jueves, 4 de octubre de 2012

La Trinidad: La Controversía Arriana



             La Controversia Arriana

            El siglo IV vio la Iglesia cambiar de ser perseguida a ser tolerada.  Esto permitió el desarrollo de teología como nunca antes.  También llevó a miles de “conversiones” de paganos que no entendían casi nada de la fe cristiana.  Además los oficiales del estado, especialmente el emperador, tuvieron una influencia en la Iglesia que no tuvieron antes y la teología del emperador jugaría un papel en la Iglesia que podría ser peligrosa. 

            Todo esto abrió la puerta para las ideas de Arrio.  El era un presbítero en Alejandría.  Podía ver que estas ideas confundían a la gente, y convertían a Cristo en un semi-dios. Para quitar esta confusión él declaró en 318 que Jesús pertenecía a la creación y no era Dios. Su idea dominante fue el principio de los monarquianos que solamente hay un Dios no engendrado, un Ser no originado, sin comienzo de existencia.  Distinguió entre el LOGOS que es inmanente en Dios, que es simplemente una energía divina, y el Hijo o LOGOS que finalmente llegó a ser encarnado.  Este último tuvo un comienzo.  Si no tuviera un comienzo entonces sería eterno como el Padre, y en este caso sería el “Hermano” y no el “Hijo” de Dios.  Entonces el Hijo tuvo un comienzo Fue generado por el Padre, que significó para Arrio que fue creado.  Fue creado de la nada (Epifanio Pan 69:6) antes de la creación del universo y entonces no era eterno ni de la esencia divina.  Entonces Dios no es eternamente Padre.  El Hijo es el más grande y primero de todos los seres creados.  Fue traído a existencia para que por medio de él el mundo pudiera ser creado.  Por esto es mutable pero es escogido por Dios por causa de sus meritos previstos, y es llamado el Hijo de Dios en vista de su futura gloria.  En virtud de su adopción como Hijo tiene derecho a la veneración de los hombres.  Se apoyó en textos que aparentemente representan al Hijo como inferior al Padre, como Prov 8:22 (LXX “El Señor me hizo el comienzo de sus caminos para sus obras”); Col 1:15: Rom 8:29; Mat 28:18; Mar 13:32; Luc 18:19; Jn 5:19; 14:28; I Cor 15:28.      

            Otros piensan que inicialmente Arrio era un adopcionista que seguía a Pablo de Samosata en mantener la perfecta humanidad de Cristo como un ejemplo a seguir.  Esto se hacen a base de una carta de Alejandro de Alejandría a Alejandro de Constantinopla preservada por Teodoret (Hist Ecles 1:3).   No es necesariamente verdad que Arrio siguió a Pablo de Samosata en su doctrina de Dios, pues vio a Dios como en algun sentido Tres Hipostaseis mientras Pablo vio el LOGOS como un poder de Dios, sino en la de salvación, deseando guardar la idea de la posibilidad de imitar a Cristo.

            Arrio tuvo una discusión con su obispo Alejandro por causa de un sermón que él predicó sobre la divinidad de Cristo, es decir ¿cómo podemos creer en un solo Dios y aceptar la divinidad de Cristo? Arrio dijo que solo Dios el Padre es eterno y verdadero. Padre e Hijo no pueden ser iguales porque "hijo" significa que tuvo un comienzo es decir, hubo un momento cuando Cristo no existió.  Arrio pensó que su idea facilitaría la comprensión de la fe cristiana, enseñando que Dios es Dios, uno y único y que Cristo no es ni Dios ni hombre, sino alguien en el medio.  Alejandro mantenía la verdadera deidad del Hijo y su eterna generación.

            Las ideas de Alejandro se explican en sus cartas (Sócrates Hist Ecles 1:6; Teodoret Hist Ecles 1:3), aunque estas vienen de más tarde en el debate y puede ser que no eran tan claras al principio.  Vio el LOGOS como un HIPOSTASIS o FUSOS (“naturaleza”) distinguido del Padre.  Le describe como la naturaleza única que media entre Dios y la creación, pero él mismo no es una criatura, siendo derivado del ser del Padre (Epist ad Alejandro 45).  El Padre a solas es no engendrado o auto-existente.  El Hijo, como Hijo es coeterno con el Padre, como Dios nunca podría ser sin su LOGOS, su Sabiduría, su Poder, su Imagen, y el Padre siempre debía de ser Padre (Epist ad Alejandro 26; Epist Encyc 13).  La filiación del LOGOS es verdadera y no adoptiva sino natural.  Para mostrar su eternidad usa la idea de Origenes de generación eterna, hablando de su anarcos gennhsis del Padre (Epist ad Alejandro 52).  Como Jn 1:18 indica, los Dos son “dos realidades inseparables la una de la otra” (Epis ad Alejandro 15).  Pero Jn 10:30 no enseña que son idénticos, o que estas “naturalezas que son dos en hipostasis son en realidad una”, el texto simplemente dice que hay una perfecta similitud entre ellos (Epis ad Alejandro 38).

            Eusebio de Nicomedia seguía a Origenes en su subordinacionismo.  Solamente el Padre es no generado y sin origen, entonces el Hijo tiene origen (Ev Dem 5:6:2-4).  No puede derivarse del Ser del Padre, como esto involucraría una división del Monad indivisible y llevar a la doctrina de dos seres sin origen.  Jn 10:30 habla de la unidad del Padre y el Hijo en compartir una gloria idéntica (Dem Ev 5:1:20) y los santos pueden gozarse del mismo tipo de comunión con el Padre.      

            Atanasio explicó las ideas de Arrio de la siguiente manera:

            Luego Dios mismo, en su propia naturaleza es inefable para todos los humanos. Solamente El no tiene otro que sea igual o semejante a El o que sea uno con El en gloria. Decimos que no es engendrado a causa del que es por naturaleza engendrado. Le adoramos como carente de todo principio a causa del que tiene principio. Y le adoramos como eterno, a causa del que ha venido a existir en el tiempo. El que no tiene principio hizo del Hijo el principio de las cosas que tienen origen, y le elevó al grado de Hijo suyo mediante la adopción. En su propia subsistencia, no tiene nada que sea propio de Dios. Porque no es igual, no, ni tampoco esencialmente uno con Dios. Dios es sabio, por ser maestro de Sabiduría. Hay pruebas amplias de que Dios es invisible a todos ~ seres, tanto a los que son creados mediante el Hijo como al Hijo mismo... Hay así una triada, pero no de igual gloria Sus subsistencias no se mezclan entre sí. Uno de ellos es inmensamente de mayor gloria que el otro. El Padre es distinto del Hijo en su esencia, porque no tiene principio ... Porque, siendo Hijo, su existencia tiene lugar por voluntad del Padre.” [1]

            Arrio afirma lo absolutamente único y trascendente de Dios, la fuente sin origen (agennhtos arch) de toda realidad.  A Alejandro escribió que “reconocemos un Dios, a solas sin generación, a solas eterno, a solas sin comienzo, a solas verdad, a solas poseyendo inmortalidad, a solas sabio, a solas bien, a solas soberano, a solas juez de todo” (Atanasio De Syn 16).  Como es único, trascendente e indivisible, el Ser o Esencia (OUSIA) de la Deidad no se puede compartir o comunicar.  Para Dios compartir su Ser con otro implicaría que es divisible y sujeto a cambio.  Para otro participar en la naturaleza divina resultaría en dos seres divinos, mientras la Deidad es por definición única.  Entonces cualquier que existe debía de haber llegado a existir, no por ninguna comunicación del Ser de Dios, sino por un acto de creación por su parte, o sea debía de ser llamado a existencia de la nada.

            Por consecuencia el Hijo debe ser una criatura a quien el Padre ha formado de la nada por su simple voluntad.  El término “engendrar” aplicado al Hijo debe ser figurativo indicando “hacer”.  Decir que es una emanación del o una porción consustancial del Padre es reducir la Deidad a categorías físicas (Atanasio Contra Arrio 1:5; 1:9).  Como una criatura el Hijo debía haber tenido un comienzo.  Aunque “nacido fuera del tiempo... antes de su generación no existía” (De Syn 16), entonces el dicho “había cuando él no era”.  La idea que era eterno sugirió a Arrio “dos principios auto-existentes” (Ep ad Alejandro) que destruiría monoteísmo.  El Hijo no puede tener comunión con, ni conocimiento directo del Padre.  Aunque es el LOGOS y la Sabiduría de Dios, es distinto de aquel LOGOS y aquella Sabiduría que pertenecen a la esencia misma de Dios.  Es una criatura y solamente tiene estos títulos porque participa en el LOGOS y la Sabiduría esenciales (Atanasio Contra Arrio 1:5; 2:37).  En si mismo es, como todas las demás criaturas, “ajena de y totalmente disimilar a la esencia del Padre y Ser individuo” (Contra Arrio 1:6).  El Hijo debe ser capaz de cambiar y aún pecar.  En una conferencia un arriano decía que podría haber caído como el diablo (Alejandro Epist Encyc 10), pero oficialmente arguyeron que mientras era posible que el Hijo fuera pecable la providencia de Dios previo que se quedaría virtuoso por su propia resolución y entonces le dio esta gracia de antemano (Atanasio Contra Arrio 1:5).

            Los términos Dios e Hijo de Dios eran nombres solamente (Atanasias Contra Arrio 1:6).  Arrio podía hablar del Triado como consistiendo de Tres HIPOSTASEIS.  Pero son tres diferentes seres, no compartiendo de ninguna manera la misma naturaleza o esencia (Atanasio Contra Arrio 1:6). 

            Arrio fue excomulgado por un sínodo de casi cien obispos egipcios, pero apeló a sus compañeros “colucianistas” y ganó su apoyo, especialmente el de Eusebio de Nicomedia, quien le recibió en su diócesis y así la iglesia se dividió porque la enseñanza arriana tuvo una rápida difusión. En el año 324 Constantino, que temía ver quebrantada la unidad del cristianismo y la de su imperio por causa de este problema doctrinal, quiso intervenir. Lo hizo enviando a Hosio obispo de Córdoba para arreglar la disputa, pero este fracasó y el emperador por recomendación suya convocó a un concilio general que se reunió en Nicea en el año 325. Trescientos dieciocho obispos se reunieron.

            Los arrianos dirigidos por Eusebio de Nicomedia, pensaron ganar la mayoría.  Alejandro de Alejandría tuvo un grupo de obispos que incluía algunos con tendencias monarquistas.  Pero la mayoría no estaba claro en cuanto a los asuntos y no quiso condenar subordinacionismo en términos fuertes para no dar apertura al Sabelianismo.

Eusebio de Nicomedia y sus seguidores escandalizaron el Concilio con sus dichos.  Un intento de usar textos bíblicos a definir el tema fracasó debido a que los arrianos tuvieron sus propias interpretaciones de ellos.  Eusebio de Cesarea entonces propuso un credo que él dijo había aprendido como un catecúmeno en Palestina (Sócrates Hist Ecles 1:8), pero, a pesar del apoyo del emperador, fue rechazado por la ambigüedad de sus expresiones.. Entonces Eusebio de Nicomedia sugirió el uso de la palabra “consustancial” (HOMOOUSIOS) a definir la divinidad del Hijo y la mayoría vieron que era exactamente lo quie se requiso para expresarlo en términos inequívocos.  El emperador, viendo que esto era la única formula que ganaría el apoyo de casi todos, le apoyó (Eusebio Ep ad Cesar 4).

El Credo resultante era lo siguiente:

Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles;
y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, y se hizo hombre, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos;
y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo (un tiempo) cuando el Hijo de Dios no existió, y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue formado de otra sustancia (hipóstasis) o esencia (ousía), o que es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la Iglesia cat6lica.”[2]

            Las frases más importantes son de la sustancia del Padre” y “Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre”.  Estas frases y los anatemas al fin excluyeron el arrianismo como herético.

            Este credo determinó que la Iglesia seguiría siendo Trinitariana.  También afirmó la plena deidad de Cristo y se distanció de toda forma de politeísmo, triteísmo y arrianismo tanto como de Sabelianismo.  Afirmó que la Iglesia es una comunidad redimida con un mensaje de redención que se centra en la Encarnación de Dios en la Persona del Hijo, el resultado de que es el divino-humano Señor Jesucristo.

            Al centro de la vida doctrinal y la piedad devocional de la Iglesia es la verdad del único viviente y verdadero Dios (su monoteísmo asegurado por la frase “de la sustancia del Padre” ), quien subsiste eternamente como Tres Personas auto-conscientes en una unidad divina que tienen relaciones interpersonales.  La Iglesia seguiría confesando que la Deidad Trina se reveló en la encarnación del Hijo por el poder del Espíritu para propósitos de redención.   

            Los del Oeste interpretaron el Credo de acuerdo con las enseñanzas de Tertuliano, como enseñando la unidad de Dios.  Algunos del Este lo vieron así también.  Otros como Marcelo de Anquira, que vieron Padre, Hijo y Espíritu Santo como modos de revelación de Dios, aunque simultáneos, y no hablaron de la subsistencia personal de las Tres Personas.  Alejandro de Alejandría y sus seguidores estaban contento con la clara condenación de Arrio y vieron HOMOOUSIOS como definiendo la divinidad y eternidad del Hijo.

            La mayoría, miedosa del Sabelianismo, la interpretaron como simplemente una afirmación de la divinidad del Hijo, sin necesariamente implicar la unidad absoluta y sustancial de Dios.  Eusebio de Caesarea explicó la frase “de la sustancia del Padre” como indicando que el Hijo es “del Padre” que no significa nada, puesto que todo proviene de Dios, no que él es “una porción del Padre”, cosa que nadie afirmó (Epis ad Caes 5:7).  “De la misma sustancia del Padre” explica como indicar que el Hijo no era como criaturas, sino en todo como el Padre, y que vino de él y “no de ningún otro Hipostasis u Ousia”.  Pero se pregunta si esto representa la intensión del Credo.  Para Eusebio esto probablemente esto tuvo un sentido “genérico” y no el de identidad numérica de sustancia de los ortodoxos.  Ousia podía indicar el tipo de sustancia común a varios individuos de una clase, o una cosa individua como tal.  Históricamente antes de Nicea OUSIA tuvo este sentido genérico en su uso secular, y aún Origenes la había usado así en sentido teológico como otros también.   

Para  los ortodoxos la segunda frase indicó que la filiación del LOGOS era verdadera y que compartía la misma naturaleza divina del Padre de cuyo Ser se derivó.  Por esto citaron textos que Alejandro había utilizado en 319 (Ep Encyc 12) ejem. Sal 45:1 “Mi corazón se ha descargado de una buena palabra” y Sal 110:3 LXX “Antes de la estrella de la mañana te he engendrado de mi barriga”. 

HOMOOUSIAS para los ortodoxos indicó una cosa individua.  Como la naturaleza divina es inmaterial e indivisible, sigue que las Personas de la Deidad quienes la compartan deben tener, o mejor ser una sustancia idéntica.  Pero esto era más tarde y es dudoso que en el tiempo del Concilio la mayoría le tomaron así.

            Los arrianos, enfrentado con exilio, firmaron, pero algunos rechazaron firmar los anatemas.  Dos fueron exiliados por no firmar.  Los libros de Arrio fueron quemados.  Pero el Credo parecía contener algunas ambigüedades, y su silencio en cuanto a las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo pronto le hizo sospechoso como una concesión al Sabelianismo.  Por esto el arrianismo siguió activo en la Iglesia por el próximo medio siglo.        

Los arrianos rechazaron la idea de una generación eterna, diciendo que el Hijo fue creado de lo no existente.  Entonces no era de la misma sustancia que el Padre.  Atanasio, diácono del obispo de Alejandría jugó un papel principal al definir que Cristo fue generado eternamente, de la esencia del Padre. Es una esencia con el Padre.  El concilio de Nicea declaró que el Señor Jesús era HOMOOUSIOS (Omousios) (de la misma sustancia o naturaleza) que el Padre. Muchos objetaban a la expresión HOMOOUSIOS que les daba la impresión que Jesús era idéntico a Su Padre.  Esto creó un partido intermedio dirigido por Eusebio de Cesaria, el historiador de la Iglesia.  También es conocido como el partido origenista.  Propuso un dicho escrito por Eusebio de Cesaría que cedió todo a Alejandro y Atanasio con la excepción de la palabra HOMOOUSIOS (de la misma sustancia), proponiendo la palabra HOMOIOUSIOS (Omoiousios) (parecida a la sustancia).  Después de mucho debate Constantino I apoyó a Atanasio. 

            El credo de Nicea niega el viejo concepto griego o gnóstico de Dios y establece la creencia correcta en las Tres Personas de la Trinidad, centrando la atención sobre el Padre y el Hijo.  Cristo es totalmente Dios y totalmente hombre:  

            “Creemos en un Dios, el Padre todopoderoso, Hacedor de cosas visibles e invisibles.  Y en un Señor Jesucristo, engendrado, no hecho, siendo de una sustancia (HOMOOUSIOS) con el Padre...”  El término indicó que el Hijo era de la misma esencia que el Padre.  Al igual que el Padre no es un ser creado.  El Arrianismo fue condenado pero la controversia no terminó.  A pesar de toda la politiquería, la lucha tocó un punto vital. Como no se cansó de decir Atanasio: sí Cristo no era Dios, tampoco podría ser nuestro Salvador.

            Muchos no estaban de acuerdo con la intervención e influencia de Constantino en el concilio.  Su propósito era lograr una unidad por medio de una formula que la mayoría podría aceptar.  Aceptó a cualquier persona que firmó el Credo y no le interesó como le interpretaron después.  Entonces en un sentido no se puede hablar de la teología de Nicea aparte de decir que excluyó el arrianismo de la Iglesia.

Aún Atanasio hubiera preferido convencer a sus oponentes con sus argumentos.  La doctrina de la Iglesia fue susceptible a las intrigas de la corte.  Con un cambio de emperador, o aún de disposición del mismo emperador, la doctrina podría cambiarse.  Esto es exactamente lo que pasó.  Al dispersar el Concilio las varias facciones empezaron a formarse.  Durante el resto del reinado de Constantino (hasta 337) había reacción contra Nicea.  Los arrianos exiliados regresaron.  La Iglesia gradualmente llegó a ser parcialmente arriana, pero mayormente semi-arriana.  Cuando Eusebio de Nicomedia fue consagrado arzobispo de Constantinopla él se hizo dirigente de este partido mediano.  Puesto que Constantinopla era la nueva capital del Este los pronunciamientos de su Patriarca tenían importancia.  

            La Iglesia se dividió en varias facciones.  Algunos arrianos decían que el Hijo era HETEROOUSIOS, de otra sustancia que el Padre, otros decían que era ANOMOIOS, desemejante del Padre.  Este grupo surgió en los años 350 y argüía para tres ousiai jerárquicos, ordenados y mutuamente exclusivos.  Dios era sin generación, como Padre creó al Hijo por generación y él, siendo generado no era como el Padre.  El Hijo trajo a existencia al Espíritu Santo y, subordinado a él, toda la creación.  

Los dichos “semi-arrianos” (el término es injusto) decían que era HOMOIOUSIOS, de una sustancia similar al Padre. 

Pero todos rehusaron aceptar la fraseología de Nicea porque estaban en contra de la doctrina de la plena divinidad del Hijo.  La Iglesia en el Este, dominado por el subordinacionismo de Origenes, era generalmente semi-arriana.  En el Oeste siguieron las ideas de Tertuliano y generalmente apoyaron la decisión de Nicea.  También había rivalidad entre Roma y la nueva capital de Constantinopla.               

Los seguidores de Eusebio de Nicomedia procuraron la deposición y exilio de sus principales oponentes (Atanasio de Alejandría, Eustatio de Antioquia y Marcelo de Anquira.  Desde 337 hasta 350 Constancio gobernó el Este.  El tenía tendencias arrianas.  En el Oeste Constans era fiel a Nicea y protegió los dirigentes que le apoyaron.  Los seguidores de Eusebio de Nicomedia abiertamente apoyaron el Credo Nicene, pero las formulas que produjeron en Antioquia (341), Filipopolis (342), y Antioquia de nuevo (344; el Ectesis Macrostichos), fueron moderadas, omitiendo el HOMOOUSIAS pero críticos del arrianismo en si. 

Varios concilios trataron de resolver la situación.  Uno en Antioquía aceptó casi todo de Nicea pero sustituyó HOMOIOUSIOS y decía que la generación del Hijo fue por un hecho de la voluntad del Padre.  El Oeste no lo aceptó.  Otros credos intermedios fallaron en satisfacer los que se quedaron fieles a Nicea.  Cuando Constancio (337-361) llegó a ser el único emperador (350) trató de pasar por alto la doctrina de Nicea.  Aceptó la posición de Eusebio (HOMOIOUSIOS), y Roma la posición de Arrio (HOMOIOS parecido a). El emperador logró alinear a los obispos del Oeste con los Eusabianos en los sínodos de Arles y Milano (355).  Atanasio parecía haber perdido por completo.  Sin embargo su sinceridad, y los excesos de los arrianos en la providencia de Dios convencían a la mayoría.

Los arrianos y los “semi-arrianos” no estaban de acuerdo y los últimos no eran unidos entre si.  En el III Concilio de Sirmio (357) se intentó unir todos los partidos por dejar a un lado términos como OUSIA, HOMOOUSIOS, y HOMOIOUSIOS como más allá del conocimiento humano.  Los genuinos arrianos en la coalición anti-Nicene ahora tomaron la iniciativa y lograron la aprobación de un credo subordinacionista que omitía la proscripción de los arrianos en este concilio. 

Esta fórmula, conocida como la “blasfemia de Sirmio”, decía:

“Pero puesto que muchas personas se han perturbado sobre las cuestiones sobre la sustancia, que en griego se llama ousia, es decir, con más precisión, sobre el homooúsion [de la misma sustancia] o homoioúsion [de sustancia semejante], tales cosas no han de mencionarse. Tampoco se ha de hacer exposición alguna de ellas por razón y consideración de que no se encuentran en las Sagradas Escrituras, que están por encima de la compresión humana, y que nadie puede declarar el nacimiento del Hijo, de quien se ha escrito: su generación ¿quién la contará? Porque resulta claro que solamente el Padre sabe cómo engendró al Hijo, Y solamente el Hijo cómo fue engendrado por el Padre. No hay duda alguna de que el Padre es superior. Nadie puede dudar que el Padre es mayor que el Hijo en honor, dignidad, esplendor, majestad y en el nombre mismo de Padre, según lo testifica el mismo Hijo: Quien me envió es mayor que yo. Y nadie ignora que es doctrina católica [es decir, universal y ortodoxa] que hay dos personas que son el Padre y el Hijo; y que el Padre es mayor, y que el Hijo está subordinado al Padre, juntamente con todas la cosas que el Padre le subordinó, y que el Padre no tiene principio y es invisible, inmortal e impasible, mientras que el Hijo fue engendrado por el Padre, .Dios de Dios, Luz de Luz, y que la generación de éste Hijo, como se ha dicho, nadie la conoce sino su Padre.” (Hilario De Syn 11; Atanasio De Syn 28). 

También algunos arrianos más moderados lograron credos homoeanos en los sínodos de Nicé (359) y Constantinopla (360).  Finalmente había los concilios gemelos de Ariminum y Seleucia, 359, en conexión con los cuales, después de una prolongada resistencia, prevaleció la fuerza para asegurar la aceptación de una fórmula de la corte. Esta era la situación que provocó a Jerónimo a escribir “todo el mundo gimió y maravilló al encontrarse arriano” (Dial c Lucif 19).  Pero los arrianos se habían declarado y la mayoría en el centro fue forzada poco a poco a aceptar la posición de Nicea como consecuencia.

             Atanasio había sucedido a Alejandro como arzobispo de Alejandría en 328, se opuso a esta nueva doctrina. El emperador, bajo la influencia de Eusebio, le desterró a Alemania en 335. Fue encarcelado y desterrado varias veces pero siempre regresó y siguió la lucha.  Era un caso de “Un Atanasio contra el mundo”.  Cuando fue desterrado, Atanasio encontró apoyo en el Oeste y los concilios de Roma (341) y Sardica (343) mantenían la doctrina de Nicea.

            Tuvo estabilidad de carácter, firmeza de convicción en su entendimiento del concepto de la unidad de Dios, que le preservó del subordinacionismo prevalente en su día, y discreción al enseñar a los hombres a reconocer la naturaleza y significado de la Persona de Cristo.  Sentía que considerar a Cristo como una criatura fue negar que fe en él trae al hombre a una unión salvadora con Dios. 

            Mientras el Padre y el Hijo son de la misma esencia divina (HOMOOUSIOS) no hay división ni separación en el Ser esencial de Dios.  Pero también reconoció Tres Hipostaseis distintos en Dios.  No creyó en el Hijo pre-temporalmente creado de los arrianos.  El Hijo tenía una existencia eternamente independiente y personal.  La unidad de Dios tanto como las distinciones en su Ser se expresan mejor en el término “unidad de esencia”.  Esto expresa la idea que el Hijo es de la misma sustancia que el Padre, pero implica que los dos pueden diferir en otros respectos como subsistencia personal. 

            Como Origenes, Atanasio enseñó que el Hijo es engendrado pero describió esta generación como un acto interno, y entonces necesario y eterno, de Dios, y no como un  acto que simplemente dependía de su voluntad. 

            No era simplemente lógica que determinó su posición, sino algo religioso.  Sus convicciones soteriológicas naturalmente llevaron a su posición teológica.  Unión con Dios es necesario para salvación, y ninguna criatura, sino solamente uno que es en si Dios, puede unirnos con Dios.  El Padre utilizó al LOGOS como su órgano de creación, pero suponer que necesitaba a un intermediario era absurdo (Contra Arrio 2:24-26; 2:29, 30).  Por su comunión con Cristo el hombre ha sido hecho divino y devino ser un hijo de Dios.  Así el LOGOS mismo debe ser innatamente divino, como de otra manera nunca podría haber impartido la vida divina a los hombres.  Como dijo: “el LOGOS nunca podría habernos divinizado si fuera simplemente divino por participación y no fuera él mismo la Deidad esencial, la verdadera imagen del Padre.” (De Syn 51). 

            Dios nunca puede estar sin su LOGOS más que la luz puede cesar de brillar.  Así el Hijo debe existir eternamente al lado del Padre (Contra Arrio 2:32).  La explicación de esto es que su generación es un proceso eterno: “tal como el padre siempre es bueno por naturaleza, así es por naturaleza siempre generativo” (Contra Arrio 3:66).  

            “Es enteramente correcto llamarle el prole eterno del Padre.  Porque el ser del Padre nunca fue incompleto, necesitando que un rasgo esencial sea añadido a él; tampoco es la generación del Hijo como la de un hombre de su padre, involucrando su devenir a existencia después del Padre.  Más bien es la prole de Dios, y como Dios es eterno y él pertenece a Dios como Hijo, existe desde toda la eternidad.  Es característico de los hombres, por causa de la imperfección de su naturaleza, a generar en tiempo; pero el prole de Dios es eterno, su naturaleza siendo siempre perfecta.” (Contra Arrio 1:14).

Hay misterio en la generación divina (Contra Arrio 2:36; 3:66, 67), pero, lejos de ser una criatura, debe, como un prole humano, derivarse de y compartir en la naturaleza de su Padre (Contra Arrio 1:26-28; 2:59, 60).  Pero como la naturaleza divina es indivisible y sin partes esto no involucra división o separación como en el caso humano (De Decret 11).  Ni es simplemente un hecho de la voluntad del Padre, que le haría una criatura, sino un proceso eterno inherente en la naturaleza misma de Dios (Contra Arrio 3:59-66).  Debemos rechazar la idea que el Hijo no es, como el Padre, agennetos si se entiende el término significar “existente eternamente” o “no creado”, aunque, por supuesto no es agennetos en el sentido etimológico de “sin generación” (Contra Arrio 1:31; De Decret 28-30).  Como la generación es eterna, la distinción debe ser eterna también y no pertenece simplemente a la “economía”.  Pero como se derive del Ser del Padre, debe compartirla misma naturaleza.  “El Hijo es otro en tipo y naturaleza que las criaturas, o más bien pertenece a la sustancia (Ousia) del Padre y es de la misma naturaleza que él.” (Contra Arrio 1:58).

            Considerado como dos Personas, el Padre y el Hijo son “parecidos” (omoioi).  El Hijo es la imagen del Padre (Contra Arrio 2:29).  El es el río y el Padre la fuente, él la brillantez y el Padre la luz (Contra Arrio 2:41; 3:4).  Así cualquier que ve a Cristo ve al Padre, “por la pertenencia del Hijo a la sustancia del Padre, y por su total semejanza  al Padre” (Contra Arrio 2:22).  “Es el prole de la sustancia del Padre, así que nadie puede dudar que por virtud de su semejanza a su inmutable Padre el LOGOS también es inmutable.” (Contra Arrio 1:39).   No es una semejanza de voluntad como un hombre quien imita a su maestro, como los arrianos mantenían, sino “esta semejanza y unidad deben ser respeto a la esencia (ousia) del Hijo”  (Contra Arrio 3:10, 11).

            Así llegó a la idea de la unidad o identidad de su Ser.  “La divinidad del Padre es idéntica con la del Hijo” (Contra Arrio 1:61) y aún “la divinidad del Hijo es la divinidad del Padre” (Contra Arrio 3:41).   “La plenitud de la divinidad del Padre es el ser (to eivnai) del Hijo” (Contra Arrio 3:6).  “El Hijo es por supuesto otro que el Padre como prole, pero como Dios es uno y lo mismo; él y el Padre son uno en la unión intima de de Su naturaleza y la identidad de Su Deidad... Así son Uno, y Su Deidad es una, así que cualquier que se predicara del Hijo es predicado del Padre” (Contra Arrio 3:4).  “Si el Hijo como prole es otro que el Padre, es idéntico con él como Dios.” (Contra Arrio 3:4).

            Pero todavía no distinguió entre Ousia y Hipostasis.  En 359 escribió “Hipostasis es lo mismo que Ousia, no significando nada más que ser en si (auto to onv)” (Ep ad Afr 4; cp. De Decret 27; De Syn 41).

            También se basó en la fe y experiencia de la Iglesia.  Primero el arrianismo atacó la idea cristiana de Dios por suponer que el Triado divino no es eterno y así reintroduciendo politeísmo (Contra Arrio 1:17, 18: 1:20; 3:15, 16).  Segundo, hizo sonsera las practicas litúrgicas de bautizar en el Nombre del Hijo tanto como del Padre, y de dirigir oraciones al Hijo (Contra Arrio 2:41; Epis ad Episc Aeg 4).  Tercero, socavó la idea cristiana de redención en Cristo, como solamente si el Mediador era en si divino podría el hombre esperar re-establecer comunión con Dios (Contra Arrio 2:67; 2:70).

            Marcelo de Anquira no ayudó la causa de Nicea por regresar a la idea del LOGOS impersonal quien llegó a ser el Hijo en la encarnación y después de su vida en la tierra regresó a su relación premundano con el Padre.  Esto ayudó a los semi-arrianos quienes le acusaron de Sebalianismo.  Trató de basar su teología en la Biblia no aceptando las opiniones humanas o aún la autoridad de los padres.  De las Escrituras deducía que Dios es espíritu, “un Monad indivisible”, “un solo Prosopon” (Frag 54:71; 76:77).  Antes de todas las edades el LOGOS estaba en Dios como su razón inmanente (Frag 52; 54; 60), idéntico con él como la razón de un hombre es con el hombre (Frag 61; 71; 73).  Condena la idea de Origenes que el LOGOS es un hipostasis u Ousia distinto como esto puede llevar a politeísmo (Frag 76; 82; 83).  Todo lo que se puede decir del LOGOS pre-existente es que es el LOGOS (Frag 42; 43; 91; 103), no se puede hablar de su generación y Marcelo restringe el título “Hijo” a la encarnación (Frag 3-6; 43; 48).  Era inmanente en Dios como “potencia” (dunamei) y fue externalizado como la “energía activa” (energeia drastikh) de Dios para creación y revelación, como todo lo que el Padre dice o hace se cumple mediante u Palabra (Frag 52; 61; 121).  Es esto que le distingue del Padre (Frag 61).  A base de esto Marcelo se distingue de los Sebalianistas (Frag 44).  El LOGOS no es un hipostasis distinto, pero es una expansión o extensión del Monad, que en la creación y la encarnación, sin dividirse, llega a ser un Dyad, y con el derramamiento del Espíritu, un Triad.  Después del juicio final el proceso será reversado (Frag 117; 121); el LOGOS será reabsorbido en el Monad y el reino de Cristo terminará.

            Varias de sus ideas son parecidas a las de Ireneo, Tertuliano (Apol 21) e Hipólito y parece tener una “Trinidad económica”.  Dionisio de Roma ya había dicho “expandamos al Monad indivisible en el Triad” (Atanasio De Sent Dion 17).     

Pero los que apoyaron Nicea eran lejos de ser sebalianos.  Su posición es representada más fielmente por el Credo de Sardica (343) que los del Oeste escribieron después de la salida de los del Este.  Repudia el arrianismo.  Habla de “diferentes, claramente separados hipostaseis del Padre, Hijo y Espíritu Santo”, pero también dice que la tradición católica y apostólica es que los Tres tienen un idéntico hipostasis o sustancia (Ousia), él del Padre.  Es claro que Hipostasis aquí significa el Ser de Dios, y que se insiste en la identidad de esencia.  Por otro lado dice que el LOGOS fue generado para el propósito de la creación, y es falso suponer que tenía un comienzo (contra Arrio) o tendrá un fin (contra Marcelo).  La identidad de sustancia del Padre y el Hijo no implica que el Hijo es el Padre: al contrario el Padre es Padre y el Hijo es Hijo del Padre, su Palabra, Sabiduría y Poder.  Es un Hijo verdadero y no adoptivo porque su sustancia (Hipostasis) es idéntica con el del Padre.  La Deidad de ambos es una y la misma, y si el Padre es más grande que el Hijo eso es “porque el nombre mismo de padre es más grande que el de hijo”.   La palabra Homoousia no aparece y su formula favorita es “identidad de hipostasis”.

Aunque Atanasio, escribiendo casi veinte años después, repudió este credo (Tom ad Antioch 5), representó su posición auque en términos antiguos.  

Fue su reserva de los de Nicea en aceptar la formula “tres hipostaseis”, que ellos pensaron perjudicó la unidad divina, que causó el sospecho que ignoraron las distinciones personales dentro de la Deidad.

            Igualmente la mayoría era sospechoso del término HOMOOUSIOS precisamente porque pensó que puso en peligro las tres Hipostaseis.  El historiador Sócrates (c 380-c 450) escribiendo más tarde describió la falla de ambos grupos a entenderse: “La situación fue exactamente como una batalla por la noche, porque ambos partidos parecían estar en la oscuridad acerca de las bases sobre que estaban echando abuso el uno al otro.  Los que se objetaron a la palabra homoousios imaginaron que sus adherentes estaban trayendo la doctrina de Sabelio y Montano.  Entonces les llamaron blasfemadores a base de que estaban socavando la subsistencia personal del Hijo de Dios.  Por otro lado los protagonistas de homoousios concluyeron que sus oponentes estaban introduciendo politeísmo y se alejaron de ellos como importadores de paganismo...Así, mientras ambos afirmaron la personalidad y subsistencia del Hijo de Dios, y confesaron que había un Dios en tres hipostaseis, estaban de alguna manera incapaces de llegar a un acuerdo, y por esta razón no podrían soportar bajar sus armas.” (Hist Ecles 1:23).   

            Después de los aparentes triunfos arrianos en los años 357 a 360 los moderados entre la mayoría empezaron a unirse alrededor de Basilio de Anquira y la formula “de sustancia similar” (omoiousios).  Algunos de sus adherentes, como Cirilo de Jerusalén, tuvieron una alta cristología, pero objetaron al término HOMOOUSIOS como no-bíblico, sospecharon algunos sus abogados y preferían una reticencia reverente en cuanto a la generación del Hijo.  Así Cirilo enseñó que el Hijo “semejante al Padre en todas las cosas”, compartiendo su divinidad (Cirilo de Jerusalén Cat 4:7; 6:6; 11:16), pero como un hipostasis distinto desde toda la eternidad (Cat 11:10).  Otros eran subordinistas o pensaron en su generación como un acto de la voluntad del Padre.  El Sínodo de Antioquia en 358 bajo Basilio de Antioquia publicó el primer credo usando HOMOIOUSIOS, pero pronunció que Cristo no era una criatura, sino Hijo del Padre y condenó varios aspectos del arrianismo.  El Hijo era una Sustancia (OUSIA) semejante al Padre.  Aquí OUSIA se usa virtualmente como “Persona”.  Pero habla de la “semejanza de ousia a ousia” (Epifanio Haer73:3-11) y condena a los que usan HOMOOUSIOS del Hijo, o sea no hay identidad entre el Padre y el Hijo.  En 359 Jorge de Laodicea preparó un documento que utilizó HOMOOIOUSIOS pero mostró un acercamiento a los defensores de NIcea.  Explicó que los teólogos del Este usaron Hipostasis a explicar “las características subsistentes de las Personas” y que el Padre y el Hijo son dos Hipostaseis y desde este punto de vista hay una “semejanza respeto a sustancia”.  El Hijo, siendo engendrado por el Padre es espíritu como él y, desde este punto de vista es “uno y lo mismo” como él   

En el acercamiento de los que mantenían HOMOOIOUSIOS con los de NIcea los que jugaron papeles importantes eran Atanasio y Hilario de Poitiers, quien exiliado a Asia Menor entre 356 y 359, hizo contacto directo con los teólogos del Este.  En su De Synodis (359) saludó a los que usaron HOMOIOUSIOS como hermanos (De Syn 41) quienes en esenciales eran uno con él.  Como  reconocieron que el Hijo fue “desde la ousia del Padre y no desde otro Hipostasis”, su prole auténtico y coeterno con él, estaban cerca de admitir el HOMOOUSIOS que en realidad expresó con exactitud lo que ellos evidentemente aceptaron. 

Como hemos visto el Oeste estaba con Atanasio.  Hilario publicó el mismo año una obra con el mismo nombre, De Synodis, en que concedió que el HOMOOUSIO, al menos guardado por un énfasis correcto en la distinción entre las Personas del Padre no generado y el Hijo engendrado, estaba abierto a interpretaciones sabelianos (De Syn 67-71).  Hasta aceptó HOMOIOUSIOS por su énfasis anti-sabeliano en las Tres Personas, como se le tenía que entender en el sentido de perfecto igualdad, y esto estrictamente involucró unidad de naturaleza (De Syn 72-76).  Concluyó que como aceptaron la distinción de Personas, los católicos, o sea los de Nicea, no podían negar el HOMOIOUSIOS mientras los otros debían admitir la unidad de sustancia si de verdad creían en la perfecta semejanza de sustancia.

Un poco más tarde Ambrosio ve a Dios como Tres Personas quienes son Uno por tener una sustancia, una divinidad, una voluntad, una operación (De Fid 1:2:17-19).  Foebadio de Agen escribió “Debemos mantener la regla que confiese al Padre en el Hijo y al Hijo en el Padre.  Esta regla, preservando unidad de sustancia en las dos Personas, reconoce la economía de la Deidad.”  Añadió que el Espíritu es de Dios, así que si Dios tiene una segunda Persona en el Hijo, tiene una tercera en el Espíritu. “Pero de todo son Un Dios; los Tres son una unidad.” C. Ar 22).

La última fase (361-381) vio la derrota del arrianismo y la gradual conversión de l ahora dominante partido de HOMOIOUSIOS a aceptar HOMOOUSIOS.  En realidad estaban mucho más cerca el uno al otro que ambos partidos reconocieron.  Con Julián el Apostata como emperador (361-363) la Iglesia cesó de ser influida por la política por un tiempo y cada grupo tenía que tratar de persuadir a los demás con argumentos teológicos en vez de depender de influencias en la corte.  Esto era bueno desde cualquier punto de vista.

En 362 Atanasio llamó un Concilio en Alejandría que reconoció el problema de confusión en el uso de términos.  Lo que importó no fue el lenguaje usado sino el significado detrás de él.  Así la formula “tres hipostasis”, hasta entonces entendido por los de Nicea a indicar “tres ousiai”, o tres seres divinos, fue aceptado con tal que no se entendía de manera arriana como “hipostaseis totalmente distintos, ajenos, diferentes en sustancia el uno del otro”, o sea “tres principios o tres Dioses”, sino simplemente expresó la subsistencia separada de las Tres Personas en el Triado consustancial (Tom ad Antioch 5).  La formula opuesto de “un hipostasis”, no aceptado por los en contra de NIcea, fue aprobado también explicando que no era sabeliana, pero igualando hipostasis con ousia intentaron sacar la unidad de naturaleza entre el Padre y el Hijo (Tom ad Antioch 6).  Con este pronunciamiento estadista, que asustó muchos en el Oeste quienes vieron “tres hipostaseis” como triteísmo, casi llegamos a un acuerdo entre los dos grupos en el Este y podemos ver la formula final de “un ousia, tres hipostaseis”.

            La persecución de los del HOMOIOUSIOS que estaban acercándose a Atanasio por Valens les unió más con los de Nicea.  Con la llegado de Teodosio como emperador y con Gregorio de Nazianzo predicando en la Capital la escena estaba listo para el I Concilio de Constantinopla (381), que aunque puramente hecho de obispos del Este, fue aceptado en el Oeste y por consecuencia es conocido como el segundo concilio ecuménico.  Este concilio terminó el arrianismo en la Iglesia y reafirmó el Credo de Nicea, fortaleciéndole en varias cláusulas, especialmente en cuanto al Espíritu Santo.

Una nueva generación siguió a Origenes pero también apreciaron la obra de Atanasio y la decisión de Nicea.  Entre ellos eran los tres Capadocios: Basilio de Cesaría, Gregorio de Nisa y Gregorio de Nacianzo.  Vieron el malentendimiento causado por el uso de la palabra HIPOSTASIS como sinónimo de OUSIOS (esencia) o de PROSOPON (Persona).  Entonces la usaron para referirse a la subsistencia personal del Padre y del Hijo.  En vez de empezar con la Ousia de Dios comenzaron con los Tres Hipostaseis en el Ser divino e intentaron ponerles en la Ousia.  Los Gregorios compararon esto con tres hombres en su relación a su humanidad común.  Así se libraron de las acusaciones de sabelianismo. 

Por fin la conclusión era que hay un ousia, o esse (Ser), hay tres hipostaseis o personae.  Hablamos de la unidad en términos de ousia o esse.   Hablamos de las distinciones en términos de hipostaseis o personae.  Estas distinciones son esenciales al Ser de Dios.  Pero todo esto no era claro y a veces Substantia fue usada en latín a indicar la realidad indivisible de la Deidad y equivocadamente entendida en el Oeste ser equivalente al griego hipostasis.

Basilio lo explica bien:

La distinción entre OUSlA e hipóstasis es la misma que existe entre lo común
y lo particular, como la que hay entre el ser animal y el hombre individual.  Por esa razón confesamos que hay en la Divinidad una OUSlA, a fin de que no haya una diferencia en lo que se dice en cuanto al ser. Pero afirmamos una hipóstasis distinta, a fin de que resulte clara la idea del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si nuestra idea de las características particulares de la paternidad, la filiación y la santificación no es clara, sino que confesamos a Dios sólo a partir de la idea común del ser, no podremos en modo alguno expresar rectamente la fe. Por consiguiente, debemos confesar la fe uniendo lo particular a lo común. Lo común es la divinidad; y lo particular la paternidad. Luego, uniendo ambas, debemos decir: ",Creo en Dios Padre,.. y luego debemos hacer lo mismo al confesar al Hijo, uniendo lo particular a lo común y diciendo: .. Creo en Dios Hijo,.. E igualmente con respecto al Espíritu Santo, hemos de hablar de acuerdo al nombre, diciendo: .. Creo también en Dios el Espíritu Santo». De este modo se salva la unidad mediante la confesión de la divinidad única, y se confiesan también las propiedades particulares de las personas. Por otra parte, los que dicen que
la ÓUSIA Y la hipóstasis son idénticas se ven obligados a confesar sólo tres personas y, puesto que no pueden afirmar las tres hipóstasis, resultan incapaces de evitar el error de Sabelio.” (Ep 236:6)

            Gregorio de Nacianzo también lo clarifica:

            “y cuando me refiero a Dios debéis ser iluminados simultáneamente por un rayo de luz y por tres. Tres en cuanto a sus hipóstasis o individualidades o, si se prefiere, personas, puesto que no nos detendremos a discutir acerca de los nombres siempre que las silabas conlleven el mismo significado; pero uno en cuanto a la sustancia, es decir, la divinidad. Pues los tres se hallan divididos sin división, por así decir, y están unidos en división.  Porque la división es uno en tres, y tres en uno, en quienes está la divinidad o, más exactamente, quienes son la divinidad. Debemos entonces excluir los excesos y defectos, de modo de no hacer de la unidad una confusión, ni de la división una separación. Así debemos mantenernos igualmente separados de la confusión de Sabelio y de la división de Arrio, que son males diametralmente opuestos, pero iguales en su maldad.

... Porque para nosotros hay un Dios Padre, de quien son todas las cosas, Y un Señor Jesucristo, por quien son todas las cosas, y un Espíritu Santo en quien son todas las cosas. Pero estas palabras de, por, en, no señalan una distinción de naturaleza... sino que caracterizan las personas de una naturaleza que es una y sin confusión.

... El Padre es Padre, y carece de origen, porque no es de algún otro. El Hijo es Hijo, y tiene origen, porque es del Padre. Pero si se utiliza la palabra origen en un sentido temporal, el Hijo también carece de origen, puesto que El es el creador del tiempo y no se halla sujeto a él. El Espíritu Santo es verdaderamente tal, puesto que procede del Padre, pero no del mismo modo que el Hijo, puesto que no se trata de generación, sino de procesión. ... Porque ni el Padre dejó de carecer de origen al engendrar al Hijo, ni el Hijo dejó de ser engendrado por serlo por quien no lo es, ni el Espíritu viene a ser Padre o Hijo porque procede, o porque es Dios.” (Or 39:11, 12).

            Aunque estaban de acuerdo con Atanasio en cuanto al HOMOOUSIA, su énfasis era más en las Tres Hipostaseis.  La esencia de su doctrina era que la una Deidad existe simultáneamente en tres modos de ser, o Hipostaseis.  Así Basilio dice “Todo lo que el Padre es es visto en el Hijo, y todo lo que el Hijo es pertenece al Padre.  El Hijo en su totalidad mora en el Padre y por su parte posee al Padre en su totalidad en si mismo.  Así el Hipostasis del Hijo es, por decirlo, la forma y presentación por lo cual el Padre es conocido, y el Hipostasis del Padre se reconoce en la forma del Hijo.” (Ep 38:8).  Aquí tenemos lo que más tarde fue conocido como el Perichoresis de las Personas divinas.  La Deidad existe “no dividido... en Personas dividas” (Gregorio de Nacianzo Or 31:14) y hay “una identidad de naturaleza en los Tres Hipostaseis” (Dirimo De Trin 1:16).  Gregorio de Nacianzo explica la posición por decir “Los Tres tienen una naturaleza, o sea Dios, la base de unidad siendo el Padre, de Quien y hacia Quien las Personas subsecuentes son consideradas” (Or 42:15). 

Para explicar como una sustancia puede ser simultáneamente presente en Tres Personas apelan a la analogía de un universal y sus particulares (Así Basilio citado arriba).  La distinción de las Personas se basa en su origen y relación mutua.  “Dios” describe su esencia, mientras “Padre”, “Hijo” y “Espíritu Santo” describen su modo de existencia o relación.  La unidad de la Ousia o Deidad sigue de la unidad de la acción divina que se muestra en revelación.  “Si observamos una sola actividad de Padre, Hijo y Espíritu Santo en ningún respeto diferente en el caso de cualquier, estamos obligados a inferir unidad de naturaleza de la identidad de actividad; porque Padre, Hijo y Espíritu Santo cooperan en santificar, vivificar, consolar etc.” (Gregorio de Nisa Ep 189:6).  Mientras se considera los hombres ser muchos porque actúan como individuos, el Padre nunca actúa independientemente del Hijo ni el Hijo del Espíritu (Gregorio de Nisa Quod Non Sint Tres 3:1:47).  La naturaleza de Dios es indivisible.  La simplicidad de Dios hace triteísmo inimaginable para ellos.  

            Muchos ven esta controversia como simplemente un debate sobre palabras no más.  Gibbon, el autor de La Declinación y Caída del Imperio Romano lo caracteriza como un debate sobre un diptongo (21).  Pero Harnack, quien considera el desarrollo de doctrina como algo griego, dice en este caso “Sólo como cosmólogos son los arrianos monoteístas; como teólogos y en religión son politeístas. Hay profundas contradicciones en el fondo: un Hijo que no es Hijo; un Logos que no es Logos; un monoteísmo que no excluye el politeísmo; dos o tres ousias, que han de ser adoradas, en tanto que hay sólo una que se distingue realmente de la creación; una naturaleza indefinible que primeramente pasa a ser Dios cuando se hace hombre, y que no es todavía ni Dios ni hombre... Los oponentes tenían razón; esta doctrina se dirige otra vez a paganismo. La doctrina ortodoxa, al contrario, tiene un valor permanente en la defensa de la fe que, en Cristo, Dios mismo ha redimido al hombre y le ha llevado a su comunión. Esta convicción de fe fue salvada por Atanasio contra una doctrina que no entendía la naturaleza interna de la religión en general, que hacía de la religión sólo enseñanza, y que finalmente halló su satisfacción en una dialéctica vacía.”[3]


[1] Citado en Gonzalez Op. Cit p 256-7 como Atanasio De Syn XV (NPNF 2do Serie 4 pp 457-458), pero la referencia está equivocada.  Debe leerse p 1093-4.
[2] Citado en Gonzalez Op Cit p 459
[3] Citado en Orr El Progreso del Dogma pp 74-75

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