pasajes en el N.T. que hablan de la obra de Cristo en estos términos: I Jn 3:8; Mat 12:29 // Luc 11:21, 22; Jn 12:31-33; 16:11; I Cor 15:24-26; Col 2:13-15; Heb 2:14-15. Estos enseñan que la victoria de Cristo sobre Satanás en la cruz y su resurrección fue decisiva, pero su manifestación plena espera su regreso.

Pero esto no está en oposición a la idea de sustitución penal como algunos imaginen. El poder que tiene Satanás se debe al hecho que puede acusar a los hombres frente la Ley de Dios (Zac 3). El poder de Satanás consiste en la justicia de sus acusaciones (Zac 3:4). Col 2:13-15; Heb 2:14 y Apoc 12 muestran que la victoria de Cristo sobre Satanás se basa en el hecho que Dios muestra su justicia en la cruz al quitar la culpa de los pecadores. Cristo pagó el precio para librarnos de esclavitud; Satanás es vencido “por la sangre del Cordero” (Apoc 12:11) que canceló su culpa; Jesús privó al diablo de su poder por su muerte (Heb 2:14) que era un rescate (Heb 9:15) su sangre proveyendo remisión de pecados (Heb 9:22, cp 27-28).

El poder de Satanás se debe a la culpa de nosotros. Cuando Cristo quita nuestra culpa, entonces Satanás no tiene poder sobre nosotros. Mientras Dios trabaja por medio de la expiación a poner al revés los efectos de la Caída trae su juicio justo sobre los poderes de maldad (Jn 12:31; 16:8, 11). La victoria de Cristo es justa.

Cristo vino a deshacer las obras del diablo (I Jn 3:8). Pecado es la infracción de la ley (I Jn 3:4), pero el Hijo de Dios ha aparecido “para quitar nuestros pecados” (I Jn 3:5) y “todo aquel que permanece en él no sigue pecando” (I Jn 3:6). Debemos imitar la vida justa de Cristo (I Jn 3:7). Así la misión de Jesús a “deshacer las obras del diablo” (I Jn 3:8) tiene que ver con la erradicación del pecado y el reestablecimiento de justicia. Jesús deshace las obras del diablo en los creyentes por librarles para vivir para justicia (I Ped 2:24).

Resistiendo a Satanás

La Biblia nos enseña que es nuestro deber resistir el diablo, y nos asegura que cuando lo hacemos nos huirá (I Ped 5:8, 9). Pero en esto debemos ser firmes en la fe y usar toda la armadura de Dios (Efes 6:12-20). Necesitamos tener una teología de victoria para esto.

El uso del nombre de Jesús para echar fuera demonios, aunque popular, no es bíblico. En Hech 19:14-20 vemos a algunos hombres tratando de hacer esto como un tipo de magia. Pero, necesitamos preguntar qué significa “el nombre de Jesús” en sentido bíblico? Descubrimos que indica la proclamación de su carácter revelado en las Escrituras. Así es predicado (Hech 8:12). El uso del nombre de Jesús, aún seguido por resultados espectaculares, no garantía que todo lo que pasa en una reunión es correcto. No debemos basar nuestra teología en fenómenos sino en la Palabra de Dios. Debemos interpretar los hechos a la luz de nuestra fe y no modificar nuestras creencias a acomodar los hechos. El diablo puede aparecer como un ángel de luz (II Cor 11:14). Necesitamos prestar atención a la advertencia de nuestro Señor (Mat 7:22-23) y la del apóstol Pablo (II Cor 11:13-15). Dios está en control en cada momento y él triunfará (Isa 45:23). Nunca debemos perder de la vista la realidad de un Dios soberano. La Palabra de Dios es el “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree... Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe” (Rom 1:16, 17) Esta es nuestra arma contra Satanás y sus huestes y no debemos perder confianza en ella. Esta es la espada del Espíritu con que Cristo le enfrentó (Mat 4:1-11) y que no llama a tomar y usar en su poder (Efes 6:17).

Necesitamos recordar las palabras de Juan, “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (I Jn 4:4) y reconocer nuestra necesidad del poder del Espíritu Santo (Efes 5:18) prometido a la Iglesia por Cristo (Luc 24:49) y dado el día de Pentecostés (Hech 2:4). Necesitamos probar los espíritus (I Jn 4:1-3). Debemos contrarrestar los asaltos de profetas falsos y anticristos con la proclamación de la verdad de Dios. Necesitamos vencerles (I Jn 4:4). Lutero comenta, “parece que esas personas son los victoriosos, y que nosotros somos los vencidos. Entonces se necesita fe. Porque no vencemos con poder y números; vencemos con fe y la palabra”.

Diariamente debemos orar “líbranos del maligno” (Mat 6:13). Tentación es la obra del diablo y es contra sus saetas que necesitamos protección divina. Necesitamos guardar contra sus maquinaciones (II Cor 2:11).

El cristiano está seguro porque el Salvador victorioso mora en él. Está libre del poder y jurisdicción de Satanás. “El maligno no le toca” (I Jn 5:18). La palabra “tocar” significa agarrar. Satanás no puede capturar de nuevo al hombre quien está guardado por Cristo. Tal persona es de Dios (I Jn 4:4). “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” (I Jn 5:19). En contraste el incrédulo es “del diablo” (I Jn 3:8). Vive pecaminosamente en rebeldía contra Dios. Esto le hace un hijo del diablo (I Jn 3:10). Hay dos familias, una gobernado por y reflejando al diablo y la otra gobernada por la Palabra y el Espíritu de Dios y mostrando su carácter. Al estar alertos en oración y gobernados por su Palabra vencemos al diablo: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (I Jn 5:4), una fe dada por Dios que el diablo no puede vencer.

K. Ángeles No Interceden por Nosotros.

Primero solamente él que murió por nosotros puede interceder por nosotros. Solamente él que fue nuestro sacrificio puede ser nuestro abogado. Estas cosas son partes del mismo oficio sacerdotal, mutuamente dependientes. Esto es porque propiciación es la base para intercesión. Como Cristo a solas satisfacía por nosotros, solamente él puede interceder por nosotros (Rom 834, 35; I Jn 2:1, 2).

Presentar las oraciones de otros a Dios es parte del oficio de Mediador, que es de Cristo a solas (I Tim 2:5). Solamente él que puede limpiar nuestras oraciones puede presentarles.

El ángel quien intercede en Zaq 1:12 probablemente es Cristo. Igualmente con Apoc 8:3. Aquí es distinguido de los demás ángeles presentes (Apoc 8:2); es presentado como un sacerdote, quien presenta incienso y este oficio es de Cristo solamente (Heb 9:24; I Tim 2:5; I Jn 2:1). Su acción (Apoc 8:5) corresponde con las palabras de Cristo en Luc 12:49. Así Cristo, el Ángel del Pacto, se introduce aquí como
El Sacerdote del Nuevo Testamento.

L. Ángeles Nunca Son Objetos de Adoración

“El ministerio ordinario de los ángeles fue además refinado con la opinión de que coL su intercesión a favor de los creyentes en la tierra estaban activos para el bien en el cielo. Esto también había sido ya enseñado por los judíos lo mismo que por Filón, asumido por Orígenes y los padres de la iglesia, y expresado en los símbolos Católico Romanos. Los escritos confesionales Luteranos, lo mismo que los dogmáticos
Luteranos, todavía hablan de esta intercesión. En contraste, es rechazada unánimemente por los Reformados. Para este ministerio especial de protección e intercesión angelicales se hace una apelación a una cantidad de pasajes de la Escritura, especialmente Deuteronomio 32:8; Daniel 10:13, 20; Mateo 18:10; Hch.12:15; Hebreos 1:14; Apocalipsis 1:20; 2:1; y así sucesivamente; Job 33:23; Zacarías 1:12; Lucas 15:7; Apocalipsis 18:3 y especialmente Tobías 12:12-15. En sí misma esta doctrina de la protección e intercesión de los ángeles no es censurable. Que Dios a menudo e incluso regularmente emplea ángeles, en la revelación especial lo mismo que en la revelación general, no es imposible. Ni es absurdo pensar que un ángel eleva oraciones a Dios a favor de los humanos, en la medida en que estén interesados en su destino y en el progreso del reino de Dios en la historia de la humanidad. Pero, sin importar cuán poco censurables puedan ser tales enseñanzas, la Escritura observa una sobriedad con relación a la protección e intercesión de los ángeles que también debe ser normativa para nosotros.” (Bavinck Dogmática Reformada p 63, 64)

No se debe adorar a los ángeles (Col 2:18; Apoc 19:10; 22:8, 9; Mat 4:10; cp. Deut 6:13; 10:20). Sin embargo debemos valorarles y no ofenderles (I Cor 11:10).

La “doctrina de los ángeles guardianes y su intercesión también tuvo el inconveniente de que en la práctica pronto condujo a una veneración y adoración de los ángeles. Colosenses 2:18 nos dice que tal ‘adoración de ángeles’... ya ocurría en tiempos apostólicos. En su comentario sobre este pasaje Teodoreto comenta que en su día tal adoración de ángeles todavía estaba siendo practicada en Frigia y que el Sínodo de Laodicea la había prohibido, para que Dios no fuese abandonado. Muchos padres de la iglesia amonestaron contra la veneración y adoración de ángeles. En ese tiempo la convicción de que solamente Dios puede ser adorado y que los ángeles solo tienen derecho de ‘honor civil’ era aún universal. ‘Les honramos con nuestro amor, no con nuestro servicio.’ Han de ser “más bien imitados antes que invocados.’ En su comentario del Cantar de los Cantares de Salomón, capítulo 8, Gregorio el Grande todavía dice que, puesto que Cristo ha venido a la tierra, ‘la iglesia es honrada aún por aquellos mismos ángeles.’ En la dispensación del Antiguo Testamento Josué adoró al ángel (Jos. 5:14) pero en el Nuevo Testamento el ángel rechazó la adoración de Juan (Apoc. 19:10; 22:9) porque los ángeles, aunque elevados en rango, son sin embargo ‘consiervos.’ Aún más, estas advertencias sirven como prueba que en la práctica los límites entre la adoración a Dios y el respeto debido a los ángeles estaban siendo borrados. La invocación de ángeles fue primero mencionada claramente por Ambrosio: ‘Nosotros, a quienes se nos han dado los ángeles para auxilio y protección, deberíamos rogarles.’

“Eusebio ya había hecho la distinción entre la ‘veneración’... que es adecuada para que la ofrezcamos a los ángeles, y la ‘adoración’... a la cual solamente Dios tiene derecho. Agustín la adoptó como una estrategia para impedir la veneración religiosa de los ángeles. Pero no mucho después esa distinción fue usada para sancionar la invocación de ángeles. Esto ocurrió ya en el [Segundo] Concilio de Nicea (787) y luego también entre los Escolásticos. El Concilio de Trento llamó a tal invocación ‘buena y provechosa’ (Sess. 25). El Catecismo Romano (III, cap. 2, qu. 4, no. 3) encontró justificación para ella sobre la base que los ángeles siempre contemplan el rostro de Dios y han asumido sobre sí mismos ‘el patrocinio de nuestra salvación’... El Breviario Romano incorporó oraciones [dirigidas a los ángeles] en la Fiesta de los Ángeles y los dogmáticos Católicos Romanos las defendían unánimemente, aunque más tarde generalmente las trataban bajo el encabezado de ‘la veneración de los santos’”. (Bavinck Dogmática Reformada p 65, 66)

Pero los protestantes han rechazado tal adoración de los ángeles como la de los santos. No hay evidencia bíblica para tal adoración. Los textos citados a su favor (Gén 18:2; 32:26; 48:16; Éxo 23:20;Núm 22:31; Jos 5:14; Jue 13:17) se refieren al “Ángel de Jehová” quien no es un ser creado, sino una manifestación de Dios mismo. Pero no solo esto, sino es positivamente prohibido en las Escrituras (Deut. 6:13; 10:20; Mat. 4:10; Col. 2:18, 19; Apoc. 19:10; 22:9). Los Católicos Romanos, por la distinción entre adoración (latria) y homenaje (dulia), han buscado justificar la veneración de ángeles. Pero esta distinción es arbitraria.

El Protestantismo, por su rechazo de la veneración religiosa de los ángeles, ha reconocido que los ángeles no son un elemento indispensable en la vida religiosa de los
Cristianos. Ellos no son los agentes efectivos de nuestra salvación, ni son la base de nuestra confianza ni el objeto de nuestra veneración. No es con ellos sino con Dios con quien entramos en comunión. Sin embargo debemos respetarles y estar concientes de su presencia (I Cor 4:9; 11:10) proclamarles la multiforme sabiduría de Dios (Efes 3:10); en darles vistas de los misterios de la salvación (1 Tim 5:21); en darles gozo por nuestro arrepentimiento (Luc 15:10); imitándolos en el cumplimiento de la voluntad de Dios (Mat 6:10); sintiéndonos a nosotros mismos ser uno con ellos y vivir en la expectativa de juntarnos con ellos (Heb 12:22); en formar con ellos y todas las otras criaturas un coro para la glorificación del nombre del Señor (Sal. 103:20, 21). En estas cosas yace la verdadera veneración de los ángeles.

“Y si no nos llevan directamente a Él, a que fijemos nuestros ojos en Él, le invoquemos y alabemos como a nuestro único defensor, reconociendo que todo bien viene de Él; si no consideramos que son como sus manos, y que no hacen nada sin su voluntad y disposición; y si, finalmente, no nos conducen a Jesucristo y nos mantienen en Él, para que le tengamos como único Mediador, dependiendo enteramente de Él, y encontrando en Él nuestro reposo, entonces en verdad que nos apartan.” (Institución I:XIV:12 cp. Gen 28:12 con Jn 1:51).

La doctrina de los ángeles nos puede dar consuelo y estimulo. Dios la ha revelado para animarnos. No estamos solos en nuestra batalla espiritual. Estamos enlazados con los ángeles quienes aprenden de nosotros. Hay un mundo espiritual mejor que el nuestro, en que Dios es servido perfectamente. Es una fuente de ánimo y aliento. Nos recuerda de la meta final. Seremos como los ángeles y veremos
diariamente el rostro de nuestro Padre que está en el cielo.

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