jueves, 10 de marzo de 2011

La Persona de Cristo

(II Confesión de Londres 1689 Cap 8; CB 17; CH p 12, 18)

I. Los Nombres de Cristo (CH p 29-34).

En la Biblia el “Nombre” de algo o alguien define lo que es en su esencia. Así glorificar el Nombre de Dios es glorificarle a Él. El Nombre de Dios es Dios revelado a nosotros.

A: Jesús - Josué - Salvador (CH p 29)– Significa Jehová es Salvación y muestra el hecho que el Dios del Pacto se ha comprometido en nuestra salvación. Se refiere a Cristo en Su vida terrenal. Es usado pocas veces en las epístolas siendo reemplazado por "Cristo Jesús" "El Señor Jesucristo" etc.

Un análisis del uso del nombre.

Mateo usó el nombre "Jesús" al recordar la vida terrenal del Salvador. Jesús ocurre 139 veces en el relato de Mateo.

Jesucristo (1:1,18; 16:21) Cristo (1:17; 11:2; cp 1:16) El nombre Jesús ocurre 148 veces en Mateo, en nueve ocasiones se usa en combinaciones.

Marcos se encargó de escribir el "principio del evangelio de Jesucristo". Una intervención divina manifestada en el ministerio del Mesías - Jesús. Representa la vida de Jesús como sobrenatural desde el principio hasta el fin. Usa Jesús 73 veces no dándole otro nombre al Mesías aparte del titulo de su evangelio. Otros son recordados por Marcos como dirigiéndose al Salvador en términos sencillos de respeto y honor. A veces títulos mas altos son usados (Hijo de Dios, Hijo de David, El Hijo). Pero la narración de Marcos simplemente usó "Jesús", el nombre asociado en especial con su encarnación.

Lucas usó Jesús 77 veces, ocasionalmente usó "El Señor" (14 veces). En 2:26 "el Cristo del Señor", en 18:37 "Jesús de Nazaret". En 4:41 "El Cristo". Como en los otros sinópticos generalmente "Jesús" es usado en la narración.

Juan. El oficio de Mesías se enfatiza en los sinópticos. La deidad de Jesús se enfatiza en Juan. La diferencia es uno de grado no de especie. El propósito de Juan es establecer la deidad de Cristo (20:31). La fraseología de Juan es única en el Nuevo Testamento "El Verbo" "Unigénito" "Luz" etc. Vea el prólogo (1:1-18).

Pero después del prólogo (la idea fundamental así declarada) Juan empieza su narración. Entonces él también usa Jesús (casi 250 veces). A veces usa "El Señor" (4:1; 6:23; 11:2; 20:20; 21:7,12). Los cuatro testificaron de Jesús entonces hablan de Jesús.

Hechos. Este libro se ocupa, no de la vida terrenal de Cristo sino del Salvador exaltado actuando para y por Sus discípulos. Por supuesto el nombre "Jesús" ocurre con menos frecuencia siendo reemplazado por el más reverente "Señor". "Jesús" es usado en apologética. El testimonio se dirige al publico en general y a los que están afuera de la iglesia visible.

Pablo. Sus escrituras son didácticas más que históricas. Pocas veces usa "Jesús", mientras "Señor" es el titulo empleado comúnmente. Jesús ocurre en las epístolas de Pablo solamente 17 veces. Señor más de 144 a que se puede añadir Señor con el nombre propio más de 95 veces.

Las Epístolas Católicas. Aquí otra vez se nota la misma actitud de reverencia al Redentor como en Pablo. Santiago y Judas tienen significado especial en que ambos eran parientes de nuestro Señor quienes no creyeron en El durante Su ministerio terrenal (Jn 7:5). Ni "Jesús" ni "Cristo" aparecen en cualquier de las dos epístolas. Hay una reverencia notable en ambas (Stg 1:1;Jud 1:1).

Pedro usa "Cristo" o "Jesucristo".

Hay que distinguir entre el uso de "Jesús" en narración y apologética y los títulos reverentes usados en adoración y comunión cristiana.
El uso indistinto y demasiado familiar de "Jesús" no es apoyado en el Nuevo Testamento. Al revez es condenado por la abundancia de la evidencia.

B: "Cristo" (CH p 31) es su nombre o título oficial. Es la palabra griega que traduce el hebreo “Mesías”, que significa “ungido”. En los tiempos del Antiguo Testamento los reyes, sacerdotes y profetas fueron ungidos por sus oficios mostrando: (1) nombramiento al oficio; (2) una relación especial con Dios; (3) el don del Espíritu Santo para el oficio (I Sam 24:6; 26:9; 16:13; Isa 61:1; II Cor 1:21,22 vean Jn 3:34; C.H. p 31).

Aunque Cristo fue nombrado a Su oficio eternamente, en la historia Su unción se relaciona a:

Su concepción en el vientre de la virgen por el Espíritu Santo (Luc 1:35); Cuando recibió al Espíritu Santo en Su bautismo (Mat 3:16; Mr 1:10; Luc 3:21,22). A Él fue dado el Espíritu sin medida (Jn 3:34).

"Cristo" fue aplicado primeramente como un sustantivo común con el artículo y poco a poco se desarrolló en un sustantivo propio.

El significado verdadero de Jesús se puede entender solamente cuando se entiende su relación a la gente en medio de quienes nació. En los eventos que empiezan a desarrollarse en su carrera terrenal se cumplen el propósito de Dios y su pacto con Israel. Él es Él que viene a hacer lo que ni el pueblo del A.T. ni sus representantes ungidos, los profetas, sacerdotes y reyes, podían hacer. Pero se les había prometido que Uno que vendría de en medio de ellos haría bien lo que todos ellos no habían logrado hacer bien. En este sentido, Jesús de Nazaret, es este Uno, ungido con el Espíritu y poder (Hech 10:38) a ser el verdadero Mesías o Cristo (Jn 1:41; Rom 9:5) desu pueblo. Él es el verdadero Profeta (Mar 9:7; Luc 13:33; Jn 1:21; 6:14), Sacerdote (Jn 17; Heb.), y Rey (Mt 2:2; 21:5; 27:11), como, por ejemplo, su bautismo (Mt 3:13ss) y su uso de Isa 61 (Luc 4:16-22) indican.

Al recibir este ungimiento y cumplir este propósito mesiánico, recibe de sus contemporáneos los títulos “Cristo” (Mar 8:29) e “Hijo de David” (Mat 9:27; 12:23; 15:22; cp. Luc 1:32; Rom 1:3; Apoc 5:5).

Pero también se da, y recibe de otros, muchos más títulos que ayudan en ilustrar el oficio que cumplió, y que están aún más decisivos en indicar quien es. Una comparación de las ideas mesiánicas actuales del judaísmo tanto con la enseñanza de Jesús mismo como con el testimonio del N.T. muestra que Jesús seleccionó ciertos rasgos de la tradición mesiánica que enfatizó y permitió cristalizar alrededor de su propia Persona. Ciertos títulos mesiánicos son usados por él y de él en preferencia a otros, y son reinterpretados en el uso que él hace de ellos y en la relación que él les da a él mismo y el uno al otro. Esto es parte de la razón por su “reserva mesiánica” (Mat 8:4; 16:20; Jn 10:24).

C: “Siervo” La auto-identificación de Jesús con los hombres se ve claramente en pasajes que recuerdan al Siervo Sufriente de Isaías (Mat 12:18; Mar 10:45; Luc 24:26). Es en su experiencia de bautismo que entra en este papel (cp. Mat 3:17 e Isa 42:1) de sufrir como Él en quien todo su pueblo está representado y quien está ofrecido por el pecado del mundo (Jn 1:29; Isa 53). Jesús está llamado “siervo” explícitamente en la predica temprana de la iglesia (Hech 3:13, 26; 4:27, 30), y el pensamiento de él como tal también estaba en la mente de Pablo (cp. Rom 4:25; 5:19; II Cor 5:21).

En la humillación de su auto-identificación con nuestra humanidad (Heb 2:17; 4:15; 5:7; 2:9; 12:2) cumple el papel no solamente de victima, pero también de Sumo Sacerdote, ofreciéndose a si mismo una vez para siempre (Heb 7:27; 9:12; 10:10) en una auto-ofrenda que realiza para siempre una nueva relación entre Dios y el hombre. Su “bautismo”, el cumplimiento de que él realiza en su carrera terrenal culminando en la cruz (cp. Luc 12:50), es su auto-santificación a su sacerdocio eterno, y en y por esta auto-santificación su pueblo son santificados para siempre (Jn 17:19; Heb 10:14).

D: "Señor" (CH p 34) se aplica a Dios en la LXX. A veces en el Nuevo Testamento se aplica a Cristo como una forma cortés de hablar (Mat 8:2). Otras veces indica posesión de autoridad (Mat 21:3; 24:42). Pero a veces su uso es tan expresivo de grandeza y exaltación que claramente indica la deidad de Cristo (Luc 2:11; 3:4; Hech 2:36; I Cor 12:3; Fil 2:11). Es el Nombre dado a él por el Padre, indicando que él es Mediador. Indica que es Señor y Amo de su pueblo y ellos son su propiedad, dado por el Padre y comprado por él. También tiene autoridad sobre todo (Mat 28:18; Apoc 19:16).

Aunque Pablo también usa el título “Hijo de Dios”, con más frecuencia se refiere a Jesús como “Señor”. Este término no originó con Pablo. Se dirige a y se refiere a Jesús como Señor en los Evangelios (Mat 7:21; Mar 11:3; Luc 6:46). Aquí el título puede referirse primeramente a su autoridad en enseñar (Luc 11:1; 12:41), pero también puede tener un significado más profundo (Mat 8:25; Luc 5:8). Aunque con más frecuencia se le da después de su exaltación, él mismo citó Sal 110:1 y preparó por este uso (Mar 12:35; 14:62).

Su señorío extiende sobre el curso de la historia y todos los poderes del mal (Col 2:15; I Cor 2:6-8; 8:5; 15:24) y debe ser la preocupación gobernante en la vida de la iglesia (Efes 6:7; I Cor 7:10, 25). Como Señor él vendrá a juzgar (II Tes 1:7).

Aunque su obra en su humillación también es el ejercicio de señorío, fue después de la resurrección y ascensión que el título “Señor” le fue conferido espontáneamente a Jesús (Hech 2:32ss; Fil 2:1-11) por la iglesia primitiva. Oraron a él como orarían a Dios (Hech 7:59-60; I Cor 1:2; cp. Apoc 9:14,21; 22:16). Su nombre como Señor está enlazado en la asociación más cercana con el de Dios mismo (I Cor 1:3; II Cor 1:2; cp. Apoc 17:14; 19:16; y Deut 10:17). A él se les refieren las promesas y atributos del “Señor” Dios (KYRIOS LXX) en el A.T. (cp. Hech 2:21, 38; Rom 10:3 y Joel 2:32; I Tes 5:2 y Amós 5:18; Fil 2:10-11 e Isa 45:23). A él se aplican libremente el lenguaje y las formulas que se utilizan de Dios mismo, a tal punto que es difícil decidir en un pasaje como Rom 9:5 si es al Padre o al Hijo a quien se refiere. En Jn 1:1, 18; 20:28; II Tes 1:12; I Tim 3:16; Tit 2:13; y II Ped 1:1, a Jesús se le confiesa como “Dios”.

E: “Verbo” El dicho “y aquel Verbo fue hecho carne” (Jn 1:14), relaciona a Jesús tanto a la Sabiduría de Dios en el A.T. (que tiene un carácter personal, Prvo 8) y a la Ley de Dios (Deut 30:11-14; Isa 2:3) como estas son reveladas y declarados en la salida de la Palabra por la cual Dios crea, se revela, y cumple su voluntad en la historia (Sal 33:6; Isa 55:10-11; 11:4; Apoc 1:16). Hay aquí una relación cercana entre palabra y evento. En el N.T. viene a ser más claro que el Verbo no es simplemente un mensaje proclamado pero es Cristo mismo (cp. Efes 3:17 y Col 3:16; I Ped 1:3 y 23; Jn 8:31 y 15:7). Lo que Pablo expresa en Col 1, Juan expresa en su prologo. En ambos pasajes (y en Heb 1:1-14) el lugar de Cristo como Él que al principio fue el Agente de la actividad creativa de Dios se asevera. Aldar testimonio a estos aspectos de Jesucristo, es inevitable que el N.T. debe dar testimonio a su preexistencia. Él fue “en el principio” (Jn 1:1-3; Heb 1:2-10).

Su venida misma (Luc 12:49; Mar 1:24; 2:17) le involucra en profundo auto-humillación (II Cor 8:9; Fil 2:5-7) en cumplimiento de un propósito ordenado para él desde la fundación del mundo (Apoc 13:8). En el Evangelio de Juan él da este testimonio en sus propias palabras (Jn 8:58; 17:5, 24).

Pero mientras su venida del Padre no involucra disminución de su deidad, sin embargo, hay una subordinación del Hijo encarnado al Padre en la relación de amor e igualdad que subsiste entre el Padre y el Hijo (Jn 14:28), porque es el Padre quien manda y el Hijo quien es mandado (Jn 10:36), el Padre quien da y el Hijo quien recibe (Jn 5:26), el Padre quien ordena y el Hijo quien cumpla (Jn 10:18). Cristo le pertenece a Dios, quien es la Cabeza (I Cor 3:23; 11:13), y al fin sujetará todas las cosas a Él (I Cor 15:28).

F: "El Hijo del Hombre". Jesús utilizó el título de si mismo más que cualquier otro (Más de 80 veces). Hay pasajes en el A.T. donde la frase significa simplemente “hombre” (Sal 8:4; Ezequiel), y a veces el uso que Jesús hace de él corresponde a este significado (Mat 8:20). Pero la mayoría de los contextos indican que al usar este título Jesús está pensando en Dan 7:13,14, donde el “Hijo del Hombre” es una figura celestial, tanto un individuo como a la vez el Representante ideal del pueblo de Dios. La frase “Hijo del Hombre” (Jn 5:27; Dan 7:13) parece intimar que Cristo responde a la idea perfecta de la humanidad como existió al principio en la mente de Dios. En la tradición apocalíptica judía este Hijo del Hombre se considera como uno preexistente quien vendrá al fin de las edades como juez y como una luz a los gentiles (Mar 14:62).

Jesús a veces utiliza este título al enfatizar su autoridad y poder (Mar 2:10, 28; Luc 12:19). Otras veces lo utiliza cuando se enfatiza su humildad y su incógnito (Mar 10:45; 14:21; Luc 19:10; 9:58). En el Evangelio de Juan el título se usa en contextos que enfatizan su preexistencia, su descenso al mundo en una humillación que tanto cubra como manifiesta su gloria (Jn 3:13-14; 6:62-63; 8:6ss), su papel de unir el cielo y la tierra (Jn 1:51), su venida a juzgar a los hombres y realizar el banquete mesiánico (Jn 5:27; 6:27).

Otras personas lo usaron pocas veces (vea Esteben Hech 7:56; Juan Apoc 1:13; 14:14). Generalmente el título expresa Su humanidad y está lejos de las ideas equivocadas del Mesías que eran corrientes en aquel entonces. Cristo es El Hijo del Hombre. Pero este título se entiende en términos de Dan 7:13,14. En Cristo la naturaleza humana está destinada a ser glorificado (Heb 2:6-9). El título es único como es lo que describe.

Aunque “Hijo del Hombre” es utilizado solamente por Jesús de si mismo, lo que significa se expresa de otra manera, especialmente en Rom 5 y I Cor 15, donde a Cristo se describe como “el hombre del cielo” o el “segundo Adán”. Pablo aquí usa indicios en los Evangelios Sinópticos que en la venida de Cristo hay una nueva creación (Mat 19:38) en que su parte se relaciona a y hace contraste con la de Adán en la primera creación (Mar 1:13; Luc 3:38). Tanto Adán como Cristo tienen la relación representativa a toda la humanidad que se involucra en el concepto del “Hijo del Hombre”. Pero a Cristo se considera como Uno cuya identificación con la humanidad es más profunda y completa que la de Adán (Rom 5:12-21; I Cor 15:22). En su acción redentora la salvación se provee por los hombres. Por fe en él uno puede participar en una salvación ya cumplida en él. También él es la imagen y la gloria de Dios (II Cor 4:4, 6; Col 1:15) que el hombre fue hecho a reflejar (I Cor 11:7) y en que los cristianos se deben vestir al participar en la nueva creación (Col 3:10).

G: "Hijo de Dios" (CH p 33). Este título no es utilizado por Jesús de si mismo tanto como “Hijo del Hombre” (aunque vea Mar 12:6), pero es el nombre dado a él (Luc 1:35) por la voz desde el cielo en su bautismo y transfiguración (Mar 1:11; 9:7), por Pedro en su momento de iluminación (Mat 16:16), por los demonios (Mar 5:7) y el centurión (Mar 15:39).

Este título “Hijo de Dios” es mesiánico. En el A.T., Israel es el “hijo” (Exod 4:22; Ose 11:1). El rey (Sal 2:7; II Sam 7:14) y posiblemente los sacerdotes (Mal 1:6) también tienen este título. Jesús, entonces, al utilizar y reconocer este título, está asumiendo el nombre de Uno en quien el verdadero destino de Israel se cumplirá.

Pero el título también refleja la conciencia filial única de Jesús en medio de tal tarea mesiánica (Mat 11:27; Mar 13:32; 14:36; Sal 2:7). Esto tiene las implicaciones cristológicas más profundas. Él no es simplemente un hijo sino el Hijo (Jn 20:17). Esta conciencia, que se revela en momentos cruciales en los Evangelios Sinópticos, se considera en Juan como formando el fondo conciente continuo de la vida de Jesús. El Hijo y el Padre son uno (Jn 5:19, 30; 16:32) en voluntad (Jn 4:34; 6:38; 7:28; 8:42; 13:3) y actividad (Jn 14:10) y en dar vida eterna (Jn 10:30). El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo (Jn 10:38; 14:10). El Hijo, como el Padre tiene vida y poder vivificante en si (Jn 5:26). El Padre ama al Hijo (Jn 3:35; 10:17; 17:23-24) y da todas las cosas en sus manos (Jn 5:35), dándole autoridad a juzgar (Jn 5:22). El título también implica una unidad de ser y naturaleza con el Padre, algo único de origen y preexistencia (Jn 3:16; Heb 1:2)

En el Nuevo Testamento el término se usa para indicar: (1) El nacimiento de Cristo - su vida terrenal tuvo un origen sobrenatural (Mat 1:18-24; Luc 1:35; Mr 1:1; 6:18-24; Jn 1:14); (2) La posición oficial de Cristo como Mesías (vea Mat 24:36; Mr 13:32; Jn 14:28). (3) La posición de Cristo en la Trinidad. Así el título muchas veces indica la deidad de Cristo. Ser hijo en el oriente indica que es el mismo en sustancia e igual en oficio y posición (Jn 10:31-33,36). Así el Nombre indica un sentido eterno, esencial y absoluto en relación al Padre como Primera Persona en la Trinidad.

H: “Dios” Con los demás títulos ya ni siquiera es necesario que se le llama a Jesús “Dios” para establecer que lo es. Pero hay textos que hacen esto claramente (Rom 9:5; Tit 2:13; Jn 1:1; Heb 1:8; I Jn 5:20).

Las Naturalezas de Cristo (II Con de Londres 8:2, 3, 4; CB 19; CH p15-17; CM p 21)

La persona de Cristo es un misterio que excede la razón humana pero que ha sido revelado en la Biblia. Desde los tiempos antiguos la iglesia ha confesado la doctrina bíblica de las dos naturalezas de Cristo - una persona tanto divina como humana a la vez. ("Teantropos" Dios - Hombre). El Verbo encarnado. La iglesia aceptó la doctrina (vea Credo de Nicea; Credo de Atanasio; Confesión de Augsburgo Art. 3; Formula de Concordia Art. 8; Segunda Confesión Helvetica Art. 11; Confesión Bélga Art. 18, 19; Confesión de Westminster VIII:2; II Confesión Bautista de Londres 1689 VIII:2) porque fue claramente enseñada en las escrituras.

Herman Hoeksema resume las controversias sobre la Persona y las naturalezas de Cristo durante la historia de la siguiente manera:

“Una concepción correcta de la Persona y las naturalezas del Mediador, de la relación entre la Persona y las naturalezas, y de la relación entre las dos naturalezas mutuamente es de significado central en teología ortodoxa. Y esta doctrina siempre ha sido un punto de controversia seria. Respeta a esta parte de dogmática todo tipo de herejía se desarrolló en el transcurso de la historia. A veces fue la deidad verdadera de Cristo que fue atacada, como, por ejemplo, por los Ebionitas y los Alogoi, quienes concibieron de Él como un hombre común, quien, no obstante, por su bautismo fue equipado con poderes extraordinarios. Otros, como los Docetae, negaron la verdadera humanidad de Cristo. Según ellos Cristo es el Aeon más alto, quien fue mandado por el Padre al mundo como redentor, y se reveló en la apariencia de un cuerpo. Esto también fue el error de muchos de los Gnosticos, quienes intentaron mezclar ciertos elementos paganos dualistas teosóficos con la filosofía Helénica e intentaron unirles en ideas cristianas. Ario también negó la verdadera divinidad de Jesucristo, y enseñó que Él fue la criatura más importante del Padre, producida de la nada en el tiempo. Y más o menos al mismo tiempo Aploinario negó la totalidad de la naturaleza humana de Cristo, y enseñó que el logos había tomado el lugar en la naturaleza humana del nous o del espíritu humano. Otros errores se relacionaron a la relación entre las dos naturalezas de Cristo. Nestorio negó la unidad de las naturalizas en la Una Persona de Cristo. Mientras, más o menos al mismo tiempo, Eutiches y los Monofisitos negaron la distinción entre las dos naturalezas y enseñaron que en la encarnación una tercera naturaleza originó y Cristo llegó a ser el Qeanqropos o Dios-hombre. En alguna forma u otra todas estas herejías fueron revivificadas en la teología moderna más tarde, como por ejemplo en las escuelas de Schleiermacher, Ritschl, Wendt, Harnack, etc. Todos estos errores fueron desviados, y la verdadera doctrina fue presentada en el Símbolo de Calcedonia, 451, que se lee como sigue:”

“Siguiendo, pues, a los Santos Padres todos a una voz enseñamos a confesar un solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en divinidad, así como en humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, con alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, hecho en todo semejante a nosotros, pero sin pecado; engendrado del Padre antes de todos los siglos en cuanto a la deidad; y en estos últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, nacido de la virgen Maria, Madre de Dios, en cuanto a la humanidad;

“Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación; sin que en manera alguna sea suprimida la diferencia de las naturalezas a causa de la unión, sino quedando más bien a salvo la propiedad de cada naturaleza, y concurriendo ambas en una sola persona y subsistencia, no partido ni dividido en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, el Unigénito, Dios el Verbo, el Señor Jesucristo; como desde el principio han declarado los profetas acerca de él, y el mismo Señor Jesucristo nos ha enseñado, y el Credo de los Padres nos lo ha transmitido.” (Reformed Dogmatics p. 342-343)

A la lista de Hoeksema tenemos que añadir dos otras herejías antes de analizar el Símbolo. Adopcionistas quisieron resolver el problema de la relación de Cristo con el Padre, para evitar lo que les parecía era politeísmo (creencia en varios dioses) y afirmar la unidad de Dios. Para ellos solo podía haber un solo ser supremo por eso se los llamó "Monarquianos". Hubo dos tipos de Monarquianos:

1. Dinamistas ó Adopcionistas que enseñaban que Jesús fue un poder o emanación de Dios, un hombre tan bueno que Dios le adoptó como Su hijo en una forma especial.

2. Modalistas ó Sabelianos que enseñaban que las tres personas de la trinidad no son tres existencias o personalidades, sino solo tres modos de la existencia de una sola personalidad divina. Sabelio enseñó en Roma en el tercer siglo y gozó de amplia popularidad. Según él Dios desempeñó tres papeles en la historia: primero como Padre creador, que se reveló en las escrituras judías; segundo como hijo que se reveló en el Jesús histórico; y tercero como el Espíritu Santo que es la forma en que ahora debe ser adorado.

Robert L. Reymond explica bien el significado de este Símbolo:

“Como un dicho apologético la Definición se dirigió a cada problema que había plagado la iglesia en cuanto a la persona de Cristo.

1. Contra los Docetistas declaró que el Señor Jesucristo fue perfecto en humanidad, verdaderamente hombre, consustancial…con nosotros según la humanidad y nacido de Maria.

2. Contra los adopcionistas Samosatas insistió en la subsistencia personal del Logos ‘engendrado del Padre antes de todos los siglos’

3. Contra los Sabelianos, distinguió el Hijo del Padre, tanto por los títulos de ‘Padre’ e ‘Hijo’ como por su referencia al Padre habiendo engendrado al Hijo antes de todos los siglos.

4. Contra lo Arianos afirmó que el Señor Jesucristo fue perfecto en deidad, verdaderamente Dios, y consustancial con el Padre.

5. Contra los Apolinarios, quienes habían reducido la humanidad de Jesús a un cuerpo y una ‘alma animal’ (yucjjh alogov psyché alogos), declaró que Jesús tuvo una ‘alma racional’ (yucjjh logikjjh psyché logiké), eso es, un ‘espíritu’

6. Contra los Nestorianos tanto describió a Maria como qeotokov, theotokos, no para exaltar a Maria en lo menor, sino para afirmar la deidad verdadera de Jesús y el hecho de una encarnación verdadera, como habló en todo de uno y el mismo Hijo y una persona y una sustancia, no partida ni dividida en dos personas y cuyas naturalezas están en unión sin división y sin separación.

7. Finalmente, contra los Eutiquianos confesó que en Cristo había dos naturalezas sin confusión y sin cambio, la propiedad de cada naturaleza siendo preservada y concurriendo en la sola persona.” (A New Systematic Theology of the Christian Faith p. 608-609) ‘

A: La Encarnación (CH p 35,36)

La verdad de la Encarnación del Hijo de Dios está enseñada claramente en las Escrituras (Isa 9:6,7; Miq 5:2; Luc 1:34,35; Jn 1:1,14; I Tim 3:16; I Jn 4:2; 5:5). La Encarnación era necesaria por causa del pecado. Dios habiendo determinado salvar a los hombres perdidos en el pecado era necesario dar satisfacción a la justicia de Dios. Como la justicia de Dios es infinita era necesario dar una satisfacción infinita. Además era necesario dar satisfacción en la misma naturaleza que pecó. Pero era necesario que Él que hace esto sea Dios, porque ninguna criatura podía cargar la ira de Dios hasta el fin y sobrevivir.

El hecho que Cristo llegó a ser uno con la humanidad ha llevado a algunos a creer que la Encarnación nos salva, o que todos serán salvos por compartir la misma humanidad con Cristo. Se basan en pasajes tales como Rom 5:12-21 y I Cor 15:22. Pero la Biblia no enseña un universalismo. Habla también de juicio. Habla de la necesidad de arrepentimiento y fe para salvación. Unión con Cristo empieza a ser una realidad personal cuando uno confía en Él para salvación. Salvación consiste en ser vivificado en Cristo (Efes 2:1-4) y unión con Cristo lleva a todas las bendiciones espirituales (Efes 1:3-15; I Cor 1:30,31).

Cristo como el segundo Adán, es nuestro Representante: su obediencia es nuestra. Hay una relación de solidaridad legal (Rom 5:12-21). Pero hay un aspecto dinámico también: lo que Cristo tiene un efecto en nosotros, cambiándonos desde adentro por el poder del Espíritu Santo (Rom 6:1-9; Efes 1:18-22). Esta unión se basa en una profunda intercomunión entre los creyentes y Cristo (Jn 14:20, 23; 17:20-23; cp. Col 1:27; II Ped 1:4). Estopor su parte se basa en el perichoresis de la Trinidad.

B: La Naturaleza Divina de Cristo

Las escrituras enseñan claramente que Cristo es Dios.

El Antiguo Testamento profetizó de un Mesías divino (Sal 2:6-12; Heb 1:5; Sal 45:6,7; Heb 1:8,9; Sal 110:1;Heb 1:13; Isa 9:6; Jer 23:6; Dan 7:13; Miq 5:2; Zac 13:7 ; Mal 3:1). El Nuevo Testamento le declara a Jesús de Nazaret a ser una persona divina en cada sentido igual al Padre, y Cristo mismo hace esta misma declaración, más de una vez. Hay un énfasis especial en la deidad de Cristo en el evangelio de Juan (1-5; 11; 20:28) y I Juan (especialmente 5:20). Pero los otros evangelios también enseñan Su deidad (Mat 5:17; 9:6;11:1-6,27; Mr 8:38). Pablo es muy enfático en decir esta verdad y habla en términos brillantes de su Salvador divino (Rom 1:7; 9:5; I Cor 1:1-3; 2:8; II Cor 5:10; Gal 2:20;4:4; Fil 2:6; Col 2:9; I Tim 3:16). La epístola a los Hebreos tiene un punto de vista igualmente exaltado, de Cristo (1:4,14; 5:8). Nuestro Señor estaba profundamente consciente de Su deidad y es importante apelar a Su "auto-conciencia" para apoyar esta doctrina (Mat 11:27; 21:37,38; 22:42-46; Luc 4:36; Jn 3:13; 5:17-27; 6:37-40,57; 8:34-36, 58; 10:17,18, 30, 35,36; 14:9,10).

Nombres de Dios se le dan (Jn 20:28; I Jn 5:20; Rom 9:5). Recibe honores divinos (Hech 7:59;Jn 20:28vea Jn 3:36). También tiene los atributos de Dios: omnisciencia (Jn 21:17); omnipotencia (Apoc 1:8).

Además obras divinas son atribuidos a Él muchas veces. Él es el Creador (Jn 1:3; Col 1:16,17) y sostiene todo (Heb 1:3). Perdona pecados (Luc 5:20-24) y vivifica los muertos (Jn 5:21). Muestra conocimiento sobrenatural: en su conocimiento de Pedro (Jn 1:42); su encontrar a Felipe (Jn 1:43); Su conocimiento de Natanael (Jn 1:47-50); de la samaritana (Jn 4:17-19, 39); la muerte de Lazaro (Jn 11:14); de la negación de Pedro (Mat 26:34); de la manera de Su propia muerte (Jn 12:33; 18:32); de la manera de la muerte de Pedro (Jn 21:19); y de la caída de Jerusalén (Mat 24:2).

No hay ninguna duda de que el Nuevo Testamento presenta a un Jesús que aceptaba adoración, quien requería a los hombres a honrarle aún como honraban al Padre, y a creer en Él como en Dios. Declaró que Él y el Padre son uno y que los que le habían visto a Él le habían visto al Padre también. Perdonaba a los hombres sus pecados y se declaró ser el Juez de toda la humanidad. Como dice el Dr. Hodge "Dios no es más, ni puede prometer más, ni hacer más que lo que Cristo ha dicho ser, prometió e hizo".

CH p 17. Preg. ¿Por qué debe ser también verdadero Dios?

Resp. Para que, por la potencia de su Divinidad, pueda llevar en su humanidad la carga de la ira de Dios, y reparar y restituir en noso¬tros la Justicia y la vida.
(Isaías 9:5; Isaías 63:3. Isaías 53:4, 11. Deut. 4:24; Nah. 1:6; Salmo 130:3. Isaías 53:5, 11.)

C: La Naturaleza Humana de Cristo

(I Jn 4:3; Confesión de Augsburgo Art. III; Confesión Bélga Art. XVIII; Confesión de Westminster Cap VIII; II Confesión Bautista de Londres 1689 cap. VIII)

Los Docetistas decían que Cristo solamente tuvo la apariencia de un humano. Pero la humanidad genuina y propia de Cristo está bien establecida en la Biblia (I Tim 2:5; Heb 2:14; Luc 24:39). Cristo se llamó y fue llamado un hombre (Jn 8:40; Hech 2:22; Rom 5:15; I Cor 15:21).

Cristo asumió a si mismo nuestra naturaleza, con la excepción de pecado. Su humanidad sin pecado es revelado claramente en las escrituras (Luc 1:35; Jn 8:46; 14:30; II Cor 5:21; Heb 4:15; 9:14; I Ped 2:22; I Jn 3:5). Tuvo hambre, sed, cansancio (Luc 4:2; Jn 4:6,7; 19:28; Mat 8:24). Pensó y razonó, tenía gozo y tristeza y crecía en sabiduría (Luc 2:52). Mostró emociones humanas (Mar 10:21; Mat 9:36; Mar 3:5; Heb 5:7; Jn 12:27; 11:33, 35). Desarrolló naturalmente como niño (Luc 2:40, 46, 49, 52; Heb 2:10, 18; 5:8). Sufrió y murió (Luc 22:44; Jn 19:30).

Algunos han negado esto, incluyendo algunos Anabautistas que decían que su naturaleza humana vino de la simiente del Padre. Pero la Biblia enseña que obtuvo su naturaleza humana de la Virgen Maria (Isa 7:14; Mat 1:16-23; Luc 1:26-38; Gal 4:4). Así la llegada del Hijo de Dios al mundo se ve como determinado por Dios mismo, y no por un hombre. Su concepción por la virgen era la manera en que Dios llegó a ser hombre (Jn 1:14; II Cor 8:9). Así la Segunda Persona de la Trinidad asumió una naturaleza humana en unión con su Persona. Tuvo un cuerpo humano (Mat 26:26, 28; Luc 24:39) y un alma racional (I Ped 2:24; Mat 26:38). Estos dos elementos son esenciales a la existencia de una naturaleza humana completa. Cuando Apolinario decía que el Logos divino reemplazó el alma en Cristo los ortodoxos respondieron “lo que él no ha asumido no lo ha sanado” (Gregorio de Nazianzus Epistola 101). Cristo era y es humano en el sentido pleno de la palabra (Heb 2:14, 17; I Jn 1:1; 4:2). Era del linaje de David (Rom 1:3; Mat 1:1-17).

Asumió una naturaleza humana debilitado (Rom 8:3; Heb 2:17; 4:15). Mientras judicialmente Cristo fue hecho pecado como nuestro Sustituto, realmente fue libre del pecado real y original. Aunque en su naturaleza humana es de Adán, en su Persona no fue considerado en Adán. Personalmente no estaba bajo la ira de Dios y la condenación de la raza humana. Su naturaleza humana no fue depravada o corrompida, sino santa (Luc 1:35). Él nunca tuvo pecado actual (Jn 8:46; 14:30; Rom 8:3; Heb 4:15; 7:26; 9:14; II Cor 5:21; I Ped 1:19; 2:22; 3:18; I Jn 3:5,7). Él nunca oró el Padre Nuestro que incluye el pedido "perdónanos nuestros deudas".

La impecabilidad de nuestro Señor es no solamente que no tenía pecado sino que no podía pecar. Fue así por la relación entre las naturalezas divina y humana - una relación que garantizó que era y es siempre una persona divina. Cuando dicen que esto hace falso la tentación de Cristo contestamos que, porque no podía fallar la prueba a la cual fue sujetado no quita mérito de la realidad de la prueba, ej. el oro verdadero no puede fallar la prueba para establecer si es oro o no. Además solamente Cristo, por resistir toda tentación, sabe toda la fuerza y el pesar de la tentación. Una persona que no puede levantar un peso pesado no sabe cuan pesado es, la persona que lo levanta, lo sabe.

CH p 16. Preg, ¿Por qué debe ser verdadero hombre y perfectamente justo?

Resp. Porque la justicia de Dios exige que la misma naturaleza hu¬mana que pecó, pague por el pecado; y el hombre que es pecador, no puede pagar por otros.
(Ezeq. 18:4. 20; Rom. 5:18, 1 Cor. 15:21; Hebr. 2:14, 15, 16 Hebr. 7:26, 27, Salmo 49:7; 1Pedro 3:18.)

D: La Necesidad de las Dos Naturalezas de Cristo.

(Vea ¿Cur Deus Homo? de Anselmo; CH p.. 15-17)

1. Hombre. Como tal es nuestro representante y rinde obediencia en la naturaleza en la cual nosotros pecamos. La batalla tuvo que ser luchada en el mismo campo en que antes había sido perdida - el campo de la humanidad. La encarnación fue necesaria para Cristo entrar en un entendimiento completo y de simpatía por nuestra naturaleza y tener algo que ofrecer. Si solamente hubiera sido el Hijo de Dios, no habría ninguna ofrenda. Su humanidad fue la ofrenda que presentó y que sufrió. También fue necesario para Cristo ser hombre para ser el ejemplo perfecto a seguir por su pueblo. El anduvo el mismo camino que andamos, así lo que fracasó en Adán prevaleció en Cristo. Es un hombre total. Tomó nuestra naturaleza en todas sus partes. “Porque lo que él no ha asumido no ha sanado; pero lo que está unido a su deidad también es salvado. Si solamente la mitad de Adán cayera, entonces lo que Cristo asume y salva puede ser la mitad también; pero si la totalidad de su naturaleza cayó, debe ser unida a toda la naturaleza de él que fue engendrado, y así ser salvado como una totalidad.” (Gregorio de Nazianzo A Clerdonio el Sacerdote Contra Apolinario)

2. Dios. Fue de igual manera necesario que el Mediador sea Dios para que tramite con Dios por nosotros. Ninguno sino El "compañero de Jehová" podía negociar con Dios por nosotros. Si su sacrificio tuviera valor infinito, si su muerte tuviera valor redentor, si aplicara los frutos de su obra completa a otros entonces tendría que ser Dios. Ni aún un hombre perfecto podía cargar la ira de Dios, para librar otros de la maldición de la ley (Sal 49:7-10; 130:3). La redención tiene que ser trabajada solamente por Dios mismo.

“Apareció, pues, nuestro Señor Jesucristo como verdadero hombre, se revistió de la persona de Adán, y tomó su nombre poniéndose en su lugar para obedecer al Padre y presentar ante su justo juicio nuestra carne como satisfacción y sufrir en ella la pena y el castigo que habíamos merecido. En resumen, como Dios solo no puede sentir la muerte, ni el hombre solo vencerla, unió la naturaleza humana con la divina para someter la debilidad de aquella a la muerte, y así purificarla del pecado y obtener para ella la victoria con la potencia de la divina, sosteniendo el combate de la muerte por nosotros.” (Calvino Institución II: XII: 3)

III. La Persona de Cristo

A: Hay una distinción entre "naturaleza" y "persona". "Naturaleza" indica la suma total de todas las calidades esenciales de una cosa. "Persona" se refiere a la sustancia completa dotada con razón. Esto quiere decir una naturaleza más una sustancia independiente, eso es "naturaleza más individualidad o personalidad". Cristo asumió una "naturaleza" que no fue "personalidad" entonces la naturaleza humana nunca existió por sí misma a solas. No debemos pensar o hablar de Cristo como una persona humana.

B: En la Persona de Cristo hay la unión, no la fusión de dos naturalezas. Esto se denomina la unión personal o hipostática. No es un simple vivir del divino en lo humano como el Espíritu de Dios vive en los creyentes. Ni tampoco es una unión moral en que lo divino llegó a controlar lo humano. Tampoco es una unión temporal o que puede cambiar, asumida por un propósito y después descartada.

Es la Persona divina (logov) asumiendo una verdadera naturaleza humana (enhypostasia) . Esto ocurrió en tiempo (Jn 1:14; Fil 2:6,7; I Tim 3:16; Rom 1:3,4) y ahora el Logos divino tiene ambas naturalezas - divina y humana - que constituyen una sola Persona. El Espíritu Santo vino sobre Maria en un nuevo acto de creación a producir la naturaleza humana de Cristo en unión con el Logos (Luc 1:35; cp. Gén 1:2). Como la doctrina excede la razón humana, sigue siendo un misterio incomprensible a la mente humana. Viene por revelación y puede ser aceptada solo por fe. Sin embargo las escrituras son enfáticas e declarar este misterio del Teantropos.

C: El Fue una Sola Persona

Mientras es difícil explicar esta unión de las dos naturalezas en Cristo (la unión hipostática), se puede decir cosas negativas de ella, como hizo la definición de Calcedonia (451): “Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”. Estos últimos dos negativos se hicieron contra la doctrina de Nestorio. Este negó que se le podían llamar a Maria “Teotokos” o “cargador de Dios”, queriendo llamarle “Cristotokos” o “cargador de Cristo”. Al hacer esto negó que Cristo fuera Dios mismo sino solo un hombre poseído por Dios. Así el Logos vivía en el hombre Cristo como en su templo. Y Dios tuvo beneplácito con este hombre. Él era el instrumento de Dios y siempre hubo acuerdo entre la voluntad de Cristo y la de Dios. Por esto fue igual en dignidad.

La Biblia nunca apoya ninguna idea de una personalidad doble en Cristo. No hay ninguna indicación de ninguna relación de yo / tú en la vida interior de Cristo, como hay en la divinidad, donde una Persona se dirige a otras (Sal 2:7; 40:7,8; Jn 17). Cristo nunca habla en plural como hace el Dios trino (Gén 1:26; 3:22; 11:7). En Jn 3:11 probablemente Cristo se refiere a los asociados con Él como opuesto a otros no asociados con Él. Hay pasajes en el Nuevo Testamento donde encontramos referencias a ambas naturalezas en Cristo pero es claro que solamente hay una Persona (Rom 1:3,4; Gal 4:4,5; Fil 2:6-7).

D: Cristo es una Persona Divina.

En la encarnación no cambió o adoptó una persona humana. Él es una Persona divina desde la eternidad, asumió una naturaleza humana, y la subió en su Persona como el Hijo de Dios. Lo divino no puede llegar a ser humano, ni puede el infinito llegar a ser finito. Pero lo finito puede ser subido a lo infinito y lo humano a lo divino. Como la personalidad es en el alma así la Persona de Cristo es en la naturaleza divina. Él no fue una naturaleza humana que llegó a ser Dios sino una Persona divina que llegó a encarnarse (Rom 9:5; Fil 2:6,7; I Tim 3:16). Así hay pasajes que atribuyen propiedades y operaciones divinas a un solo Cristo (Jn 3:13; I Cor 2:8; Hech 20:28; Col 2:9).

Mientras la naturaleza humana de Cristo, como tal, no constituye una persona, sería incorrecto hablar de su naturaleza humana como impersonal. Cristo asumió esa naturaleza en subsistencia personal consigo mismo y entonces la naturaleza humana tiene su existencia personal en la Persona de Cristo. Como dice Berkhof "Es personal más bien que impersonal".




E: Elementos en la Persona de Cristo

Vemos tanto lo divino como lo humano en la Persona compleja del "Teantropos". Estas dos naturalezas distintas no fueron mezcladas, fusionadas o confundidas en ninguna manera (contra Eutiches: “Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser reconocido en dos naturalezas, sin confusión”). Esto se ve en los siguientes pasajes: Rom 1:3; I Ped 3:18; Heb 9:14; Jn 1:14; Fil 2:6,7, 11. Mantenían sus respectivas características naturales. La naturaleza humana fue completa y perfecta en todas sus partes. Había una conciencia humana y una conciencia divina, una inteligencia humana y una inteligencia divina. Como Dios, Cristo era infinito, todopoderoso, omnisciente e inmutable. Como hombre fue finito, limitado en poder, conocimiento, sabiduría y entendimiento, dependiente y mutable. Como el cuerpo humano mantiene todas las propiedades de un cuerpo material y el alma todas las calidades de un espíritu humano, en su unión en nuestras personas, así humanidad y divinidad mantienen sus propiedades peculiares en su unión en la Persona de Cristo.

Intercomunicación Entre las Dos Naturalezas.

A. Comunicación de Atributos.

Entre los Luteranos y los Reformados había diferencias acerca de los efectos de la unión de las dos naturalezas. Los Luteranos decían que las propiedades de ambas naturalezas fueron comunicadas, no solamente a la una Persona, pero que las de la naturaleza divina también fueron comunicadas a la humana. Así la naturaleza humana fue elevada a una posición de omnipotencia y omnipresencia divinas. Así corre el reisgo de ser docético o no dejar lugar para el desarrollo de Cristo como humano.

Los Luteranos mantienen que después de su resurrección y ascensión la naturaleza humana de Cristo fue glorificado de tal manera que compartió los atributos divinos. Así hablan de la ubicuidad u omnipresencia de la naturaleza humana de Cristo, en virtud de su relación con su Persona. Su doctrina de Consubstanciación en la Santa Cena viene de esta idea.

Los atributos de ambas naturalezas, la humana y la divina, son los atributos propios a la Persona y son atribuidos a la Persona. Él es todopoderoso, pero crucificado en debilidad, Él es eterno pero un niño de días. Posee todas las cosas pero es destituido y sufre necesidad. Él que levantaba a los muertos, murió. A la Persona del Mediador se atribuye los atributos de ambas naturalezas (Jn 3:13; Mat 17:12).

B. Comunicación de Gracias.

Su naturaleza humana compartió en la gloria de ser unida a la naturaleza divina en una Persona. Por los dones del Espíritu Santo la naturaleza humana de Cristo fue exaltada sobre todos los seres creados e inteligentes aún como el cuerpo humano; por su unión con el alma, es exaltado sobre todos los animales. Su "no poder pecar" o "impecabilidad" tiene relevancia aquí.

C. Comunicación de Hechos.

Todos sus hechos son los hechos de una Persona y esa Persona es divina. Algunos hechos son puramente divinos, como la creación y el perdón de pecados, algunos hechos son puramente humanos, como comer, dormir y llorar. Algunos hechos pertenecen a ambas naturalezas como los hechos más específicos de la redención. Sin embargo todos son los hechos de Cristo. Fue el Señor de gloria al morir y será el Hijo del Hombre al llegar para el juicio final. Aunque su obediencia y sufrimiento no eran por parte de la naturaleza divina, era de la Persona divina. La herejía que Dios sufre en la redención del hombre "patropasionismo" es parte de la tri-unidad de formas o manifestaciones enseñada por Sabellius en el año 250 DC. O sea que Dios se revela en la creación como Padre, en Cristo como Hijo, y en la iglesia como el Espíritu (Los Pentecostales Unidos mantienen esta posición). Así según este punto de vista la Trinidad no es necesaria ni eterna. Cristo es solamente Dios en forma humana y así Dios sufre, y entonces el Padre sufre - así el término "Patropasionismo".

Encontramos en las escrituras textos que se aplican al Teantropos como Redentor, Señor, Rey, Cabeza de la iglesia, Juez por venir, etc. Notamos que lo que es verdad solamente de la naturaleza divina se aplica a la persona como sujeto "antes que Abraham fuese Yo Soy" (Jn 8:58). Lo que es verdad de la naturaleza humana solamente también se aplica a la persona como sujeto y "mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mat 26:38); "Jesús lloró" (Jn 11:35); "Tengo sed" (Jn 19:8); "La iglesia del Señor la cual él ganó por su propia sangre" (Hech 20:28).

IV. Los Estados de Cristo (II Con de Londres VIII:4; CB 18; CH p 35-52; CM p 22, 27,28)

A: Humillación.

Este estado o relación era doble y consistió en Cristo despojándose a sí mismo o dejando a un lado su majestad divina y asumiendo la naturaleza humana en la forma de siervo y en su sumisión a las exigencias y la maldición de la ley, llegando a ser obediente en acción y sufriendo hasta el último requisito de la ley, aún la muerte en la cruz. Este doble aspecto de humillación se indica en Fil 2:7,8. Nuestro Señor tomó este doble paso, para descargar las obligaciones federales y penales de la ley por su pueblo. Así llegó a ser responsable legalmente por nuestros pecados, y sujeto a la maldición de la ley (vea Gal 4:4).

1. Encarnación. "Y aquel Verbo fue hecho carne" (Jn 1:14) nació de una mujer y así llegó a ser uno de nuestro numero - nacido de una virgen. No vino de generación ordinaria, y fue libre de toda mancha de pecado. El nacimiento virginal es un milagro, al comienzo de la vida terrenal de Cristo, un milagro hecho por el Espíritu Santo. Las palabras "Te cubrirá con su sombra" son iguales como "se movía sobre" (Gén 1:2 LXX). No hay nada irracional en cuanto al nacimiento virginal de nuestro Señor. La virgen María concibió por el poder del Espíritu Santo y así dice el Dr. W.C. Robinson: "El Hijo del Hombre es hijo de ningún hombre". Dr. L Berkhof comenta, "Un nacimiento natural habría sido una cosa no muy natural para una persona como Jesús". El Espíritu Santo poseyó la naturaleza humana de Cristo desde los comienzos y la guardó del pecado. La teoría del Kenosis (Fil 2:7a), (esta es la teoría que el despojar de sí mismo de Cristo incluyó el despojarse de su deidad y llegó a ser en la práctica simplemente un hombre) fue un intento a hacer plena justicia a la humanidad de Cristo y a enfatizar la grandeza del auto-sacrificio de Cristo. Pero los teólogos del Kenosis ignoran lo distinto de Dios y parecen imaginarse que Dios puede ser transformado en hombre. Tal concepto de Dios y del hombre olvidándose, como lo hace, de lo distinto de Dios, tiende a una actitud panteísta. La teoría del Kenosis está netamente en contra a (1) la inmutabilidad de Dios; (2) la doctrina bíblica de la Trinidad; (3) la doctrina bíblica de Cristo. Porque el Cristo de los teólogos del Kenosis ni es Dios, ni es hombre en el sentido verdadero de estos términos. Sino su naturaleza es, según el punto de vista del Kenosis "simplemente deidad reducida" (B.B. Warfield).

2. Sufrimiento. Los sufrimientos de Cristo representan otra etapa en la humillación de Cristo. Fue posible sufrir en su humanidad de tal manera que se puede decir que la persona sufrió. Fue El que sufrió en su humanidad. Toda la vida terrenal de Cristo fue una de sufrimiento y angustia. Para un ser sin pecado vivir y moverse en el ambiente pecaminoso de este mundo significó sufrimiento intenso. Más Cristo sufría de los asaltos repetidos de Satanás, la crueldad de los hombres, y la incredulidad de su propia gente, los judíos. En sus sufrimientos estaba a solas. Nadie podía compartir las tristezas del Mesías, y eso añadió a la intensidad y peso de su pasión, una pasión que llegó a su clímax en el Calvario, donde cargó la ira no mitigada de Dios contra el pecado. Mientras los sufrimientos físicos de Cristo eran grandes, el sufrimiento más grande fue el de su alma, que "derramó... hasta la muerte" (Isa 53:12). Nunca habrá tristeza como su tristeza. Por causa de su perfección Cristo tuvo una capacidad de sufrir mucho más allá de nuestro conocimiento. Nadie podía sentir lo asqueroso del mal moral como El. Su capacidad de sufrir fue proporcionada con la perfección ética y el carácter ideal de su humanidad. En un sentido único fue un "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isa 53:3).

3. Muerte (CH p 40). Su sufrimiento real se culminó y terminó en la muerte física. Sin embargo esta muerte fue simplemente la manifestación externa de separación de Dios por causa del pecado, en este caso el pecado de su pueblo. En el caso de Cristo la muerte no es el resultado inevitable del pecado como con todos los demás hombres sino una pena judicial de pecado - el pecado que El cargó (Isa 53). Fue la muerte en el sentido pleno. Dios lo abandonó así que Cristo gustó la muerte eterna tanto como la muerte física. En un período breve de tiempo llevó la ira infinita de Dios contra el pecado. Este abandono fue experimentado solamente en la conciencia humana del Mediador. Pero aún en este momento de tinieblas no hay ninguna nota de desesperación porque dirige su clamor de angustia a Dios. Debemos enfatizar que la unión entre el Logos y la naturaleza humana nunca se rompió, ni había ningún sentir de pérdida en la naturaleza divina. Ni por un momento quitó el Padre su amor y beneplácito de la persona del Mediador.

4. Sepultura (CH p 41). Al pensar que el hombre vuelve al polvo del cual fue tomado, como parte del castigo de su pecado (Gén 3:19) y al considerar los pasajes de las escrituras que indican estar en Seol era una humillación para Cristo (Sal 16:10; Hech 2:21, 31; 13:34,35) es claro que la sepultura del Salvador fue una fase distinta en su humillación. El sepulcro fue el alcázar de la muerte y Cristo entró en ese alcázar. Se quedó bajo el poder de la muerte por un corto período. El hecho de su sepultura proclama la realidad de su muerte y sirve para remover los terrores del sepulcro para todos los redimidos, y a santificarlo por ellos. Para el cristiano el sepulcro es un lugar donde Cristo ha estado. Al momento de su muerte el alma de Cristo fue de inmediato a la gloria.

5. El Descenso en Hades (CH p 44). El dicho del Credo "descendió a los infiernos" todavía es la confesión de millones de cristianos. Se base en Efes 4:9; I Ped 3:18,19; 4:4-6; Sal 16:8-10; (vea Hech 2:25-27,30,31). Para una explicación de estos pasajes vean Berkhof.

Calvino y el Catecismo de Heidelbergo interpretan esta frase metafóricamente y se la refieren a la agonía de Cristo en Getsemaní y en la cruz donde sufrió las punzadas del infierno.

Las escrituras no enseñan un descenso literal de Cristo en el infierno. Encomendar a su Espíritu en las manos de su Padre no es consistente con un descenso en el infierno después. Tal lenguaje indicaría un rol pasivo más bien que activo desde el momento de la muerte hasta la resurrección. Parece más sabio y más seguro decir que Cristo sufrió las punzadas del infierno en el huerto de Getsemaní y especialmente en la cruz y que entró en su estado más profundo de humillación en su muerte. El punto de vista de los Luteranos y otros que Cristo descendió a Hades a predicar y a celebrar su victoria sobre los poderes de las tinieblas no es consistente con Luc 23:43-46.

B: Exaltación

Al hablar de la exaltación de Cristo o sea su resurrección, ascensión, situación a la diestra de Dios y su regreso físico pensamos en el Teantropos como sujeto de tal exaltación y también reconocemos que fue en la naturaleza humana que la exaltación ocurrió, porque la naturaleza divina no puede ser humillada ni exaltada. Cristo entró en este estado cuando la satisfacción fue dada completamente y la deuda del pecado pagada. La exaltación de Cristo se enseña claramente en las escrituras (Fil 2:9-11; Luc 24:26; Jn 7:39; Hech 2:33; etc). Hay una conexión vital entre los dos estados de Cristo, el estado de exaltación siendo el resultado judicial del estado de humillación (vea Heb 10:12). La justificación de Cristo fue inevitable y su galardón fue garantizado por la satisfacción que El dio. Como su trabajo como siervo sufriente fue cumplido públicamente así su exaltación tiene que ser pública también. Cristo fue completamente justificado en que Dios declaró por medio de su exaltación que su Hijo había cumplido con las demandas de la ley y fue libre.

La teología liberal, al rechazar la doctrina protestante ortodoxa de la expiación sustitucionaria y sufrimiento penal rechaza también la exaltación de Cristo tal como es enseñada en las escrituras. Entonces desdeña la resurrección, la ascensión y el regreso físico de Cristo como obstáculos insuperables a la mente moderna.

1. La Resurrección.

A: Realidad de la Resurrección.

Es uno de los hechos mejor atestiguados en la historia. Primero Cristo fue visto por testigos: las mujeres, los dos, Pedro, los discípulos sin y con Tomás,en el lago, por 500 hermanos a la vez y después por Pablo en varios ocasiones. La credibilidad de su testimonio es lo más alta posible.

El cambio en el comportamiento de sus seguidores solamente se explica por la resurrección.

La aparición del carácter cristiano en el mundo no se puede explicar si Cristo no resucitó.

El cambio del sábado al primer día de la semana.

Los milagros hechos por los apóstoles fueron hechos en el nombre del Salvador resucitado y atestiguaron el hecho que El había resucitado. El Antiguo Testamento profetizó el evento (Sal 16:10 vea Hech 2:24-31) y Cristo mismo predicó el evento (Mat 20:18,19; Jn 10:17,18).

B: Naturaleza de la Resurrección.

Fue mucho más que resurrección, como en el caso de Lázaro y otros de los cuales leemos en el Nuevo Testamento que fueron restaurados a la vida.- esta vida. En la resurrección Cristo no fue restaurado a la vida. No resucitó a este lado de la tumba sino al otro lado en una nueva y diferente vida con un cuerpo resucitado y una humanidad glorificada. Esto es lo que Pablo llama "un cuerpo espiritual" así Cristo en su resurrección fue "primicias de los que durmieron" (I Cor 15:20). Nuestro cuerpo resucitado será como el suyo. Si la resurrección de Cristo hubiera sido simplemente resucitación, por maravillosa y milagrosa que habría sido, no podría ser llamado, y no habría sido "el primogénito de entre los muertos".

Podemos decir que, mientras la identidad fue retenida, fue el "mismo" cuerpo, reconocido fácilmente por los que le conocían, fue levantado a un nuevo nivel de existencia, y poseía nuevas calidades.- "un cuerpo espiritual" (I Cor 15). Cristo en Su cuerpo resucitado podía moverse independientemente del tiempo, espacio, y materia. Dejó la tumba con la piedra a su entrada, y aún los lienzos no fueron movidos (Jn 20:6,7). Aparecía a los varios testigos sin el intervalo de tiempo necesario, pero en Su cuerpo no estaba omnipresente. Un cuerpo omnipresente es una contradicción en términos. Omnipresencia solamente puede aplicarse a un solo Espíritu.- Dios. Cristo, como Dios, estaba omnipresente, pero Su cuerpo glorificado no lo estuvo, y no podía estar omnipresente.

Algunos tienen el punto de vista que el cuerpo resucitado de Cristo realizaba su glorificación por grados, porque presidió sobre una cena con Sus discípulos (Jn 21:5,12,13 vea Hech 1:4; 10:41; Luc 24:47).

C: Significado de la Resurrección.

Primero fue una declaración del Padre que la obra dada a Cristo fue cumplida y que todos los requisitos de la Ley habían sido satisfechos ("Por lo cual..." Fil 2:9).

Fue una prueba de Su deidad ("fue declarado Hijo de Dios..." Rom 1:4). También incluye la impecabilidad de nuestro Señor, porque un cuerpo no manchado por el pecado, y en que vive un alma impecable, no podía ver corrupción.

Simbolizó la justificación, regeneración, y final resurrección de los creyentes (Rom 6:4,5,9; I Cor 6:14; 15:20-22).

Es la causa de nuestra justificación, regeneración y resurrección (Rom 4:25; 5:10; Fil 3:10; I Ped 1:3). Esto es porque Cristo mismo fue justificado por su resurrección. Por ella Dios le vindicó cuando su muerte ignominia parecía mostrar su culpa.

Para objeciones a la resurrección y contra-sugerencias vea Berkhof Teología Sistemática.

CH p 45. Preg. ¿Qué nos aprovecha la resurrección de Cristo?

Resp. Primero: Por su resurrección ha vencido a la muerte, para ha¬cernos participantes de aquella justicia que conquistó por su muerte. Segundo: También nosotros somos resucitados ahora por su poder a una nueva vida. Tercero: la resurrección de Cristo, cabeza nuestra, es una cierta prenda de nuestra gloriosa resurrección.
(Rom. 4:25, 1Pedro 1:3; 1Cor. 15:16. Rom. 6:4; Col 3:1, Efes, 2:5, 6.¬, 1Cor. 15:20, 21.)



2. La Ascensión (CH p 46).

A. Realidad de la Ascensión.

Fue un complemento necesario de la resurrección, y está bien atestiguada, primeramente por testigos creíbles; segundo Cristo mismo se refiere a ella (Jn 20:17); tercero, fue aceptado sin pregunta por la iglesia primitiva (Efes 4:8-12).

B. Naturaleza de la Ascensión.

Generalmente es entendida con referencia a la última visible ascensión del Mediador en Su cuerpo humano de la tierra a los cielos (Hech 1:6-11; Luc 24:51). Sin embargo, sería un error limitar la ascensión a solo este evento. ¿Donde estaba Cristo durante los 40 días entre la resurrección y Su última salida? La realidad es que Hech 1:6-11 no menciona la primera ocasión cuando Cristo desapareció de delante de los ojos de Sus discípulos después de la resurrección (Luc 24:31), sino la última, porque Lucas menciona "40 días" (Hech 1:3). El calendario cristiano fue arreglado para que el día de la ascensión cayera el día cuarenta después del domingo de la resurrección. Esta tradición persiste y ha influenciado la gran mayoría de los cristianos.

En la predicación apostólica la resurrección y la ascensión de Cristo se juntaron y fueron proclamadas como un doble evento, y no hay ninguna justificación bíblica por pensar que la exaltación de Cristo a la diestra de Dios fue atrasada o postergada hasta 40 días después de la resurrección. No debemos permitirnos pensar de Cristo como atado a la tierra.

La realidad es que todas la apariciones de Cristo después de la resurrección, en que condescendió a las condiciones temporales de la vida de los discípulos, aún hasta sentarse con ellos en una comida, y a veces compartir esta comida, todas eran visitas de ese mundo de gloria a que ahora pertenecía Su cuerpo resucitado y exaltado.

Lo que pasó el día cuarenta era que esta serie de visitas terminó, y terminó con una escena tan impresionante que dejó a los veladores sin duda en cuanto a donde estuvo su Maestro.

El punto de vista de que la resurrección fue seguida por una etapa de 40 días de espera, y que la ascensión fue un evento solitario, incluyendo mas glorificación de la naturaleza humana de Cristo no tiene testimonio bíblico. Jn 20:17 se refiere al último retiro físico de Cristo de Sus seguidores, y no enseña si el Salvador exaltado tuvo que soportar un periodo largo de estar atado a la tierra. Cristo dice, "Aún no he subido a mi Padre", pero también dice, "subo" (Lit "estoy subiendo"). Esto está de acuerdo con la predicación subsiguiente de los apóstoles que ve la resurrección y la ascensión de Cristo como un movimiento continuo. Entonces ambas declaraciones son verdades.

C. Significado de la Ascensión.

La ascensión de Cristo fue necesaria porque vino del cielo, y el cielo fue Su hogar; porque como nuestro Sumo Sacerdote tiene que aparecer delante de Dios por nuestra parte.-intercediendo por nosotros sobre la base de Su sacrificio; porque fue conveniente que fuere, que mandase al Consolador a Su pueblo (Jn 16:7); y porque por irse estaba preparando un lugar para los creyentes que por fin estarán para siempre en Su presencia inmediata (Jn 14:2,3).

Entonces podemos resumir la importancia y la necesidad de la ascensión así:

1. El galardón de Sus sufrimientos (Fil 2:8,9). Hay una conexión en este pasaje entre la profundidad de Su humillación y la altura de Su exaltación.

2. Cristo entró en Su seguido trabajo de intercesión por presentar Su sacrificio delante del trono de Dios.

3. Entró en los cielos como el Precursor de Su pueblo.

4. Ascendió para preparar un lugar para Su pueblo.

Por causa de nuestra unión con Cristo vemos en Su ascensión la garantía que estaremos con El por fin en los cielos.

CH p 49. Preg. ¿Qué beneficios nos da la ascensión de Cristo al cielo?

Resp Primero: El es nuestro intercesor en el cielo delante del Padre. Segundo: Que tenemos nuestra carne en el cielo para que por e o, como una garantía, estemos seguros, de que él siendo nuestra cabeza, nos atraerá a sí como miembros suyos. Tercero: Que desde allí nos envía su Espíritu como prenda recíproca, por cuya virtud buscamos, no las cosas de la tierra sino las de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
(1Juan 2:1, Rom, 8:34 Juan 14:2, Juan 17:24, Juan 20:17, Efes. 2:6. Juan 14:16, Juan 16:7, Hechos 2:33, 2Cor. 1:22, 2Cor 5:5,- Col. 3:1).

3. El Estar Sentado a la Diestra de Dios (CH p 50).

A. Prueba Bíblica.

Cristo profetizó que se sentaría a la diestra de Dios (Mt 26:64), y la predicación apostólica fue conciente de esta verdad (Hech 2:33-36;5:31 vea Efes 1:20-22; Heb 10:12; I Ped 3:22; Apoc 3:21;22:1).

B. Significado del Estar Sentado de Cristo.

1. Indica el lugar de honor suprema. Las palabras son antropomórficas (Sal 110:1). Sentarse a la diestra del rey fue una marca especial de honor (I Reyes 2:19).

2. Indica un lugar de autoridad. El poder de deidad es tan esencial al guardar a los redimidos como es su rescate actual en la cruz. Todo poder ha sido dado a Cristo en los cielos y en la tierra (Mat 28:18).

3. Es el lugar de intercesión eficaz. Su intercesión prevalecerá. Así en los cielos Cristo es nuestro Rey reinando sobre y protegiendo a Su iglesia por Su Espíritu y controlando el universo por el último bien de Su propio pueblo. Es nuestro Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. El grito "consumado es", no se aplicó a Su oficio de Sacerdote, sino solamente a Su sufrimiento redentor. Sigue por Su palabra y Espíritu a ser nuestro Profeta, guiándonos a toda la verdad y a un conocimiento y una experiencia más profundos de si mismo. Toda la obra de Cristo en los cielos se basa en Su sacrificio completado.


CH 51. Preg. ¿De qué nos sirve esta gloria de Cristo, nuestra cabeza?

Resp. Primero: Para que el Espíritu Santo derrame en nosotros, sus miembros, los dones celestiales. Y segundo: para protegernos y am¬pararnos de todos nuestros enemigos.
(Hechos 2:33, Efes. 4:8. Salmo 2:9; Salmo 110: 1, 2, Juan 10:28, Efes 4:8).

4. El Regreso Personal de Cristo.

En la segunda venida de Cristo llega al punto mas alto en Su exaltación.

A. La Seguridad del Regreso de Cristo.

Es constantemente afirmado en el N.T. por nuestro Señor y Sus apóstoles, y es una nota dominante en Apocalipsis. El mensaje de los cielos en Hech 1:11 es enfático. La venida de Cristo fue un tema de que habló mucho con Sus discípulos (Mt 24). Ninguna otra verdad recibe más énfasis en el N.T. que el regreso personal y físico de Cristo al fin de la edad.

B. La Manera del Regreso de Cristo.

Será físico y visible, el regreso actual del Teantropos (Hech 1:11; II Cor 1:7; 4:5; 11:26; Fil 3:20; Col 3:4; I Tes 4:15-17; II Tes 1:7-10; Tit 2:13; Apoc 1:7). Decir que la venida de Cristo en Pentecostés cumple Su promesa de regresar, falla completamente de explicar tales pasajes. Los términos utilizados en el N.T. para el regreso de Cristo son:

1. PAROUSIA.- Presencia, o una venida precedente a una presencia (Mt 24:3; I Cor 15:23; I Tes 2:19).

2. APOCYLUPSIS.- Una revelación, un descubrimiento de lo que antes había sido ocultado, en este caso la gloria y majestad de Cristo (II Tes 1:7; I Ped 1:7,13; 4:13).

3. EPIPHANEIA.- La apariencia gloriosa del Señor. En este termino todo el énfasis es en la gloria del Señor regresando (II Tes 2:8; I Tim 6:14; II Tim 4:1-8; Tit 2:13).

C. El Propósito del Regreso de Cristo.

Regresará a juzgar el mundo y perfeccionar la salvación de Su iglesia. Así El que sufrió a las manos de los hombres regresará como su Juez. Esta es una prerrogativa especial del Mediador. (Jn 5:22,27; Hech 10:42; 17:31).

A Su regreso Cristo sentenciará a los malos al castigo eterno, y vindicará públicamente a los Suyos, dirigiéndoles a la plena gloria de Su reino eterno. Así la victoria de Cristo será completa.

CH 52. Preg. ¿Qué consuelo te ofrece la vuelta de Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos?

Resp. Que en todas las miserias y persecuciones, con plena confianza, espero del cielo, como juez, a Aquel mismo que primeramente se puso delante del juicio de Dios por mí y alejó de mí toda maldición; el cual echará a todos los enemigos suyos y míos en las penas eternas; y a mí, con todos los elegidos, me conducirá al gozo del cielo y a la gloria eterna.
(Filip. 3:20; Luc. 21:28, Rom. 8:23; Tito 2:13; 1Tes. 4:16. Mateo 25:41, 2Tes. 1:6 Mateo 25:34, 2Tes, 1:7).

NOTA. El Espíritu Santo en la Vida Terrenal de Cristo.

Este tema es importante, pero se le tratará bajo la doctrina del Espíritu Santo. Por ahora solamente notemos que se puede ver tres etapas en la relación entre el Espíritu y el Cristo encarnado.

Etapa 1: Concepción, Nacimiento y Crecimiento.

Etapa 2: Bautismo, Tentaciones y Ministerio.

Etapa 3: Muerte, Resurrección y Ascensión.

Hablando del papel del Espíritu Santo en la misión de Cristo Abraham Kuyper refiere a el “a quien… dones, poderes y facultades son impartidos en tal medida que nunca podía sentir la falta de cualquier don del Espíritu Santo. No carecía de nada, poseía todo; no por virtud de su naturaleza divina, que no puede recibir nada, siendo en si la plenitud eterna, sino por virtud de su naturaleza humana, que fue dotada con tales gloriosos dones por el Espíritu Santo.”

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