jueves, 10 de marzo de 2011

Los Oficios De Cristo

(II Con de Londres VIII:1; CB 21, 26; CH p 31; CM 23-26).

Cristo, como Mediador, ejerce un oficio triple que corresponde a la necesidad de nuestra naturaleza. Como Profeta remueve nuestra ignorancia, como Sacerdote trata con nuestro pecado y culpa, y como Rey sojuzga nuestra rebelión y gobierna nuestros corazones.

Calvino fue el primer teólogo a definir y desarrollar esta doctrina del oficio triple de Cristo (Institución II: xv). Berkhof y algunos otros dicen que el hombre fue creado con este triple oficio. El oficio triple de Cristo se relaciona con la constitución original del hombre. Pero donde no hay pecado no hay la necesidad de un sacerdote. En relación a Dios ejerce su oficio como Siervo de Jehová. En relación con los demás lo ejerce con autoridad como Representante de Dios en el mundo.

Al representar la obra Mediadora de Cristo bajo tres oficios no la dividimos en tres partes independientes. No hay distinción absoluta entre los oficios en la obra de Cristo. Es un Sacerdote Real "según el orden de Melquisedec" quien fue tanto rey como sacerdote, y es imposible dibujar una raya exacta de distinción entre Sus oficios de Sacerdote y Profeta (Zac 6:13).

El A.T., sin embargo profetizó claramente la venida de un Mesías que sería un Rey (Sal 110:1-3; Isa 9:7), un Sacerdote (Sal 110:4; Zac 6:13) y un Profeta (Deut 18:15).

A. Cristo Como Profeta.

Un profeta era uno autorizado a hablar por Dios a los hombres. La función profética tiene dos aspectos, receptivo y declarativo. El profeta recibió la revelación divina por medio de sueños, visiones, y comunicación verbal, y entonces pasó esta revelación a otros. La revelación que vino por medio de los profetas del A.T. fue incompleta, y ellos nunca hablaron por su propia autoridad, introduciendo sus mensajes con "Así dice Jehová".

La posición de Cristo como Profeta es única. El no habló por Dios, sino como Dios, y entonces habla por Su propia autoridad, introduciendo Su mensaje con "Yo os digo" (cp Jn 1:18; Heb 1:1-3). Confrontó a sus contemporáneos con las pretensiones de Jehová sobre su vidas (Luc 4:18-21; Jn 14:5-11; 15:15). Pero también fue el cumplimiento de todas las profecías (Luc 24:25-27, 44-47; Jn 5:45-47; I Ped 1:10-12).

Su oficio profético fue mayormente el de enseñar, aunque profetizó ultimas cosas y detalles de Su propia muerte y resurrección. Confirmó Su ministerio profético por señales, mayormente milagros de sanidad. El milagro fue la enseñanza de Cristo en acción, tanto como la parábola fue en cuento. Los milagros de Cristo fueron como campanas que citaron la congregación a escuchar al predicador (Sal 40:8-10). Como Mensajero del Pacto, Cristo es el Profeta Supremo del A.T., hablando por Su propia autoridad y recibiendo adoración. En muchos de los Salmos, incluyendo los Salmos imprecatorios, habla proféticamente.

Pero su palabra es la palabra de Dios y entonces da vida a los que la reciben (Jn 5:24-27). Su venida al mundo era como luz en la oscuridad (Jn 3:19-21). Es el Verbo, distinto de, pero igual con Dios (Jn 1:1-5). La enseñanza de Jesús será el criterio en el juicio final (Jn 12:47-50; cp. Luc 9:26). Amor para Dios significa obediencia a Jesús (Jn 14:21-24). Esto es porque Jesús es igual con Dios y, como tal, también es la verdadera revelación de Dios a la humanidad. Es el principal y último Profeta (Heb 1:1-4).

Cristo sigue con Su oficio profético por Sus dones conferidos a la iglesia.-la palabra y los sacramentos.- y por el ministerio de gracia de Su Espíritu. Cristo como Profeta fue activo antes y después de la encarnación (I Ped 1:10,11), y fue un Profeta tanto directa como indirectamente, i.e. activa como el Ángel de Jehová en el A.T. y como el Señor Encarnado en el N.T. Pero también habló mediatamente por los profetas del A.T. y los apóstoles del N.T., en ambos casos por la operación del Espíritu Santo (Mat 10:40; Mar 9:37; Luc 10:16; Jn 13:20). Los apóstoles fueron nombrados por Cristo (Mat 10:1-15; Mar 3:13-19; Luc 6:12-16) y tuvieron una autoridad derivada de Él. Fueron testigos del ministerio y resurrección de Cristo (Hech 1:21-23; 10:39-41). Pablo era una excepción (I Cor 15:8) y por este requisito tuvo problemas a veces con la aceptación de su apostolado. Así los apóstoles son el fundamento de la iglesia del Nuevo Testamento (Efes 2:20) debido a que sus enseñanzas son dadas de manera única por el Espíritu Santo (Jn 16:12-15).

Otra vez podemos ver Su obra profética como objetiva y externa o subjetiva e interna, a corresponder con Su acción directa e indirecta ya notada. "Fue Varón Profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo" (Luc 24:19). El Catecismo Menor dice correctamente que ejecuta Sus oficios "tanto en Su estado de humillación y en el de exaltación". Tal como es un Sacerdote para siempre, así es un Profeta para siempre. Siempre El es el Verbo de Dios. Siempre declara al Padre (Jn 1:18), y en los cielos Cristo será el Dios Visible. No veremos al Padre aparte de Cristo (I Tim 6:16).

De verdad Cristo puede decir, "Jehová el Señor me dio lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado" (Isa 50:4). Al considerar que los ministros del evangelio son, en un sentido real, llamados por Cristo, equipados por Cristo, comisionados por Cristo, y entregados con la palabra de Cristo, que son, en un sentido, Sus embajadores, que como Profeta Él habla por ellos a los hombres, empezamos a ver que el ministerio del evangelio es a la vez el oficio mas exaltado y mas responsable en el mundo (Rom 10:14; Efes 2:17; II Cor 5:18-20; I Tes 2:13).
El Espíritu Santo fue mandado por Cristo (Jn 14:16, 18; Hech 2:33). Ël les guiaría a toda la verdad y así inspiró las Escrituras del Antiguo (II Tim 3:14-17; II Ped 1:20-21) y del Nuevo Testamento (Jn 14:26; 16:12-15).

Nota: El modernismo, o liberalismo, siempre tiene la tendencia de enfatizar la obra de Cristo como Maestro a la exclusión de Sus funciones, sacerdotal y real. Cuando Barth presenta a Cristo como primeramente El Revelador, sigue en la tradición liberal, aunque para ser justo con él, enfatiza la obra sacrificial de Cristo. Es importante darse cuenta sin embargo, que el Cristo del N.T. no fue un Maestro en el sentido de la teología liberal. Ejerció un oficio triple como nuestro Redentor, y todavía lo hace.

B. Cristo Como Sacerdote.

En la Biblia un profeta era un representante de Dios al pueblo, el mensajero de Dios, y entonces un maestro de Dios. El sacerdote era el representante del hombre delante de Dios. Tenia el derecho a acercarse a Dios por parte del pueblo (Heb 5:1). En el N.T. solamente hay un libro donde el Mesías es llamado Sacerdote.- la epístola a los Hebreos, que utiliza el termino repetidamente. Pero hay muchas referencias en el N.T. a la naturaleza sacerdotal de la obra de Cristo.

1. Cristo se acerca a Dios en una capacidad sacrificial. Cada sacerdote ofrecía sacrificios por pecado, y Cristo se sacrificó tanto activa como pasivamente. Activamente "entregó Su vida", pasivamente "como cordero fue llevada al matadero". Voluntariamente sufrió humillación, pena, y crucifixión, pero al mismo tiempo se ofreció a si mismo como un sacrificio por el pecado.

El Sacerdote mismo era el Sacrificio, y también el altar (Heb 13:10). El sacerdocio de Cristo es esencial a nuestra salvación. Nadie sino Cristo podía acercarse a Dios por nosotros. Ningún otro sacrificio podía quitar pecado, y solamente en Cristo es Dios propicio a los pecadores. El sacerdocio y los sacrificios del A.T. son simbólicos de verdadero sacrificio de Cristo. Los sacerdotes del A.T. solamente fueron sacerdotes simbólicamente, porque ningún hombre pecaminoso puede acercarse a Dios por parte de otros. Los ministros del evangelio no son sacerdotes en ningún sentido sacerdotal o especial. Con la iglesia romana y algunos anglicanos altos, la palabra "sacerdote" se usa en un sentido sacerdotal correspondiendo en algún sentido al sacerdote del A.T. Ninguna función se atribuye a un ministro de la palabra en el N.T. Nunca dice que son mediadores entre Dios y el hombre. Nunca dice que ofrecen sacrificios por el pecado. Todos los creyentes son llamados sacerdotes en cuanto a tener libertad de acceso a Dios por medio de Su Hijo.

El concepto romano del sacerdocio es deshonroso al Salvador, quien vino a ser el único Mediador entre Dios y el hombre, a rendir satisfacción por pecados, y asegurar el perdón y la reconciliación de Su pueblo. Suponer que todavía necesitamos la ayuda sacerdotal del hombre es detraer de la perfección y la suficiencia de la obra de Cristo.

2. Cristo se acerca a Dios en una capacidad de intercesión. Debemos cuidarnos del error de pensar que Cristo fue un Sacerdote en la tierra y es un Rey en el cielo. El oficio triple no se puede dividir así. Cristo es ahora nuestro Sumo Sacerdote en los cielos, intercediendo por nosotros (Jn 14:16,26; 15:26; 16:7; I Jn 2:1; Heb 7:25; 9:24).La intercesión sacerdotal de Cristo se base en Su sacrificio expiatorio, y entonces es de significado vital para nuestra paz y bendición. Tal intercesión establece la causa del creyente en contra a Satanás, el acusador (Zac 3:1,2; Apoc 12:10,11). Nunca debemos achicar la importancia de la obra de Cristo en los cielos. La intercesión de Cristo es judicial, siendo relacionada a la cruz, representativa y sacerdotal. Tal como el Sumo Sacerdote en el gran día de la Expiación entró en el Lugar Santísimo con el sacrificio completado, a presentarlo delante de Dios, así Cristo entró en el Lugar Santísimo celestial, allá a presentar a Dios Su Sacrificio Perfecto y Suficiente por los pecados de Su pueblo (Heb 9:24 cp Ex 12:13).

Por consecuencia ninguna acusación legal puede ser traída en contra a los elegidos. Ningún dedo de condenación se puede puntar a los que El ha justificado. Las acusaciones de Satanás son opuestas por la obra completada de Cristo. El es el gran Abogado por Su pueblo (Rom 8:33,34). Esta obra intercesora tiene un valor moral, tanto como judicial. Al orar en el nombre de Cristo, El santifica nuestras oraciones así como santifica todo nuestro servicio. En si mismas nuestras oraciones y servicio son imperfectos, y muchas veces superficiales. Entonces es una gran verdad que nuestros sacrificios espirituales de oración, alabanza, y obediencia son "aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (I Ped 2:4,5). El ministerio sacerdotal de Cristo en los cielos incluye cuidado amoroso y tierno para Su pueblo (Heb 4:15), y este se junta con oración constante por los elegidos. Tal oración se indica en Hebreos, y claramente se implica en Jn 17, donde Cristo dice que ora no solamente por los apóstoles, sino por todos los quienes por su palabra creerían en El. Esta oración continua y eficaz de nuestro Gran Sumo Sacerdote es un consuelo y animo a todos los que creen.

LA EXPIACIÓN.

La palabra "expiación" habla de reconciliación. Pero tal reconciliación es en realidad el resultado de la obra de Cristo en la cruz. Es más correcta hablar de la obra redentora de Cristo, y la expiación que resulta de esa obra. Sin embargo "expiación" ya es un termino teológico reconocido.

1. La Fuente De La Expiación.

Esta se halla en el "beneplácito" o propósito de gracia de Dios. Debemos de cuidarnos de atribuir la expiación a una Persona en la Trinidad (ej. Cristo) o a un atributo de la Deidad (ej. amor). Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a si mismo. Comentando sobre Isa 6:8 M. Henry dice, "Padre, Hijo, y Espíritu Santo, todos Ellos asienten, como en el crear, así en el redimir y el gobernar del hombre". Debemos de cuidarnos de dichos que parecen enseñar una desarmonía en los atributos de la Trinidad (ej. la justicia de Dios exigiendo la satisfacción, esta siendo provista por Su amor). Esta es una manera torpe de decir que Dios siempre actúa consistente con Su propia naturaleza santa. No hay división dentro de la Deidad.

2. La Necesidad De La Expiación.

Esto se halla en la naturaleza de Dios mismo. El pecado fue una violación de la Ley de Dios, una afrenta a Su honor, una recusación a Su justicia y poder, y un desafío a Su autoridad. Entonces cada atributo de Dios exigió expiación en cumplimiento de Su propósito de gracia. Su Ley gritó por obediencia, Su justicia pidió satisfacción y requería vindicación, Su verdad pidió el cumplimiento de la sentencia justa, y Su amor buscó un canal por lo cual podía fluir a sus objetos de una manera consistente con el honor del nombre de Dios. Un Dios justo y santo no puede pasar por alto el pecado. Tiene que reaccionar contra él (Ex 20:5; 23:7; Sal 5:5,6; Rom 1:18,32). Ya, hablando históricamente, había pronunciada la sentencia de muerte sobre el pecador (Gen 3:19; Rom 6:23).


3. La Naturaleza De La Expiación.

A. Rindió Satisfacción A Dios.

Expiar quiere decir quitar la culpa de pecado. Nuestro pecado ha sido castigado una vez para siempre en el Calvario a la satisfacción de Dios. La expiación se encontró con, y respondió a, todas las demandas de la Ley de Dios contra al pecador. La Ley ya no condena al pecador quien confía en Cristo. Satisfacción perfecta habiendo sido rendida en la cruz, la justicia ya no tiene más que exigir. Por la dignidad infinita de la Persona quien sufrió, la obra de la expiación ya es infinita (Heb 9:13,14). Este valor da satisfecho a la justicia divina. Dios obra con consecuencia en perdonar a los pecadores quienes confían en Cristo. Los pecados del pueblo de Dios han sido castigados completamente en la cruz. (II Cor 5:21; I Ped 2:24; 3:18; Heb 9:28; Vea Lev 16:20-22; Sal 103:12). Los sufrimientos de los creyentes no son castigos penales, sino castigos familiares.

B. Cumplió La Ley Divina.

La autoridad de la Ley divina tiene que ser completamente restaurada y entronizada en el universo moral. Cristo cumplió la Ley perfectamente, y así podía expiar nuestros pecados. Al morir, murió bajo la maldición de la Ley (Gal 3:13) y así nos libró de ella.

C. Efectuó Reconciliación.

Dios fue la parte ofendida, cuya reconciliación al hombre debía de ser efectuada. En la cruz Dios fue propiciado. Dios fue reconciliado antes de que el hombre pudiera ser reconciliado a El. La reconciliación del hombre es sobre la base de justificación por fe en Cristo. "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a si mismo", no fue la tercera parte en la cruz, esperando ser reconciliado.

Cristo nos reconcilió con Dios (Col 1:19-22). Reconciliación es la restauración de amistad entre dos partes anteriormente enemigas. No hay una reconciliación verdadera al menos que ambas partes participan de ella (Rom 5:10,11; II Cor 5:19, 20). Como cristianos tenemos el privilegio de anunciar a los hombres que se reconcilian a Dios. Pero esta reconciliación sujetiva se basa en la reconciliación con Dios hecho por Cristo en la cruz. Esto se basa en la no imputación de nuestros pecados y el sufrimiento sustitucionario de Cristo (II Cor 5:18-21). En todo esto la referencia principal es a Dios siendo reconciliado con nosotros. Esto es porque su ira ha venido sobre nuestros pecados en Cristo.

Reconciliación también fue horizontal, entre judíos y gentiles (Efes 2:11-22). Esto es porque Cristo cumplió la ley ceremonial así aboliéndola. Aunque tiene aspectos escatológicos y cósmicos, fue efectuado en la cruz.

D. Echó La Base Para El Perdón.

Dios no fue hecho misericordioso en el Calvario.-siempre fue misericordioso. Pero la misericordia no podía operar para ultrajar los otros atributos de Dios. La misericordia ignorando la santidad, la justicia etc. es inmoral. Así la necesidad de la cruz. La expiación echó el cimiento sobre que la misericordia podía ser otorgada equitativamente. Dios "es justo, y El que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom 3:26).




4. La Obra De Cristo En La Expiación.

A. Sacrificio

Vez tras vez la muerte de Cristo se ve en el Nuevo Testamento como un sacrificio. Esto es especialmente prominente en Hebreos donde su sacrificio se ve como mejor que los bajo la Ley (Heb 10:11-14; vea 9:12, 26, 28; 10:10, 12, 14). Su sacrificio es perfecto, puesto que se ofreció a sí mismo, y Él es el Hijo de Dios. Él es tanto Sacerdote como Victima. Referencias a “la sangre de Cristo” también se refieren a su sacrificio (I Ped 1:19; Hech 20:28; I Cor 11:25; Mat 26:27,28; I Ped 1:2; vea también Rom 5:9; I Cor 10:16; Efes 1:7; 2:13; Col 1:14, 21; Heb 12:24; 13:12, 20; I Jn 1:7; 5:6, 8; Apoc 1:5; 5:9;7:14; 12:11).

La idea de sacrificio es que el hombre está bajo la ira de Dios debido a su pecado. En el sacrificio el pecado está transferido al victima que fue ofrecido en lugar del pecador.

B. Obediencia

La muerte de Cristo fue una rendición de obediencia al Padre por su parte. Fue obediente en todo durante su vida. Cumplió la Ley de Dios por nosotros y luego murió bajo su maldición en nuestro lugar. Esto hizo voluntariamente (Jn 10:11, 18; Mat 16:23; Luc 9:51; Jn 4:34; Heb 10:5-10). Pero esto era una lucha para Él (Mar 10:38; Luc 12:50; Heb 5:7-10). Su obediencia es la base por nuestra justificación (Rom 5:12-21)

C. Sustitución Penal

Nosotros habíamos roto la Ley y entonces era necesario que sufrimos la pena por nuestros crimines. Cristo entonces llegó a ser nuestro Sustituto. Así hablamos de Sustitución Penal. Por esto queremos decir que Cristo sufrió la pena en lugar nuestro. Como la pena es muerte eterna, esto es lo que Cristo sufrió (II Cor 5:21; Gal 3:13). Como Él es Dios su sufrimiento en la cruz podía ser tan intenso que equivale todo lo que nosotros tendríamos que sufrir por toda la eternidad.

En el Antiguo Testamento un sacrificio fue sustituido en lugar del pecador. (Lev 1:4; 4:20, 26, 31; 6:7). Así Cristo tomó nuestro lugar (I Ped 3:18; vea 2:21-24; Heb 9:28). Otras evidencias se ven en que Cristo murió por nosotros (Rom 5:8; 8:32; I Jn 3:16) o por nuestros pecados (I Cor 15:3).

D. Representación.

El desempeño voluntario de nuestro Señor de nuestras obligaciones a Dios fue doble.- rindiendo satisfacción y obediencia. En Su muerte Cristo selló el Nuevo Pacto con Su sangre. Nuestros pecados son imputados a Cristo, y Su justicia es imputada a nosotros. (Esto es imputación y contra-imputación.)En la cruz Cristo nos abrazó en todo nuestro pecado para que pudiéramos abrazarle a El en toda Su justicia y toda Su vida.

E. Satisfacción.

La muerte vicaria de Cristo es esencial a Su ofrenda de si mismo. Es la sustitución del Cargador del Pecado por el pecador. Involucra la identificación de Cristo con el pecador. El cargó la culpa y la maldición del pecador (cp Isa 53; Jn 1:29; II Cor 5:21; Gal 3:13; Heb 9:28; I Ped 2:24). Nuestra culpa fue imputada a Cristo. Nuestra estado pecaminoso actual no fue, y no podía ser, transferido a Cristo. La culpa de pecado como deuda fue cargada por Cristo por nosotros. Esto Cristo hizo voluntariamente como había comprometido eternamente en el Pacto de Redención (Jn 10:17,18).

Si Cristo por su muerte ha hecho una satisfacción efectiva por alguien, entonces Dios tiene que estar completamente satisfecho con este alguien.

F. Propiciación.

La idea es la expiación de culpa, así efectuando reconciliación porque quita la ira de Dios de sobre nosotros (Heb 9:5; Ex 25:17-22). Dios esta enojado con el pecado (Rom 1:17). Ira es su antagonismo personal al pecado. Es la forma tomada por su santidad contra la rebeldía pecaminosa en la criatura. Esto es porque el pecado es una afrenta al honor de Dios. La situación exige que se haga algo para expiar el pecado y también terminar esta ira. Pero ira en Dios es santa y no caprichosa. Dios mismo provee la solución en la muerte de su Hijo cuya sangre propicia su ira. Garantiza el perdón del pecador, y su reconciliación a un Dios santo. Rom 3:25,26 muestra que la muerte de Cristo es una propiciación (I Jn 2:2). Es el amor de Dios que provee esta propiciación (I Jn 4:10). Es la provisión del amor divino por parte de la Trinidad.

G. Redención.

La idea es de un rescate pagado y la liberación consiguiente de la pena y obligación de la Ley (Col 1:13,14). La sangre de Cristo fue el precio pagado por nuestra redención (Mat 20:28; Mar 10:45; Efes 1:7; I Ped 1:18,19; vea Tit 2:14; Rom 3:24;Heb 9:12). También contiene el pensamiento de liberación del poder del pecado y del dominio de Satanás. Pero no debemos pensar que el rescate fue pagado a Satanás. Él no tiene ningún derecho legítimo sobre nosotros, y hablar de redención en estos términos es empujar la metáfora más allá de lo que dice la Biblia.

La redención será completa cuando estemos unidos con Cristo en el día final (Rom 8:23). Mientras, estamos libres de nuestros pecados. La palabra misma enseña que todos los redimidos son librados de sus pecados. Esto nos da una obligación a vivir en santidad (Rom 6:1-23; I Cor 6:20; 7:23).

H. Revelación.

Estamos pensando en la vindicación del carácter de Dios (Rom 3:25,26). Dios se revela en la cruz. Dios odia el pecado. Vemos Su ira y Su misericordia en la cruz (Sal 85:10).

También reveló su victoria sobre las fuerzas del mal en la cruz (Col 2:15; Efes 4:8).

I. Conquista y Destrucción.

Satanás y los demonios tenían poder sobre los hombres desde la Caída (Efes 6:11-13; Col 2:15). Entonces había una necesidad para la obra redentora de Cristo conquistar el reino de poder de Satanás. Así la obra de Cristo era una de destrucción contra el poder y la obra de Satanás (Gen 3:15). Hay ocho pasajes en el N.T. que hablan de la obra de Cristo en estos términos: I Jn 3:8; Mat 12:29 // Luc 11:21, 22; Jn 12:31-33; 16:11; I Cor 15:24-26; Col 2:13-15; Heb 2:14-15. Estos enseñan que la victoria de Cristo sobre Satanás en la cruz y su resurrección fue decisiva, pero su manifestación plena espera su regreso.

Pero esto no está en oposición a la idea de sustitución penal como algunos imaginen. El poder que tiene Satanás se debe al hecho que puede acusar a los hombres frente la Ley de Dios (Zac 3). El poder de Satanás consiste en la justicia de sus acusaciones (Zac 3:4). Col 2:13-15; Heb 2:14 y Apoc 12 muestran que la victoria de Cristo sobre Satanás se basa en el hecho que Dios muestra su justicia en la cruz al quitar la culpa de los pecadores. Cristo pagó el precio para librarnos de esclavitud; Satanás es vencido “por la sangre del Cordero” (Apoc 12:11) que canceló su culpa; Jesús privó al diablo de su poder por su muerte (Heb 2:14) que era un rescate (Heb 9:15) su sangre proveyendo remisión de pecados (Heb 9:22, cp 27-28).

El poder de Satanás se debe a la culpa de nosotros. Cuando Cristo quita nuestra culpa, entonces Satanás no tiene poder sobre nosotros. Mientras Dios trabaja por medio de la expiación a poner al revés los efectos de la Caída trae su juicio justo sobre los poderes de maldad (Jn 12:31; 16:8, 11). La victoria de Cristo es justa.

Cristo vino a deshacer las obras del diablo (I Jn 3:8). Pecado es la infracción de la ley (I Jn 3:4), pero el Hijo de Dios ha aparecido “para quitar nuestros pecados” (I Jn 3:5) y “todo aquel que permanece en él no sigue pecando” (I Jn 3:6). Debemos imitar la vida justa de Cristo (I Jn 3:7). Así la misión de Jesús a “deshacer las obras del diablo” (I Jn 3:8) tiene que ver con la erradicación del pecado y el reestablecimiento de justicia. Jesús deshace las obras del diablo en los creyentes por librarles para vivir para justicia (I Ped 2:24).

5. El Alcance De La Expiación.

Queremos ver el alcance y la aplicabilidad de la expiación, tanto como su propósito. ¿Fue su propósito redimir a un pueblo escogido? ¿A redimir a todos? ¿O a poner la salvación a la disposición de todos? En realidad este debate tiene que ver con la intención de Dios en la Expiación, o la naturaleza de la Expiación en sí. ¿La expiación tuvo la intención de salvar a los pecadores o a hacer su salvación posible con tal que ellos respondieren correctamente?

Hemos visto que es la naturaleza de la Expiación. En sí esto debe definir nuestra respuesta a preguntas respeto a su alcance.

A. Expiación Universal.

La expiación es para todos. O todos serán salvos, o el propósito de Dios será frustrado. Los romanistas, luteranos, y arminianos aceptan lo último. La expiación aquí es posible para todos, pero cierta para nadie. Los que aceptan este punto de visto generalmente rechazan le doctrina de la depravación total.

B. Expiación Limitada. (Redención Particular) (CD II)

Todos, aparte de universalistas, aceptan una expiación limitada: los arminianos limitan su poder, los calvinistas su alcance. Los arminianos ven una expiación que todos o ninguno, pueden aceptar o rechazar. Los calvinistas ven una redención en que Cristo "verá el fruto de la aflicción de Su alma y quedará satisfecho" (Isa 53:11). La satisfacción rendida por Cristo es eficaz solamente a los que habían sido dados a Cristo en un pacto eterno, y por consecuencia creerían (Jn 6:37-45). La expiación de Cristo no simplemente hizo posible la salvación, sino la hizo actual (Mt 1:21). Cristo entregó Su vida por Su pueblo (Mat 1:21), sus ovejas (Jn 10:11,14,15), Su iglesia (Hech 20:28), Sus elegidos (Rom 8:32-34), sus hijos (Heb 2:13 vea Jn 15:13; 11:52; Efes 5:25).
Uno de los frutos de la obra cumplida de Cristo fue el don del Espíritu Santo a aplicar esa obra. El Espíritu no puede fracasar. Los propósitos de la gracia de Dios no pueden ser frustrados (Sal 126:6; Jn 17:12). Él da fe (Efes 2:8) y arrepentimiento (Hech 5:31; 11:18), o sea la muerte de Cristo asegura todo lo necesario para la salvación de su pueblo y no deja nada en duda.

Objeciones A Una Expiación Limitada.

1. Las Escrituras dicen que Cristo murió por el mundo.

Pero Su muerte tuvo efectos mundiales. El dicho que Cristo murió por el mundo era para contradecir la exclusividad judía. "No queriendo que ninguno perezca" se aplica al pueblo de Cristo. Noten "para con nosotros" (II Ped 3:9 cp 3:7).

2. La Oferta Universal De Salvación Presupone Una Expiación Universal.

La predica del evangelio se basa, no en la doctrina de la expiación, sino en el mandato de Cristo. Además hay algunos que serán salvos de cada nación, cosa que no podría suceder a menos que el Evangelio fuera predicado en todas las naciones.

El llamamiento a los hombres para que crean no es uno a creer que Cristo muriera por ellos en particular, sino a creer que no hay salvación en ningún otro.

3. Hay Pasajes Que Dicen Que Cristo Murió Por Todos Los Hombres.
(cp Rom 5:18; I Cor 15:22; II Cor 5:14; I Tim 2:4,6; Tit 2:11; Heb 2:9; II Ped 3:9).

Cada uno debe ser visto en su contexto. El "todos" de los primeros dos se refiere a todos los que están en Cristo, en contraste con todos los que están en Adán. Así también con II Cor 5:14 y Heb 2:9,10. En Tit 2:11 "todos los hombres" quiere decir todas las clases y naciones de hombres. I Tim 2:4-6 y Heb 2:9 se refieren a la voluntad de Dios de salvar a los gentiles tanto como a los judíos.

4. Hay Pasajes Que Dicen Que Cristo Murió Por El Mundo.
(cp. Jn 1:29; 3:16; 4:42; 6:51; II Cor 5:19; I Jn 2:2).

Pero hay cinco sentidos de la palabra "mundo" en la Biblia:

1. El universo material o la tierra (Job 34:13; Mat 13:38; Hech 17:24; Efes 1:4);

2. La gente del mundo como: todos sin excepción (Rom 3:6); todos sin diferencia (Jn 7:4); muchos hombres (Mat 18:7); la mayoría de los hombres (Rom 1:8); el Imperio Romano (Luc 2:1); hombres buenos (Jn 6:33); hombres malos (Jn 14:17);

3. El mundo como un sistema corrupto (Gál 6:14);

4. El estado humano (Jn 18:36);

5. El reino de Satanás (Jn 14:30).

En cuanto a Jn 3:16 necesitamos considerar tres cosas: el amor de Dios, el objeto de este amor,"el mundo" y el propósito del amor divino.

El amor de Dios es un hecho libre de su propia voluntad y no una simple emoción. El amor aquí es algo soberano y especial para los creyentes (vea Rom 5:8; I Jn 4:9,10). Esto se enfatiza por las palabras "de tal manera" y "para que... no se pierda". Es su claro propósito salvar a los creyentes de la perdición. El mismo amor que dio a Cristo nos dará todas las demás cosas necesarias (Rom 8:32).

La palabra "mundo" se debe entender en este contexto. Así se refiere a que los beneficios de la muerte de Cristo no se limitan a los judíos no más. El propósito de Dios en mandar a Cristo fue la salvación del mundo (Jn 3:17) y como Dios no puede fallar en su propósito, esto muestra que "el mundo" es el mundo salvado.

En Jn 4:42 Cristo es llamado "el Salvador del mundo". Pero un Salvador de hombres que no se salvan es una contradicción de términos.

Si Cristo murió por todos los hombres y sin embargo solamente los creyentes serán salvos ¿qué hace la diferencia entre los creyentes y los incrédulos? Los hombres mismos no hacen la diferencia (I Cor 4:7). Entonces es Dios quien hace la diferencia. Pero si es así ¿cómo pudo haber dado a Cristo a favor de todos? Jn 3:16 declara la intención divina que los creyentes sean salvos.

I Jn 2:2 que se refiere al mundo fue escrito a los judíos (vea I Jn 2:7 cp. Gál 2:9). Así el mundo es en contraste con los judíos. Además Juan escribió para dar consuelo a los creyentes (I Jn 2:1). Solamente los creyentes pueden ser consolados con tener a Cristo como abogado. Juan les describe como "hijitos... [cuyos] pecados...han sido perdonados" (I Jn 2:12). I Jn 2:2 no da consuelo si se le aplica a todos sin excepción.

La palabra "propiciación", como hemos visto, significa quitar la ira. ¿Esto es verdad de todos?

"Todo el mundo" tiene un significado limitado en otros pasajes (Luc 2:1; Rom 1:8; Col 1:6; Apoc 3:10). Así con Jn 1:29.

Jn 6:51 afirma que Cristo dio su vida por el mundo, para que el mundo tenga vida. Es evidente que esto no significa que cada individuo tiene vida porque no es así.

II Cor 5:19 se refiere a los que serán reconciliados con Dios (vea II Cor 5:18,21). No dice que Dios reconciliará a todos bajo ciertas condiciones, sino dice que ya los ha reconciliado.

En realidad este debate no se centra en algunos textos aislados, sino en los temas bíblicos de elección, pacto, el sacerdocio de Cristo, y la obra de Dios la Trinidad.

C. Cristo Como Rey.

1. Las profecías mesiánicas tenían un cumplimiento parcial con la primera venida de Cristo. Tendrán cumplimiento entero a Su segunda venida.

2. Como Cabeza de la iglesia Cristo reina en la iglesia y en los corazones de Su pueblo (I Cor 12:12-26; Efes 4:1-16). Como tal mandó a su Espíritu a unir la iglesia (Hech 2:33-36; Jn 17:21) y darle poder para testificar (Jn 14:26; 15:26; 16:7-11).

3. Aún ahora es legítimamente Rey de Naciones, como es Rey de Santos (Cp Sal 2). En su resurrección y ascensión es proclamado “Señor” (Fil 2:9-11) con toda autoridad (Mat 28:18; Efes 1:20-23).
4. Su reino será co-extensivo con el mundo. En que sentido, lo veremos en Escatología.

Como Dios, Cristo es el Creador (Col 1:15-20). Es Rey y Redentor (Col 1:13-14). Él posee la naturaleza del Dios invisible y como tal creó el universo (Col 1:15). Como “primogénito” de la creación, el Hijo es heredero de todo (Col 1:15-16; vea Deut 21:15-17). Todo fue creado “en”, “por” y “para” Él (vea Heb 1:2-3). Cristo es su meta y el universo encuentra su unidad en Él. Cristo lo mantiene, proveyendo su orden, coherencia y dirección dinámica (Col 1:17; Heb 1:3).

Era el Logos pre-existente quien asumió la naturaleza humana en unión personal. Como el Hijo encarnado entró en su propia creación. Como Redentor de su iglesia el Hijo renueva y completa la creación (Col 1:18-20; Efes 1:18-23; Heb 2:5-9; Rom 8:18-23). Por su resurrección es dado toda autoridad (Mat 28:18; Heb 1:2-3). Esto se ve también en su ascensión (Efes 1:18-23; I Cor 15:20-26).

El pecado y la Caída causaron disrupción en la creación. Como resultado el universo fue sujetado a vanidad (Rom 8:20; Gen 3:17-19). Desde una perspectiva creación existe por causa de redención: redención será la restauración y renovación de la creación. Desde otro ángulo redención depende de creación: la cruz requería la existencia del mundo y la proclamación de la iglesia demanda la continuación de las naciones para que puedan ser discipulado (vea Gen 8:20-22).

Con la llegada de Cristo, el Reino de Dios, ya esperado (Dan 2:31-45; 7:9-14) había llegado (Mar 1:15). Vemos de las Escrituras que el reino de Cristo es espiritual en su naturaleza (Efes 1:22; Sal 2:6; Isa 9:6,7; Luc 1:33; Jn 18:36,37), y se base en la obra de redención. Es de “los pobres en espíritu” (Mat 5:3). Mientras Lucas menciona solamente “los pobres” (Luc 6:20) esto está en el contexto de un sermón dirigido a los discípulos de Jesús (Luc 6:19). No somos ciudadanos de este reino en virtud de nuestra humanidad, sino porque hemos sido redimidos. Pero nuestra redención es parte de una redención que incluye todo el universo (Rom 8:22-23). Cristo se asoció con los pobres y se opuso a las élites de su día. Sin embargo, mientras es importante restaurar estos énfasis, los teólogos de la liberación, con su mirada hacia el futuro éxito de la lucha contra la injusticia social, fallan en dar el énfasis del Nuevo Testamento en la salvación realizada por Cristo en su muerte y resurrección. Además los apóstoles tuvieron que proclamar el Reino de Dios (Hech 1:3) en su predicación. De lo que sabemos de esta el mensaje del Reino tuvo que ver con perdón de pecado por la muerte de Cristo y no con temas sociales y económicos.

El reino de Cristo ya esta presente en los corazones de Su pueblo, y siempre esta desarrollándose y ensanchando su esfera de influencia (Mt 12:28; Luc 17:21; Col 1:13). Esto se debe enfatizar. Pero es igualmente importante recordar que la perfección y la realización completa del reino es una realidad futura y escatológica. A veces hay enseñanzas de un desarrollo gradual del Reino (Mt 13:1-46). Pero el reino presente no se desarrollará gradualmente al reino del futuro por si mismo. Las Escrituras muestran claramente que el reino futuro será introducido dentro de cambios grandes y cataclísmicos (Mt 24:21-24; Luc 17:22- 37; 21:5-33; I Tes 5:2,3; II Ped 3:10-12). El aspecto escatológico del reino recibe mucho énfasis en el N.T. (Mt 22:2-14; 25:1-13; I Tes 2:12). Afectará todo el universo (Rom 8:18-23; Fil 2:9-11; I Cor 15:25-28). Este último pasaje parece indicar que su señorío mediatorial terminará entonces. Pero Efes 1:9-10 ve todo bajo Cristo por toda la eternidad.

Aunque el reino de Cristo está relacionado íntimamente con la iglesia, el reino representa un campo más amplio de visión.

La ilustración de la iglesia como un círculo dentro del círculo más grande del reino, quizás ayudará en este punto. A veces los términos "iglesia" y "reino" se utilizan en casi el mismo sentido en las Escrituras (ej. Mt 13:24-30,47-50). Generalmente la distinción anterior esta bien. La distinción entre iglesia y reino reconocida por la teología reformada no es la distinción del dispensacionalismo moderno, que ve el reino como esencialmente judío, y la iglesia como el cuerpo de Cristo, y en ningún sentido co-extensiva con Israel. El dispensacionalismo niega que Israel fue la iglesia del A.T. y que su esencia espiritual es una con la iglesia del N.T., como es enseñado claramente en Hech 7:38; Rom 11:11-24; Gal 3:7-9,29; Efes 2:11-22.

El Reino de Dios es su gobierno en los asuntos de la humanidad. Se inauguró con la llegada de Cristo. Su enseñanza y ministerio, y su mensaje del Reino señalan al evento clímax de su muerte y resurrección. Pero vendrá con poder en su segunda venida. Sin embargo la obra de Dios en nuestra salvación extiende a la renovación de sociedad y el cosmos. Como tal tiene autoridad sobre toda la vida humana. La ética del Reino extiende al matrimonio, el cuidado de niños, negocios, responsabilidades políticos, y asuntos financieros entre otras cosas.

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