La Controversia
Arriana
El siglo IV vio la
Iglesia cambiar de ser perseguida a ser tolerada. Esto permitió el desarrollo de teología como
nunca antes. También llevó a miles de “conversiones”
de paganos que no entendían casi nada de la fe cristiana. Además los oficiales del estado,
especialmente el emperador, tuvieron una influencia en la Iglesia que no
tuvieron antes y la teología del emperador jugaría un papel en la Iglesia que
podría ser peligrosa.
Todo esto abrió la
puerta para las ideas de Arrio. El era
un presbítero en Alejandría. Podía ver
que estas ideas confundían a la gente, y convertían a Cristo en un semi-dios.
Para quitar esta confusión él declaró en 318 que Jesús pertenecía a la creación
y no era Dios. Su idea dominante fue el principio de los monarquianos que
solamente hay un Dios no engendrado, un Ser no originado, sin comienzo de
existencia. Distinguió entre el LOGOS
que es inmanente en Dios, que es simplemente una energía divina, y el Hijo o
LOGOS que finalmente llegó a ser encarnado.
Este último tuvo un comienzo. Si
no tuviera un comienzo entonces sería eterno como el Padre, y en este caso
sería el “Hermano” y no el “Hijo” de Dios.
Entonces el Hijo tuvo un comienzo Fue generado por el Padre, que
significó para Arrio que fue creado. Fue
creado de la nada (Epifanio Pan 69:6) antes de la creación del universo y
entonces no era eterno ni de la esencia divina.
Entonces Dios no es eternamente Padre.
El Hijo es el más grande y primero de todos los seres creados. Fue traído a existencia para que por medio de
él el mundo pudiera ser creado. Por esto
es mutable pero es escogido por Dios por causa de sus meritos previstos, y es
llamado el Hijo de Dios en vista de su futura gloria. En virtud de su adopción como Hijo tiene
derecho a la veneración de los hombres. Se
apoyó en textos que aparentemente representan al Hijo como inferior al Padre,
como Prov 8:22 (LXX “El Señor me hizo el
comienzo de sus caminos para sus obras”); Col 1:15: Rom 8:29; Mat 28:18;
Mar 13:32; Luc 18:19; Jn 5:19; 14:28; I Cor 15:28.
Otros piensan que
inicialmente Arrio era un adopcionista que seguía a Pablo de Samosata en
mantener la perfecta humanidad de Cristo como un ejemplo a seguir. Esto se hacen a base de una carta de
Alejandro de Alejandría a Alejandro de Constantinopla preservada por Teodoret (Hist
Ecles 1:3). No es necesariamente verdad
que Arrio siguió a Pablo de Samosata en su doctrina de Dios, pues vio a Dios
como en algun sentido Tres Hipostaseis mientras Pablo vio el LOGOS como un
poder de Dios, sino en la de salvación, deseando guardar la idea de la
posibilidad de imitar a Cristo.
Arrio tuvo una discusión
con su obispo Alejandro por causa de un sermón que él predicó sobre la
divinidad de Cristo, es decir ¿cómo podemos creer en un solo Dios y aceptar la
divinidad de Cristo? Arrio dijo que solo Dios el Padre es eterno y verdadero.
Padre e Hijo no pueden ser iguales porque "hijo" significa que tuvo
un comienzo es decir, hubo un momento cuando Cristo no existió. Arrio pensó que su idea facilitaría la
comprensión de la fe cristiana, enseñando que Dios es Dios, uno y único y que
Cristo no es ni Dios ni hombre, sino alguien en el medio. Alejandro mantenía la verdadera deidad del
Hijo y su eterna generación.
Las ideas de Alejandro
se explican en sus cartas (Sócrates Hist Ecles 1:6; Teodoret Hist Ecles 1:3),
aunque estas vienen de más tarde en el debate y puede ser que no eran tan
claras al principio. Vio el LOGOS como un
HIPOSTASIS o FUSOS (“naturaleza”) distinguido del Padre. Le describe como la naturaleza única que
media entre Dios y la creación, pero él mismo no es una criatura, siendo
derivado del ser del Padre (Epist ad Alejandro 45). El Padre a solas es no engendrado o
auto-existente. El Hijo, como Hijo es
coeterno con el Padre, como Dios nunca podría ser sin su LOGOS, su Sabiduría,
su Poder, su Imagen, y el Padre siempre debía de ser Padre (Epist ad Alejandro 26;
Epist Encyc 13). La filiación del LOGOS
es verdadera y no adoptiva sino natural.
Para mostrar su eternidad usa la idea de Origenes de generación eterna,
hablando de su anarcos
gennhsis del Padre (Epist ad Alejandro 52). Como Jn 1:18 indica, los Dos son “dos realidades inseparables la una de la
otra” (Epis ad Alejandro 15). Pero
Jn 10:30 no enseña que son idénticos, o que estas “naturalezas que son dos en hipostasis son en realidad una”, el
texto simplemente dice que hay una perfecta similitud entre ellos (Epis ad
Alejandro 38).
Eusebio de Nicomedia
seguía a Origenes en su subordinacionismo.
Solamente el Padre es no generado y sin origen, entonces el Hijo tiene
origen (Ev Dem 5:6:2-4). No puede
derivarse del Ser del Padre, como esto involucraría una división del Monad
indivisible y llevar a la doctrina de dos seres sin origen. Jn 10:30 habla de la unidad del Padre y el
Hijo en compartir una gloria idéntica (Dem Ev 5:1:20) y los santos pueden
gozarse del mismo tipo de comunión con el Padre.
Atanasio explicó las
ideas de Arrio de la siguiente manera:
“Luego Dios mismo, en su propia naturaleza
es inefable para todos los humanos. Solamente El no tiene otro que sea igual o
semejante a El o que sea uno con El en gloria. Decimos que no es engendrado a causa del
que es por naturaleza engendrado. Le adoramos como carente de todo principio a
causa del que tiene principio. Y le adoramos como eterno, a causa del que ha
venido a existir en el tiempo. El que no tiene principio hizo del Hijo el
principio de las cosas que tienen origen, y le elevó al grado de Hijo suyo
mediante la adopción. En su propia subsistencia, no tiene nada que sea propio
de Dios. Porque no es igual, no, ni tampoco esencialmente uno con Dios. Dios es
sabio, por ser maestro de Sabiduría. Hay pruebas amplias de que Dios es
invisible a todos ~ seres, tanto a los que son creados mediante el Hijo como al Hijo
mismo... Hay así una triada, pero no de igual gloria Sus subsistencias no se
mezclan entre sí. Uno de ellos es inmensamente de mayor gloria que el otro. El
Padre es distinto del Hijo en su esencia, porque no tiene principio ... Porque,
siendo Hijo, su existencia tiene lugar por voluntad del Padre.” [1]
Arrio afirma lo
absolutamente único y trascendente de Dios, la fuente sin origen (agennhtos arch) de toda realidad. A Alejandro
escribió que “reconocemos un Dios, a
solas sin generación, a solas eterno, a solas sin comienzo, a solas verdad, a
solas poseyendo inmortalidad, a solas sabio, a solas bien, a solas soberano, a
solas juez de todo” (Atanasio De Syn 16).
Como es único, trascendente e indivisible, el Ser o Esencia (OUSIA) de la Deidad no se puede
compartir o comunicar. Para Dios
compartir su Ser con otro implicaría que es divisible y sujeto a cambio. Para otro participar en la naturaleza divina
resultaría en dos seres divinos, mientras la Deidad es por definición única. Entonces cualquier que existe debía de haber
llegado a existir, no por ninguna comunicación del Ser de Dios, sino por un
acto de creación por su parte, o sea debía de ser llamado a existencia de la
nada.
Por consecuencia el
Hijo debe ser una criatura a quien el Padre ha formado de la nada por su simple
voluntad. El término “engendrar”
aplicado al Hijo debe ser figurativo indicando “hacer”. Decir que es una emanación del o una porción
consustancial del Padre es reducir la Deidad a categorías físicas (Atanasio
Contra Arrio 1:5; 1:9). Como una
criatura el Hijo debía haber tenido un comienzo. Aunque “nacido
fuera del tiempo... antes de su generación no existía” (De Syn 16),
entonces el dicho “había cuando él no
era”. La idea que era eterno sugirió
a Arrio “dos principios auto-existentes”
(Ep ad Alejandro) que destruiría monoteísmo.
El Hijo no puede tener comunión con, ni conocimiento directo del
Padre. Aunque es el LOGOS y la Sabiduría
de Dios, es distinto de aquel LOGOS y aquella Sabiduría que pertenecen a la
esencia misma de Dios. Es una criatura y
solamente tiene estos títulos porque participa en el LOGOS y la Sabiduría
esenciales (Atanasio Contra Arrio 1:5; 2:37).
En si mismo es, como todas las demás criaturas, “ajena de y totalmente disimilar a la esencia del Padre y Ser
individuo” (Contra Arrio 1:6). El
Hijo debe ser capaz de cambiar y aún pecar.
En una conferencia un arriano decía que podría haber caído como el
diablo (Alejandro Epist Encyc 10), pero oficialmente arguyeron que mientras era
posible que el Hijo fuera pecable la providencia de Dios previo que se quedaría
virtuoso por su propia resolución y entonces le dio esta gracia de antemano
(Atanasio Contra Arrio 1:5).
Los términos Dios e
Hijo de Dios eran nombres solamente (Atanasias Contra Arrio 1:6). Arrio podía hablar del Triado como
consistiendo de Tres HIPOSTASEIS. Pero
son tres diferentes seres, no compartiendo de ninguna manera la misma
naturaleza o esencia (Atanasio Contra Arrio 1:6).
Arrio fue excomulgado por
un sínodo de casi cien obispos egipcios, pero apeló a sus compañeros
“colucianistas” y ganó su apoyo, especialmente el de Eusebio de Nicomedia,
quien le recibió en su diócesis y así la iglesia se dividió porque la enseñanza
arriana tuvo una rápida difusión. En el año 324 Constantino, que temía ver
quebrantada la unidad del cristianismo y la de su imperio por causa de este
problema doctrinal, quiso intervenir. Lo hizo enviando a Hosio obispo de Córdoba
para arreglar la disputa, pero este fracasó y el emperador por recomendación
suya convocó a un concilio general que se reunió en Nicea en el año 325.
Trescientos dieciocho obispos se reunieron.
Los arrianos dirigidos
por Eusebio de Nicomedia, pensaron ganar la mayoría. Alejandro de Alejandría tuvo un grupo de
obispos que incluía algunos con tendencias monarquistas. Pero la mayoría no estaba claro en cuanto a
los asuntos y no quiso condenar subordinacionismo en términos fuertes para no
dar apertura al Sabelianismo.
Eusebio de Nicomedia y sus seguidores escandalizaron el
Concilio con sus dichos. Un intento de
usar textos bíblicos a definir el tema fracasó debido a que los arrianos
tuvieron sus propias interpretaciones de ellos.
Eusebio de Cesarea entonces propuso un credo que él dijo había aprendido
como un catecúmeno en Palestina (Sócrates Hist Ecles 1:8), pero, a pesar del
apoyo del emperador, fue rechazado por la ambigüedad de sus expresiones.. Entonces
Eusebio de Nicomedia sugirió el uso de la palabra “consustancial” (HOMOOUSIOS)
a definir la divinidad del Hijo y la mayoría vieron que era exactamente lo quie
se requiso para expresarlo en términos inequívocos. El emperador, viendo que esto era la única
formula que ganaría el apoyo de casi todos, le apoyó (Eusebio Ep ad Cesar 4).
El Credo resultante era lo siguiente:
“Creemos
en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e
invisibles;
y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del
Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios
verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre;
mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los
cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros y para nuestra
salvación descendió y se hizo carne, y se hizo hombre, y sufrió, y resucitó al
tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos;
y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo (un tiempo) cuando el Hijo de Dios no existió,
y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no
son, o que fue formado de otra sustancia (hipóstasis) o esencia (ousía), o que
es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la Iglesia
cat6lica.”[2]
Las frases más
importantes son “de la sustancia del Padre” y “Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no hecho; consubstancial al Padre”. Estas frases y los anatemas al fin excluyeron
el arrianismo como herético.
Este credo determinó que la Iglesia seguiría siendo
Trinitariana. También afirmó la plena
deidad de Cristo y se distanció de toda forma de politeísmo, triteísmo y
arrianismo tanto como de Sabelianismo.
Afirmó que la Iglesia
es una comunidad redimida con un mensaje de redención que se centra en la Encarnación de Dios en
la Persona
del Hijo, el resultado de que es el divino-humano Señor Jesucristo.
Al centro de la vida doctrinal y la
piedad devocional de la
Iglesia es la verdad del único viviente y verdadero Dios (su
monoteísmo asegurado por la frase “de la
sustancia del Padre” ), quien subsiste eternamente como Tres Personas
auto-conscientes en una unidad divina que tienen relaciones
interpersonales. La Iglesia seguiría
confesando que la Deidad Trina
se reveló en la encarnación del Hijo por el poder del Espíritu para propósitos
de redención.
Los del Oeste interpretaron el Credo
de acuerdo con las enseñanzas de Tertuliano, como enseñando la unidad de
Dios. Algunos del Este lo vieron así
también. Otros como Marcelo de Anquira,
que vieron Padre, Hijo y Espíritu Santo como modos de revelación de Dios,
aunque simultáneos, y no hablaron de la subsistencia personal de las Tres
Personas. Alejandro de Alejandría y sus
seguidores estaban contento con la clara condenación de Arrio y vieron
HOMOOUSIOS como definiendo la divinidad y eternidad del Hijo.
La mayoría, miedosa del
Sabelianismo, la interpretaron como simplemente una afirmación de la divinidad
del Hijo, sin necesariamente implicar la unidad absoluta y sustancial de
Dios. Eusebio de Caesarea explicó la
frase “de la sustancia del Padre”
como indicando que el Hijo es “del Padre”
que no significa nada, puesto que todo proviene de Dios, no que él es “una porción del Padre”, cosa que nadie
afirmó (Epis ad Caes 5:7). “De la misma sustancia del Padre”
explica como indicar que el Hijo no era como criaturas, sino en todo como el
Padre, y que vino de él y “no de ningún
otro Hipostasis u Ousia”. Pero se
pregunta si esto representa la intensión del Credo. Para Eusebio esto probablemente esto tuvo un
sentido “genérico” y no el de identidad numérica de sustancia de los ortodoxos.
Ousia podía indicar el tipo de sustancia
común a varios individuos de una clase, o una cosa individua como tal. Históricamente antes de Nicea OUSIA tuvo este
sentido genérico en su uso secular, y aún Origenes la había usado así en
sentido teológico como otros también.
Para los ortodoxos la segunda
frase indicó que la filiación del LOGOS era verdadera y que compartía la misma
naturaleza divina del Padre de cuyo Ser se derivó. Por esto citaron textos que Alejandro había
utilizado en 319 (Ep Encyc 12) ejem. Sal 45:1 “Mi corazón se ha descargado de una buena palabra” y Sal 110:3 LXX “Antes de la estrella de la mañana te he
engendrado de mi barriga”.
HOMOOUSIAS para los ortodoxos indicó una cosa individua. Como la naturaleza divina es inmaterial e
indivisible, sigue que las Personas de la Deidad quienes la compartan deben
tener, o mejor ser una sustancia idéntica.
Pero esto era más tarde y es dudoso que en el tiempo del Concilio la
mayoría le tomaron así.
Los arrianos, enfrentado con exilio,
firmaron, pero algunos rechazaron firmar los anatemas. Dos fueron exiliados por no firmar. Los libros de Arrio fueron quemados. Pero el Credo parecía contener algunas
ambigüedades, y su silencio en cuanto a las relaciones entre el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo pronto le hizo sospechoso como una concesión al
Sabelianismo. Por esto el arrianismo
siguió activo en la Iglesia por el próximo medio siglo.
Los arrianos rechazaron la idea de una generación
eterna, diciendo que el Hijo fue creado de lo no existente. Entonces no era de la misma sustancia que el
Padre. Atanasio, diácono del obispo de
Alejandría jugó un papel principal al definir que Cristo fue generado
eternamente, de la esencia del Padre. Es una esencia con el Padre. El concilio de Nicea declaró que el Señor
Jesús era HOMOOUSIOS (Omousios) (de la misma sustancia o naturaleza) que el Padre. Muchos objetaban a
la expresión HOMOOUSIOS que les daba la impresión que Jesús era idéntico a Su
Padre. Esto creó un partido intermedio dirigido
por Eusebio de Cesaria, el historiador de la Iglesia. También es conocido como el
partido origenista. Propuso un dicho
escrito por Eusebio de Cesaría que cedió todo a Alejandro y Atanasio con la
excepción de la palabra HOMOOUSIOS (de la misma sustancia), proponiendo la
palabra HOMOIOUSIOS (Omoiousios) (parecida a la sustancia).
Después de mucho debate Constantino I apoyó a Atanasio.
El credo de Nicea
niega el viejo concepto griego o gnóstico de Dios y establece la creencia
correcta en las Tres Personas de la
Trinidad, centrando la atención sobre el Padre y el
Hijo. Cristo es totalmente Dios y
totalmente hombre:
“Creemos en un Dios, el Padre todopoderoso, Hacedor de cosas visibles e
invisibles. Y en un Señor Jesucristo, engendrado,
no hecho, siendo de una sustancia (HOMOOUSIOS) con el Padre...” El término indicó que el Hijo era de la misma
esencia que el Padre. Al igual que el
Padre no es un ser creado. El Arrianismo
fue condenado pero la controversia no terminó.
A pesar de toda la politiquería, la lucha tocó un punto vital. Como no
se cansó de decir Atanasio: sí Cristo no era Dios, tampoco podría ser nuestro
Salvador.
Muchos no estaban de
acuerdo con la intervención e influencia de Constantino en el concilio. Su propósito era lograr una unidad por medio
de una formula que la mayoría podría aceptar.
Aceptó a cualquier persona que firmó el Credo y no le interesó como le
interpretaron después. Entonces en un
sentido no se puede hablar de la teología de Nicea aparte de decir que excluyó
el arrianismo de la Iglesia.
Aún Atanasio hubiera preferido convencer a sus oponentes
con sus argumentos. La doctrina de la Iglesia fue susceptible a
las intrigas de la corte. Con un cambio
de emperador, o aún de disposición del mismo emperador, la doctrina podría
cambiarse. Esto es exactamente lo que
pasó. Al dispersar el Concilio las
varias facciones empezaron a formarse. Durante
el resto del reinado de Constantino (hasta 337) había reacción contra
Nicea. Los arrianos exiliados
regresaron. La Iglesia gradualmente
llegó a ser parcialmente arriana, pero mayormente semi-arriana. Cuando Eusebio de Nicomedia fue consagrado
arzobispo de Constantinopla él se hizo dirigente de este partido mediano. Puesto que Constantinopla era la nueva
capital del Este los pronunciamientos de su Patriarca tenían importancia.
La Iglesia se dividió en
varias facciones. Algunos arrianos
decían que el Hijo era HETEROOUSIOS, de otra sustancia que el Padre, otros
decían que era ANOMOIOS, desemejante del Padre. Este grupo surgió en los años 350 y argüía
para tres ousiai jerárquicos, ordenados y mutuamente exclusivos. Dios era sin generación, como Padre creó al
Hijo por generación y él, siendo generado no era como el Padre. El Hijo trajo a existencia al Espíritu Santo
y, subordinado a él, toda la creación.
Los dichos “semi-arrianos” (el término es injusto)
decían que era HOMOIOUSIOS, de una sustancia similar al Padre.
Pero todos rehusaron aceptar la fraseología de Nicea
porque estaban en contra de la doctrina de la plena divinidad del Hijo. La
Iglesia en el Este, dominado por el subordinacionismo de
Origenes, era generalmente semi-arriana.
En el Oeste siguieron las ideas de Tertuliano y generalmente apoyaron la
decisión de Nicea. También había
rivalidad entre Roma y la nueva capital de Constantinopla.
Los seguidores de Eusebio de Nicomedia procuraron la
deposición y exilio de sus principales oponentes (Atanasio de Alejandría,
Eustatio de Antioquia y Marcelo de Anquira. Desde 337 hasta 350 Constancio gobernó el
Este. El tenía tendencias arrianas. En el Oeste Constans era fiel a Nicea y
protegió los dirigentes que le apoyaron.
Los seguidores de Eusebio de Nicomedia abiertamente apoyaron el Credo
Nicene, pero las formulas que produjeron en Antioquia (341), Filipopolis (342),
y Antioquia de nuevo (344; el Ectesis Macrostichos), fueron moderadas,
omitiendo el HOMOOUSIAS pero críticos del arrianismo en si.
Varios concilios trataron de resolver la situación. Uno en Antioquía aceptó casi todo de Nicea
pero sustituyó HOMOIOUSIOS y decía que la generación del Hijo fue por un hecho
de la voluntad del Padre. El Oeste no lo
aceptó. Otros credos intermedios
fallaron en satisfacer los que se quedaron fieles a Nicea. Cuando Constancio (337-361) llegó a ser el
único emperador (350) trató de pasar por alto la doctrina de Nicea. Aceptó la posición de Eusebio (HOMOIOUSIOS),
y Roma la posición de Arrio (HOMOIOS parecido a). El emperador logró alinear a
los obispos del Oeste con los Eusabianos en los sínodos de Arles y Milano
(355). Atanasio parecía haber perdido
por completo. Sin embargo su sinceridad,
y los excesos de los arrianos en la providencia de Dios convencían a la mayoría.
Los arrianos y los “semi-arrianos” no estaban de acuerdo
y los últimos no eran unidos entre si.
En el III Concilio de Sirmio (357) se intentó unir todos los partidos
por dejar a un lado términos como OUSIA, HOMOOUSIOS, y HOMOIOUSIOS como más
allá del conocimiento humano. Los
genuinos arrianos en la coalición anti-Nicene ahora tomaron la iniciativa y
lograron la aprobación de un credo subordinacionista que omitía la proscripción
de los arrianos en este concilio.
Esta fórmula,
conocida como la “blasfemia de Sirmio”, decía:
“Pero puesto que muchas personas se han perturbado sobre las cuestiones sobre
la sustancia, que en griego se llama ousia, es decir, con más precisión, sobre
el homooúsion [de la misma
sustancia] o homoioúsion [de sustancia
semejante], tales cosas no han de mencionarse. Tampoco se ha de hacer
exposición alguna de ellas por razón y consideración de que no se encuentran en
las Sagradas Escrituras, que están por encima de la compresión humana, y que
nadie puede declarar el nacimiento del Hijo, de quien se ha escrito: su
generación ¿quién la contará? Porque resulta claro que solamente el Padre sabe
cómo engendró al Hijo, Y solamente el Hijo cómo fue engendrado por el Padre. No
hay duda alguna de que el Padre es superior. Nadie puede dudar que el Padre es
mayor que el Hijo en honor, dignidad, esplendor, majestad y en el nombre mismo
de Padre, según lo testifica el mismo Hijo: Quien me envió es mayor que yo. Y
nadie ignora que es doctrina católica [es decir, universal y ortodoxa] que hay
dos personas que son el Padre y el Hijo; y que el Padre es mayor, y que el Hijo
está subordinado al Padre, juntamente con todas la cosas que el Padre le subordinó,
y que el Padre no tiene principio y es invisible, inmortal e impasible,
mientras que el Hijo fue engendrado por el Padre, .Dios de Dios, Luz de Luz, y que la generación de éste
Hijo, como se ha dicho, nadie la conoce sino su Padre.”
(Hilario De Syn 11; Atanasio De Syn 28).
También algunos arrianos más moderados lograron credos
homoeanos en los sínodos de Nicé (359) y Constantinopla (360). Finalmente había los concilios gemelos de
Ariminum y Seleucia, 359, en conexión con los cuales, después de una prolongada
resistencia, prevaleció la fuerza para asegurar la aceptación de una fórmula de
la corte. Esta era la situación que provocó a Jerónimo a escribir “todo el mundo gimió y maravilló al
encontrarse arriano” (Dial c Lucif 19).
Pero los arrianos se habían declarado y la mayoría en el centro fue
forzada poco a poco a aceptar la posición de Nicea como consecuencia.
Atanasio había sucedido a Alejandro como
arzobispo de Alejandría en 328, se opuso a esta nueva doctrina. El emperador,
bajo la influencia de Eusebio, le desterró a Alemania en 335. Fue encarcelado y
desterrado varias veces pero siempre regresó y siguió la lucha. Era un caso de “Un Atanasio contra el
mundo”. Cuando fue desterrado, Atanasio
encontró apoyo en el Oeste y los concilios de Roma (341) y Sardica (343)
mantenían la doctrina de Nicea.
Tuvo estabilidad de
carácter, firmeza de convicción en su entendimiento del concepto de la unidad
de Dios, que le preservó del subordinacionismo prevalente en su día, y discreción
al enseñar a los hombres a reconocer la naturaleza y significado de la Persona de Cristo. Sentía que considerar a Cristo como una
criatura fue negar que fe en él trae al hombre a una unión salvadora con
Dios.
Mientras el Padre y el
Hijo son de la misma esencia divina (HOMOOUSIOS) no hay división ni separación
en el Ser esencial de Dios. Pero también
reconoció Tres Hipostaseis distintos en Dios.
No creyó en el Hijo pre-temporalmente creado de los arrianos. El Hijo tenía una existencia eternamente
independiente y personal. La unidad de
Dios tanto como las distinciones en su Ser se expresan mejor en el término
“unidad de esencia”. Esto expresa la
idea que el Hijo es de la misma sustancia que el Padre, pero implica que los
dos pueden diferir en otros respectos como subsistencia personal.
Como Origenes, Atanasio
enseñó que el Hijo es engendrado pero describió esta generación como un acto
interno, y entonces necesario y eterno, de Dios, y no como un acto que simplemente dependía de su
voluntad.
No era simplemente
lógica que determinó su posición, sino algo religioso. Sus convicciones soteriológicas naturalmente
llevaron a su posición teológica. Unión
con Dios es necesario para salvación, y ninguna criatura, sino solamente uno
que es en si Dios, puede unirnos con Dios.
El Padre utilizó al LOGOS como su órgano de creación, pero suponer que
necesitaba a un intermediario era absurdo (Contra Arrio 2:24-26; 2:29, 30). Por su comunión con Cristo el hombre ha sido
hecho divino y devino ser un hijo de Dios.
Así el LOGOS mismo debe ser innatamente divino, como de otra manera
nunca podría haber impartido la vida divina a los hombres. Como dijo: “el LOGOS nunca podría habernos divinizado si fuera simplemente divino
por participación y no fuera él mismo la Deidad esencial, la verdadera imagen
del Padre.” (De Syn 51).
Dios nunca puede estar
sin su LOGOS más que la luz puede cesar de brillar. Así el Hijo debe existir eternamente al lado
del Padre (Contra Arrio 2:32). La
explicación de esto es que su generación es un proceso eterno: “tal como el padre siempre es bueno por
naturaleza, así es por naturaleza siempre generativo” (Contra Arrio 3:66).
“Es enteramente correcto llamarle el prole eterno del Padre. Porque el ser del Padre nunca fue incompleto,
necesitando que un rasgo esencial sea añadido a él; tampoco es la generación
del Hijo como la de un hombre de su padre, involucrando su devenir a existencia
después del Padre. Más bien es la prole
de Dios, y como Dios es eterno y él pertenece a Dios como Hijo, existe desde
toda la eternidad. Es característico de
los hombres, por causa de la imperfección de su naturaleza, a generar en
tiempo; pero el prole de Dios es eterno, su naturaleza siendo siempre
perfecta.” (Contra Arrio 1:14).
Hay misterio en la generación divina (Contra Arrio 2:36;
3:66, 67), pero, lejos de ser una criatura, debe, como un prole humano,
derivarse de y compartir en la naturaleza de su Padre (Contra Arrio 1:26-28; 2:59,
60). Pero como la naturaleza divina es
indivisible y sin partes esto no involucra división o separación como en el
caso humano (De Decret 11). Ni es
simplemente un hecho de la voluntad del Padre, que le haría una criatura, sino
un proceso eterno inherente en la naturaleza misma de Dios (Contra Arrio
3:59-66). Debemos rechazar la idea que
el Hijo no es, como el Padre, agennetos si se entiende el término significar
“existente eternamente” o “no creado”, aunque, por supuesto no es agennetos en
el sentido etimológico de “sin generación” (Contra Arrio 1:31; De Decret
28-30). Como la generación es eterna, la
distinción debe ser eterna también y no pertenece simplemente a la
“economía”. Pero como se derive del Ser
del Padre, debe compartirla misma naturaleza. “El Hijo es otro en tipo y naturaleza que las
criaturas, o más bien pertenece a la sustancia (Ousia) del Padre y es de la
misma naturaleza que él.” (Contra Arrio 1:58).
Considerado como dos
Personas, el Padre y el Hijo son “parecidos” (omoioi). El Hijo es la imagen del Padre (Contra Arrio
2:29). El es el río y el Padre la
fuente, él la brillantez y el Padre la luz (Contra Arrio 2:41; 3:4). Así cualquier que ve a Cristo ve al Padre, “por la pertenencia del Hijo a la sustancia
del Padre, y por su total semejanza al
Padre” (Contra Arrio 2:22). “Es el prole de la sustancia del Padre, así
que nadie puede dudar que por virtud de su semejanza a su inmutable Padre el
LOGOS también es inmutable.” (Contra Arrio 1:39). No es
una semejanza de voluntad como un hombre quien imita a su maestro, como los
arrianos mantenían, sino “esta semejanza
y unidad deben ser respeto a la esencia (ousia) del Hijo” (Contra Arrio 3:10, 11).
Así llegó a la idea de
la unidad o identidad de su Ser. “La divinidad del Padre es idéntica con la
del Hijo” (Contra Arrio 1:61) y aún “la
divinidad del Hijo es la divinidad del Padre” (Contra Arrio 3:41). “La plenitud de la divinidad del Padre es el
ser (to eivnai) del Hijo” (Contra Arrio 3:6). “El Hijo es por supuesto otro que el Padre
como prole, pero como Dios es uno y lo mismo; él y el Padre son uno en la unión
intima de de Su naturaleza y la identidad de Su Deidad... Así son Uno, y Su
Deidad es una, así que cualquier que se predicara del Hijo es predicado del Padre”
(Contra Arrio 3:4). “Si el Hijo como prole es otro que el Padre, es idéntico con él como
Dios.” (Contra Arrio 3:4).
Pero todavía no
distinguió entre Ousia y Hipostasis. En
359 escribió “Hipostasis es lo mismo que
Ousia, no significando nada más que ser en si (auto to onv)” (Ep ad Afr 4; cp. De Decret 27; De Syn 41).
También se basó en la
fe y experiencia de la Iglesia. Primero
el arrianismo atacó la idea cristiana de Dios por suponer que el Triado divino
no es eterno y así reintroduciendo politeísmo (Contra Arrio 1:17, 18: 1:20;
3:15, 16). Segundo, hizo sonsera las
practicas litúrgicas de bautizar en el Nombre del Hijo tanto como del Padre, y
de dirigir oraciones al Hijo (Contra Arrio 2:41; Epis ad Episc Aeg 4). Tercero, socavó la idea cristiana de
redención en Cristo, como solamente si el Mediador era en si divino podría el
hombre esperar re-establecer comunión con Dios (Contra Arrio 2:67; 2:70).
Marcelo de Anquira no
ayudó la causa de Nicea por regresar a la idea del LOGOS impersonal quien llegó
a ser el Hijo en la encarnación y después de su vida en la tierra regresó a su
relación premundano con el Padre. Esto
ayudó a los semi-arrianos quienes le acusaron de Sebalianismo. Trató de basar su teología en la Biblia no aceptando las
opiniones humanas o aún la autoridad de los padres. De las Escrituras deducía que Dios es
espíritu, “un Monad indivisible”, “un solo Prosopon” (Frag 54:71;
76:77). Antes de todas las edades el
LOGOS estaba en Dios como su razón inmanente (Frag 52; 54; 60), idéntico con él
como la razón de un hombre es con el hombre (Frag 61; 71; 73). Condena la idea de Origenes que el LOGOS es
un hipostasis u Ousia distinto como esto puede llevar a politeísmo (Frag 76;
82; 83). Todo lo que se puede decir del
LOGOS pre-existente es que es el LOGOS (Frag 42; 43; 91; 103), no se puede
hablar de su generación y Marcelo restringe el título “Hijo” a la encarnación
(Frag 3-6; 43; 48). Era inmanente en
Dios como “potencia” (dunamei) y fue externalizado como la “energía activa” (energeia drastikh) de
Dios para creación y revelación, como todo lo que el Padre dice o hace se
cumple mediante u Palabra (Frag 52; 61; 121).
Es esto que le distingue del Padre (Frag 61). A base de esto Marcelo se distingue de los
Sebalianistas (Frag 44). El LOGOS no es
un hipostasis distinto, pero es una expansión o extensión del Monad, que en la
creación y la encarnación, sin dividirse, llega a ser un Dyad, y con el
derramamiento del Espíritu, un Triad.
Después del juicio final el proceso será reversado (Frag 117; 121); el
LOGOS será reabsorbido en el Monad y el reino de Cristo terminará.
Varias de sus ideas
son parecidas a las de Ireneo, Tertuliano (Apol 21) e Hipólito y parece tener
una “Trinidad económica”. Dionisio de
Roma ya había dicho “expandamos al Monad
indivisible en el Triad” (Atanasio De Sent Dion 17).
Pero los que apoyaron Nicea eran lejos de ser sebalianos. Su posición es representada más fielmente por
el Credo de Sardica (343) que los del Oeste escribieron después de la salida de
los del Este. Repudia el
arrianismo. Habla de “diferentes, claramente separados
hipostaseis del Padre, Hijo y Espíritu Santo”, pero también dice que la
tradición católica y apostólica es que los Tres tienen un idéntico hipostasis o
sustancia (Ousia), él del Padre. Es
claro que Hipostasis aquí significa el Ser de Dios, y que se insiste en la
identidad de esencia. Por otro lado dice
que el LOGOS fue generado para el propósito de la creación, y es falso suponer
que tenía un comienzo (contra Arrio) o tendrá un fin (contra Marcelo). La identidad de sustancia del Padre y el Hijo
no implica que el Hijo es el Padre: al contrario el Padre es Padre y el Hijo es
Hijo del Padre, su Palabra, Sabiduría y Poder.
Es un Hijo verdadero y no adoptivo porque su sustancia (Hipostasis) es
idéntica con el del Padre. La Deidad de
ambos es una y la misma, y si el Padre es más grande que el Hijo eso es “porque el nombre mismo de padre es más
grande que el de hijo”. La palabra
Homoousia no aparece y su formula favorita es “identidad de hipostasis”.
Aunque Atanasio, escribiendo casi veinte años después,
repudió este credo (Tom ad Antioch 5), representó su posición auque en términos
antiguos.
Fue su reserva de los de Nicea en aceptar la formula “tres hipostaseis”, que ellos pensaron
perjudicó la unidad divina, que causó el sospecho que ignoraron las
distinciones personales dentro de la Deidad.
Igualmente la mayoría
era sospechoso del término HOMOOUSIOS precisamente porque pensó que puso en
peligro las tres Hipostaseis. El historiador
Sócrates (c 380-c 450) escribiendo más tarde describió la falla de ambos grupos
a entenderse: “La situación fue
exactamente como una batalla por la noche, porque ambos partidos parecían estar
en la oscuridad acerca de las bases sobre que estaban echando abuso el uno al
otro. Los que se objetaron a la palabra
homoousios imaginaron que sus adherentes estaban trayendo la doctrina de
Sabelio y Montano. Entonces les llamaron
blasfemadores a base de que estaban socavando la subsistencia personal del Hijo
de Dios. Por otro lado los protagonistas
de homoousios concluyeron que sus oponentes estaban introduciendo politeísmo y
se alejaron de ellos como importadores de paganismo...Así, mientras ambos
afirmaron la personalidad y subsistencia del Hijo de Dios, y confesaron que
había un Dios en tres hipostaseis, estaban de alguna manera incapaces de llegar
a un acuerdo, y por esta razón no podrían soportar bajar sus armas.” (Hist
Ecles 1:23).
Después de los
aparentes triunfos arrianos en los años 357 a 360 los moderados entre la mayoría
empezaron a unirse alrededor de Basilio de Anquira y la formula “de sustancia similar” (omoiousios). Algunos de sus adherentes, como Cirilo de
Jerusalén, tuvieron una alta cristología, pero objetaron al término HOMOOUSIOS
como no-bíblico, sospecharon algunos sus abogados y preferían una reticencia
reverente en cuanto a la generación del Hijo.
Así Cirilo enseñó que el Hijo “semejante
al Padre en todas las cosas”, compartiendo su divinidad (Cirilo de
Jerusalén Cat 4:7; 6:6; 11:16), pero como un hipostasis distinto desde toda la
eternidad (Cat 11:10). Otros eran
subordinistas o pensaron en su generación como un acto de la voluntad del Padre. El Sínodo de Antioquia en 358 bajo Basilio de
Antioquia publicó el primer credo usando HOMOIOUSIOS, pero pronunció que Cristo
no era una criatura, sino Hijo del Padre y condenó varios aspectos del
arrianismo. El Hijo era una Sustancia
(OUSIA) semejante al Padre. Aquí OUSIA
se usa virtualmente como “Persona”. Pero
habla de la “semejanza de ousia a ousia”
(Epifanio Haer73:3-11) y condena a los que usan HOMOOUSIOS del Hijo, o sea no
hay identidad entre el Padre y el Hijo.
En 359 Jorge de Laodicea preparó un documento que utilizó HOMOOIOUSIOS
pero mostró un acercamiento a los defensores de NIcea. Explicó que los teólogos del Este usaron
Hipostasis a explicar “las
características subsistentes de las Personas” y que el Padre y el Hijo son
dos Hipostaseis y desde este punto de vista hay una “semejanza respeto a sustancia”.
El Hijo, siendo engendrado por el Padre es espíritu como él y, desde
este punto de vista es “uno y lo mismo”
como él
En el acercamiento de los que mantenían HOMOOIOUSIOS con
los de NIcea los que jugaron papeles importantes eran Atanasio y Hilario de
Poitiers, quien exiliado a Asia Menor entre 356 y 359, hizo contacto directo
con los teólogos del Este. En su De Synodis
(359) saludó a los que usaron HOMOIOUSIOS como hermanos (De Syn 41) quienes en
esenciales eran uno con él. Como reconocieron que el Hijo fue “desde la ousia del Padre y no desde otro
Hipostasis”, su prole auténtico y coeterno con él, estaban cerca de admitir
el HOMOOUSIOS que en realidad expresó con exactitud lo que ellos evidentemente
aceptaron.
Como hemos visto el Oeste estaba con Atanasio. Hilario publicó el mismo año una obra con el
mismo nombre, De Synodis, en que concedió que el HOMOOUSIO, al menos
guardado por un énfasis correcto en la distinción entre las Personas del Padre
no generado y el Hijo engendrado, estaba abierto a interpretaciones sabelianos
(De Syn 67-71). Hasta aceptó HOMOIOUSIOS
por su énfasis anti-sabeliano en las Tres Personas, como se le tenía que
entender en el sentido de perfecto igualdad, y esto estrictamente involucró
unidad de naturaleza (De Syn 72-76).
Concluyó que como aceptaron la distinción de Personas, los católicos, o
sea los de Nicea, no podían negar el HOMOIOUSIOS mientras los otros debían
admitir la unidad de sustancia si de verdad creían en la perfecta semejanza de
sustancia.
Un poco más tarde Ambrosio ve a Dios como Tres Personas
quienes son Uno por tener una sustancia, una divinidad, una voluntad, una
operación (De Fid 1:2:17-19). Foebadio
de Agen escribió “Debemos mantener la
regla que confiese al Padre en el Hijo y al Hijo en el Padre. Esta regla, preservando unidad de sustancia
en las dos Personas, reconoce la economía de la Deidad.” Añadió que el Espíritu es de Dios, así que si
Dios tiene una segunda Persona en el Hijo, tiene una tercera en el Espíritu. “Pero de todo son Un Dios; los Tres son una
unidad.” C. Ar 22).
La última fase (361-381) vio la derrota del arrianismo y
la gradual conversión de l ahora dominante partido de HOMOIOUSIOS a aceptar
HOMOOUSIOS. En realidad estaban mucho
más cerca el uno al otro que ambos partidos reconocieron. Con Julián el Apostata como emperador (361-363)
la Iglesia cesó de ser influida por la política por un tiempo y cada grupo
tenía que tratar de persuadir a los demás con argumentos teológicos en vez de
depender de influencias en la corte.
Esto era bueno desde cualquier punto de vista.
En 362 Atanasio llamó un Concilio en Alejandría que reconoció
el problema de confusión en el uso de términos.
Lo que importó no fue el lenguaje usado sino el significado detrás de
él. Así la formula “tres hipostasis”, hasta entonces entendido por los de Nicea a
indicar “tres ousiai”, o tres seres
divinos, fue aceptado con tal que no se entendía de manera arriana como “hipostaseis totalmente distintos, ajenos,
diferentes en sustancia el uno del otro”, o sea “tres principios o tres Dioses”, sino simplemente expresó la
subsistencia separada de las Tres Personas en el Triado consustancial (Tom ad
Antioch 5). La formula opuesto de “un hipostasis”, no aceptado por los en
contra de NIcea, fue aprobado también explicando que no era sabeliana, pero
igualando hipostasis con ousia intentaron sacar la unidad de naturaleza entre
el Padre y el Hijo (Tom ad Antioch 6).
Con este pronunciamiento estadista, que asustó muchos en el Oeste
quienes vieron “tres hipostaseis”
como triteísmo, casi llegamos a un acuerdo entre los dos grupos en el Este y
podemos ver la formula final de “un
ousia, tres hipostaseis”.
La persecución de los
del HOMOIOUSIOS que estaban acercándose a Atanasio por Valens les unió más con
los de Nicea. Con la llegado de Teodosio
como emperador y con Gregorio de Nazianzo predicando en la Capital la escena
estaba listo para el I Concilio de Constantinopla (381), que aunque puramente
hecho de obispos del Este, fue aceptado en el Oeste y por consecuencia es
conocido como el segundo concilio ecuménico.
Este concilio terminó el arrianismo en la Iglesia y reafirmó el Credo de
Nicea, fortaleciéndole en varias cláusulas, especialmente en cuanto al Espíritu
Santo.
Una nueva generación siguió a Origenes pero también
apreciaron la obra de Atanasio y la decisión de Nicea. Entre ellos eran los tres Capadocios: Basilio
de Cesaría, Gregorio de Nisa y Gregorio de Nacianzo. Vieron el malentendimiento causado por el uso
de la palabra HIPOSTASIS como sinónimo de OUSIOS (esencia) o de PROSOPON (Persona). Entonces la usaron para referirse a la
subsistencia personal del Padre y del Hijo. En vez de empezar con la Ousia de Dios comenzaron con
los Tres Hipostaseis en el Ser divino e intentaron ponerles en la Ousia.
Los Gregorios compararon esto con tres hombres en su
relación a su humanidad común. Así se
libraron de las acusaciones de sabelianismo.
Por fin la conclusión era que hay un ousia, o esse (Ser), hay tres hipostaseis o personae. Hablamos de la unidad en términos de ousia o
esse. Hablamos de las distinciones
en términos de hipostaseis o personae. Estas
distinciones son esenciales al Ser de Dios.
Pero todo esto no era claro y a veces Substantia fue usada en latín a
indicar la realidad indivisible de la Deidad y equivocadamente entendida en el
Oeste ser equivalente al griego hipostasis.
Basilio lo explica bien:
“La distinción entre OUSlA e hipóstasis es la misma que existe entre lo común
y lo particular, como
la que hay entre el ser animal y el hombre individual. Por esa razón confesamos que hay en la
Divinidad una OUSlA, a fin de
que no haya una diferencia en lo que se dice en cuanto al ser. Pero afirmamos
una hipóstasis distinta, a fin
de que resulte clara la idea del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Si nuestra
idea de las características particulares de la paternidad, la filiación y la
santificación no es clara, sino que confesamos a Dios sólo a partir de la idea
común del ser, no podremos en modo alguno expresar rectamente la fe. Por
consiguiente, debemos confesar la fe uniendo lo particular a lo común. Lo común
es la divinidad; y lo particular la paternidad. Luego, uniendo ambas, debemos
decir: ",Creo en Dios Padre,.. y luego debemos hacer lo mismo al confesar
al Hijo, uniendo lo particular a lo común y diciendo: .. Creo en Dios Hijo,.. E
igualmente con respecto al Espíritu Santo, hemos de hablar de acuerdo al
nombre, diciendo: .. Creo también en Dios el Espíritu Santo». De este modo se
salva la unidad mediante la confesión de la divinidad única, y se confiesan
también las propiedades particulares de las personas. Por otra parte, los que
dicen que
la ÓUSIA Y la hipóstasis son idénticas se ven obligados a confesar sólo tres
personas y, puesto que no pueden afirmar las tres hipóstasis, resultan incapaces de evitar el error de Sabelio.” (Ep 236:6)
Gregorio de Nacianzo
también lo clarifica:
“y cuando me refiero a Dios debéis ser iluminados simultáneamente por
un rayo de luz y por tres. Tres en cuanto a sus hipóstasis o individualidades
o, si se prefiere, personas, puesto que no nos detendremos a discutir acerca de
los nombres siempre que las silabas conlleven el mismo significado; pero uno en
cuanto a la sustancia, es decir, la divinidad. Pues los tres se hallan
divididos sin división, por así decir, y están unidos en división. Porque la división es uno en tres, y tres en
uno, en quienes está la divinidad o, más exactamente, quienes son la divinidad.
Debemos entonces excluir los excesos y defectos, de modo de no hacer de la
unidad una confusión, ni de la división una separación. Así debemos mantenernos
igualmente separados de la confusión de Sabelio y de la división de Arrio, que
son males diametralmente opuestos, pero iguales en su maldad.
... Porque para
nosotros hay un Dios Padre, de quien son todas las cosas, Y un Señor
Jesucristo, por quien son todas las cosas, y un Espíritu Santo en quien son
todas las cosas. Pero estas palabras de,
por, en, no señalan una distinción de naturaleza... sino que caracterizan
las personas de una naturaleza que es una y sin confusión.
... El Padre es Padre,
y carece de origen, porque no es de algún otro. El Hijo es Hijo, y tiene
origen, porque es del Padre. Pero si se utiliza la palabra origen en un sentido
temporal, el Hijo también carece de origen, puesto que El es el creador del
tiempo y no se halla sujeto a él. El Espíritu Santo es verdaderamente tal,
puesto que procede del Padre, pero no del mismo modo que el Hijo, puesto que no
se trata de generación, sino de procesión. ... Porque ni el Padre dejó de carecer de origen al
engendrar al Hijo, ni el Hijo dejó de ser engendrado por serlo por quien no lo
es, ni el Espíritu viene a ser Padre o Hijo porque procede, o porque es Dios.” (Or 39:11, 12).
Aunque estaban de
acuerdo con Atanasio en cuanto al HOMOOUSIA, su énfasis era más en las Tres
Hipostaseis. La esencia de su doctrina
era que la una Deidad existe simultáneamente en tres modos de ser, o
Hipostaseis. Así Basilio dice “Todo lo que el Padre es es visto en el
Hijo, y todo lo que el Hijo es pertenece al Padre. El Hijo en su totalidad mora en el Padre y por
su parte posee al Padre en su totalidad en si mismo. Así el Hipostasis del Hijo es, por decirlo,
la forma y presentación por lo cual el Padre es conocido, y el Hipostasis del Padre
se reconoce en la forma del Hijo.” (Ep 38:8). Aquí tenemos lo que más tarde fue conocido
como el Perichoresis de las Personas divinas.
La Deidad existe “no dividido...
en Personas dividas” (Gregorio de Nacianzo Or 31:14) y hay “una identidad de naturaleza en los Tres
Hipostaseis” (Dirimo De Trin 1:16).
Gregorio de Nacianzo explica la posición por decir “Los Tres tienen una naturaleza, o sea Dios, la base de unidad siendo
el Padre, de Quien y hacia Quien las Personas subsecuentes son consideradas”
(Or 42:15).
Para explicar como una sustancia puede ser
simultáneamente presente en Tres Personas apelan a la analogía de un universal
y sus particulares (Así Basilio citado arriba).
La distinción de las Personas se basa en su origen y relación
mutua. “Dios” describe su esencia,
mientras “Padre”, “Hijo” y “Espíritu Santo” describen su modo de existencia o
relación. La unidad de la Ousia o Deidad
sigue de la unidad de la acción divina que se muestra en revelación. “Si
observamos una sola actividad de Padre, Hijo y Espíritu Santo en ningún respeto
diferente en el caso de cualquier, estamos obligados a inferir unidad de
naturaleza de la identidad de actividad; porque Padre, Hijo y Espíritu Santo
cooperan en santificar, vivificar, consolar etc.” (Gregorio de Nisa Ep
189:6). Mientras se considera los
hombres ser muchos porque actúan como individuos, el Padre nunca actúa
independientemente del Hijo ni el Hijo del Espíritu (Gregorio de Nisa Quod Non
Sint Tres 3:1:47). La naturaleza de Dios
es indivisible. La simplicidad de Dios
hace triteísmo inimaginable para ellos.
Muchos
ven esta controversia como simplemente un debate sobre palabras no más. Gibbon,
el autor de La Declinación y Caída del Imperio Romano lo caracteriza
como un debate sobre un diptongo (21).
Pero Harnack, quien considera
el desarrollo de doctrina como algo griego, dice en este caso “Sólo como cosmólogos son los arrianos
monoteístas; como teólogos y en religión son politeístas. Hay profundas
contradicciones en el fondo: un Hijo que no es Hijo; un Logos que no es Logos;
un monoteísmo que no excluye el politeísmo; dos o tres ousias, que han de ser adoradas, en tanto que hay sólo una que
se distingue realmente de la creación; una naturaleza indefinible que
primeramente pasa a ser Dios cuando se hace hombre, y que no es todavía ni Dios
ni hombre... Los oponentes tenían razón; esta doctrina se dirige otra vez a
paganismo. La doctrina ortodoxa, al contrario, tiene un valor permanente en la
defensa de la fe que, en Cristo, Dios mismo ha redimido al hombre y le ha
llevado a su comunión. Esta convicción de fe fue salvada por Atanasio contra
una doctrina que no entendía la naturaleza interna de la religión en general,
que hacía de la religión sólo enseñanza, y que finalmente halló su satisfacción
en una dialéctica vacía.”[3]
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