jueves, 4 de octubre de 2012

La Trinidad: Desarrollos Mas Recientes



Desarrollos Más Recientes.

            Durante el tiempo de la Reforma había algunos unitarianos como Miguel Servetus y los Socini (tío y sobrino) Lelio Socinus (1525-62) y Fausto Socinus (1539-1604) quienes tuvieron tanta influencia en Polonia.  Pero dentro de las iglesias principales no había tanto cambio de sus ideas básicas acerca de la Trinidad hasta el siglo XX.

            Karl Barth

            Barth (1886-1968) empieza su Dogmática Eclesiástica con la doctrina de la Trinidad.  Schleiermacher la puso al fin de su obra como la última palabra que se puede decir acerca de Dios.  Pero Barth conscientemente la puso al principio como la palabra que se debe hablar aún antes que la revelación sea una posibilidad.  La doctrina de la Trinidad garantiza la actualidad de la revelación divina al hombre pecaminoso.  “Dios se revela.  Se revela por medio de si mismo. Se revela a si mismo.”  Dios ha hablado en revelación, y es la tarea de teología investigar en cuanto a que esta revelación presupone e implica.  Teología es un proceso de “pensar después” acerca de que está contenido en la auto-revelación de Dios.  Necesitamos “investigar cuidadosamente la relación entre nuestro conocer de Dios, y Dios mismo en su Ser y naturaleza.”  Dado que ha habido auto-revelación de Dios, ¿qué puede ser verdad de Dios si esto puede haber ocurrido?  Barth enopieza su estudio de la Trinidad, no con una doctrina o idea, sino con la realidad de Dios hablando y siendo escuchado.  ¿Como se puede escuchar a Dios cuando la humanidad pecaminosa está incapaz de escuchar la Palabra de Dios?  Pero ha escuchado la Palabra de Dios en que la Palabra le muestra que es pecaminosa. 

            Los hombres son pasivos en revelación.  Es sujeto a la soberanía de Dios como Señor.  Para que revelación sea revelación, Dios debe ser capaz de efectuar auto-revelación a la humanidad pecaminosa, a pesar de su pecaminosidad. 

            En revelación, Dios debe ser como mostrado en la auto-revelación divina.  Debe haber una correspondencia directa entre el revelador y la revelación.  Si “Dios se revela como Señor” entonces Dios debe ser Señor “antecedentemente en si mismo”.  Revelación es la reiteración en el tiempo de lo que Dios es en realidad en la eternidad.  Así hay una correspondencia directa entre el Dios revelando y la auto-revelación de Dios.  En lenguaje trinitaria el Padre se revela en el Hijo.

            Pero ¿qué en cuanto al Espíritu?  Aquí llegamos al aspecto más difícil de la doctrina trinitaria de Barth: la idea de “revelado-ación”.  Decir que Jesús es la auto-revelación de Dios no es suficiente; debe haber una manera por la cual Jesús sea reconocido como la auto-revelación de Dios.  Es el reconocimiento de la auto-revelación de Dios que constituye esta “revelado-ación”. 

            La humanidad pecaminosa no puede llegar a esta idea sin ayuda.  La interpretación de revelación como revelación debe ser la obra de Dios, o, para ser exacto, la obra del Espíritu.  La humanidad no llega a ser capaz de escuchar la Palabra de Dios y luego escucharla; el escuchar y la capacidad de escuchar son dados en un mismo acto por el Espíritu. 

            Esto suena bien hasta que consideremos que para Barth la Biblia no es la palabra de Dios objetivamente.  Solamente llega a ser la Palabra de Dios para nosotros en un momento existencial.  Entonces la Palabra de Dios, o su revelación solamente existe cuando le entendemos. 

            Esto puede dar la impresión que Barth es un tipo de modalista, tratando diferentes momentos de revelación como diferentes “modos de ser” del mismo Dios.  Mientras este no es el caso, tenemos que decir que aquí el Espíritu no se ve tan claramente.  Pero quizás esto refleja debilidades en la tradición del Oeste en general.  Cualquier que sean nuestras conclusiones en cuanto a Barth, su trrato de la Trinidad generalmente se considera haber reenfatizado la importancia de la doctrina después de un periodo de negligencia dentro de teología dogmática.

            Karl Rahner

            Karl Rahner (1904-1984) escribió su libro La Trinidad en 1967.  En este dice “Tenemos que estar dispuestos a admitir que, si la doctrina de la Trinidad tuviera que ser dejada como falsa, la mayor parte de literatura religiosa bien podría quedarse casi sin cambios”.[1]  Rahner escribe desde una perspectiva occidental y dentro del magisterium romano. 

            Arguye que el Hijo fue encarnado y que solamente el Hijo podía haber sido encarnado (contra muchas opiniones en el Oeste desde Agustín).  Empieza con la unidad de Dios, pero reconoce las distinciones entre las Tres Personas (un término que no le gusta por sus connotaciones modernas).  La Trinidad económica refleja la Trinidad Inmanente porque revela a Dios tal como es.   

            Entonces la Trinidad  económica revela dos maneras distintas pero relacionadas de la auto-comunicación de Dios, por Jesucristo y por el Espíritu.  Estos son dos “momentos” de la única auto-comunicación de Dios.  No hay tres centros espirituales de actividad o subjetividades en Dios.  Más bien una consciencia subsiste de manera triple.  “El único Dios subsiste en tres distintas maneras de subsistir.” [2] 

            ¿Cómo pueden tres “distintas maneras de subsistir” amarse mutuamente?  Intentos de mejor la palabra “Persona” inevitablemente llevan a una conclusión impersonal.  Al tratar de evitar triteísmo, Rahner está en peligro de caer en una forma de modalismo. 

            Rahner está bien al enfatizar la encarnación del Hijo e identificar la Trinidad económica con la Trinidad inmanente.  La auto-revelación de Dios como Trino en la obra de creación, providencia y gracia es una verdadera revelación de quien es eternamente.  Esto expresa una verdad al corazón de la fe cristiana.  Solamente hay una Trinidad.  Dios es libre y no necesitaba crearnos ni revelarse a nosotros.  Pero habiendo escogido hacerlo, su propia fidelidad requiere que se revela de una manera que refleja quien es.  Nuestra salvación depende de la revelación por Dios de si mismo en la historia de salvación siendo verdad y fiel a quien él es en si. 

            Pero se pregunta si esto es lo que Rahner quiere decir.  ¿Puede ser que está tratando de evitar considerar la Trinidad inmanente?  Esto absolutizaría la historia y el tiempo, llevando a panteísmo, donde Dios está dependiente de su creación. 

            Jurgen Moltmann

            Jurgen Moltmann (1928-) ha escrito mucho sobre la Trinidad.  En El Dios Crucificado (1973) arguye, como Hegel, por una dialéctica.  Al corazón de su argumento es el dicho “la teología de la cruz debe ser la doctrina de la Trinidad, y la doctrina de la Trinidad debe ser la teología de la cruz”.[3] Debemos ver la cruz en términos trinitarios para entenderla.  “El Hijo sufre muriendo, el Padre sufre la muerte del Hijo... la perdida del Padre por parte del Hijo está igualado por la perdida del Hijo por parte del Padre... Dios... sufre la muerte de su paternidad en la muerte del Hijo.”[4] Este evento contiene comunidad entre Jesús y el Padre en separación en comunidad.  El Padre y el Hijo están profundamente separados, y aquí se ve la existencia de Dios en este evento de amor.  Lo que procede de este evento es el Espíritu que justifica a los impíos y les incluye en la muerte de Dios.  Dios es conocido en su identificación con los impíos y los abandonados por Dios mientras por la muerte sufre en amor.  La cruz es un evento dialéctica en que Dios es identifica con lo que le contradice para vencer la contradicción en amor sufriente.  La Trinidad entonces es un proceso dialéctico histórico. 

            Moltmann correlaciona a Dios con el mundo.  Como con Rahner, Dios experimenta una historia con el mundo, tanto afectando el mundo como siendo afectado por el mundo.  Dios se identifica con el mundo en su sufrimiento.  La cruz es el evento de amor divino.  Muestra la propia naturaleza de Dios como amor sufriente.  La cruz no soluciona el problema del sufrimiento, sino lo enfrenta con el consufrimiento voluntario de amor.  Esto no es simplemente una elección que Dios hace, es una necesidad que él tiene, porque su Ser en si es amor y amor debe sufrir.[5]  La historia trinitaria de Dios está entrelazada con, y totalmente inseparable de, la historia del mundo, y así es una historia de consufrimiento.  Su amor por el mundo no solamente afecta al mundo, sino es afectado por el mundo.  La historia trinitaria del mundo es una historia real para Dios tanto como para el mundo.  Como Moltmann dice, “Dios ‘necesita’ al mundo y al hombre.  Si Dios es amor, entonces ni será ni podrá ser sin él que es su amado”.[6] 

            Dios crea el mundo ex nihilo.  Por esto concede un espacio primordial por su auto-limitación, una nada a que él se expone, un abandona por Dios donde él se extiende por su presencia, y es de esta nada que crea el mundo.[7]  Moltmann lo describe como “hecho posible por un proceso de contracción en Dios”.[8]  De allí en adelante la historia de Dios es la historia del mundo, Dios y la creación están enlazados en un proceso en que ambos están relacionados recíprocamente.  Esto es lo que está detrás de El Dios Crucificado.  La cruz es céntrica a la Trinidad.  Determina la vida de Dios.  Eventos históricos determinan el Ser de Dios.  La Trinidad económica no simplemente revela a la Trinidad inmanente, sino la determina retroactivamente.[9]

            Definitivamente no hay ninguna clase de subordinacionismo con Moltmann.  El ve a los tres como tres sujetos divinos en una relación de mutuo amor sin ninguna idea de autoridad dentro de ellos.  Moltmann parece tener problemas con el concepto de autoridad en general y ve a Dios como sufriendo con su creación.  “Dios revela a su Hijo... Dios no se revela ‘a si mismo’.  Revela a ‘su Hijo’.  El Hijo no es idéntico con el mismo Dios.  El es un sujeto propio.”[10] Las relaciones dentro de la Trinidad corresponden a “una comunión humana de personas sin privilegios y sin subordenanzas”[11]  Los tres son como una familia con relaciones pero también siendo individuos.  Los Tres son sujetos independientes. A veces está en peligro de triteísmo.  Sus relaciones están abiertas a cambios.  Dios y el mundo son compañeros mutuos en la historia trinitaria del mundo. 

            Habla de Dios como “un Padre materna” citando el concilio de Toledo (675) que habla del Hijo como “engendrado o nacido del vientre del Padre”.[12]   No ofrece ninguna evidencia bíblica por esta u otras especulaciones.  Tiene a un Dios sufriente que esta en relaciones mutuas sin autoridad, que no puede hacer nada aparte de sufrir junto con su mundo.   

            Hoy en día Arrianismo es representado por los dichos “Testigos de Jehová”.  Sabelianismo esta de modo otra vez entre los Pentecostales Unidos.  Dan Brown representa un punto de vista Gnóstico, pero muy modificado en muchas áreas.  Entonces debates acerca de la Trinidad no han terminado.

            Por el lado positivo, las doctrinas del Pacto de Gracia y su precursor en la eternidad, el Pacto de Redención, aunque tratando de la Trinidad económica, indican relaciones interpersonales eternas. 

            Adoración

            La adoración de la Iglesia en el Oeste ha sido restringida por el comparativo abandono de la doctrina de la Trinidad.  Para la mayoría de cristianos la Trinidad es simplemente un rompecabezas matemático, lejos de experiencia.  A pesar de los problemas que tendríamos con las Iglesias Ortodoxas han mantenido un enfoque grande en la Trinidad en su adoración, por medio de su liturgia.  Adoración está al corazón de lo que quiere decir ser cristiano y lo que la iglesia debe hacer.  El único objeto de adoración es Dios, y él se ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres Personas distintas en unión.  Entonces nuestra adoración en la iglesia debe ser distintamente trinitarianaa.  Lo que necesitamos es que nuestras congregaciones piensan en Dios como una Trinidad.  Necesitamos una perspectiva cristiana sobre Dios, el mundo, la iglesia y nosotros mismos.      

            Como dirigentes necesitamos reflexionar y meditar en Dios, porque somos sus representantes al hablar su palabra.  Necesitamos contemplar a Dios en términos de Trinidad.  Podemos empezar con oraciones específicamente trinitarias en forma.  Su congregación puede ser guiada por la predicación y enseñanza.  ¿Cuantas veces hemos predicado sobre la Trinidad?  Podemos conscientemente referirnos a Dios como “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, siempre tomando en cuenta que él es Uno. 

            En nuestras oraciones podemos referir a Dios como “Padre nuestro, que estés en los cielos”.  Que privilegio, que mediante Cristo el Hijo nos es dado por adopción la misma relación al Padre que él tiene por naturaleza.  Oramos al Padre por el Espíritu Santo (Rom 8:26-27), por medio de Cristo el Hijo.   La Trinidad mora en nosotros (Jna 14:23). 

            Dios creó el mundo en gracia, mandó a su Hijo a redimirnos en gracia, y a su Espíritu a darnos nueva vida.  ¿Es diferente en adoración?  ¿Es adoración principalmente algo que nosotros hacemos?  El va delante de nosotros.  El ha llamado a su Iglesia a si mismo.  Al reunirnos él está allá y nos encontramos con él.  Nuestros actos de adoración son aceptables porque son ofrecidos en unión con Cristo.  El, en nuestra naturaleza, está a la diestra del Padre.  Adoración es un dialogo en que la Santa Trinidad toma la iniciativa.  Por su siervo, el Padre, mediante su Hijo, por el Espíritu Santo, nos llama a adorar.  Nos habla en su Palabra leída y proclamada.  Recibe nuestra adoración y oraciones.  Nos despide en la bendición.  

            Podemos llamar a adoración en términos de la Trinidad (ejemplo Efes 2:18º Jn 4:21-24).  Adoración aceptable a Dios el Padre es adoración en el Espíritu Santo y en Cristo el Hijo.  Adoración cristiana en adoración de la Santa Trinidad, nada menos.

            Bautismo en el nombre de la Trinidad (Mat 28:18-20).  La doctrina de la Trinidad no es algo para filósofos o teólogos.  Es para todos. Cada cristiano tiene el nombre de la Trinidad pronunciado sobre él o ella.  Es el fundamento para discipulado cristiano.  En la Santa Cena comemos a Cristo espiritualmente; esto es por el Espíritu Santo quien hace efectivo s los sacramentos.  Además, como las obras de la Trinidad son indivisibles, al comer a Cristo por el Espíritu Santo nos da acceso al Padre en la unidad de la Trinidad no dividida.

            Cada aspecto de adoración cristiana es un encuentro con la Trinidad, o ás bien una manera en que la Trinidad se encuentra con nosotros.  En su gracia nuestro Dios nos ha admitido a comunión con él y unión con él como suis hijos adoptivos.  Estamos siendo transformados de un grado de gloria a otro por el Espíritu (II Cor 3:18).  El Padre y el Hijo han venido a morar con nosotros en la Persona del Espíritu Santo (Jn 14:15-23).  Como ministros de la palabra somos sus instrumentos por los cuales el rebaño de Cristo es cambiado en su imagen por el Espíritu para que Cristo sea el primogénito entre muchos hermanos.  ¿No nos motiva a desear conocerle mejor?   Nos impulsa a desarrollar una mente formada por el conocimiento del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y a llevar a nuestras congregaciones a esta meta también?



[1] K Rahner The Trinity pp 10, 11
[2] Ibid p 109
[3] J. Moltmann The Crucified God p 241
[4] Ibid p 243
[5] J. Moltmann  The Trinity and the Kingdom pp 32s
[6] Ibid p 58
[7] J. Moltman God in Creation pp 89-91
[8] J. Moltmann  The Trinity and the Kingdom p 109
[9] Ibid pp 160-161
[10] Ibid p 86
[11] Ibid pp 156-157
[12] Ibid p 164

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