jueves, 10 de marzo de 2011

Desarrollos Recientes en la Doctrina de la Persona de Cristo

La Edad Media no vio más cambios en la doctrina de la Persona de Cristo y por todas las discrepancias entre los varios reformadores y Roma, estaban de acuerdo en aceptar la decisión de Calcedonia. El único rastro nuevo era el debate con los Luteranos sobre la comunicación de atributos entre las naturalezas que ya hemos visto.

Fue al comienzos del siglo XIX que se vio un cambio en la doctrina al distinguir entre “el Jesús de la historia” de los Evangelios y “el Cristo de la teología” de los credos. Se pensaron menos en un Cristo sobrenatural y hablaron de un Jesús humano. Abandonando la doctrina de las dos naturalezas, hablaron de un hombre divino. Schleiermacher y Hegel vieron a Cristo como un Maestro humano, aunque único, o por su sentido perfecto de unión con lo divino, o como la expresión de la unión que existe entre Dios y el hombre. Pero el Cristo de la Biblia y él de los credos son él mismo Cristo. Los dichos de la iglesia simplemente unen todas las varias ramas de datos bíblicos para formular una definición de lo que la Palabra de Dios en su totalidad revela.

Muchos puntos de vista en este periodo se pueden resumir por decir que Jesús era un hombre que de alguna manera llegó a ser divino. Pero él de l siglo XIX quien ejerció más influencia sobre el pensar moderna acerca de la Persona de Cristo era Albrecht Ritschl (1822-1889). Él dijo que Cristo era simplemente un hombre, pero a la luz de lo que hizo, con razón le llamamos “Dios”, porque este es el valor que él tiene por nosotros. Su pre-existencia, encarnación y nacimiento de una virgen no eran verdades, pero no importan para nuestra fe personal. Más bien su enseñanza, ejemplo e influencia únicos nos mueven a entrar en la comunidad cristiana y a vivir vidas motivadas enteramente por amor.

En todo esto se ve que son los pensamientos de los hombres, y no la Palabra de Dios, que están determinando lo que creen acerca de Cristo. Al abandonar la autoridad de las Escrituras los hombres abandonaron los credos y confesiones de la iglesia que se basaron en ellas.

Teología contemporánea, en distinción de la del siglo XIX, nació en 1919 con la publicación del Comentario sobre Romanos por Karl Barth (1886-1968). Él, sin duda, tuvo más influencia sobre la teología del siglo XX que cualquier otro. Mucho de lo que dijo fue una reacción loable contra el Liberalismo del siglo XIX, pero su doctrina de Cristo es errónea. A él no le importó si los hechos históricos acerca de Jesús eran verídicos o no. Fe no se basa en hechos históricos, sino en un encuentro personal con Cristo. Así se corta el cristianismo de la historia y así se destruye su base. Sin embargo Barth ve a Cristo como Verdadero Dios, pero rechazó sus estados de humillación y exaltación: “¿Qué sentido puede haber en hablar de un hombre como humillado? Eso es natural al hombre. ¿Y qué sentido puede haber en hablar de Dios como exaltado? Eso es natural a Dios.” Definición histórica no cuenta por nada. Cristología moderna empieza con el rechazo de Calcedonia.

Más radical que Barth, pero igual en influencia, fue Rudolph Bultmann (1884-1976). Como Barth, Bultmann no vio la Biblia como la Palabra inspirada de Dios. Él decía que los Evangelios no nos dan una vista autentica de Jesús, Más bien expresan lo que la Iglesia Primitiva le vieron ser. Necesitamos demitologizar la Biblia para ver como era el verdadero Jesús.

Así Bultmann ignore el hecho que el Nuevo Testamento fue escrito por los apóstoles de Cristo o bajo su superintendencia. No dejo suficientes datos para formular una doctrina de la Persona de Cristo. A la Persona pre-existente y gloriosa del Nuevo Testamento le vio como un mito inventado por los primeros creyentes para su predicación, pero que no tiene validez para nosotros hoy en día. Necesitamos ir detrás de los formas de pensar de la iglesia primitiva y presentar al Cristo que encontramos allí de una manera significativa para la gente moderna.

La verdad acerca de Jesús está en los pasajes que registran sus enseñanzas, y no en los que registran sus hechos. No dudó que Jesús vivía una vez, pero dudó que podemos decir mucho más acerca de él aparte de esto. Los pocos trozos auténticos de sus enseñanzas que la iglesia primitiva poseía fueron hechos en una narración artificialmente coherente por medio de detalles “históricos” de secuencia, tiempo, lugar etc. inventados. Se debe descontar estos y concentrar en la poca información que resta al quitarle. La predicación de Jesús es lo que importa, a tal punto que ni siquiera sí Jesús mismo lo hizo o no. “Quienquiera prefiere el nombre de ‘Jesús’ siempre dentro de comillas y dejarle estar como abreviación para el fenómeno histórico con que estamos preocupados, está libre hacerlo” (Jesús y la Palabra p 16ss). Es el mensaje, y no la persona o su historia que constituye el “evento de Cristo”. Jesús anunció que el “Día de Decisión” había venido y Jesús nos llama a arrepentimiento y amor.

La segunda fase es la predica de la iglesia primitiva. Esta contiene elementos claramente míticos como la resurrección y pretensiones contenidos en los títulos “Señor” e “Hijo de Dios”. Pero al quitar estos descubrimos que Dios ha actuado decisivamente en la historia, no en los eventos de la vida de Jesús, sino en la predicación. Esto nos llama a decisión y decisión tiene dos enfoques, la cruz y la resurrección. Creer en la cruz es simplemente estar dispuestos a ser crucificado con Cristo y creencia en la resurrección es creencia en predicación.

Como hemos visto, Bultmann no nos deja con ningún “Evangelio” sino con exigencias a cumplir con Dios. Además no hay ningún Salvador vivo para ayudarnos, ninguna gracia sobrenatural para sostenernos y ninguna esperanza futura a inspirarnos. Ni podemos orar con sentido, porque Dios nunca interfiere en el continuo de espacio y tiempo.

Cristo no es único. No fue pre-existente (ni post-existente, como la resurrección es un mito). Su obra no deriva su significado de su Persona, más bien su persona es significante solamente por su mensaje, que no sabemos, porque la iglesia primitiva lo cambió.
Bultmann, como Barth, destruyó el fundamento del cristianismo en la historia. Ignoró el hecho que el mensaje del Evangelio de la iglesia primitiva se centró en la Persona y la obra de un Cristo histórico, y así redujo su influencia a la nada. Rechazó el sobrenaturalísimo del cristianismo histórico y proclamó un sistema que, a pesar de algunos términos en común, fue una religión de su propia mente.

Esto es algo que necesitamos enfatizar. La teología moderna no es una perversión del cristianismo histórico. Ni siquiera podemos llamarla un desvío de ella, porque es difícil ver que las dos tienen un punto de partido en común. Es algo totalmente ajeno, extraño y otro. Utiliza muchos de los términos utilizados por la histórica fe cristiana, pero les da un significado totalmente diferente. Los términos de los credos y confesiones históricos tienen poco significado para las teologías modernas. Se meten tanto en ideas filosóficas que no tienen nada de importancia que decir, a pesar de sus pretensiones de estar pertinente.

Una aparente excepción es Oscar Cullmann (1902-1999), quien en su Cristología del Nuevo Testamento apela a las Escrituras y tiene algunos pensamientos valiosos sobre su tema. Sin embrago, no está dispuesto decirnos que tenemos una historia fidedigna de la vida y las enseñanzas de Jesús. También insiste que el Nuevo Testamento no tiene mucho interés en quien es Cristo en sí, en su Persona. Entonces no le ve como parte de la Trinidad ontológica. En otras palabras, no es Dios en el sentido histórico de la palabra. La “Cristología” de Cullmann es funcional no más, es lo que Cristo hizo que importa, no quien es. Para Cullmann lo que hizo define lo que es (p. 347). Pero Cristo revela a Dios solamente porque es Dios. Podemos definir revelación como la auto-manifestación de Dios solamente si apariencia y esencia van juntas: “el concepto de la auto-revelación de Dios contiene la idea que el Revelador y lo que se revela son idénticos” (Wolfhart Pannenberg Jesús.-Dios y Hombre p. 129). Ontología es indispensable.

Para serle justo, Cullmann ha respondido positivamente a criticas por parte de algunos Católicos romanos en cuanto a su falta de ontología. Su tipo de funcionalismo simplemente significó que el Nuevo Testamento no tuvo Interés en el ser de Cristo fuera de su obra de Mediador, y ningún interés en sus naturalezas aparte de su manifestación en la historia de salvación También indicó que el funcionalismo del Nuevo Testamento presupuso “el ser divino y la persona divina del Cristo pre-existente”. Además, lejos de ver una oposición entre Calcedonia y el Nuevo Testamento, Cullmann insistió que “el momento que la cuestión de naturalezas, aunque no está en sí presente en el Nuevo Testamento, se surge, el dogma formulado por este Concilio corresponde a lo que la cristología del Nuevo Testamento presupone”(SJT 15 1 Marzo 1962).

Otros “Cristologías” modernas incluyen las de Paul Tillich (1886-1965) para quien nada histórica importa. El dicho que Dios llegó a ser hombre no tiene sentido para él. No le importa si Cristo haya resucitado o no con tal que su dignidad se restaurara en las mentes de sus discípulos. Para Tillich Cristo no era nada en sí mismo, sino el símbolo en quien alienación de la base de nuestro ser se supera.

Alfred North Whitehead (1861-1947) y los de su escuela de “Teología de Proceso” hablan de Cristo como el único hombre en quien Dios ha obrado, pero negaron la idea que fue Dios encarnado. Para ellos Dios sigue desarrollándose junto con el mundo. Dios no puede entrar en el mundo desde afuera, porque esto sería interferir con el proceso del mundo. Pero lo que es posible para Dios solamente se puede saber a través de revelación; y sí Jesucristo es la revelación de Dios, entonces es absolutamente cierto que Dios es capaz de efectuar una entrada única a un lugar particular en un tiempo particular. Pero Dios no llega a su creación como invasor, él siempre mantiene lo que ha creado (Col 1:15-17; Jn 1:9-11; Heb 1:1-4). Además, como el hombre fue hecho a la imagen de Dios era posible para Dios llegar a ser hombre.

Jurgen Moltmann (1926-) tiene a un Cristo que es alguien a quien mencionar de vez en cuando, pero cuya resurrección física no se cree y en quien su Teología de Esperanza no depende. Sin embargo en su segundo tomo, El Dios Crucificado Moltmann es mucho más positivo.

La cruz del Cristo resucitado es el otro lado del levantamiento del Cristo crucificado como la fundación teológica para esperanza cristiana (ix). En este sentido, para Moltmann Teología de la Esperanza requiere como un complemento el recuerdo del Cristo crucificado.- El Dios Crucificado. Así la cruz del Cristo resucitado en El Dios Crucificado se entiende desde la perspectiva del problema de teodicea y se interpreta por los temas de amor, sufrimiento y solidaridad dialécticos, o sea la solidaridad amorosa de Dios con el mundo en su sufrimiento. En el contexto de una teología de la cruz, Moltmann desarrolla el tesis que cristianismo verdadero debe mantener ambos lados de las varias alternativas que muchas veces se presentan para un entendimiento del cristianismo.- evangelización y humanización, la “dimensión vertical” de fe y la “dimensión horizontal” del amor del prójimo, la humanidad y divinidad de Jesús. Para Moltmann todas estas dimensiones coinciden más eficazmente en la cruz de Jesús. En conexión con la controversia del teísmo versus ateísmo, desarrolla una teoría del “Dios sufriente”. La cruz de Cristo representa no simplemente la muerte de Jesús, sino la identificación de Dios con el sufrimiento del mundo en el sufrimiento de Cristo. Cristo murió como un rebelde político y “de los pobres”. En Cristo “Dios también sufrió por su compromiso político y social a los oprimidos y los pobres, quienes son sus verdaderos seguidores” (vea p.122-136)

Así para Moltmann el Cristo crucificado clama por una revolución en el concepto de Dios:“Dios y el sufrimiento ya no son contradicciones” sino “el ser de Dios está en el sufrimiento y el sufrimiento está en el ser mismo de Dios, porque Dios es amor” (p. 227): Por esto el ser humano “puede abrirse al sufrimiento y al amor” en “simpatía con el patetismo de Dios” (p. 303).

Los argumentos de Moltmann en El Dios Crucificado hacen surgir algunas preguntas sobre el significado sustitucionario de la cruz, la expiación y el patropasionismo.

En sus tomos de Teología Sistemática ha producido una Cristología: Cristología: El Camino de Jesucristo (1990). En esta Moltmann trata de pensar en Cristo ya no estáticamente “como una persona en dos naturalezas o como una personalidad histórica”, sino más bien trata de “entenderle dinámicamente, en el movimiento adelante de la historia de Dios con el mundo” (xiii). Critico tanto del modelo clásico cosmológico como del moderno antropológico de Cristología, él elabora un Espíritu-Cristología, escatológica, soteriológica que está inclusiva tanto de la naturaleza como de la historia. Al hablar de la persona mesiánica de Jesús, su Cristología no sigue las Cristologías tradicionales.- los conceptos metafísicos de naturaleza o esencia y la doctrina protestante del oficio triple de Cristo. Más bien, mira a la persona divina en las relaciones de su ministerio mesiánico en la historia de su vida. Jesús es “todavía solamente el Mesías en el camino y el Mesías en su devenir” (139). Así en la practica es una Cristología funcional por más que habla de Cristo en la escatología.

Con razón Moltmann tuvo bastante influencia en la Teología de la Liberación. En realidad sus raíces de esta última están en la obra de Moltmann. Él tiene una base teológica liberal y una política marxista desde las cuales analiza y hace toda su teología. Sin duda tiene un compromiso profundo con los que trata de alcanzar, pero su sistema no lleva a la igualdad sino al césaro-papismo de la Iglesia Griega Ortodoxa con su doctrina de la Trinidad social y las dictaduras izquierdistas que hemos visto en los países marxistas del siglo XX.

El Cristo de la Teología de Liberación aparentemente sería ortodoxo, puesto que sus exponentes son generalmente católicos romanos comprometidos con la formula de Calcedonia. Pero, mientras la resurrección habla de liberación, es el Jesús de la historia que provee las enseñanzas y ejemplos de liberación que quieren seguir.

Jesús era pobre, y estaba en una tradición profética que condenó la opresión. (Vea Luc 4:18 para una definición de su misión en términos de los pobres.) “Su gesto más fundamental es estar al lado de seres humanos en una situación concreta donde la estructura política-religiosa existente ha deshumanizado a la gente” (J. Sobrino Cristología p. 92).

Pero la realidad es que Jesús era totalmente indiferente a distinciones de clase. Se asoció con ricos tanto como con pobres. Además algunos liberacionistas aceptan posiciones liberales, como Sobrino, al decir que Jesús “no predicó acerca de si mismo” (Cristología p. 60). Pero esto es exactamente lo que hizo (Mat 7:23; 11:28; 25:1-46). Por esto antes de todo el cristianismo es adoración, es aceptar quien es este Cristo y reconocer sus pretensiones.

La Teología de Liberación define el Reino de Dios en términos de una utopía de igualdad para todos y liberación de opresión, hambre, injusticia etc. Pero esto no toma en cuenta muchos de los datos del Nuevo Testamento. Por ejemplo el Reino llegó con la llegado de Jesús (Mar 1:15). Además para entrar en él es necesario nacer de arriba (Jn 3:3) mientras muchas de las metas de la Teología de Liberación se pueden lograr políticamente. Seguir a Jesús no resultó en liberación de pobreza sino negación (Mat 19:29). La gloria del Reino estaba al otro lado de una tribulación que ningún creyente verdadero podía evitar (Hech 14:22).

Su teología de la cruz, basada en la de Moltmann, tiene sus defectos. En la cruz Dios llega a participar en el proceso de protesta. La cruz es la revelación más profunda de Dios. Dios se deja afectar por la historia en el Hijo. El mundo está cogido en el amor inter-trinitario y la cruz nos incorpora en la actitud de Dios hacia el mundo.

Mientras se habla mucho del abandono del Hijo por el Padre, no llega al significado central de la cruz como un hecho de sacrificio, un rescate (Mar 10:45). En el Nuevo Testamento la cruz libera, es redención de esclavitud (Gal 3:13; 5:1; Efes 1:7). Somos libres de la culpa, el poder y las consecuencias del pecado. Los que están libres llegan a ser una fuerza para liberación en otras áreas. La Reforma captó este sentido de liberación y llevó a libertad política donde llegó. Pero el cristiano no mueve hacia liberación, sino desde ella (Col 1:13).

En realidad a la Teología de Liberación le falta una teología de expiación. Así Jesús no libera, sino ofrece un paradigma para hacerlo. Pero mientras tenemos que seguir su ejemplo (Rom 8:29; Fil 2:5; I Ped 2:21) no podemos hacer esto en cuanto a redención. Esta ya está completa (I Ped 1:19). Él no es una inspiración para liberación desde el pasado, sino Él que tiene toda autoridad en el presente (Mat 28:18). No es un Cristo ausente, una vez activa en la historia pero ahora retirado. Él está presente como el Libertador

Wolfhart Pannenberg (1928- ) le contradice a Moltmann y proclama al mundo que Cristo sí nació de una virgen y resucitó de la muerte. El entendimiento distintivamente cristiano de revelación para Pannenberg está en la manera en que eventos públicamente disponibles se interpretan. Él reafirma la importancia de historicidad en la revelación de Dios. La resurrección de Jesús es un evento en la historia públicamente accesible y objetivo para Pannenberg. Por medio de la resurrección todos tienen conocimiento indirecto de Dios. Parte de la razón para la indirección en el programa histórica de Pannenberg es su orientación escatológica que afirma que la iglesia no conocerá a Dios directamente hasta la consumación.

Para Pannenberg la “historia” es revelación mientras “presencia dialéctica” es revelación para Barth. El entendimiento más recién de revelación fue “experiencia interna” como expresado en el enfoque de Schleiermacher en Dios-conciencia. Doctrina como revelación es el modelo tradicional, sean las “verdades eternas” de solamente las Escrituras (teología luterana), o de la doctrina de la iglesia (la teología católica de Trento) o una combinación de las dos (la teología de Vaticano II). La propuesta de Pannenberg es interesante porque está tratando de ir más allá del pietismo sujetivo de Schleiermacher y el “positivismo revelacional” de Barth. Su aceptación tanto por teólogos conservadores como liberales muestra que su síntesis ha tenido éxito al nivel de reconciliación teológica. Está abrazado por los liberales porque no corre de los problemas de filosofía de la historia señalado por Troeltsch, como relativismus, mientras, de igual modo está abrazado por los conservadores por su cristología y soteriología ortodoxas. Pannenberg cree que Jesús es Dios: “Sí Dios es revelado por medio de Jesucristo, entonces quien o que Dios es llega a definirse solamente por el evento de Cristo. Entonces Jesús pertenece a la definición de Dios, y así a su divinidad, a su esencia” (Jesús.-Dios y Hombre p. 130). Pero para Pannenberg Cristo era falible y pensó que su resurrección coincidiría con el fin del mundo y la resurrección de todos los creyentes.

El Cristo de los teólogos modernos, cualquier forma que toma, es un ejemplo que seguir no más, y la manera de seguirle es por acción social o política según el criterio del teólogo. Así el mundo perece sin darse cuenta que está en peligro por causa de su propio pecado y ofensa contra un Dios santo, ignorante que este Dios mismo ha provisto la redención que el mundo necesita y que le ofrece a todos los que vienen al Cristo revelado en las Escrituras. La Palabra de Dios está clara en cuanto a quien es el Señor Jesucristo. Los antiguos credos y confesiones han resumido la verdad bien. Podemos decir con claridad al mundo pereciendo:

“El Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, siendo verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el Padre, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomo sobre si la naturaleza del hombre1, con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes, mas sin pecado2. Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre de la virgen Maria, de la sustancia de esta3. Así que, dos naturalezas perfectas y distintas, la divina y humana, se unieron inseparablemente en una persona, pero sin conversión, composición o confusión alguna4. Esta persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre5”.

1 Jn 1:1, 14; I Jn 5:20; Filp 2:6; Gal. 4:4; 2 Heb. 2:17, 4:15; 3 Luc.1:27, 31, 35; Gal. 4:4; Hech. 17:31; 4 Luc. 1:35; Col. 2:9; Rom. 9:5; I Tim. 3:16; 5 Rom.1:3,4; I Tim 2:5
(Confesión de Fe de Westminster VIII:2).

Los Oficios De Cristo

(II Con de Londres VIII:1; CB 21, 26; CH p 31; CM 23-26).

Cristo, como Mediador, ejerce un oficio triple que corresponde a la necesidad de nuestra naturaleza. Como Profeta remueve nuestra ignorancia, como Sacerdote trata con nuestro pecado y culpa, y como Rey sojuzga nuestra rebelión y gobierna nuestros corazones.

Calvino fue el primer teólogo a definir y desarrollar esta doctrina del oficio triple de Cristo (Institución II: xv). Berkhof y algunos otros dicen que el hombre fue creado con este triple oficio. El oficio triple de Cristo se relaciona con la constitución original del hombre. Pero donde no hay pecado no hay la necesidad de un sacerdote. En relación a Dios ejerce su oficio como Siervo de Jehová. En relación con los demás lo ejerce con autoridad como Representante de Dios en el mundo.

Al representar la obra Mediadora de Cristo bajo tres oficios no la dividimos en tres partes independientes. No hay distinción absoluta entre los oficios en la obra de Cristo. Es un Sacerdote Real "según el orden de Melquisedec" quien fue tanto rey como sacerdote, y es imposible dibujar una raya exacta de distinción entre Sus oficios de Sacerdote y Profeta (Zac 6:13).

El A.T., sin embargo profetizó claramente la venida de un Mesías que sería un Rey (Sal 110:1-3; Isa 9:7), un Sacerdote (Sal 110:4; Zac 6:13) y un Profeta (Deut 18:15).

A. Cristo Como Profeta.

Un profeta era uno autorizado a hablar por Dios a los hombres. La función profética tiene dos aspectos, receptivo y declarativo. El profeta recibió la revelación divina por medio de sueños, visiones, y comunicación verbal, y entonces pasó esta revelación a otros. La revelación que vino por medio de los profetas del A.T. fue incompleta, y ellos nunca hablaron por su propia autoridad, introduciendo sus mensajes con "Así dice Jehová".

La posición de Cristo como Profeta es única. El no habló por Dios, sino como Dios, y entonces habla por Su propia autoridad, introduciendo Su mensaje con "Yo os digo" (cp Jn 1:18; Heb 1:1-3). Confrontó a sus contemporáneos con las pretensiones de Jehová sobre su vidas (Luc 4:18-21; Jn 14:5-11; 15:15). Pero también fue el cumplimiento de todas las profecías (Luc 24:25-27, 44-47; Jn 5:45-47; I Ped 1:10-12).

Su oficio profético fue mayormente el de enseñar, aunque profetizó ultimas cosas y detalles de Su propia muerte y resurrección. Confirmó Su ministerio profético por señales, mayormente milagros de sanidad. El milagro fue la enseñanza de Cristo en acción, tanto como la parábola fue en cuento. Los milagros de Cristo fueron como campanas que citaron la congregación a escuchar al predicador (Sal 40:8-10). Como Mensajero del Pacto, Cristo es el Profeta Supremo del A.T., hablando por Su propia autoridad y recibiendo adoración. En muchos de los Salmos, incluyendo los Salmos imprecatorios, habla proféticamente.

Pero su palabra es la palabra de Dios y entonces da vida a los que la reciben (Jn 5:24-27). Su venida al mundo era como luz en la oscuridad (Jn 3:19-21). Es el Verbo, distinto de, pero igual con Dios (Jn 1:1-5). La enseñanza de Jesús será el criterio en el juicio final (Jn 12:47-50; cp. Luc 9:26). Amor para Dios significa obediencia a Jesús (Jn 14:21-24). Esto es porque Jesús es igual con Dios y, como tal, también es la verdadera revelación de Dios a la humanidad. Es el principal y último Profeta (Heb 1:1-4).

Cristo sigue con Su oficio profético por Sus dones conferidos a la iglesia.-la palabra y los sacramentos.- y por el ministerio de gracia de Su Espíritu. Cristo como Profeta fue activo antes y después de la encarnación (I Ped 1:10,11), y fue un Profeta tanto directa como indirectamente, i.e. activa como el Ángel de Jehová en el A.T. y como el Señor Encarnado en el N.T. Pero también habló mediatamente por los profetas del A.T. y los apóstoles del N.T., en ambos casos por la operación del Espíritu Santo (Mat 10:40; Mar 9:37; Luc 10:16; Jn 13:20). Los apóstoles fueron nombrados por Cristo (Mat 10:1-15; Mar 3:13-19; Luc 6:12-16) y tuvieron una autoridad derivada de Él. Fueron testigos del ministerio y resurrección de Cristo (Hech 1:21-23; 10:39-41). Pablo era una excepción (I Cor 15:8) y por este requisito tuvo problemas a veces con la aceptación de su apostolado. Así los apóstoles son el fundamento de la iglesia del Nuevo Testamento (Efes 2:20) debido a que sus enseñanzas son dadas de manera única por el Espíritu Santo (Jn 16:12-15).

Otra vez podemos ver Su obra profética como objetiva y externa o subjetiva e interna, a corresponder con Su acción directa e indirecta ya notada. "Fue Varón Profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo" (Luc 24:19). El Catecismo Menor dice correctamente que ejecuta Sus oficios "tanto en Su estado de humillación y en el de exaltación". Tal como es un Sacerdote para siempre, así es un Profeta para siempre. Siempre El es el Verbo de Dios. Siempre declara al Padre (Jn 1:18), y en los cielos Cristo será el Dios Visible. No veremos al Padre aparte de Cristo (I Tim 6:16).

De verdad Cristo puede decir, "Jehová el Señor me dio lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado" (Isa 50:4). Al considerar que los ministros del evangelio son, en un sentido real, llamados por Cristo, equipados por Cristo, comisionados por Cristo, y entregados con la palabra de Cristo, que son, en un sentido, Sus embajadores, que como Profeta Él habla por ellos a los hombres, empezamos a ver que el ministerio del evangelio es a la vez el oficio mas exaltado y mas responsable en el mundo (Rom 10:14; Efes 2:17; II Cor 5:18-20; I Tes 2:13).
El Espíritu Santo fue mandado por Cristo (Jn 14:16, 18; Hech 2:33). Ël les guiaría a toda la verdad y así inspiró las Escrituras del Antiguo (II Tim 3:14-17; II Ped 1:20-21) y del Nuevo Testamento (Jn 14:26; 16:12-15).

Nota: El modernismo, o liberalismo, siempre tiene la tendencia de enfatizar la obra de Cristo como Maestro a la exclusión de Sus funciones, sacerdotal y real. Cuando Barth presenta a Cristo como primeramente El Revelador, sigue en la tradición liberal, aunque para ser justo con él, enfatiza la obra sacrificial de Cristo. Es importante darse cuenta sin embargo, que el Cristo del N.T. no fue un Maestro en el sentido de la teología liberal. Ejerció un oficio triple como nuestro Redentor, y todavía lo hace.

B. Cristo Como Sacerdote.

En la Biblia un profeta era un representante de Dios al pueblo, el mensajero de Dios, y entonces un maestro de Dios. El sacerdote era el representante del hombre delante de Dios. Tenia el derecho a acercarse a Dios por parte del pueblo (Heb 5:1). En el N.T. solamente hay un libro donde el Mesías es llamado Sacerdote.- la epístola a los Hebreos, que utiliza el termino repetidamente. Pero hay muchas referencias en el N.T. a la naturaleza sacerdotal de la obra de Cristo.

1. Cristo se acerca a Dios en una capacidad sacrificial. Cada sacerdote ofrecía sacrificios por pecado, y Cristo se sacrificó tanto activa como pasivamente. Activamente "entregó Su vida", pasivamente "como cordero fue llevada al matadero". Voluntariamente sufrió humillación, pena, y crucifixión, pero al mismo tiempo se ofreció a si mismo como un sacrificio por el pecado.

El Sacerdote mismo era el Sacrificio, y también el altar (Heb 13:10). El sacerdocio de Cristo es esencial a nuestra salvación. Nadie sino Cristo podía acercarse a Dios por nosotros. Ningún otro sacrificio podía quitar pecado, y solamente en Cristo es Dios propicio a los pecadores. El sacerdocio y los sacrificios del A.T. son simbólicos de verdadero sacrificio de Cristo. Los sacerdotes del A.T. solamente fueron sacerdotes simbólicamente, porque ningún hombre pecaminoso puede acercarse a Dios por parte de otros. Los ministros del evangelio no son sacerdotes en ningún sentido sacerdotal o especial. Con la iglesia romana y algunos anglicanos altos, la palabra "sacerdote" se usa en un sentido sacerdotal correspondiendo en algún sentido al sacerdote del A.T. Ninguna función se atribuye a un ministro de la palabra en el N.T. Nunca dice que son mediadores entre Dios y el hombre. Nunca dice que ofrecen sacrificios por el pecado. Todos los creyentes son llamados sacerdotes en cuanto a tener libertad de acceso a Dios por medio de Su Hijo.

El concepto romano del sacerdocio es deshonroso al Salvador, quien vino a ser el único Mediador entre Dios y el hombre, a rendir satisfacción por pecados, y asegurar el perdón y la reconciliación de Su pueblo. Suponer que todavía necesitamos la ayuda sacerdotal del hombre es detraer de la perfección y la suficiencia de la obra de Cristo.

2. Cristo se acerca a Dios en una capacidad de intercesión. Debemos cuidarnos del error de pensar que Cristo fue un Sacerdote en la tierra y es un Rey en el cielo. El oficio triple no se puede dividir así. Cristo es ahora nuestro Sumo Sacerdote en los cielos, intercediendo por nosotros (Jn 14:16,26; 15:26; 16:7; I Jn 2:1; Heb 7:25; 9:24).La intercesión sacerdotal de Cristo se base en Su sacrificio expiatorio, y entonces es de significado vital para nuestra paz y bendición. Tal intercesión establece la causa del creyente en contra a Satanás, el acusador (Zac 3:1,2; Apoc 12:10,11). Nunca debemos achicar la importancia de la obra de Cristo en los cielos. La intercesión de Cristo es judicial, siendo relacionada a la cruz, representativa y sacerdotal. Tal como el Sumo Sacerdote en el gran día de la Expiación entró en el Lugar Santísimo con el sacrificio completado, a presentarlo delante de Dios, así Cristo entró en el Lugar Santísimo celestial, allá a presentar a Dios Su Sacrificio Perfecto y Suficiente por los pecados de Su pueblo (Heb 9:24 cp Ex 12:13).

Por consecuencia ninguna acusación legal puede ser traída en contra a los elegidos. Ningún dedo de condenación se puede puntar a los que El ha justificado. Las acusaciones de Satanás son opuestas por la obra completada de Cristo. El es el gran Abogado por Su pueblo (Rom 8:33,34). Esta obra intercesora tiene un valor moral, tanto como judicial. Al orar en el nombre de Cristo, El santifica nuestras oraciones así como santifica todo nuestro servicio. En si mismas nuestras oraciones y servicio son imperfectos, y muchas veces superficiales. Entonces es una gran verdad que nuestros sacrificios espirituales de oración, alabanza, y obediencia son "aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (I Ped 2:4,5). El ministerio sacerdotal de Cristo en los cielos incluye cuidado amoroso y tierno para Su pueblo (Heb 4:15), y este se junta con oración constante por los elegidos. Tal oración se indica en Hebreos, y claramente se implica en Jn 17, donde Cristo dice que ora no solamente por los apóstoles, sino por todos los quienes por su palabra creerían en El. Esta oración continua y eficaz de nuestro Gran Sumo Sacerdote es un consuelo y animo a todos los que creen.

LA EXPIACIÓN.

La palabra "expiación" habla de reconciliación. Pero tal reconciliación es en realidad el resultado de la obra de Cristo en la cruz. Es más correcta hablar de la obra redentora de Cristo, y la expiación que resulta de esa obra. Sin embargo "expiación" ya es un termino teológico reconocido.

1. La Fuente De La Expiación.

Esta se halla en el "beneplácito" o propósito de gracia de Dios. Debemos de cuidarnos de atribuir la expiación a una Persona en la Trinidad (ej. Cristo) o a un atributo de la Deidad (ej. amor). Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a si mismo. Comentando sobre Isa 6:8 M. Henry dice, "Padre, Hijo, y Espíritu Santo, todos Ellos asienten, como en el crear, así en el redimir y el gobernar del hombre". Debemos de cuidarnos de dichos que parecen enseñar una desarmonía en los atributos de la Trinidad (ej. la justicia de Dios exigiendo la satisfacción, esta siendo provista por Su amor). Esta es una manera torpe de decir que Dios siempre actúa consistente con Su propia naturaleza santa. No hay división dentro de la Deidad.

2. La Necesidad De La Expiación.

Esto se halla en la naturaleza de Dios mismo. El pecado fue una violación de la Ley de Dios, una afrenta a Su honor, una recusación a Su justicia y poder, y un desafío a Su autoridad. Entonces cada atributo de Dios exigió expiación en cumplimiento de Su propósito de gracia. Su Ley gritó por obediencia, Su justicia pidió satisfacción y requería vindicación, Su verdad pidió el cumplimiento de la sentencia justa, y Su amor buscó un canal por lo cual podía fluir a sus objetos de una manera consistente con el honor del nombre de Dios. Un Dios justo y santo no puede pasar por alto el pecado. Tiene que reaccionar contra él (Ex 20:5; 23:7; Sal 5:5,6; Rom 1:18,32). Ya, hablando históricamente, había pronunciada la sentencia de muerte sobre el pecador (Gen 3:19; Rom 6:23).


3. La Naturaleza De La Expiación.

A. Rindió Satisfacción A Dios.

Expiar quiere decir quitar la culpa de pecado. Nuestro pecado ha sido castigado una vez para siempre en el Calvario a la satisfacción de Dios. La expiación se encontró con, y respondió a, todas las demandas de la Ley de Dios contra al pecador. La Ley ya no condena al pecador quien confía en Cristo. Satisfacción perfecta habiendo sido rendida en la cruz, la justicia ya no tiene más que exigir. Por la dignidad infinita de la Persona quien sufrió, la obra de la expiación ya es infinita (Heb 9:13,14). Este valor da satisfecho a la justicia divina. Dios obra con consecuencia en perdonar a los pecadores quienes confían en Cristo. Los pecados del pueblo de Dios han sido castigados completamente en la cruz. (II Cor 5:21; I Ped 2:24; 3:18; Heb 9:28; Vea Lev 16:20-22; Sal 103:12). Los sufrimientos de los creyentes no son castigos penales, sino castigos familiares.

B. Cumplió La Ley Divina.

La autoridad de la Ley divina tiene que ser completamente restaurada y entronizada en el universo moral. Cristo cumplió la Ley perfectamente, y así podía expiar nuestros pecados. Al morir, murió bajo la maldición de la Ley (Gal 3:13) y así nos libró de ella.

C. Efectuó Reconciliación.

Dios fue la parte ofendida, cuya reconciliación al hombre debía de ser efectuada. En la cruz Dios fue propiciado. Dios fue reconciliado antes de que el hombre pudiera ser reconciliado a El. La reconciliación del hombre es sobre la base de justificación por fe en Cristo. "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a si mismo", no fue la tercera parte en la cruz, esperando ser reconciliado.

Cristo nos reconcilió con Dios (Col 1:19-22). Reconciliación es la restauración de amistad entre dos partes anteriormente enemigas. No hay una reconciliación verdadera al menos que ambas partes participan de ella (Rom 5:10,11; II Cor 5:19, 20). Como cristianos tenemos el privilegio de anunciar a los hombres que se reconcilian a Dios. Pero esta reconciliación sujetiva se basa en la reconciliación con Dios hecho por Cristo en la cruz. Esto se basa en la no imputación de nuestros pecados y el sufrimiento sustitucionario de Cristo (II Cor 5:18-21). En todo esto la referencia principal es a Dios siendo reconciliado con nosotros. Esto es porque su ira ha venido sobre nuestros pecados en Cristo.

Reconciliación también fue horizontal, entre judíos y gentiles (Efes 2:11-22). Esto es porque Cristo cumplió la ley ceremonial así aboliéndola. Aunque tiene aspectos escatológicos y cósmicos, fue efectuado en la cruz.

D. Echó La Base Para El Perdón.

Dios no fue hecho misericordioso en el Calvario.-siempre fue misericordioso. Pero la misericordia no podía operar para ultrajar los otros atributos de Dios. La misericordia ignorando la santidad, la justicia etc. es inmoral. Así la necesidad de la cruz. La expiación echó el cimiento sobre que la misericordia podía ser otorgada equitativamente. Dios "es justo, y El que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom 3:26).




4. La Obra De Cristo En La Expiación.

A. Sacrificio

Vez tras vez la muerte de Cristo se ve en el Nuevo Testamento como un sacrificio. Esto es especialmente prominente en Hebreos donde su sacrificio se ve como mejor que los bajo la Ley (Heb 10:11-14; vea 9:12, 26, 28; 10:10, 12, 14). Su sacrificio es perfecto, puesto que se ofreció a sí mismo, y Él es el Hijo de Dios. Él es tanto Sacerdote como Victima. Referencias a “la sangre de Cristo” también se refieren a su sacrificio (I Ped 1:19; Hech 20:28; I Cor 11:25; Mat 26:27,28; I Ped 1:2; vea también Rom 5:9; I Cor 10:16; Efes 1:7; 2:13; Col 1:14, 21; Heb 12:24; 13:12, 20; I Jn 1:7; 5:6, 8; Apoc 1:5; 5:9;7:14; 12:11).

La idea de sacrificio es que el hombre está bajo la ira de Dios debido a su pecado. En el sacrificio el pecado está transferido al victima que fue ofrecido en lugar del pecador.

B. Obediencia

La muerte de Cristo fue una rendición de obediencia al Padre por su parte. Fue obediente en todo durante su vida. Cumplió la Ley de Dios por nosotros y luego murió bajo su maldición en nuestro lugar. Esto hizo voluntariamente (Jn 10:11, 18; Mat 16:23; Luc 9:51; Jn 4:34; Heb 10:5-10). Pero esto era una lucha para Él (Mar 10:38; Luc 12:50; Heb 5:7-10). Su obediencia es la base por nuestra justificación (Rom 5:12-21)

C. Sustitución Penal

Nosotros habíamos roto la Ley y entonces era necesario que sufrimos la pena por nuestros crimines. Cristo entonces llegó a ser nuestro Sustituto. Así hablamos de Sustitución Penal. Por esto queremos decir que Cristo sufrió la pena en lugar nuestro. Como la pena es muerte eterna, esto es lo que Cristo sufrió (II Cor 5:21; Gal 3:13). Como Él es Dios su sufrimiento en la cruz podía ser tan intenso que equivale todo lo que nosotros tendríamos que sufrir por toda la eternidad.

En el Antiguo Testamento un sacrificio fue sustituido en lugar del pecador. (Lev 1:4; 4:20, 26, 31; 6:7). Así Cristo tomó nuestro lugar (I Ped 3:18; vea 2:21-24; Heb 9:28). Otras evidencias se ven en que Cristo murió por nosotros (Rom 5:8; 8:32; I Jn 3:16) o por nuestros pecados (I Cor 15:3).

D. Representación.

El desempeño voluntario de nuestro Señor de nuestras obligaciones a Dios fue doble.- rindiendo satisfacción y obediencia. En Su muerte Cristo selló el Nuevo Pacto con Su sangre. Nuestros pecados son imputados a Cristo, y Su justicia es imputada a nosotros. (Esto es imputación y contra-imputación.)En la cruz Cristo nos abrazó en todo nuestro pecado para que pudiéramos abrazarle a El en toda Su justicia y toda Su vida.

E. Satisfacción.

La muerte vicaria de Cristo es esencial a Su ofrenda de si mismo. Es la sustitución del Cargador del Pecado por el pecador. Involucra la identificación de Cristo con el pecador. El cargó la culpa y la maldición del pecador (cp Isa 53; Jn 1:29; II Cor 5:21; Gal 3:13; Heb 9:28; I Ped 2:24). Nuestra culpa fue imputada a Cristo. Nuestra estado pecaminoso actual no fue, y no podía ser, transferido a Cristo. La culpa de pecado como deuda fue cargada por Cristo por nosotros. Esto Cristo hizo voluntariamente como había comprometido eternamente en el Pacto de Redención (Jn 10:17,18).

Si Cristo por su muerte ha hecho una satisfacción efectiva por alguien, entonces Dios tiene que estar completamente satisfecho con este alguien.

F. Propiciación.

La idea es la expiación de culpa, así efectuando reconciliación porque quita la ira de Dios de sobre nosotros (Heb 9:5; Ex 25:17-22). Dios esta enojado con el pecado (Rom 1:17). Ira es su antagonismo personal al pecado. Es la forma tomada por su santidad contra la rebeldía pecaminosa en la criatura. Esto es porque el pecado es una afrenta al honor de Dios. La situación exige que se haga algo para expiar el pecado y también terminar esta ira. Pero ira en Dios es santa y no caprichosa. Dios mismo provee la solución en la muerte de su Hijo cuya sangre propicia su ira. Garantiza el perdón del pecador, y su reconciliación a un Dios santo. Rom 3:25,26 muestra que la muerte de Cristo es una propiciación (I Jn 2:2). Es el amor de Dios que provee esta propiciación (I Jn 4:10). Es la provisión del amor divino por parte de la Trinidad.

G. Redención.

La idea es de un rescate pagado y la liberación consiguiente de la pena y obligación de la Ley (Col 1:13,14). La sangre de Cristo fue el precio pagado por nuestra redención (Mat 20:28; Mar 10:45; Efes 1:7; I Ped 1:18,19; vea Tit 2:14; Rom 3:24;Heb 9:12). También contiene el pensamiento de liberación del poder del pecado y del dominio de Satanás. Pero no debemos pensar que el rescate fue pagado a Satanás. Él no tiene ningún derecho legítimo sobre nosotros, y hablar de redención en estos términos es empujar la metáfora más allá de lo que dice la Biblia.

La redención será completa cuando estemos unidos con Cristo en el día final (Rom 8:23). Mientras, estamos libres de nuestros pecados. La palabra misma enseña que todos los redimidos son librados de sus pecados. Esto nos da una obligación a vivir en santidad (Rom 6:1-23; I Cor 6:20; 7:23).

H. Revelación.

Estamos pensando en la vindicación del carácter de Dios (Rom 3:25,26). Dios se revela en la cruz. Dios odia el pecado. Vemos Su ira y Su misericordia en la cruz (Sal 85:10).

También reveló su victoria sobre las fuerzas del mal en la cruz (Col 2:15; Efes 4:8).

I. Conquista y Destrucción.

Satanás y los demonios tenían poder sobre los hombres desde la Caída (Efes 6:11-13; Col 2:15). Entonces había una necesidad para la obra redentora de Cristo conquistar el reino de poder de Satanás. Así la obra de Cristo era una de destrucción contra el poder y la obra de Satanás (Gen 3:15). Hay ocho pasajes en el N.T. que hablan de la obra de Cristo en estos términos: I Jn 3:8; Mat 12:29 // Luc 11:21, 22; Jn 12:31-33; 16:11; I Cor 15:24-26; Col 2:13-15; Heb 2:14-15. Estos enseñan que la victoria de Cristo sobre Satanás en la cruz y su resurrección fue decisiva, pero su manifestación plena espera su regreso.

Pero esto no está en oposición a la idea de sustitución penal como algunos imaginen. El poder que tiene Satanás se debe al hecho que puede acusar a los hombres frente la Ley de Dios (Zac 3). El poder de Satanás consiste en la justicia de sus acusaciones (Zac 3:4). Col 2:13-15; Heb 2:14 y Apoc 12 muestran que la victoria de Cristo sobre Satanás se basa en el hecho que Dios muestra su justicia en la cruz al quitar la culpa de los pecadores. Cristo pagó el precio para librarnos de esclavitud; Satanás es vencido “por la sangre del Cordero” (Apoc 12:11) que canceló su culpa; Jesús privó al diablo de su poder por su muerte (Heb 2:14) que era un rescate (Heb 9:15) su sangre proveyendo remisión de pecados (Heb 9:22, cp 27-28).

El poder de Satanás se debe a la culpa de nosotros. Cuando Cristo quita nuestra culpa, entonces Satanás no tiene poder sobre nosotros. Mientras Dios trabaja por medio de la expiación a poner al revés los efectos de la Caída trae su juicio justo sobre los poderes de maldad (Jn 12:31; 16:8, 11). La victoria de Cristo es justa.

Cristo vino a deshacer las obras del diablo (I Jn 3:8). Pecado es la infracción de la ley (I Jn 3:4), pero el Hijo de Dios ha aparecido “para quitar nuestros pecados” (I Jn 3:5) y “todo aquel que permanece en él no sigue pecando” (I Jn 3:6). Debemos imitar la vida justa de Cristo (I Jn 3:7). Así la misión de Jesús a “deshacer las obras del diablo” (I Jn 3:8) tiene que ver con la erradicación del pecado y el reestablecimiento de justicia. Jesús deshace las obras del diablo en los creyentes por librarles para vivir para justicia (I Ped 2:24).

5. El Alcance De La Expiación.

Queremos ver el alcance y la aplicabilidad de la expiación, tanto como su propósito. ¿Fue su propósito redimir a un pueblo escogido? ¿A redimir a todos? ¿O a poner la salvación a la disposición de todos? En realidad este debate tiene que ver con la intención de Dios en la Expiación, o la naturaleza de la Expiación en sí. ¿La expiación tuvo la intención de salvar a los pecadores o a hacer su salvación posible con tal que ellos respondieren correctamente?

Hemos visto que es la naturaleza de la Expiación. En sí esto debe definir nuestra respuesta a preguntas respeto a su alcance.

A. Expiación Universal.

La expiación es para todos. O todos serán salvos, o el propósito de Dios será frustrado. Los romanistas, luteranos, y arminianos aceptan lo último. La expiación aquí es posible para todos, pero cierta para nadie. Los que aceptan este punto de visto generalmente rechazan le doctrina de la depravación total.

B. Expiación Limitada. (Redención Particular) (CD II)

Todos, aparte de universalistas, aceptan una expiación limitada: los arminianos limitan su poder, los calvinistas su alcance. Los arminianos ven una expiación que todos o ninguno, pueden aceptar o rechazar. Los calvinistas ven una redención en que Cristo "verá el fruto de la aflicción de Su alma y quedará satisfecho" (Isa 53:11). La satisfacción rendida por Cristo es eficaz solamente a los que habían sido dados a Cristo en un pacto eterno, y por consecuencia creerían (Jn 6:37-45). La expiación de Cristo no simplemente hizo posible la salvación, sino la hizo actual (Mt 1:21). Cristo entregó Su vida por Su pueblo (Mat 1:21), sus ovejas (Jn 10:11,14,15), Su iglesia (Hech 20:28), Sus elegidos (Rom 8:32-34), sus hijos (Heb 2:13 vea Jn 15:13; 11:52; Efes 5:25).
Uno de los frutos de la obra cumplida de Cristo fue el don del Espíritu Santo a aplicar esa obra. El Espíritu no puede fracasar. Los propósitos de la gracia de Dios no pueden ser frustrados (Sal 126:6; Jn 17:12). Él da fe (Efes 2:8) y arrepentimiento (Hech 5:31; 11:18), o sea la muerte de Cristo asegura todo lo necesario para la salvación de su pueblo y no deja nada en duda.

Objeciones A Una Expiación Limitada.

1. Las Escrituras dicen que Cristo murió por el mundo.

Pero Su muerte tuvo efectos mundiales. El dicho que Cristo murió por el mundo era para contradecir la exclusividad judía. "No queriendo que ninguno perezca" se aplica al pueblo de Cristo. Noten "para con nosotros" (II Ped 3:9 cp 3:7).

2. La Oferta Universal De Salvación Presupone Una Expiación Universal.

La predica del evangelio se basa, no en la doctrina de la expiación, sino en el mandato de Cristo. Además hay algunos que serán salvos de cada nación, cosa que no podría suceder a menos que el Evangelio fuera predicado en todas las naciones.

El llamamiento a los hombres para que crean no es uno a creer que Cristo muriera por ellos en particular, sino a creer que no hay salvación en ningún otro.

3. Hay Pasajes Que Dicen Que Cristo Murió Por Todos Los Hombres.
(cp Rom 5:18; I Cor 15:22; II Cor 5:14; I Tim 2:4,6; Tit 2:11; Heb 2:9; II Ped 3:9).

Cada uno debe ser visto en su contexto. El "todos" de los primeros dos se refiere a todos los que están en Cristo, en contraste con todos los que están en Adán. Así también con II Cor 5:14 y Heb 2:9,10. En Tit 2:11 "todos los hombres" quiere decir todas las clases y naciones de hombres. I Tim 2:4-6 y Heb 2:9 se refieren a la voluntad de Dios de salvar a los gentiles tanto como a los judíos.

4. Hay Pasajes Que Dicen Que Cristo Murió Por El Mundo.
(cp. Jn 1:29; 3:16; 4:42; 6:51; II Cor 5:19; I Jn 2:2).

Pero hay cinco sentidos de la palabra "mundo" en la Biblia:

1. El universo material o la tierra (Job 34:13; Mat 13:38; Hech 17:24; Efes 1:4);

2. La gente del mundo como: todos sin excepción (Rom 3:6); todos sin diferencia (Jn 7:4); muchos hombres (Mat 18:7); la mayoría de los hombres (Rom 1:8); el Imperio Romano (Luc 2:1); hombres buenos (Jn 6:33); hombres malos (Jn 14:17);

3. El mundo como un sistema corrupto (Gál 6:14);

4. El estado humano (Jn 18:36);

5. El reino de Satanás (Jn 14:30).

En cuanto a Jn 3:16 necesitamos considerar tres cosas: el amor de Dios, el objeto de este amor,"el mundo" y el propósito del amor divino.

El amor de Dios es un hecho libre de su propia voluntad y no una simple emoción. El amor aquí es algo soberano y especial para los creyentes (vea Rom 5:8; I Jn 4:9,10). Esto se enfatiza por las palabras "de tal manera" y "para que... no se pierda". Es su claro propósito salvar a los creyentes de la perdición. El mismo amor que dio a Cristo nos dará todas las demás cosas necesarias (Rom 8:32).

La palabra "mundo" se debe entender en este contexto. Así se refiere a que los beneficios de la muerte de Cristo no se limitan a los judíos no más. El propósito de Dios en mandar a Cristo fue la salvación del mundo (Jn 3:17) y como Dios no puede fallar en su propósito, esto muestra que "el mundo" es el mundo salvado.

En Jn 4:42 Cristo es llamado "el Salvador del mundo". Pero un Salvador de hombres que no se salvan es una contradicción de términos.

Si Cristo murió por todos los hombres y sin embargo solamente los creyentes serán salvos ¿qué hace la diferencia entre los creyentes y los incrédulos? Los hombres mismos no hacen la diferencia (I Cor 4:7). Entonces es Dios quien hace la diferencia. Pero si es así ¿cómo pudo haber dado a Cristo a favor de todos? Jn 3:16 declara la intención divina que los creyentes sean salvos.

I Jn 2:2 que se refiere al mundo fue escrito a los judíos (vea I Jn 2:7 cp. Gál 2:9). Así el mundo es en contraste con los judíos. Además Juan escribió para dar consuelo a los creyentes (I Jn 2:1). Solamente los creyentes pueden ser consolados con tener a Cristo como abogado. Juan les describe como "hijitos... [cuyos] pecados...han sido perdonados" (I Jn 2:12). I Jn 2:2 no da consuelo si se le aplica a todos sin excepción.

La palabra "propiciación", como hemos visto, significa quitar la ira. ¿Esto es verdad de todos?

"Todo el mundo" tiene un significado limitado en otros pasajes (Luc 2:1; Rom 1:8; Col 1:6; Apoc 3:10). Así con Jn 1:29.

Jn 6:51 afirma que Cristo dio su vida por el mundo, para que el mundo tenga vida. Es evidente que esto no significa que cada individuo tiene vida porque no es así.

II Cor 5:19 se refiere a los que serán reconciliados con Dios (vea II Cor 5:18,21). No dice que Dios reconciliará a todos bajo ciertas condiciones, sino dice que ya los ha reconciliado.

En realidad este debate no se centra en algunos textos aislados, sino en los temas bíblicos de elección, pacto, el sacerdocio de Cristo, y la obra de Dios la Trinidad.

C. Cristo Como Rey.

1. Las profecías mesiánicas tenían un cumplimiento parcial con la primera venida de Cristo. Tendrán cumplimiento entero a Su segunda venida.

2. Como Cabeza de la iglesia Cristo reina en la iglesia y en los corazones de Su pueblo (I Cor 12:12-26; Efes 4:1-16). Como tal mandó a su Espíritu a unir la iglesia (Hech 2:33-36; Jn 17:21) y darle poder para testificar (Jn 14:26; 15:26; 16:7-11).

3. Aún ahora es legítimamente Rey de Naciones, como es Rey de Santos (Cp Sal 2). En su resurrección y ascensión es proclamado “Señor” (Fil 2:9-11) con toda autoridad (Mat 28:18; Efes 1:20-23).
4. Su reino será co-extensivo con el mundo. En que sentido, lo veremos en Escatología.

Como Dios, Cristo es el Creador (Col 1:15-20). Es Rey y Redentor (Col 1:13-14). Él posee la naturaleza del Dios invisible y como tal creó el universo (Col 1:15). Como “primogénito” de la creación, el Hijo es heredero de todo (Col 1:15-16; vea Deut 21:15-17). Todo fue creado “en”, “por” y “para” Él (vea Heb 1:2-3). Cristo es su meta y el universo encuentra su unidad en Él. Cristo lo mantiene, proveyendo su orden, coherencia y dirección dinámica (Col 1:17; Heb 1:3).

Era el Logos pre-existente quien asumió la naturaleza humana en unión personal. Como el Hijo encarnado entró en su propia creación. Como Redentor de su iglesia el Hijo renueva y completa la creación (Col 1:18-20; Efes 1:18-23; Heb 2:5-9; Rom 8:18-23). Por su resurrección es dado toda autoridad (Mat 28:18; Heb 1:2-3). Esto se ve también en su ascensión (Efes 1:18-23; I Cor 15:20-26).

El pecado y la Caída causaron disrupción en la creación. Como resultado el universo fue sujetado a vanidad (Rom 8:20; Gen 3:17-19). Desde una perspectiva creación existe por causa de redención: redención será la restauración y renovación de la creación. Desde otro ángulo redención depende de creación: la cruz requería la existencia del mundo y la proclamación de la iglesia demanda la continuación de las naciones para que puedan ser discipulado (vea Gen 8:20-22).

Con la llegada de Cristo, el Reino de Dios, ya esperado (Dan 2:31-45; 7:9-14) había llegado (Mar 1:15). Vemos de las Escrituras que el reino de Cristo es espiritual en su naturaleza (Efes 1:22; Sal 2:6; Isa 9:6,7; Luc 1:33; Jn 18:36,37), y se base en la obra de redención. Es de “los pobres en espíritu” (Mat 5:3). Mientras Lucas menciona solamente “los pobres” (Luc 6:20) esto está en el contexto de un sermón dirigido a los discípulos de Jesús (Luc 6:19). No somos ciudadanos de este reino en virtud de nuestra humanidad, sino porque hemos sido redimidos. Pero nuestra redención es parte de una redención que incluye todo el universo (Rom 8:22-23). Cristo se asoció con los pobres y se opuso a las élites de su día. Sin embargo, mientras es importante restaurar estos énfasis, los teólogos de la liberación, con su mirada hacia el futuro éxito de la lucha contra la injusticia social, fallan en dar el énfasis del Nuevo Testamento en la salvación realizada por Cristo en su muerte y resurrección. Además los apóstoles tuvieron que proclamar el Reino de Dios (Hech 1:3) en su predicación. De lo que sabemos de esta el mensaje del Reino tuvo que ver con perdón de pecado por la muerte de Cristo y no con temas sociales y económicos.

El reino de Cristo ya esta presente en los corazones de Su pueblo, y siempre esta desarrollándose y ensanchando su esfera de influencia (Mt 12:28; Luc 17:21; Col 1:13). Esto se debe enfatizar. Pero es igualmente importante recordar que la perfección y la realización completa del reino es una realidad futura y escatológica. A veces hay enseñanzas de un desarrollo gradual del Reino (Mt 13:1-46). Pero el reino presente no se desarrollará gradualmente al reino del futuro por si mismo. Las Escrituras muestran claramente que el reino futuro será introducido dentro de cambios grandes y cataclísmicos (Mt 24:21-24; Luc 17:22- 37; 21:5-33; I Tes 5:2,3; II Ped 3:10-12). El aspecto escatológico del reino recibe mucho énfasis en el N.T. (Mt 22:2-14; 25:1-13; I Tes 2:12). Afectará todo el universo (Rom 8:18-23; Fil 2:9-11; I Cor 15:25-28). Este último pasaje parece indicar que su señorío mediatorial terminará entonces. Pero Efes 1:9-10 ve todo bajo Cristo por toda la eternidad.

Aunque el reino de Cristo está relacionado íntimamente con la iglesia, el reino representa un campo más amplio de visión.

La ilustración de la iglesia como un círculo dentro del círculo más grande del reino, quizás ayudará en este punto. A veces los términos "iglesia" y "reino" se utilizan en casi el mismo sentido en las Escrituras (ej. Mt 13:24-30,47-50). Generalmente la distinción anterior esta bien. La distinción entre iglesia y reino reconocida por la teología reformada no es la distinción del dispensacionalismo moderno, que ve el reino como esencialmente judío, y la iglesia como el cuerpo de Cristo, y en ningún sentido co-extensiva con Israel. El dispensacionalismo niega que Israel fue la iglesia del A.T. y que su esencia espiritual es una con la iglesia del N.T., como es enseñado claramente en Hech 7:38; Rom 11:11-24; Gal 3:7-9,29; Efes 2:11-22.

El Reino de Dios es su gobierno en los asuntos de la humanidad. Se inauguró con la llegada de Cristo. Su enseñanza y ministerio, y su mensaje del Reino señalan al evento clímax de su muerte y resurrección. Pero vendrá con poder en su segunda venida. Sin embargo la obra de Dios en nuestra salvación extiende a la renovación de sociedad y el cosmos. Como tal tiene autoridad sobre toda la vida humana. La ética del Reino extiende al matrimonio, el cuidado de niños, negocios, responsabilidades políticos, y asuntos financieros entre otras cosas.

La Persona de Cristo

(II Confesión de Londres 1689 Cap 8; CB 17; CH p 12, 18)

I. Los Nombres de Cristo (CH p 29-34).

En la Biblia el “Nombre” de algo o alguien define lo que es en su esencia. Así glorificar el Nombre de Dios es glorificarle a Él. El Nombre de Dios es Dios revelado a nosotros.

A: Jesús - Josué - Salvador (CH p 29)– Significa Jehová es Salvación y muestra el hecho que el Dios del Pacto se ha comprometido en nuestra salvación. Se refiere a Cristo en Su vida terrenal. Es usado pocas veces en las epístolas siendo reemplazado por "Cristo Jesús" "El Señor Jesucristo" etc.

Un análisis del uso del nombre.

Mateo usó el nombre "Jesús" al recordar la vida terrenal del Salvador. Jesús ocurre 139 veces en el relato de Mateo.

Jesucristo (1:1,18; 16:21) Cristo (1:17; 11:2; cp 1:16) El nombre Jesús ocurre 148 veces en Mateo, en nueve ocasiones se usa en combinaciones.

Marcos se encargó de escribir el "principio del evangelio de Jesucristo". Una intervención divina manifestada en el ministerio del Mesías - Jesús. Representa la vida de Jesús como sobrenatural desde el principio hasta el fin. Usa Jesús 73 veces no dándole otro nombre al Mesías aparte del titulo de su evangelio. Otros son recordados por Marcos como dirigiéndose al Salvador en términos sencillos de respeto y honor. A veces títulos mas altos son usados (Hijo de Dios, Hijo de David, El Hijo). Pero la narración de Marcos simplemente usó "Jesús", el nombre asociado en especial con su encarnación.

Lucas usó Jesús 77 veces, ocasionalmente usó "El Señor" (14 veces). En 2:26 "el Cristo del Señor", en 18:37 "Jesús de Nazaret". En 4:41 "El Cristo". Como en los otros sinópticos generalmente "Jesús" es usado en la narración.

Juan. El oficio de Mesías se enfatiza en los sinópticos. La deidad de Jesús se enfatiza en Juan. La diferencia es uno de grado no de especie. El propósito de Juan es establecer la deidad de Cristo (20:31). La fraseología de Juan es única en el Nuevo Testamento "El Verbo" "Unigénito" "Luz" etc. Vea el prólogo (1:1-18).

Pero después del prólogo (la idea fundamental así declarada) Juan empieza su narración. Entonces él también usa Jesús (casi 250 veces). A veces usa "El Señor" (4:1; 6:23; 11:2; 20:20; 21:7,12). Los cuatro testificaron de Jesús entonces hablan de Jesús.

Hechos. Este libro se ocupa, no de la vida terrenal de Cristo sino del Salvador exaltado actuando para y por Sus discípulos. Por supuesto el nombre "Jesús" ocurre con menos frecuencia siendo reemplazado por el más reverente "Señor". "Jesús" es usado en apologética. El testimonio se dirige al publico en general y a los que están afuera de la iglesia visible.

Pablo. Sus escrituras son didácticas más que históricas. Pocas veces usa "Jesús", mientras "Señor" es el titulo empleado comúnmente. Jesús ocurre en las epístolas de Pablo solamente 17 veces. Señor más de 144 a que se puede añadir Señor con el nombre propio más de 95 veces.

Las Epístolas Católicas. Aquí otra vez se nota la misma actitud de reverencia al Redentor como en Pablo. Santiago y Judas tienen significado especial en que ambos eran parientes de nuestro Señor quienes no creyeron en El durante Su ministerio terrenal (Jn 7:5). Ni "Jesús" ni "Cristo" aparecen en cualquier de las dos epístolas. Hay una reverencia notable en ambas (Stg 1:1;Jud 1:1).

Pedro usa "Cristo" o "Jesucristo".

Hay que distinguir entre el uso de "Jesús" en narración y apologética y los títulos reverentes usados en adoración y comunión cristiana.
El uso indistinto y demasiado familiar de "Jesús" no es apoyado en el Nuevo Testamento. Al revez es condenado por la abundancia de la evidencia.

B: "Cristo" (CH p 31) es su nombre o título oficial. Es la palabra griega que traduce el hebreo “Mesías”, que significa “ungido”. En los tiempos del Antiguo Testamento los reyes, sacerdotes y profetas fueron ungidos por sus oficios mostrando: (1) nombramiento al oficio; (2) una relación especial con Dios; (3) el don del Espíritu Santo para el oficio (I Sam 24:6; 26:9; 16:13; Isa 61:1; II Cor 1:21,22 vean Jn 3:34; C.H. p 31).

Aunque Cristo fue nombrado a Su oficio eternamente, en la historia Su unción se relaciona a:

Su concepción en el vientre de la virgen por el Espíritu Santo (Luc 1:35); Cuando recibió al Espíritu Santo en Su bautismo (Mat 3:16; Mr 1:10; Luc 3:21,22). A Él fue dado el Espíritu sin medida (Jn 3:34).

"Cristo" fue aplicado primeramente como un sustantivo común con el artículo y poco a poco se desarrolló en un sustantivo propio.

El significado verdadero de Jesús se puede entender solamente cuando se entiende su relación a la gente en medio de quienes nació. En los eventos que empiezan a desarrollarse en su carrera terrenal se cumplen el propósito de Dios y su pacto con Israel. Él es Él que viene a hacer lo que ni el pueblo del A.T. ni sus representantes ungidos, los profetas, sacerdotes y reyes, podían hacer. Pero se les había prometido que Uno que vendría de en medio de ellos haría bien lo que todos ellos no habían logrado hacer bien. En este sentido, Jesús de Nazaret, es este Uno, ungido con el Espíritu y poder (Hech 10:38) a ser el verdadero Mesías o Cristo (Jn 1:41; Rom 9:5) desu pueblo. Él es el verdadero Profeta (Mar 9:7; Luc 13:33; Jn 1:21; 6:14), Sacerdote (Jn 17; Heb.), y Rey (Mt 2:2; 21:5; 27:11), como, por ejemplo, su bautismo (Mt 3:13ss) y su uso de Isa 61 (Luc 4:16-22) indican.

Al recibir este ungimiento y cumplir este propósito mesiánico, recibe de sus contemporáneos los títulos “Cristo” (Mar 8:29) e “Hijo de David” (Mat 9:27; 12:23; 15:22; cp. Luc 1:32; Rom 1:3; Apoc 5:5).

Pero también se da, y recibe de otros, muchos más títulos que ayudan en ilustrar el oficio que cumplió, y que están aún más decisivos en indicar quien es. Una comparación de las ideas mesiánicas actuales del judaísmo tanto con la enseñanza de Jesús mismo como con el testimonio del N.T. muestra que Jesús seleccionó ciertos rasgos de la tradición mesiánica que enfatizó y permitió cristalizar alrededor de su propia Persona. Ciertos títulos mesiánicos son usados por él y de él en preferencia a otros, y son reinterpretados en el uso que él hace de ellos y en la relación que él les da a él mismo y el uno al otro. Esto es parte de la razón por su “reserva mesiánica” (Mat 8:4; 16:20; Jn 10:24).

C: “Siervo” La auto-identificación de Jesús con los hombres se ve claramente en pasajes que recuerdan al Siervo Sufriente de Isaías (Mat 12:18; Mar 10:45; Luc 24:26). Es en su experiencia de bautismo que entra en este papel (cp. Mat 3:17 e Isa 42:1) de sufrir como Él en quien todo su pueblo está representado y quien está ofrecido por el pecado del mundo (Jn 1:29; Isa 53). Jesús está llamado “siervo” explícitamente en la predica temprana de la iglesia (Hech 3:13, 26; 4:27, 30), y el pensamiento de él como tal también estaba en la mente de Pablo (cp. Rom 4:25; 5:19; II Cor 5:21).

En la humillación de su auto-identificación con nuestra humanidad (Heb 2:17; 4:15; 5:7; 2:9; 12:2) cumple el papel no solamente de victima, pero también de Sumo Sacerdote, ofreciéndose a si mismo una vez para siempre (Heb 7:27; 9:12; 10:10) en una auto-ofrenda que realiza para siempre una nueva relación entre Dios y el hombre. Su “bautismo”, el cumplimiento de que él realiza en su carrera terrenal culminando en la cruz (cp. Luc 12:50), es su auto-santificación a su sacerdocio eterno, y en y por esta auto-santificación su pueblo son santificados para siempre (Jn 17:19; Heb 10:14).

D: "Señor" (CH p 34) se aplica a Dios en la LXX. A veces en el Nuevo Testamento se aplica a Cristo como una forma cortés de hablar (Mat 8:2). Otras veces indica posesión de autoridad (Mat 21:3; 24:42). Pero a veces su uso es tan expresivo de grandeza y exaltación que claramente indica la deidad de Cristo (Luc 2:11; 3:4; Hech 2:36; I Cor 12:3; Fil 2:11). Es el Nombre dado a él por el Padre, indicando que él es Mediador. Indica que es Señor y Amo de su pueblo y ellos son su propiedad, dado por el Padre y comprado por él. También tiene autoridad sobre todo (Mat 28:18; Apoc 19:16).

Aunque Pablo también usa el título “Hijo de Dios”, con más frecuencia se refiere a Jesús como “Señor”. Este término no originó con Pablo. Se dirige a y se refiere a Jesús como Señor en los Evangelios (Mat 7:21; Mar 11:3; Luc 6:46). Aquí el título puede referirse primeramente a su autoridad en enseñar (Luc 11:1; 12:41), pero también puede tener un significado más profundo (Mat 8:25; Luc 5:8). Aunque con más frecuencia se le da después de su exaltación, él mismo citó Sal 110:1 y preparó por este uso (Mar 12:35; 14:62).

Su señorío extiende sobre el curso de la historia y todos los poderes del mal (Col 2:15; I Cor 2:6-8; 8:5; 15:24) y debe ser la preocupación gobernante en la vida de la iglesia (Efes 6:7; I Cor 7:10, 25). Como Señor él vendrá a juzgar (II Tes 1:7).

Aunque su obra en su humillación también es el ejercicio de señorío, fue después de la resurrección y ascensión que el título “Señor” le fue conferido espontáneamente a Jesús (Hech 2:32ss; Fil 2:1-11) por la iglesia primitiva. Oraron a él como orarían a Dios (Hech 7:59-60; I Cor 1:2; cp. Apoc 9:14,21; 22:16). Su nombre como Señor está enlazado en la asociación más cercana con el de Dios mismo (I Cor 1:3; II Cor 1:2; cp. Apoc 17:14; 19:16; y Deut 10:17). A él se les refieren las promesas y atributos del “Señor” Dios (KYRIOS LXX) en el A.T. (cp. Hech 2:21, 38; Rom 10:3 y Joel 2:32; I Tes 5:2 y Amós 5:18; Fil 2:10-11 e Isa 45:23). A él se aplican libremente el lenguaje y las formulas que se utilizan de Dios mismo, a tal punto que es difícil decidir en un pasaje como Rom 9:5 si es al Padre o al Hijo a quien se refiere. En Jn 1:1, 18; 20:28; II Tes 1:12; I Tim 3:16; Tit 2:13; y II Ped 1:1, a Jesús se le confiesa como “Dios”.

E: “Verbo” El dicho “y aquel Verbo fue hecho carne” (Jn 1:14), relaciona a Jesús tanto a la Sabiduría de Dios en el A.T. (que tiene un carácter personal, Prvo 8) y a la Ley de Dios (Deut 30:11-14; Isa 2:3) como estas son reveladas y declarados en la salida de la Palabra por la cual Dios crea, se revela, y cumple su voluntad en la historia (Sal 33:6; Isa 55:10-11; 11:4; Apoc 1:16). Hay aquí una relación cercana entre palabra y evento. En el N.T. viene a ser más claro que el Verbo no es simplemente un mensaje proclamado pero es Cristo mismo (cp. Efes 3:17 y Col 3:16; I Ped 1:3 y 23; Jn 8:31 y 15:7). Lo que Pablo expresa en Col 1, Juan expresa en su prologo. En ambos pasajes (y en Heb 1:1-14) el lugar de Cristo como Él que al principio fue el Agente de la actividad creativa de Dios se asevera. Aldar testimonio a estos aspectos de Jesucristo, es inevitable que el N.T. debe dar testimonio a su preexistencia. Él fue “en el principio” (Jn 1:1-3; Heb 1:2-10).

Su venida misma (Luc 12:49; Mar 1:24; 2:17) le involucra en profundo auto-humillación (II Cor 8:9; Fil 2:5-7) en cumplimiento de un propósito ordenado para él desde la fundación del mundo (Apoc 13:8). En el Evangelio de Juan él da este testimonio en sus propias palabras (Jn 8:58; 17:5, 24).

Pero mientras su venida del Padre no involucra disminución de su deidad, sin embargo, hay una subordinación del Hijo encarnado al Padre en la relación de amor e igualdad que subsiste entre el Padre y el Hijo (Jn 14:28), porque es el Padre quien manda y el Hijo quien es mandado (Jn 10:36), el Padre quien da y el Hijo quien recibe (Jn 5:26), el Padre quien ordena y el Hijo quien cumpla (Jn 10:18). Cristo le pertenece a Dios, quien es la Cabeza (I Cor 3:23; 11:13), y al fin sujetará todas las cosas a Él (I Cor 15:28).

F: "El Hijo del Hombre". Jesús utilizó el título de si mismo más que cualquier otro (Más de 80 veces). Hay pasajes en el A.T. donde la frase significa simplemente “hombre” (Sal 8:4; Ezequiel), y a veces el uso que Jesús hace de él corresponde a este significado (Mat 8:20). Pero la mayoría de los contextos indican que al usar este título Jesús está pensando en Dan 7:13,14, donde el “Hijo del Hombre” es una figura celestial, tanto un individuo como a la vez el Representante ideal del pueblo de Dios. La frase “Hijo del Hombre” (Jn 5:27; Dan 7:13) parece intimar que Cristo responde a la idea perfecta de la humanidad como existió al principio en la mente de Dios. En la tradición apocalíptica judía este Hijo del Hombre se considera como uno preexistente quien vendrá al fin de las edades como juez y como una luz a los gentiles (Mar 14:62).

Jesús a veces utiliza este título al enfatizar su autoridad y poder (Mar 2:10, 28; Luc 12:19). Otras veces lo utiliza cuando se enfatiza su humildad y su incógnito (Mar 10:45; 14:21; Luc 19:10; 9:58). En el Evangelio de Juan el título se usa en contextos que enfatizan su preexistencia, su descenso al mundo en una humillación que tanto cubra como manifiesta su gloria (Jn 3:13-14; 6:62-63; 8:6ss), su papel de unir el cielo y la tierra (Jn 1:51), su venida a juzgar a los hombres y realizar el banquete mesiánico (Jn 5:27; 6:27).

Otras personas lo usaron pocas veces (vea Esteben Hech 7:56; Juan Apoc 1:13; 14:14). Generalmente el título expresa Su humanidad y está lejos de las ideas equivocadas del Mesías que eran corrientes en aquel entonces. Cristo es El Hijo del Hombre. Pero este título se entiende en términos de Dan 7:13,14. En Cristo la naturaleza humana está destinada a ser glorificado (Heb 2:6-9). El título es único como es lo que describe.

Aunque “Hijo del Hombre” es utilizado solamente por Jesús de si mismo, lo que significa se expresa de otra manera, especialmente en Rom 5 y I Cor 15, donde a Cristo se describe como “el hombre del cielo” o el “segundo Adán”. Pablo aquí usa indicios en los Evangelios Sinópticos que en la venida de Cristo hay una nueva creación (Mat 19:38) en que su parte se relaciona a y hace contraste con la de Adán en la primera creación (Mar 1:13; Luc 3:38). Tanto Adán como Cristo tienen la relación representativa a toda la humanidad que se involucra en el concepto del “Hijo del Hombre”. Pero a Cristo se considera como Uno cuya identificación con la humanidad es más profunda y completa que la de Adán (Rom 5:12-21; I Cor 15:22). En su acción redentora la salvación se provee por los hombres. Por fe en él uno puede participar en una salvación ya cumplida en él. También él es la imagen y la gloria de Dios (II Cor 4:4, 6; Col 1:15) que el hombre fue hecho a reflejar (I Cor 11:7) y en que los cristianos se deben vestir al participar en la nueva creación (Col 3:10).

G: "Hijo de Dios" (CH p 33). Este título no es utilizado por Jesús de si mismo tanto como “Hijo del Hombre” (aunque vea Mar 12:6), pero es el nombre dado a él (Luc 1:35) por la voz desde el cielo en su bautismo y transfiguración (Mar 1:11; 9:7), por Pedro en su momento de iluminación (Mat 16:16), por los demonios (Mar 5:7) y el centurión (Mar 15:39).

Este título “Hijo de Dios” es mesiánico. En el A.T., Israel es el “hijo” (Exod 4:22; Ose 11:1). El rey (Sal 2:7; II Sam 7:14) y posiblemente los sacerdotes (Mal 1:6) también tienen este título. Jesús, entonces, al utilizar y reconocer este título, está asumiendo el nombre de Uno en quien el verdadero destino de Israel se cumplirá.

Pero el título también refleja la conciencia filial única de Jesús en medio de tal tarea mesiánica (Mat 11:27; Mar 13:32; 14:36; Sal 2:7). Esto tiene las implicaciones cristológicas más profundas. Él no es simplemente un hijo sino el Hijo (Jn 20:17). Esta conciencia, que se revela en momentos cruciales en los Evangelios Sinópticos, se considera en Juan como formando el fondo conciente continuo de la vida de Jesús. El Hijo y el Padre son uno (Jn 5:19, 30; 16:32) en voluntad (Jn 4:34; 6:38; 7:28; 8:42; 13:3) y actividad (Jn 14:10) y en dar vida eterna (Jn 10:30). El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo (Jn 10:38; 14:10). El Hijo, como el Padre tiene vida y poder vivificante en si (Jn 5:26). El Padre ama al Hijo (Jn 3:35; 10:17; 17:23-24) y da todas las cosas en sus manos (Jn 5:35), dándole autoridad a juzgar (Jn 5:22). El título también implica una unidad de ser y naturaleza con el Padre, algo único de origen y preexistencia (Jn 3:16; Heb 1:2)

En el Nuevo Testamento el término se usa para indicar: (1) El nacimiento de Cristo - su vida terrenal tuvo un origen sobrenatural (Mat 1:18-24; Luc 1:35; Mr 1:1; 6:18-24; Jn 1:14); (2) La posición oficial de Cristo como Mesías (vea Mat 24:36; Mr 13:32; Jn 14:28). (3) La posición de Cristo en la Trinidad. Así el título muchas veces indica la deidad de Cristo. Ser hijo en el oriente indica que es el mismo en sustancia e igual en oficio y posición (Jn 10:31-33,36). Así el Nombre indica un sentido eterno, esencial y absoluto en relación al Padre como Primera Persona en la Trinidad.

H: “Dios” Con los demás títulos ya ni siquiera es necesario que se le llama a Jesús “Dios” para establecer que lo es. Pero hay textos que hacen esto claramente (Rom 9:5; Tit 2:13; Jn 1:1; Heb 1:8; I Jn 5:20).

Las Naturalezas de Cristo (II Con de Londres 8:2, 3, 4; CB 19; CH p15-17; CM p 21)

La persona de Cristo es un misterio que excede la razón humana pero que ha sido revelado en la Biblia. Desde los tiempos antiguos la iglesia ha confesado la doctrina bíblica de las dos naturalezas de Cristo - una persona tanto divina como humana a la vez. ("Teantropos" Dios - Hombre). El Verbo encarnado. La iglesia aceptó la doctrina (vea Credo de Nicea; Credo de Atanasio; Confesión de Augsburgo Art. 3; Formula de Concordia Art. 8; Segunda Confesión Helvetica Art. 11; Confesión Bélga Art. 18, 19; Confesión de Westminster VIII:2; II Confesión Bautista de Londres 1689 VIII:2) porque fue claramente enseñada en las escrituras.

Herman Hoeksema resume las controversias sobre la Persona y las naturalezas de Cristo durante la historia de la siguiente manera:

“Una concepción correcta de la Persona y las naturalezas del Mediador, de la relación entre la Persona y las naturalezas, y de la relación entre las dos naturalezas mutuamente es de significado central en teología ortodoxa. Y esta doctrina siempre ha sido un punto de controversia seria. Respeta a esta parte de dogmática todo tipo de herejía se desarrolló en el transcurso de la historia. A veces fue la deidad verdadera de Cristo que fue atacada, como, por ejemplo, por los Ebionitas y los Alogoi, quienes concibieron de Él como un hombre común, quien, no obstante, por su bautismo fue equipado con poderes extraordinarios. Otros, como los Docetae, negaron la verdadera humanidad de Cristo. Según ellos Cristo es el Aeon más alto, quien fue mandado por el Padre al mundo como redentor, y se reveló en la apariencia de un cuerpo. Esto también fue el error de muchos de los Gnosticos, quienes intentaron mezclar ciertos elementos paganos dualistas teosóficos con la filosofía Helénica e intentaron unirles en ideas cristianas. Ario también negó la verdadera divinidad de Jesucristo, y enseñó que Él fue la criatura más importante del Padre, producida de la nada en el tiempo. Y más o menos al mismo tiempo Aploinario negó la totalidad de la naturaleza humana de Cristo, y enseñó que el logos había tomado el lugar en la naturaleza humana del nous o del espíritu humano. Otros errores se relacionaron a la relación entre las dos naturalezas de Cristo. Nestorio negó la unidad de las naturalizas en la Una Persona de Cristo. Mientras, más o menos al mismo tiempo, Eutiches y los Monofisitos negaron la distinción entre las dos naturalezas y enseñaron que en la encarnación una tercera naturaleza originó y Cristo llegó a ser el Qeanqropos o Dios-hombre. En alguna forma u otra todas estas herejías fueron revivificadas en la teología moderna más tarde, como por ejemplo en las escuelas de Schleiermacher, Ritschl, Wendt, Harnack, etc. Todos estos errores fueron desviados, y la verdadera doctrina fue presentada en el Símbolo de Calcedonia, 451, que se lee como sigue:”

“Siguiendo, pues, a los Santos Padres todos a una voz enseñamos a confesar un solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en divinidad, así como en humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, con alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, hecho en todo semejante a nosotros, pero sin pecado; engendrado del Padre antes de todos los siglos en cuanto a la deidad; y en estos últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, nacido de la virgen Maria, Madre de Dios, en cuanto a la humanidad;

“Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación; sin que en manera alguna sea suprimida la diferencia de las naturalezas a causa de la unión, sino quedando más bien a salvo la propiedad de cada naturaleza, y concurriendo ambas en una sola persona y subsistencia, no partido ni dividido en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, el Unigénito, Dios el Verbo, el Señor Jesucristo; como desde el principio han declarado los profetas acerca de él, y el mismo Señor Jesucristo nos ha enseñado, y el Credo de los Padres nos lo ha transmitido.” (Reformed Dogmatics p. 342-343)

A la lista de Hoeksema tenemos que añadir dos otras herejías antes de analizar el Símbolo. Adopcionistas quisieron resolver el problema de la relación de Cristo con el Padre, para evitar lo que les parecía era politeísmo (creencia en varios dioses) y afirmar la unidad de Dios. Para ellos solo podía haber un solo ser supremo por eso se los llamó "Monarquianos". Hubo dos tipos de Monarquianos:

1. Dinamistas ó Adopcionistas que enseñaban que Jesús fue un poder o emanación de Dios, un hombre tan bueno que Dios le adoptó como Su hijo en una forma especial.

2. Modalistas ó Sabelianos que enseñaban que las tres personas de la trinidad no son tres existencias o personalidades, sino solo tres modos de la existencia de una sola personalidad divina. Sabelio enseñó en Roma en el tercer siglo y gozó de amplia popularidad. Según él Dios desempeñó tres papeles en la historia: primero como Padre creador, que se reveló en las escrituras judías; segundo como hijo que se reveló en el Jesús histórico; y tercero como el Espíritu Santo que es la forma en que ahora debe ser adorado.

Robert L. Reymond explica bien el significado de este Símbolo:

“Como un dicho apologético la Definición se dirigió a cada problema que había plagado la iglesia en cuanto a la persona de Cristo.

1. Contra los Docetistas declaró que el Señor Jesucristo fue perfecto en humanidad, verdaderamente hombre, consustancial…con nosotros según la humanidad y nacido de Maria.

2. Contra los adopcionistas Samosatas insistió en la subsistencia personal del Logos ‘engendrado del Padre antes de todos los siglos’

3. Contra los Sabelianos, distinguió el Hijo del Padre, tanto por los títulos de ‘Padre’ e ‘Hijo’ como por su referencia al Padre habiendo engendrado al Hijo antes de todos los siglos.

4. Contra lo Arianos afirmó que el Señor Jesucristo fue perfecto en deidad, verdaderamente Dios, y consustancial con el Padre.

5. Contra los Apolinarios, quienes habían reducido la humanidad de Jesús a un cuerpo y una ‘alma animal’ (yucjjh alogov psyché alogos), declaró que Jesús tuvo una ‘alma racional’ (yucjjh logikjjh psyché logiké), eso es, un ‘espíritu’

6. Contra los Nestorianos tanto describió a Maria como qeotokov, theotokos, no para exaltar a Maria en lo menor, sino para afirmar la deidad verdadera de Jesús y el hecho de una encarnación verdadera, como habló en todo de uno y el mismo Hijo y una persona y una sustancia, no partida ni dividida en dos personas y cuyas naturalezas están en unión sin división y sin separación.

7. Finalmente, contra los Eutiquianos confesó que en Cristo había dos naturalezas sin confusión y sin cambio, la propiedad de cada naturaleza siendo preservada y concurriendo en la sola persona.” (A New Systematic Theology of the Christian Faith p. 608-609) ‘

A: La Encarnación (CH p 35,36)

La verdad de la Encarnación del Hijo de Dios está enseñada claramente en las Escrituras (Isa 9:6,7; Miq 5:2; Luc 1:34,35; Jn 1:1,14; I Tim 3:16; I Jn 4:2; 5:5). La Encarnación era necesaria por causa del pecado. Dios habiendo determinado salvar a los hombres perdidos en el pecado era necesario dar satisfacción a la justicia de Dios. Como la justicia de Dios es infinita era necesario dar una satisfacción infinita. Además era necesario dar satisfacción en la misma naturaleza que pecó. Pero era necesario que Él que hace esto sea Dios, porque ninguna criatura podía cargar la ira de Dios hasta el fin y sobrevivir.

El hecho que Cristo llegó a ser uno con la humanidad ha llevado a algunos a creer que la Encarnación nos salva, o que todos serán salvos por compartir la misma humanidad con Cristo. Se basan en pasajes tales como Rom 5:12-21 y I Cor 15:22. Pero la Biblia no enseña un universalismo. Habla también de juicio. Habla de la necesidad de arrepentimiento y fe para salvación. Unión con Cristo empieza a ser una realidad personal cuando uno confía en Él para salvación. Salvación consiste en ser vivificado en Cristo (Efes 2:1-4) y unión con Cristo lleva a todas las bendiciones espirituales (Efes 1:3-15; I Cor 1:30,31).

Cristo como el segundo Adán, es nuestro Representante: su obediencia es nuestra. Hay una relación de solidaridad legal (Rom 5:12-21). Pero hay un aspecto dinámico también: lo que Cristo tiene un efecto en nosotros, cambiándonos desde adentro por el poder del Espíritu Santo (Rom 6:1-9; Efes 1:18-22). Esta unión se basa en una profunda intercomunión entre los creyentes y Cristo (Jn 14:20, 23; 17:20-23; cp. Col 1:27; II Ped 1:4). Estopor su parte se basa en el perichoresis de la Trinidad.

B: La Naturaleza Divina de Cristo

Las escrituras enseñan claramente que Cristo es Dios.

El Antiguo Testamento profetizó de un Mesías divino (Sal 2:6-12; Heb 1:5; Sal 45:6,7; Heb 1:8,9; Sal 110:1;Heb 1:13; Isa 9:6; Jer 23:6; Dan 7:13; Miq 5:2; Zac 13:7 ; Mal 3:1). El Nuevo Testamento le declara a Jesús de Nazaret a ser una persona divina en cada sentido igual al Padre, y Cristo mismo hace esta misma declaración, más de una vez. Hay un énfasis especial en la deidad de Cristo en el evangelio de Juan (1-5; 11; 20:28) y I Juan (especialmente 5:20). Pero los otros evangelios también enseñan Su deidad (Mat 5:17; 9:6;11:1-6,27; Mr 8:38). Pablo es muy enfático en decir esta verdad y habla en términos brillantes de su Salvador divino (Rom 1:7; 9:5; I Cor 1:1-3; 2:8; II Cor 5:10; Gal 2:20;4:4; Fil 2:6; Col 2:9; I Tim 3:16). La epístola a los Hebreos tiene un punto de vista igualmente exaltado, de Cristo (1:4,14; 5:8). Nuestro Señor estaba profundamente consciente de Su deidad y es importante apelar a Su "auto-conciencia" para apoyar esta doctrina (Mat 11:27; 21:37,38; 22:42-46; Luc 4:36; Jn 3:13; 5:17-27; 6:37-40,57; 8:34-36, 58; 10:17,18, 30, 35,36; 14:9,10).

Nombres de Dios se le dan (Jn 20:28; I Jn 5:20; Rom 9:5). Recibe honores divinos (Hech 7:59;Jn 20:28vea Jn 3:36). También tiene los atributos de Dios: omnisciencia (Jn 21:17); omnipotencia (Apoc 1:8).

Además obras divinas son atribuidos a Él muchas veces. Él es el Creador (Jn 1:3; Col 1:16,17) y sostiene todo (Heb 1:3). Perdona pecados (Luc 5:20-24) y vivifica los muertos (Jn 5:21). Muestra conocimiento sobrenatural: en su conocimiento de Pedro (Jn 1:42); su encontrar a Felipe (Jn 1:43); Su conocimiento de Natanael (Jn 1:47-50); de la samaritana (Jn 4:17-19, 39); la muerte de Lazaro (Jn 11:14); de la negación de Pedro (Mat 26:34); de la manera de Su propia muerte (Jn 12:33; 18:32); de la manera de la muerte de Pedro (Jn 21:19); y de la caída de Jerusalén (Mat 24:2).

No hay ninguna duda de que el Nuevo Testamento presenta a un Jesús que aceptaba adoración, quien requería a los hombres a honrarle aún como honraban al Padre, y a creer en Él como en Dios. Declaró que Él y el Padre son uno y que los que le habían visto a Él le habían visto al Padre también. Perdonaba a los hombres sus pecados y se declaró ser el Juez de toda la humanidad. Como dice el Dr. Hodge "Dios no es más, ni puede prometer más, ni hacer más que lo que Cristo ha dicho ser, prometió e hizo".

CH p 17. Preg. ¿Por qué debe ser también verdadero Dios?

Resp. Para que, por la potencia de su Divinidad, pueda llevar en su humanidad la carga de la ira de Dios, y reparar y restituir en noso¬tros la Justicia y la vida.
(Isaías 9:5; Isaías 63:3. Isaías 53:4, 11. Deut. 4:24; Nah. 1:6; Salmo 130:3. Isaías 53:5, 11.)

C: La Naturaleza Humana de Cristo

(I Jn 4:3; Confesión de Augsburgo Art. III; Confesión Bélga Art. XVIII; Confesión de Westminster Cap VIII; II Confesión Bautista de Londres 1689 cap. VIII)

Los Docetistas decían que Cristo solamente tuvo la apariencia de un humano. Pero la humanidad genuina y propia de Cristo está bien establecida en la Biblia (I Tim 2:5; Heb 2:14; Luc 24:39). Cristo se llamó y fue llamado un hombre (Jn 8:40; Hech 2:22; Rom 5:15; I Cor 15:21).

Cristo asumió a si mismo nuestra naturaleza, con la excepción de pecado. Su humanidad sin pecado es revelado claramente en las escrituras (Luc 1:35; Jn 8:46; 14:30; II Cor 5:21; Heb 4:15; 9:14; I Ped 2:22; I Jn 3:5). Tuvo hambre, sed, cansancio (Luc 4:2; Jn 4:6,7; 19:28; Mat 8:24). Pensó y razonó, tenía gozo y tristeza y crecía en sabiduría (Luc 2:52). Mostró emociones humanas (Mar 10:21; Mat 9:36; Mar 3:5; Heb 5:7; Jn 12:27; 11:33, 35). Desarrolló naturalmente como niño (Luc 2:40, 46, 49, 52; Heb 2:10, 18; 5:8). Sufrió y murió (Luc 22:44; Jn 19:30).

Algunos han negado esto, incluyendo algunos Anabautistas que decían que su naturaleza humana vino de la simiente del Padre. Pero la Biblia enseña que obtuvo su naturaleza humana de la Virgen Maria (Isa 7:14; Mat 1:16-23; Luc 1:26-38; Gal 4:4). Así la llegada del Hijo de Dios al mundo se ve como determinado por Dios mismo, y no por un hombre. Su concepción por la virgen era la manera en que Dios llegó a ser hombre (Jn 1:14; II Cor 8:9). Así la Segunda Persona de la Trinidad asumió una naturaleza humana en unión con su Persona. Tuvo un cuerpo humano (Mat 26:26, 28; Luc 24:39) y un alma racional (I Ped 2:24; Mat 26:38). Estos dos elementos son esenciales a la existencia de una naturaleza humana completa. Cuando Apolinario decía que el Logos divino reemplazó el alma en Cristo los ortodoxos respondieron “lo que él no ha asumido no lo ha sanado” (Gregorio de Nazianzus Epistola 101). Cristo era y es humano en el sentido pleno de la palabra (Heb 2:14, 17; I Jn 1:1; 4:2). Era del linaje de David (Rom 1:3; Mat 1:1-17).

Asumió una naturaleza humana debilitado (Rom 8:3; Heb 2:17; 4:15). Mientras judicialmente Cristo fue hecho pecado como nuestro Sustituto, realmente fue libre del pecado real y original. Aunque en su naturaleza humana es de Adán, en su Persona no fue considerado en Adán. Personalmente no estaba bajo la ira de Dios y la condenación de la raza humana. Su naturaleza humana no fue depravada o corrompida, sino santa (Luc 1:35). Él nunca tuvo pecado actual (Jn 8:46; 14:30; Rom 8:3; Heb 4:15; 7:26; 9:14; II Cor 5:21; I Ped 1:19; 2:22; 3:18; I Jn 3:5,7). Él nunca oró el Padre Nuestro que incluye el pedido "perdónanos nuestros deudas".

La impecabilidad de nuestro Señor es no solamente que no tenía pecado sino que no podía pecar. Fue así por la relación entre las naturalezas divina y humana - una relación que garantizó que era y es siempre una persona divina. Cuando dicen que esto hace falso la tentación de Cristo contestamos que, porque no podía fallar la prueba a la cual fue sujetado no quita mérito de la realidad de la prueba, ej. el oro verdadero no puede fallar la prueba para establecer si es oro o no. Además solamente Cristo, por resistir toda tentación, sabe toda la fuerza y el pesar de la tentación. Una persona que no puede levantar un peso pesado no sabe cuan pesado es, la persona que lo levanta, lo sabe.

CH p 16. Preg, ¿Por qué debe ser verdadero hombre y perfectamente justo?

Resp. Porque la justicia de Dios exige que la misma naturaleza hu¬mana que pecó, pague por el pecado; y el hombre que es pecador, no puede pagar por otros.
(Ezeq. 18:4. 20; Rom. 5:18, 1 Cor. 15:21; Hebr. 2:14, 15, 16 Hebr. 7:26, 27, Salmo 49:7; 1Pedro 3:18.)

D: La Necesidad de las Dos Naturalezas de Cristo.

(Vea ¿Cur Deus Homo? de Anselmo; CH p.. 15-17)

1. Hombre. Como tal es nuestro representante y rinde obediencia en la naturaleza en la cual nosotros pecamos. La batalla tuvo que ser luchada en el mismo campo en que antes había sido perdida - el campo de la humanidad. La encarnación fue necesaria para Cristo entrar en un entendimiento completo y de simpatía por nuestra naturaleza y tener algo que ofrecer. Si solamente hubiera sido el Hijo de Dios, no habría ninguna ofrenda. Su humanidad fue la ofrenda que presentó y que sufrió. También fue necesario para Cristo ser hombre para ser el ejemplo perfecto a seguir por su pueblo. El anduvo el mismo camino que andamos, así lo que fracasó en Adán prevaleció en Cristo. Es un hombre total. Tomó nuestra naturaleza en todas sus partes. “Porque lo que él no ha asumido no ha sanado; pero lo que está unido a su deidad también es salvado. Si solamente la mitad de Adán cayera, entonces lo que Cristo asume y salva puede ser la mitad también; pero si la totalidad de su naturaleza cayó, debe ser unida a toda la naturaleza de él que fue engendrado, y así ser salvado como una totalidad.” (Gregorio de Nazianzo A Clerdonio el Sacerdote Contra Apolinario)

2. Dios. Fue de igual manera necesario que el Mediador sea Dios para que tramite con Dios por nosotros. Ninguno sino El "compañero de Jehová" podía negociar con Dios por nosotros. Si su sacrificio tuviera valor infinito, si su muerte tuviera valor redentor, si aplicara los frutos de su obra completa a otros entonces tendría que ser Dios. Ni aún un hombre perfecto podía cargar la ira de Dios, para librar otros de la maldición de la ley (Sal 49:7-10; 130:3). La redención tiene que ser trabajada solamente por Dios mismo.

“Apareció, pues, nuestro Señor Jesucristo como verdadero hombre, se revistió de la persona de Adán, y tomó su nombre poniéndose en su lugar para obedecer al Padre y presentar ante su justo juicio nuestra carne como satisfacción y sufrir en ella la pena y el castigo que habíamos merecido. En resumen, como Dios solo no puede sentir la muerte, ni el hombre solo vencerla, unió la naturaleza humana con la divina para someter la debilidad de aquella a la muerte, y así purificarla del pecado y obtener para ella la victoria con la potencia de la divina, sosteniendo el combate de la muerte por nosotros.” (Calvino Institución II: XII: 3)

III. La Persona de Cristo

A: Hay una distinción entre "naturaleza" y "persona". "Naturaleza" indica la suma total de todas las calidades esenciales de una cosa. "Persona" se refiere a la sustancia completa dotada con razón. Esto quiere decir una naturaleza más una sustancia independiente, eso es "naturaleza más individualidad o personalidad". Cristo asumió una "naturaleza" que no fue "personalidad" entonces la naturaleza humana nunca existió por sí misma a solas. No debemos pensar o hablar de Cristo como una persona humana.

B: En la Persona de Cristo hay la unión, no la fusión de dos naturalezas. Esto se denomina la unión personal o hipostática. No es un simple vivir del divino en lo humano como el Espíritu de Dios vive en los creyentes. Ni tampoco es una unión moral en que lo divino llegó a controlar lo humano. Tampoco es una unión temporal o que puede cambiar, asumida por un propósito y después descartada.

Es la Persona divina (logov) asumiendo una verdadera naturaleza humana (enhypostasia) . Esto ocurrió en tiempo (Jn 1:14; Fil 2:6,7; I Tim 3:16; Rom 1:3,4) y ahora el Logos divino tiene ambas naturalezas - divina y humana - que constituyen una sola Persona. El Espíritu Santo vino sobre Maria en un nuevo acto de creación a producir la naturaleza humana de Cristo en unión con el Logos (Luc 1:35; cp. Gén 1:2). Como la doctrina excede la razón humana, sigue siendo un misterio incomprensible a la mente humana. Viene por revelación y puede ser aceptada solo por fe. Sin embargo las escrituras son enfáticas e declarar este misterio del Teantropos.

C: El Fue una Sola Persona

Mientras es difícil explicar esta unión de las dos naturalezas en Cristo (la unión hipostática), se puede decir cosas negativas de ella, como hizo la definición de Calcedonia (451): “Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”. Estos últimos dos negativos se hicieron contra la doctrina de Nestorio. Este negó que se le podían llamar a Maria “Teotokos” o “cargador de Dios”, queriendo llamarle “Cristotokos” o “cargador de Cristo”. Al hacer esto negó que Cristo fuera Dios mismo sino solo un hombre poseído por Dios. Así el Logos vivía en el hombre Cristo como en su templo. Y Dios tuvo beneplácito con este hombre. Él era el instrumento de Dios y siempre hubo acuerdo entre la voluntad de Cristo y la de Dios. Por esto fue igual en dignidad.

La Biblia nunca apoya ninguna idea de una personalidad doble en Cristo. No hay ninguna indicación de ninguna relación de yo / tú en la vida interior de Cristo, como hay en la divinidad, donde una Persona se dirige a otras (Sal 2:7; 40:7,8; Jn 17). Cristo nunca habla en plural como hace el Dios trino (Gén 1:26; 3:22; 11:7). En Jn 3:11 probablemente Cristo se refiere a los asociados con Él como opuesto a otros no asociados con Él. Hay pasajes en el Nuevo Testamento donde encontramos referencias a ambas naturalezas en Cristo pero es claro que solamente hay una Persona (Rom 1:3,4; Gal 4:4,5; Fil 2:6-7).

D: Cristo es una Persona Divina.

En la encarnación no cambió o adoptó una persona humana. Él es una Persona divina desde la eternidad, asumió una naturaleza humana, y la subió en su Persona como el Hijo de Dios. Lo divino no puede llegar a ser humano, ni puede el infinito llegar a ser finito. Pero lo finito puede ser subido a lo infinito y lo humano a lo divino. Como la personalidad es en el alma así la Persona de Cristo es en la naturaleza divina. Él no fue una naturaleza humana que llegó a ser Dios sino una Persona divina que llegó a encarnarse (Rom 9:5; Fil 2:6,7; I Tim 3:16). Así hay pasajes que atribuyen propiedades y operaciones divinas a un solo Cristo (Jn 3:13; I Cor 2:8; Hech 20:28; Col 2:9).

Mientras la naturaleza humana de Cristo, como tal, no constituye una persona, sería incorrecto hablar de su naturaleza humana como impersonal. Cristo asumió esa naturaleza en subsistencia personal consigo mismo y entonces la naturaleza humana tiene su existencia personal en la Persona de Cristo. Como dice Berkhof "Es personal más bien que impersonal".




E: Elementos en la Persona de Cristo

Vemos tanto lo divino como lo humano en la Persona compleja del "Teantropos". Estas dos naturalezas distintas no fueron mezcladas, fusionadas o confundidas en ninguna manera (contra Eutiches: “Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión”). Esto se ve en los siguientes pasajes: Rom 1:3; I Ped 3:18; Heb 9:14; Jn 1:14; Fil 2:6,7, 11. Mantenían sus respectivas características naturales. La naturaleza humana fue completa y perfecta en todas sus partes. Había una conciencia humana y una conciencia divina, una inteligencia humana y una inteligencia divina. Como Dios, Cristo era infinito, todopoderoso, omnisciente e inmutable. Como hombre fue finito, limitado en poder, conocimiento, sabiduría y entendimiento, dependiente y mutable. Como el cuerpo humano mantiene todas las propiedades de un cuerpo material y el alma todas las calidades de un espíritu humano, en su unión en nuestras personas, así humanidad y divinidad mantienen sus propiedades peculiares en su unión en la Persona de Cristo.

Intercomunicación Entre las Dos Naturalezas.

A. Comunicación de Atributos.

Entre los Luteranos y los Reformados había diferencias acerca de los efectos de la unión de las dos naturalezas. Los Luteranos decían que las propiedades de ambas naturalezas fueron comunicadas, no solamente a la una Persona, pero que las de la naturaleza divina también fueron comunicadas a la humana. Así la naturaleza humana fue elevada a una posición de omnipotencia y omnipresencia divinas. Así corre el reisgo de ser docético o no dejar lugar para el desarrollo de Cristo como humano.

Los Luteranos mantienen que después de su resurrección y ascensión la naturaleza humana de Cristo fue glorificado de tal manera que compartió los atributos divinos. Así hablan de la ubicuidad u omnipresencia de la naturaleza humana de Cristo, en virtud de su relación con su Persona. Su doctrina de Consubstanciación en la Santa Cena viene de esta idea.

Los atributos de ambas naturalezas, la humana y la divina, son los atributos propios a la Persona y son atribuidos a la Persona. Él es todopoderoso, pero crucificado en debilidad, Él es eterno pero un niño de días. Posee todas las cosas pero es destituido y sufre necesidad. Él que levantaba a los muertos, murió. A la Persona del Mediador se atribuye los atributos de ambas naturalezas (Jn 3:13; Mat 17:12).

B. Comunicación de Gracias.

Su naturaleza humana compartió en la gloria de ser unida a la naturaleza divina en una Persona. Por los dones del Espíritu Santo la naturaleza humana de Cristo fue exaltada sobre todos los seres creados e inteligentes aún como el cuerpo humano; por su unión con el alma, es exaltado sobre todos los animales. Su "no poder pecar" o "impecabilidad" tiene relevancia aquí.

C. Comunicación de Hechos.

Todos sus hechos son los hechos de una Persona y esa Persona es divina. Algunos hechos son puramente divinos, como la creación y el perdón de pecados, algunos hechos son puramente humanos, como comer, dormir y llorar. Algunos hechos pertenecen a ambas naturalezas como los hechos más específicos de la redención. Sin embargo todos son los hechos de Cristo. Fue el Señor de gloria al morir y será el Hijo del Hombre al llegar para el juicio final. Aunque su obediencia y sufrimiento no eran por parte de la naturaleza divina, era de la Persona divina. La herejía que Dios sufre en la redención del hombre "patropasionismo" es parte de la tri-unidad de formas o manifestaciones enseñada por Sabellius en el año 250 DC. O sea que Dios se revela en la creación como Padre, en Cristo como Hijo, y en la iglesia como el Espíritu (Los Pentecostales Unidos mantienen esta posición). Así según este punto de vista la Trinidad no es necesaria ni eterna. Cristo es solamente Dios en forma humana y así Dios sufre, y entonces el Padre sufre - así el término "Patropasionismo".

Encontramos en las escrituras textos que se aplican al Teantropos como Redentor, Señor, Rey, Cabeza de la iglesia, Juez por venir, etc. Notamos que lo que es verdad solamente de la naturaleza divina se aplica a la persona como sujeto "antes que Abraham fuese Yo Soy" (Jn 8:58). Lo que es verdad de la naturaleza humana solamente también se aplica a la persona como sujeto y "mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mat 26:38); "Jesús lloró" (Jn 11:35); "Tengo sed" (Jn 19:8); "La iglesia del Señor la cual él ganó por su propia sangre" (Hech 20:28).

IV. Los Estados de Cristo (II Con de Londres VIII:4; CB 18; CH p 35-52; CM p 22, 27,28)

A: Humillación.

Este estado o relación era doble y consistió en Cristo despojándose a sí mismo o dejando a un lado su majestad divina y asumiendo la naturaleza humana en la forma de siervo y en su sumisión a las exigencias y la maldición de la ley, llegando a ser obediente en acción y sufriendo hasta el último requisito de la ley, aún la muerte en la cruz. Este doble aspecto de humillación se indica en Fil 2:7,8. Nuestro Señor tomó este doble paso, para descargar las obligaciones federales y penales de la ley por su pueblo. Así llegó a ser responsable legalmente por nuestros pecados, y sujeto a la maldición de la ley (vea Gal 4:4).

1. Encarnación. "Y aquel Verbo fue hecho carne" (Jn 1:14) nació de una mujer y así llegó a ser uno de nuestro numero - nacido de una virgen. No vino de generación ordinaria, y fue libre de toda mancha de pecado. El nacimiento virginal es un milagro, al comienzo de la vida terrenal de Cristo, un milagro hecho por el Espíritu Santo. Las palabras "Te cubrirá con su sombra" son iguales como "se movía sobre" (Gén 1:2 LXX). No hay nada irracional en cuanto al nacimiento virginal de nuestro Señor. La virgen María concibió por el poder del Espíritu Santo y así dice el Dr. W.C. Robinson: "El Hijo del Hombre es hijo de ningún hombre". Dr. L Berkhof comenta, "Un nacimiento natural habría sido una cosa no muy natural para una persona como Jesús". El Espíritu Santo poseyó la naturaleza humana de Cristo desde los comienzos y la guardó del pecado. La teoría del Kenosis (Fil 2:7a), (esta es la teoría que el despojar de sí mismo de Cristo incluyó el despojarse de su deidad y llegó a ser en la práctica simplemente un hombre) fue un intento a hacer plena justicia a la humanidad de Cristo y a enfatizar la grandeza del auto-sacrificio de Cristo. Pero los teólogos del Kenosis ignoran lo distinto de Dios y parecen imaginarse que Dios puede ser transformado en hombre. Tal concepto de Dios y del hombre olvidándose, como lo hace, de lo distinto de Dios, tiende a una actitud panteísta. La teoría del Kenosis está netamente en contra a (1) la inmutabilidad de Dios; (2) la doctrina bíblica de la Trinidad; (3) la doctrina bíblica de Cristo. Porque el Cristo de los teólogos del Kenosis ni es Dios, ni es hombre en el sentido verdadero de estos términos. Sino su naturaleza es, según el punto de vista del Kenosis "simplemente deidad reducida" (B.B. Warfield).

2. Sufrimiento. Los sufrimientos de Cristo representan otra etapa en la humillación de Cristo. Fue posible sufrir en su humanidad de tal manera que se puede decir que la persona sufrió. Fue El que sufrió en su humanidad. Toda la vida terrenal de Cristo fue una de sufrimiento y angustia. Para un ser sin pecado vivir y moverse en el ambiente pecaminoso de este mundo significó sufrimiento intenso. Más Cristo sufría de los asaltos repetidos de Satanás, la crueldad de los hombres, y la incredulidad de su propia gente, los judíos. En sus sufrimientos estaba a solas. Nadie podía compartir las tristezas del Mesías, y eso añadió a la intensidad y peso de su pasión, una pasión que llegó a su clímax en el Calvario, donde cargó la ira no mitigada de Dios contra el pecado. Mientras los sufrimientos físicos de Cristo eran grandes, el sufrimiento más grande fue el de su alma, que "derramó... hasta la muerte" (Isa 53:12). Nunca habrá tristeza como su tristeza. Por causa de su perfección Cristo tuvo una capacidad de sufrir mucho más allá de nuestro conocimiento. Nadie podía sentir lo asqueroso del mal moral como El. Su capacidad de sufrir fue proporcionada con la perfección ética y el carácter ideal de su humanidad. En un sentido único fue un "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isa 53:3).

3. Muerte (CH p 40). Su sufrimiento real se culminó y terminó en la muerte física. Sin embargo esta muerte fue simplemente la manifestación externa de separación de Dios por causa del pecado, en este caso el pecado de su pueblo. En el caso de Cristo la muerte no es el resultado inevitable del pecado como con todos los demás hombres sino una pena judicial de pecado - el pecado que El cargó (Isa 53). Fue la muerte en el sentido pleno. Dios lo abandonó así que Cristo gustó la muerte eterna tanto como la muerte física. En un período breve de tiempo llevó la ira infinita de Dios contra el pecado. Este abandono fue experimentado solamente en la conciencia humana del Mediador. Pero aún en este momento de tinieblas no hay ninguna nota de desesperación porque dirige su clamor de angustia a Dios. Debemos enfatizar que la unión entre el Logos y la naturaleza humana nunca se rompió, ni había ningún sentir de pérdida en la naturaleza divina. Ni por un momento quitó el Padre su amor y beneplácito de la persona del Mediador.

4. Sepultura (CH p 41). Al pensar que el hombre vuelve al polvo del cual fue tomado, como parte del castigo de su pecado (Gén 3:19) y al considerar los pasajes de las escrituras que indican estar en Seol era una humillación para Cristo (Sal 16:10; Hech 2:21, 31; 13:34,35) es claro que la sepultura del Salvador fue una fase distinta en su humillación. El sepulcro fue el alcázar de la muerte y Cristo entró en ese alcázar. Se quedó bajo el poder de la muerte por un corto período. El hecho de su sepultura proclama la realidad de su muerte y sirve para remover los terrores del sepulcro para todos los redimidos, y a santificarlo por ellos. Para el cristiano el sepulcro es un lugar donde Cristo ha estado. Al momento de su muerte el alma de Cristo fue de inmediato a la gloria.

5. El Descenso en Hades (CH p 44). El dicho del Credo "descendió a los infiernos" todavía es la confesión de millones de cristianos. Se base en Efes 4:9; I Ped 3:18,19; 4:4-6; Sal 16:8-10; (vea Hech 2:25-27,30,31). Para una explicación de estos pasajes vean Berkhof.

Calvino y el Catecismo de Heidelbergo interpretan esta frase metafóricamente y se la refieren a la agonía de Cristo en Getsemaní y en la cruz donde sufrió las punzadas del infierno.

Las escrituras no enseñan un descenso literal de Cristo en el infierno. Encomendar a su Espíritu en las manos de su Padre no es consistente con un descenso en el infierno después. Tal lenguaje indicaría un rol pasivo más bien que activo desde el momento de la muerte hasta la resurrección. Parece más sabio y más seguro decir que Cristo sufrió las punzadas del infierno en el huerto de Getsemaní y especialmente en la cruz y que entró en su estado más profundo de humillación en su muerte. El punto de vista de los Luteranos y otros que Cristo descendió a Hades a predicar y a celebrar su victoria sobre los poderes de las tinieblas no es consistente con Luc 23:43-46.

B: Exaltación

Al hablar de la exaltación de Cristo o sea su resurrección, ascensión, situación a la diestra de Dios y su regreso físico pensamos en el Teantropos como sujeto de tal exaltación y también reconocemos que fue en la naturaleza humana que la exaltación ocurrió, porque la naturaleza divina no puede ser humillada ni exaltada. Cristo entró en este estado cuando la satisfacción fue dada completamente y la deuda del pecado pagada. La exaltación de Cristo se enseña claramente en las escrituras (Fil 2:9-11; Luc 24:26; Jn 7:39; Hech 2:33; etc). Hay una conexión vital entre los dos estados de Cristo, el estado de exaltación siendo el resultado judicial del estado de humillación (vea Heb 10:12). La justificación de Cristo fue inevitable y su galardón fue garantizado por la satisfacción que El dio. Como su trabajo como siervo sufriente fue cumplido públicamente así su exaltación tiene que ser pública también. Cristo fue completamente justificado en que Dios declaró por medio de su exaltación que su Hijo había cumplido con las demandas de la ley y fue libre.

La teología liberal, al rechazar la doctrina protestante ortodoxa de la expiación sustitucionaria y sufrimiento penal rechaza también la exaltación de Cristo tal como es enseñada en las escrituras. Entonces desdeña la resurrección, la ascensión y el regreso físico de Cristo como obstáculos insuperables a la mente moderna.

1. La Resurrección.

A: Realidad de la Resurrección.

Es uno de los hechos mejor atestiguados en la historia. Primero Cristo fue visto por testigos: las mujeres, los dos, Pedro, los discípulos sin y con Tomás,en el lago, por 500 hermanos a la vez y después por Pablo en varios ocasiones. La credibilidad de su testimonio es lo más alta posible.

El cambio en el comportamiento de sus seguidores solamente se explica por la resurrección.

La aparición del carácter cristiano en el mundo no se puede explicar si Cristo no resucitó.

El cambio del sábado al primer día de la semana.

Los milagros hechos por los apóstoles fueron hechos en el nombre del Salvador resucitado y atestiguaron el hecho que El había resucitado. El Antiguo Testamento profetizó el evento (Sal 16:10 vea Hech 2:24-31) y Cristo mismo predicó el evento (Mat 20:18,19; Jn 10:17,18).

B: Naturaleza de la Resurrección.

Fue mucho más que resurrección, como en el caso de Lázaro y otros de los cuales leemos en el Nuevo Testamento que fueron restaurados a la vida.- esta vida. En la resurrección Cristo no fue restaurado a la vida. No resucitó a este lado de la tumba sino al otro lado en una nueva y diferente vida con un cuerpo resucitado y una humanidad glorificada. Esto es lo que Pablo llama "un cuerpo espiritual" así Cristo en su resurrección fue "primicias de los que durmieron" (I Cor 15:20). Nuestro cuerpo resucitado será como el suyo. Si la resurrección de Cristo hubiera sido simplemente resucitación, por maravillosa y milagrosa que habría sido, no podría ser llamado, y no habría sido "el primogénito de entre los muertos".

Podemos decir que, mientras la identidad fue retenida, fue el "mismo" cuerpo, reconocido fácilmente por los que le conocían, fue levantado a un nuevo nivel de existencia, y poseía nuevas calidades.- "un cuerpo espiritual" (I Cor 15). Cristo en Su cuerpo resucitado podía moverse independientemente del tiempo, espacio, y materia. Dejó la tumba con la piedra a su entrada, y aún los lienzos no fueron movidos (Jn 20:6,7). Aparecía a los varios testigos sin el intervalo de tiempo necesario, pero en Su cuerpo no estaba omnipresente. Un cuerpo omnipresente es una contradicción en términos. Omnipresencia solamente puede aplicarse a un solo Espíritu.- Dios. Cristo, como Dios, estaba omnipresente, pero Su cuerpo glorificado no lo estuvo, y no podía estar omnipresente.

Algunos tienen el punto de vista que el cuerpo resucitado de Cristo realizaba su glorificación por grados, porque presidió sobre una cena con Sus discípulos (Jn 21:5,12,13 vea Hech 1:4; 10:41; Luc 24:47).

C: Significado de la Resurrección.

Primero fue una declaración del Padre que la obra dada a Cristo fue cumplida y que todos los requisitos de la Ley habían sido satisfechos ("Por lo cual..." Fil 2:9).

Fue una prueba de Su deidad ("fue declarado Hijo de Dios..." Rom 1:4). También incluye la impecabilidad de nuestro Señor, porque un cuerpo no manchado por el pecado, y en que vive un alma impecable, no podía ver corrupción.

Simbolizó la justificación, regeneración, y final resurrección de los creyentes (Rom 6:4,5,9; I Cor 6:14; 15:20-22).

Es la causa de nuestra justificación, regeneración y resurrección (Rom 4:25; 5:10; Fil 3:10; I Ped 1:3). Esto es porque Cristo mismo fue justificado por su resurrección. Por ella Dios le vindicó cuando su muerte ignominia parecía mostrar su culpa.

Para objeciones a la resurrección y contra-sugerencias vea Berkhof Teología Sistemática.

CH p 45. Preg. ¿Qué nos aprovecha la resurrección de Cristo?

Resp. Primero: Por su resurrección ha vencido a la muerte, para ha¬cernos participantes de aquella justicia que conquistó por su muerte. Segundo: También nosotros somos resucitados ahora por su poder a una nueva vida. Tercero: la resurrección de Cristo, cabeza nuestra, es una cierta prenda de nuestra gloriosa resurrección.
(Rom. 4:25, 1Pedro 1:3; 1Cor. 15:16. Rom. 6:4; Col 3:1, Efes, 2:5, 6.¬, 1Cor. 15:20, 21.)



2. La Ascensión (CH p 46).

A. Realidad de la Ascensión.

Fue un complemento necesario de la resurrección, y está bien atestiguada, primeramente por testigos creíbles; segundo Cristo mismo se refiere a ella (Jn 20:17); tercero, fue aceptado sin pregunta por la iglesia primitiva (Efes 4:8-12).

B. Naturaleza de la Ascensión.

Generalmente es entendida con referencia a la última visible ascensión del Mediador en Su cuerpo humano de la tierra a los cielos (Hech 1:6-11; Luc 24:51). Sin embargo, sería un error limitar la ascensión a solo este evento. ¿Donde estaba Cristo durante los 40 días entre la resurrección y Su última salida? La realidad es que Hech 1:6-11 no menciona la primera ocasión cuando Cristo desapareció de delante de los ojos de Sus discípulos después de la resurrección (Luc 24:31), sino la última, porque Lucas menciona "40 días" (Hech 1:3). El calendario cristiano fue arreglado para que el día de la ascensión cayera el día cuarenta después del domingo de la resurrección. Esta tradición persiste y ha influenciado la gran mayoría de los cristianos.

En la predicación apostólica la resurrección y la ascensión de Cristo se juntaron y fueron proclamadas como un doble evento, y no hay ninguna justificación bíblica por pensar que la exaltación de Cristo a la diestra de Dios fue atrasada o postergada hasta 40 días después de la resurrección. No debemos permitirnos pensar de Cristo como atado a la tierra.

La realidad es que todas la apariciones de Cristo después de la resurrección, en que condescendió a las condiciones temporales de la vida de los discípulos, aún hasta sentarse con ellos en una comida, y a veces compartir esta comida, todas eran visitas de ese mundo de gloria a que ahora pertenecía Su cuerpo resucitado y exaltado.

Lo que pasó el día cuarenta era que esta serie de visitas terminó, y terminó con una escena tan impresionante que dejó a los veladores sin duda en cuanto a donde estuvo su Maestro.

El punto de vista de que la resurrección fue seguida por una etapa de 40 días de espera, y que la ascensión fue un evento solitario, incluyendo mas glorificación de la naturaleza humana de Cristo no tiene testimonio bíblico. Jn 20:17 se refiere al último retiro físico de Cristo de Sus seguidores, y no enseña si el Salvador exaltado tuvo que soportar un periodo largo de estar atado a la tierra. Cristo dice, "Aún no he subido a mi Padre", pero también dice, "subo" (Lit "estoy subiendo"). Esto está de acuerdo con la predicación subsiguiente de los apóstoles que ve la resurrección y la ascensión de Cristo como un movimiento continuo. Entonces ambas declaraciones son verdades.

C. Significado de la Ascensión.

La ascensión de Cristo fue necesaria porque vino del cielo, y el cielo fue Su hogar; porque como nuestro Sumo Sacerdote tiene que aparecer delante de Dios por nuestra parte.-intercediendo por nosotros sobre la base de Su sacrificio; porque fue conveniente que fuere, que mandase al Consolador a Su pueblo (Jn 16:7); y porque por irse estaba preparando un lugar para los creyentes que por fin estarán para siempre en Su presencia inmediata (Jn 14:2,3).

Entonces podemos resumir la importancia y la necesidad de la ascensión así:

1. El galardón de Sus sufrimientos (Fil 2:8,9). Hay una conexión en este pasaje entre la profundidad de Su humillación y la altura de Su exaltación.

2. Cristo entró en Su seguido trabajo de intercesión por presentar Su sacrificio delante del trono de Dios.

3. Entró en los cielos como el Precursor de Su pueblo.

4. Ascendió para preparar un lugar para Su pueblo.

Por causa de nuestra unión con Cristo vemos en Su ascensión la garantía que estaremos con El por fin en los cielos.

CH p 49. Preg. ¿Qué beneficios nos da la ascensión de Cristo al cielo?

Resp Primero: El es nuestro intercesor en el cielo delante del Padre. Segundo: Que tenemos nuestra carne en el cielo para que por e o, como una garantía, estemos seguros, de que él siendo nuestra cabeza, nos atraerá a sí como miembros suyos. Tercero: Que desde allí nos envía su Espíritu como prenda recíproca, por cuya virtud buscamos, no las cosas de la tierra sino las de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
(1Juan 2:1, Rom, 8:34 Juan 14:2, Juan 17:24, Juan 20:17, Efes. 2:6. Juan 14:16, Juan 16:7, Hechos 2:33, 2Cor. 1:22, 2Cor 5:5,- Col. 3:1).

3. El Estar Sentado a la Diestra de Dios (CH p 50).

A. Prueba Bíblica.

Cristo profetizó que se sentaría a la diestra de Dios (Mt 26:64), y la predicación apostólica fue conciente de esta verdad (Hech 2:33-36;5:31 vea Efes 1:20-22; Heb 10:12; I Ped 3:22; Apoc 3:21;22:1).

B. Significado del Estar Sentado de Cristo.

1. Indica el lugar de honor suprema. Las palabras son antropomórficas (Sal 110:1). Sentarse a la diestra del rey fue una marca especial de honor (I Reyes 2:19).

2. Indica un lugar de autoridad. El poder de deidad es tan esencial al guardar a los redimidos como es su rescate actual en la cruz. Todo poder ha sido dado a Cristo en los cielos y en la tierra (Mat 28:18).

3. Es el lugar de intercesión eficaz. Su intercesión prevalecerá. Así en los cielos Cristo es nuestro Rey reinando sobre y protegiendo a Su iglesia por Su Espíritu y controlando el universo por el último bien de Su propio pueblo. Es nuestro Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. El grito "consumado es", no se aplicó a Su oficio de Sacerdote, sino solamente a Su sufrimiento redentor. Sigue por Su palabra y Espíritu a ser nuestro Profeta, guiándonos a toda la verdad y a un conocimiento y una experiencia más profundos de si mismo. Toda la obra de Cristo en los cielos se basa en Su sacrificio completado.


CH 51. Preg. ¿De qué nos sirve esta gloria de Cristo, nuestra cabeza?

Resp. Primero: Para que el Espíritu Santo derrame en nosotros, sus miembros, los dones celestiales. Y segundo: para protegernos y am¬pararnos de todos nuestros enemigos.
(Hechos 2:33, Efes. 4:8. Salmo 2:9; Salmo 110: 1, 2, Juan 10:28, Efes 4:8).

4. El Regreso Personal de Cristo.

En la segunda venida de Cristo llega al punto mas alto en Su exaltación.

A. La Seguridad del Regreso de Cristo.

Es constantemente afirmado en el N.T. por nuestro Señor y Sus apóstoles, y es una nota dominante en Apocalipsis. El mensaje de los cielos en Hech 1:11 es enfático. La venida de Cristo fue un tema de que habló mucho con Sus discípulos (Mt 24). Ninguna otra verdad recibe más énfasis en el N.T. que el regreso personal y físico de Cristo al fin de la edad.

B. La Manera del Regreso de Cristo.

Será físico y visible, el regreso actual del Teantropos (Hech 1:11; II Cor 1:7; 4:5; 11:26; Fil 3:20; Col 3:4; I Tes 4:15-17; II Tes 1:7-10; Tit 2:13; Apoc 1:7). Decir que la venida de Cristo en Pentecostés cumple Su promesa de regresar, falla completamente de explicar tales pasajes. Los términos utilizados en el N.T. para el regreso de Cristo son:

1. PAROUSIA.- Presencia, o una venida precedente a una presencia (Mt 24:3; I Cor 15:23; I Tes 2:19).

2. APOCYLUPSIS.- Una revelación, un descubrimiento de lo que antes había sido ocultado, en este caso la gloria y majestad de Cristo (II Tes 1:7; I Ped 1:7,13; 4:13).

3. EPIPHANEIA.- La apariencia gloriosa del Señor. En este termino todo el énfasis es en la gloria del Señor regresando (II Tes 2:8; I Tim 6:14; II Tim 4:1-8; Tit 2:13).

C. El Propósito del Regreso de Cristo.

Regresará a juzgar el mundo y perfeccionar la salvación de Su iglesia. Así El que sufrió a las manos de los hombres regresará como su Juez. Esta es una prerrogativa especial del Mediador. (Jn 5:22,27; Hech 10:42; 17:31).

A Su regreso Cristo sentenciará a los malos al castigo eterno, y vindicará públicamente a los Suyos, dirigiéndoles a la plena gloria de Su reino eterno. Así la victoria de Cristo será completa.

CH 52. Preg. ¿Qué consuelo te ofrece la vuelta de Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos?

Resp. Que en todas las miserias y persecuciones, con plena confianza, espero del cielo, como juez, a Aquel mismo que primeramente se puso delante del juicio de Dios por mí y alejó de mí toda maldición; el cual echará a todos los enemigos suyos y míos en las penas eternas; y a mí, con todos los elegidos, me conducirá al gozo del cielo y a la gloria eterna.
(Filip. 3:20; Luc. 21:28, Rom. 8:23; Tito 2:13; 1Tes. 4:16. Mateo 25:41, 2Tes. 1:6 Mateo 25:34, 2Tes, 1:7).

NOTA. El Espíritu Santo en la Vida Terrenal de Cristo.

Este tema es importante, pero se le tratará bajo la doctrina del Espíritu Santo. Por ahora solamente notemos que se puede ver tres etapas en la relación entre el Espíritu y el Cristo encarnado.

Etapa 1: Concepción, Nacimiento y Crecimiento.

Etapa 2: Bautismo, Tentaciones y Ministerio.

Etapa 3: Muerte, Resurrección y Ascensión.

Hablando del papel del Espíritu Santo en la misión de Cristo Abraham Kuyper refiere a el “a quien… dones, poderes y facultades son impartidos en tal medida que nunca podía sentir la falta de cualquier don del Espíritu Santo. No carecía de nada, poseía todo; no por virtud de su naturaleza divina, que no puede recibir nada, siendo en si la plenitud eterna, sino por virtud de su naturaleza humana, que fue dotada con tales gloriosos dones por el Espíritu Santo.”