Desarrollos Más Recientes.
Durante el tiempo de la Reforma había algunos
unitarianos como Miguel Servetus y los Socini (tío y sobrino) Lelio Socinus
(1525-62) y Fausto Socinus (1539-1604) quienes tuvieron tanta influencia en
Polonia. Pero dentro de las iglesias
principales no había tanto cambio de sus ideas básicas acerca de la Trinidad hasta el siglo
XX.
Karl Barth
Barth
(1886-1968) empieza su Dogmática Eclesiástica con la doctrina de la Trinidad. Schleiermacher la puso al
fin de su obra como la última palabra que se puede decir acerca de Dios. Pero Barth conscientemente la puso al principio
como la palabra que se debe hablar aún antes que la revelación sea una
posibilidad. La doctrina de la Trinidad garantiza la
actualidad de la revelación divina al hombre pecaminoso. “Dios
se revela. Se revela por medio de si
mismo. Se revela a si mismo.” Dios
ha hablado en revelación, y es la tarea de teología investigar en cuanto a que
esta revelación presupone e implica.
Teología es un proceso de “pensar
después” acerca de que está contenido en la auto-revelación de Dios. Necesitamos “investigar cuidadosamente la relación entre nuestro conocer de Dios, y
Dios mismo en su Ser y naturaleza.” Dado
que ha habido auto-revelación de Dios, ¿qué puede ser verdad de Dios si esto
puede haber ocurrido? Barth enopieza su
estudio de la Trinidad,
no con una doctrina o idea, sino con la realidad de Dios hablando y siendo
escuchado. ¿Como se puede escuchar a
Dios cuando la humanidad pecaminosa está incapaz de escuchar la Palabra de Dios? Pero ha escuchado la Palabra de Dios en que la Palabra le muestra que es
pecaminosa.
Los hombres son
pasivos en revelación. Es sujeto a la
soberanía de Dios como Señor. Para que
revelación sea revelación, Dios debe ser capaz de efectuar auto-revelación a la
humanidad pecaminosa, a pesar de su pecaminosidad.
En revelación, Dios
debe ser como mostrado en la auto-revelación divina. Debe haber una correspondencia directa entre
el revelador y la revelación. Si “Dios se revela como Señor” entonces
Dios debe ser Señor “antecedentemente en
si mismo”. Revelación es la reiteración
en el tiempo de lo que Dios es en realidad en la eternidad. Así hay una correspondencia directa entre el
Dios revelando y la auto-revelación de Dios.
En lenguaje trinitaria el Padre se revela en el Hijo.
Pero ¿qué en cuanto al
Espíritu? Aquí llegamos al aspecto más difícil
de la doctrina trinitaria de Barth: la idea de “revelado-ación”. Decir que Jesús es la auto-revelación de Dios
no es suficiente; debe haber una manera por la cual Jesús sea reconocido como
la auto-revelación de Dios. Es el reconocimiento
de la auto-revelación de Dios que constituye esta “revelado-ación”.
La humanidad
pecaminosa no puede llegar a esta idea sin ayuda. La interpretación de revelación como
revelación debe ser la obra de Dios, o, para ser exacto, la obra del
Espíritu. La humanidad no llega a ser
capaz de escuchar la Palabra
de Dios y luego escucharla; el escuchar y la capacidad de escuchar son dados en
un mismo acto por el Espíritu.
Esto suena bien hasta
que consideremos que para Barth la
Biblia no es la palabra de Dios objetivamente. Solamente llega a ser la Palabra de Dios para
nosotros en un momento existencial.
Entonces la Palabra
de Dios, o su revelación solamente existe cuando le entendemos.
Esto puede dar la
impresión que Barth es un tipo de modalista, tratando diferentes momentos de
revelación como diferentes “modos de ser” del mismo Dios. Mientras este no es el caso, tenemos que
decir que aquí el Espíritu no se ve tan claramente. Pero quizás esto refleja debilidades en la
tradición del Oeste en general. Cualquier
que sean nuestras conclusiones en cuanto a Barth, su trrato de la Trinidad generalmente se
considera haber reenfatizado la importancia de la doctrina después de un
periodo de negligencia dentro de teología dogmática.
Karl Rahner
Karl Rahner
(1904-1984) escribió su libro La
Trinidad en 1967.
En este dice “Tenemos que estar
dispuestos a admitir que, si la doctrina de la Trinidad tuviera que ser
dejada como falsa, la mayor parte de literatura religiosa bien podría quedarse
casi sin cambios”.[1] Rahner escribe desde una perspectiva
occidental y dentro del magisterium romano.
Arguye que el Hijo fue
encarnado y que solamente el Hijo podía haber sido encarnado (contra muchas
opiniones en el Oeste desde Agustín).
Empieza con la unidad de Dios, pero reconoce las distinciones entre las
Tres Personas (un término que no le gusta por sus connotaciones modernas). La Trinidad económica refleja la Trinidad Inmanente
porque revela a Dios tal como es.
Entonces la Trinidad económica revela dos maneras distintas pero
relacionadas de la auto-comunicación de Dios, por Jesucristo y por el
Espíritu. Estos son dos “momentos” de la única auto-comunicación
de Dios. No hay tres centros
espirituales de actividad o subjetividades en Dios. Más bien una consciencia subsiste de manera
triple. “El único Dios subsiste en tres distintas maneras de subsistir.” [2]
¿Cómo pueden tres “distintas maneras de subsistir” amarse
mutuamente? Intentos de mejor la palabra
“Persona” inevitablemente llevan a una
conclusión impersonal. Al tratar de
evitar triteísmo, Rahner está en peligro de caer en una forma de
modalismo.
Rahner está bien al
enfatizar la encarnación del Hijo e identificar la Trinidad económica con la Trinidad inmanente. La auto-revelación de Dios como Trino en la
obra de creación, providencia y gracia es una verdadera revelación de quien es
eternamente. Esto expresa una verdad al
corazón de la fe cristiana. Solamente
hay una Trinidad. Dios es libre y no
necesitaba crearnos ni revelarse a nosotros.
Pero habiendo escogido hacerlo, su propia fidelidad requiere que se
revela de una manera que refleja quien es.
Nuestra salvación depende de la revelación por Dios de si mismo en la
historia de salvación siendo verdad y fiel a quien él es en si.
Pero se pregunta si
esto es lo que Rahner quiere decir.
¿Puede ser que está tratando de evitar considerar la Trinidad inmanente? Esto absolutizaría la historia y el tiempo,
llevando a panteísmo, donde Dios está dependiente de su creación.
Jurgen Moltmann
Jurgen Moltmann
(1928-) ha escrito mucho sobre la Trinidad. En El Dios Crucificado
(1973) arguye, como Hegel, por una dialéctica.
Al corazón de su argumento es el dicho “la teología de la cruz debe ser la doctrina de la Trinidad, y la doctrina
de la Trinidad
debe ser la teología de la cruz”.[3]
Debemos ver la cruz en términos trinitarios para entenderla. “El
Hijo sufre muriendo, el Padre sufre la muerte del Hijo... la perdida del Padre por
parte del Hijo está igualado por la perdida del Hijo por parte del Padre...
Dios... sufre la muerte de su paternidad en la muerte del Hijo.”[4]
Este evento contiene comunidad entre Jesús y el Padre en separación en comunidad. El Padre y el Hijo están profundamente
separados, y aquí se ve la existencia de Dios en este evento de amor. Lo que procede de este evento es el Espíritu
que justifica a los impíos y les incluye en la muerte de Dios. Dios es conocido en su identificación con los
impíos y los abandonados por Dios mientras por la muerte sufre en amor. La cruz es un evento dialéctica en que Dios
es identifica con lo que le contradice para vencer la contradicción en amor
sufriente. La Trinidad entonces es un
proceso dialéctico histórico.
Moltmann correlaciona
a Dios con el mundo. Como con Rahner,
Dios experimenta una historia con el mundo, tanto afectando el mundo como
siendo afectado por el mundo. Dios se
identifica con el mundo en su sufrimiento.
La cruz es el evento de amor divino.
Muestra la propia naturaleza de Dios como amor sufriente. La cruz no soluciona el problema del
sufrimiento, sino lo enfrenta con el consufrimiento voluntario de amor. Esto no es simplemente una elección que Dios
hace, es una necesidad que él tiene, porque su Ser en si es amor y amor debe
sufrir.[5] La historia trinitaria de Dios está entrelazada
con, y totalmente inseparable de, la historia del mundo, y así es una historia
de consufrimiento. Su amor por el mundo
no solamente afecta al mundo, sino es afectado por el mundo. La historia trinitaria del mundo es una historia
real para Dios tanto como para el mundo.
Como Moltmann dice, “Dios
‘necesita’ al mundo y al hombre. Si Dios
es amor, entonces ni será ni podrá ser sin él que es su amado”.[6]
Dios crea el mundo ex nihilo. Por esto concede un espacio primordial por su
auto-limitación, una nada a que él se expone, un abandona por Dios donde él se
extiende por su presencia, y es de esta nada que crea el mundo.[7] Moltmann lo describe como “hecho posible por un proceso de contracción
en Dios”.[8] De allí en adelante la historia de Dios es la
historia del mundo, Dios y la creación están enlazados en un proceso en que ambos
están relacionados recíprocamente. Esto
es lo que está detrás de El Dios Crucificado. La cruz es céntrica a la Trinidad. Determina la vida de
Dios. Eventos históricos determinan el
Ser de Dios. La Trinidad económica no
simplemente revela a la
Trinidad inmanente, sino la determina retroactivamente.[9]
Definitivamente no hay
ninguna clase de subordinacionismo con Moltmann. El ve a los tres como tres sujetos divinos en
una relación de mutuo amor sin ninguna idea de autoridad dentro de ellos. Moltmann parece tener problemas con el
concepto de autoridad en general y ve a Dios como sufriendo con su
creación. “Dios revela a su Hijo... Dios no se revela ‘a si mismo’. Revela a ‘su Hijo’. El Hijo no es idéntico con el mismo
Dios. El es un sujeto propio.”[10]
Las relaciones dentro de la
Trinidad corresponden a “una
comunión humana de personas sin privilegios y sin subordenanzas”[11] Los tres son como una familia con relaciones
pero también siendo individuos. Los Tres
son sujetos independientes. A veces está en peligro de triteísmo. Sus relaciones están abiertas a cambios. Dios y el mundo son compañeros mutuos en la
historia trinitaria del mundo.
Habla de Dios como “un Padre materna” citando el concilio
de Toledo (675) que habla del Hijo como “engendrado
o nacido del vientre del Padre”.[12] No
ofrece ninguna evidencia bíblica por esta u otras especulaciones. Tiene a un Dios sufriente que esta en
relaciones mutuas sin autoridad, que no puede hacer nada aparte de sufrir junto
con su mundo.
Hoy en día Arrianismo
es representado por los dichos “Testigos de Jehová”. Sabelianismo esta de modo otra vez entre los
Pentecostales Unidos. Dan Brown
representa un punto de vista Gnóstico, pero muy modificado en muchas
áreas. Entonces debates acerca de la Trinidad no han
terminado.
Por el lado positivo,
las doctrinas del Pacto de Gracia y su precursor en la eternidad, el Pacto de
Redención, aunque tratando de la
Trinidad económica, indican relaciones interpersonales
eternas.
Adoración
La adoración de la Iglesia en el Oeste ha
sido restringida por el comparativo abandono de la doctrina de la Trinidad. Para la mayoría de
cristianos la Trinidad
es simplemente un rompecabezas matemático, lejos de experiencia. A pesar de los problemas que tendríamos con
las Iglesias Ortodoxas han mantenido un enfoque grande en la Trinidad en su adoración,
por medio de su liturgia. Adoración está
al corazón de lo que quiere decir ser cristiano y lo que la iglesia debe
hacer. El único objeto de adoración es
Dios, y él se ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres Personas
distintas en unión. Entonces nuestra
adoración en la iglesia debe ser distintamente trinitarianaa. Lo que necesitamos es que nuestras
congregaciones piensan en Dios como una Trinidad. Necesitamos una perspectiva cristiana sobre
Dios, el mundo, la iglesia y nosotros mismos.
Como dirigentes
necesitamos reflexionar y meditar en Dios, porque somos sus representantes al
hablar su palabra. Necesitamos
contemplar a Dios en términos de Trinidad.
Podemos empezar con oraciones específicamente trinitarias en forma. Su congregación puede ser guiada por la
predicación y enseñanza. ¿Cuantas veces
hemos predicado sobre la
Trinidad? Podemos
conscientemente referirnos a Dios como “el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, siempre tomando en cuenta que él es
Uno.
En nuestras oraciones podemos referir a Dios como “Padre nuestro, que estés en los cielos”.
Que privilegio, que mediante Cristo el
Hijo nos es dado por adopción la misma relación al Padre que él tiene por
naturaleza. Oramos al Padre por el
Espíritu Santo (Rom 8:26-27), por medio de Cristo el Hijo. La Trinidad mora en nosotros (Jna 14:23).
Dios creó el mundo en
gracia, mandó a su Hijo a redimirnos en gracia, y a su Espíritu a darnos nueva
vida. ¿Es diferente en adoración? ¿Es adoración principalmente algo que
nosotros hacemos? El va delante de nosotros. El ha llamado a su Iglesia a si mismo. Al reunirnos él está allá y nos encontramos
con él. Nuestros actos de adoración son
aceptables porque son ofrecidos en unión con Cristo. El, en nuestra naturaleza, está a la diestra
del Padre. Adoración es un dialogo en
que la Santa Trinidad
toma la iniciativa. Por su siervo, el
Padre, mediante su Hijo, por el Espíritu Santo, nos llama a adorar. Nos habla en su Palabra leída y
proclamada. Recibe nuestra adoración y
oraciones. Nos despide en la
bendición.
Podemos llamar a adoración en términos de la Trinidad (ejemplo Efes
2:18º Jn 4:21-24). Adoración aceptable a
Dios el Padre es adoración en el Espíritu Santo y en Cristo el Hijo. Adoración cristiana en adoración de la Santa Trinidad, nada menos.
Bautismo en el nombre
de la Trinidad
(Mat 28:18-20). La doctrina de la Trinidad no es algo para
filósofos o teólogos. Es para todos.
Cada cristiano tiene el nombre de la Trinidad pronunciado sobre él o ella. Es el fundamento para discipulado
cristiano. En la
Santa Cena comemos a Cristo espiritualmente;
esto es por el Espíritu Santo quien hace efectivo s los sacramentos. Además, como las obras de la Trinidad son
indivisibles, al comer a Cristo por el Espíritu Santo nos da acceso al Padre en
la unidad de la Trinidad
no dividida.
Cada aspecto de
adoración cristiana es un encuentro con la Trinidad, o ás bien una manera en que la Trinidad se encuentra con
nosotros. En su gracia nuestro Dios nos
ha admitido a comunión con él y unión con él como suis hijos adoptivos. Estamos siendo transformados de un grado de
gloria a otro por el Espíritu (II Cor 3:18).
El Padre y el Hijo han venido a morar con nosotros en la Persona del Espíritu Santo
(Jn 14:15-23). Como ministros de la
palabra somos sus instrumentos por los cuales el rebaño de Cristo es cambiado
en su imagen por el Espíritu para que Cristo sea el primogénito entre muchos
hermanos. ¿No nos motiva a desear
conocerle mejor? Nos impulsa a
desarrollar una mente formada por el conocimiento del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo y a llevar a nuestras congregaciones a esta meta también?
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