Teología
contemporánea, en distinción de la del siglo XIX, nació en 1919 con la
publicación del Comentario sobre Romanos por Karl Barth (1886-1968). Él,
sim duda, tuvo más influencia sobre la teología del siglo XX que cualquier
otro. Mucho de lo que dijo fue una
reacción loable contra el Liberalismo del siglo XIX, pero su doctrina de Cristo
es errónea. A él no le importó si los
hechos históricos acerca de Jesús eran verídicos o no. Fe no se basa en hechos históricos, sino en
un encuentro personal con Cristo. Así se
corta el cristianismo de la historia y así se destruye su base. Sin embargo Barth ve a Cristo como Verdadero Dios, pero rechazó sus estados de
humillación y exaltación: “¿Qué sentido
puede haber en hablar de un hombre como humillado? Eso es natural al hombre. ¿Y qué sentido puede haber en hablar de Dios
como exaltado? Eso es natural a Dios.” Definición histórica no cuenta por
nada. Cristología moderna empieza con el
rechazo de Calcedonia.
Más
radical que Barth, pero igual en
influencia, fue Rudolph Bultmann
(1884-1976). Como Barth, Bultmann no vio la Biblia como la Palabra inspirada de
Dios. Él
decía que los Evangelios no nos dan una vista autentica de Jesús, Más
bien expresan lo que la
Iglesia Primitiva le vieron ser. Necesitamos demitologizar la Biblia para ver como era el
verdadero Jesús.
Así
Bultmann ignore el hecho que el
Nuevo Testamento fue escrito por los apóstoles de Cristo o bajo su
superintendencia. No dejo suficientes
datos para formular una doctrina de la Persona de Cristo. A la Persona pre-existente y gloriosa del Nuevo
Testamento le vio como un mito inventado por los primeros creyentes para su
predicación, pero que no tiene validez para nosotros hoy en día. Necesitamos ir detrás de los formas de pensar
de la iglesia primitiva y presentar al Cristo que encontramos allí de una
manera significativa para la gente moderna.
La
verdad acerca de Jesús está en los pasajes que registran sus enseñanzas, y no
en los que registran sus hechos. No dudó
que Jesús vivía una vez, pero dudó que podemos decir mucho más acerca de él
aparte de esto. Los pocos trozos
auténticos de sus enseñanzas que la iglesia primitiva poseía fueron hechos en
una narración artificialmente coherente por medio de detalles “históricos” de
secuencia, tiempo, lugar etc. inventados.
Se debe descontar estos y concentrar en la poca información que resta al
quitarle. La predicación de Jesús es lo
que importa, a tal punto que ni siquiera sí Jesús mismo lo hizo o no. “Quienquiera
prefiere el nombre de ‘Jesús’ siempre dentro de comillas y dejarle estar como
abreviación para el fenómeno histórico con que estamos preocupados, está libre
hacerlo” (Jesús y la
Palabra p 16ss).
Es el mensaje, y no la persona o su historia que constituye el “evento
de Cristo”. Jesús anunció que el “Día de
Decisión” había venido y Jesús nos llama a arrepentimiento y amor.
La
segunda fase es la predica de la iglesia primitiva. Esta contiene elementos
claramente míticos como la resurrección y pretensiones contenidos en los
títulos “Señor” e “Hijo de Dios”. Pero al quitar estos descubrimos que Dios ha
actuado decisivamente en la historia, no en los eventos de la vida de Jesús,
sino en la predicación. Esto nos llama a
decisión y decisión tiene dos enfoques, la cruz y la resurrección. Creer en la cruz es simplemente estar
dispuestos a ser crucificado con Cristo y creencia en la resurrección es
creencia en predicación.
Como
hemos visto, Bultmann no nos deja
con ningún “Evangelio” sino con exigencias a cumplir con Dios. Además no hay ningún Salvador vivo para
ayudarnos, ninguna gracia sobrenatural
para sostenernos y ninguna esperanza futura a inspirarnos. Ni podemos orar con sentido, porque Dios
nunca interfiere en el continuo de espacio y tiempo.
Cristo
no es único. No fue pre-existente (ni
post-existente, como la resurrección es un mito). Su obra no deriva su significado de su
Persona, más bien su persona es significante solamente por su mensaje, que no
sabemos, porque la iglesia primitiva lo cambió.
Bultmann, como Barth, destruyó el fundamento del cristianismo en la historia. Ignoró el hecho que el mensaje del Evangelio
de la iglesia primitiva se centró en la Persona y la obra de un Cristo histórico, y así
redujo su influencia a la nada. Rechazó
el sobrenaturalísimo del cristianismo histórico y proclamó un sistema que, a
pesar de algunos términos en común, fue una religión de su propia mente.
Esto
es algo que necesitamos enfatizar. La
teología moderna no es una perversión del cristianismo histórico. Ni siquiera podemos llamarla un desvío de
ella, porque es difícil ver que las dos tienen un punto de partido en
común. Es algo totalmente ajeno, extraño
y otro. Utiliza muchos de los términos
utilizados por la histórica fe cristiana, pero les da un significado totalmente
diferente. Los términos de los credos y
confesiones históricos tienen poco significado para las teologías
modernas. Se meten tanto en ideas
filosóficas que no tienen nada de importancia que decir, a pesar de sus
pretensiones de estar pertinente.
Una
aparente excepción es Oscar Cullmann
(1902-1999), quien en su Cristología del Nuevo Testamento apela a las
Escrituras y tiene algunos pensamientos valiosos sobre su tema. Sin embrago, no está dispuesto decirnos que
tenemos una historia fidedigna de la vida y las enseñanzas de Jesús. También insiste que el Nuevo Testamento no
tiene mucho interés en quien es Cristo en sí, en su Persona. Entonces no le ve como parte de la Trinidad ontológica. En otras palabras, no es Dios en el sentido
histórico de la palabra. La
“Cristología” de Cullmann es
funcional no más, es lo que Cristo hizo que importa, no quien es. Para Cullmann
lo que hizo define lo que es (p. 347).
Pero Cristo revela a Dios solamente porque es Dios. Podemos definir revelación como la
auto-manifestación de Dios solamente si apariencia y esencia van juntas: “el concepto de la auto-revelación de Dios
contiene la idea que el Revelador y lo que se revela son idénticos” (Wolfhart Pannenberg Jesús.-Dios y Hombre p. 129). Ontología es indispensable.
Para
serle justo, Cullmann ha respondido
positivamente a criticas por parte de algunos Católicos romanos en cuanto a su
falta de ontología. Su tipo de
funcionalismo simplemente significó que el Nuevo Testamento no tuvo Interés en
el ser de Cristo fuera de su obra de Mediador, y ningún interés en sus
naturalezas aparte de su manifestación en la historia de salvación También
indicó que el funcionalismo del Nuevo Testamento presupuso “el ser divino y la persona divina del Cristo pre-existente”. Además, lejos de ver una oposición entre
Calcedonia y el Nuevo Testamento, Cullmann
insistió que “el momento que la cuestión
de naturalezas, aunque no está en sí presente en el Nuevo Testamento, se surge,
el dogma formulado por este Concilio corresponde a lo que la cristología del
Nuevo Testamento presupone”(SJT 15 1 Marzo 1962).
Otros
“Cristologías” modernas incluyen las de Paul
Tillich (1886-1965) para quien nada histórica importa. El dicho que Dios llegó a ser hombre no tiene
sentido para él. No le importa si Cristo haya resucitado o no con tal que su dignidad se
restaurara en las mentes de sus discípulos.
Para Tillich Cristo no era
nada en sí mismo, sino el símbolo en quien alienación de la base de nuestro ser
se supera.
Alfred North Whitehead (1861-1947) y
los de su escuela de “Teología de Proceso” hablan de Cristo como el único
hombre en quien Dios ha obrado, pero negaron la idea que fue Dios
encarnado. Para ellos Dios sigue
desarrollándose junto con el mundo. Dios
no puede entrar en el mundo desde afuera, porque esto sería interferir con el
proceso del mundo. Pero lo que es
posible para Dios solamente se puede saber a través de revelación; y sí
Jesucristo es la revelación de Dios, entonces es absolutamente cierto que Dios
es capaz de efectuar una entrada única a un lugar particular en un tiempo
particular. Pero Dios no llega a su
creación como invasor, él siempre mantiene lo que ha creado (Col 1:15-17; Jn
1:9-11; Heb 1:1-4). Además, como el hombre fue hecho a la imagen de Dios era
posible para Dios llegar a ser hombre.
Jurgen Moltmann (1926-) tiene a un
Cristo que es alguien a quien mencionar de vez en cuando, pero cuya
resurrección física no se cree y en quien su Teología de Esperanza no
depende. Sin embargo en su segundo tomo,
El Dios Crucificado Moltmann
es mucho más positivo.
La cruz del Cristo resucitado es el otro lado del
levantamiento del Cristo crucificado como la fundación teológica para esperanza
cristiana (ix). En este sentido, para Moltmann Teología de la Esperanza requiere
como un complemento el recuerdo del Cristo crucificado.- El Dios Crucificado. Así la cruz del Cristo resucitado en El
Dios Crucificado se entiende desde la perspectiva del problema de teodicea
y se interpreta por los temas de amor, sufrimiento y solidaridad dialécticos, o
sea la solidaridad amorosa de Dios con el
mundo en su sufrimiento. En el
contexto de una teología de la cruz, Moltmann
desarrolla el tesis que cristianismo verdadero debe mantener ambos lados de las
varias alternativas que muchas veces se presentan para un entendimiento del
cristianismo.- evangelización y humanización, la “dimensión vertical” de fe y
la “dimensión horizontal” del amor del prójimo,
la humanidad y divinidad de Jesús.
Para Moltmann todas estas dimensiones coinciden más eficazmente en la cruz de
Jesús. En conexión con la controversia
del teísmo versus ateísmo, desarrolla una teoría del “Dios sufriente”. La cruz de Cristo representa no simplemente
la muerte de Jesús, sino la identificación de Dios con el sufrimiento del mundo
en el sufrimiento de Cristo. Cristo
murió como un rebelde político y “de los pobres”. En Cristo “Dios también sufrió por su
compromiso político y social a los oprimidos y los pobres, quienes son sus
verdaderos seguidores” (vea p.122-136)
Así para Moltmann el Cristo crucificado clama
por una revolución en el concepto de Dios:“Dios y el sufrimiento ya no son
contradicciones” sino “el ser de Dios está en el sufrimiento y el
sufrimiento está en el ser mismo de Dios, porque Dios es amor” (p. 227):
Por esto el ser humano “puede abrirse al sufrimiento y al amor” en “simpatía con el patetismo de Dios”
(p. 303).
Los argumentos de Moltmann en El Dios Crucificado
hacen surgir algunas preguntas sobre el significado sustitucionario de la cruz,
la expiación y el patropasionismo.
En sus tomos de Teología
Sistemática ha producido una Cristología: Cristología: El Camino de Jesucristo (1990). En esta Moltmann
trata de pensar en Cristo ya no estáticamente “como una persona en dos
naturalezas o como una personalidad histórica”, sino más bien trata de “entenderle dinámicamente, en el movimiento
adelante de la historia de Dios con el mundo” (xiii). Critico tanto del modelo clásico cosmológico
como del moderno antropológico de Cristología, él elabora un
Espíritu-Cristología, escatológica, soteriológica que está inclusiva tanto de
la naturaleza como de la historia. Al
hablar de la persona mesiánica de Jesús, su Cristología no sigue las
Cristologías tradicionales.- los conceptos metafísicos de naturaleza o esencia
y la doctrina protestante del oficio triple de Cristo. Más bien, mira a la persona divina en las
relaciones de su ministerio mesiánico en la historia de su vida. Jesús es “todavía solamente el Mesías en
el camino y el Mesías en su devenir” (139). Así en la practica es una Cristología
funcional por más que habla de Cristo en la escatología.
Con razón Moltmann
tuvo bastante influencia en la
Teología de la Liberación. En
realidad sus raíces de esta última están en la obra de Moltmann. Él tiene una base
teológica liberal y una política marxista desde las cuales analiza y hace toda
su teología. Sin duda tiene un
compromiso profundo con los que trata de alcanzar, pero su sistema no lleva a
la igualdad sino al césaro-papismo de la Iglesia Griega
Ortodoxa con su doctrina de la
Trinidad social y las dictaduras izquierdistas que hemos
visto en los países marxistas del siglo XX.
El
Cristo de la Teología
de Liberación aparentemente sería ortodoxo, puesto que sus exponentes son
generalmente católicos romanos comprometidos con la formula de Calcedonia. Pero, mientras la resurrección habla de
liberación, es el Jesús de la historia que provee las enseñanzas y ejemplos de
liberación que quieren seguir.
Jesús
era pobre, y estaba en una tradición profética que condenó la opresión. (Vea Luc 4:18 para una definición de su
misión en términos de los pobres.) “Su gesto más fundamental es estar al lado
de seres humanos en una situación concreta donde la estructura
política-religiosa existente ha deshumanizado a la gente” (J. Sobrino Cristología p.
92).
Pero
la realidad es que Jesús era totalmente indiferente a distinciones de
clase. Se asoció con ricos tanto como
con pobres. Además algunos
liberacionistas aceptan posiciones liberales, como Sobrino, al decir que Jesús “no
predicó acerca de si mismo” (Cristología p. 60). Pero esto es exactamente lo que hizo (Mat
7:23; 11:28; 25:1-46). Por esto antes de
todo el cristianismo es adoración, es aceptar quien es este Cristo y reconocer
sus pretensiones.
La Teología de Liberación
define el Reino de Dios en términos de una utopía de igualdad para todos y
liberación de opresión, hambre, injusticia etc.
Pero esto no toma en cuenta muchos de los datos del Nuevo Testamento. Por ejemplo el Reino llegó con la llegado de
Jesús (Mar 1:15). Además para entrar en
él es necesario nacer de arriba (Jn 3:3) mientras muchas de las metas de la Teología de Liberación se
pueden lograr políticamente. Seguir a
Jesús no resultó en liberación de pobreza sino negación (Mat 19:29). La gloria del Reino estaba al otro lado de
una tribulación que ningún creyente verdadero podía evitar (Hech 14:22).
Su
teología de la cruz, basada en la de Moltmann,
tiene sus defectos. En la cruz Dios
llega a participar en el proceso de protesta.
La cruz es la revelación más profunda de Dios. Dios se deja afectar por la historia en el
Hijo. El mundo está cogido en el amor
inter-trinitario y la cruz nos incorpora en la actitud de Dios hacia el
mundo.
Mientras
se habla mucho del abandono del Hijo por el Padre, no llega al significado
central de la cruz como un hecho de sacrificio, un rescate (Mar 10:45). En el Nuevo Testamento la cruz libera, es
redención de esclavitud (Gal 3:13; 5:1; Efes 1:7). Somos libres de la culpa, el poder y las
consecuencias del pecado. Los que están
libres llegan a ser una fuerza para liberación en otras áreas. La
Reforma captó este sentido de liberación y llevó a libertad
política donde llegó. Pero el cristiano
no mueve hacia liberación, sino desde ella (Col 1:13).
En
realidad a la Teología
de Liberación le falta una teología de expiación. Así Jesús no libera, sino ofrece un paradigma
para hacerlo. Pero mientras tenemos que seguir su ejemplo (Rom 8:29; Fil 2:5; I
Ped 2:21) no podemos hacer esto en cuanto a redención. Esta ya está completa (I Ped 1:19). Él no es una inspiración para liberación
desde el pasado, sino Él que tiene toda autoridad en el presente (Mat 28:18). No es un Cristo ausente, una vez activa en la
historia pero ahora retirado. Él está
presente como el Libertador
Wolfhart Pannenberg
(1928- ) le contradice a Moltmann y
proclama al mundo que Cristo sí nació de una virgen y resucitó de la
muerte. El entendimiento distintivamente
cristiano de revelación para Pannenberg
está en la manera en que eventos públicamente disponibles se interpretan. Él reafirma la importancia de historicidad en
la revelación de Dios. La resurrección
de Jesús es un evento en la historia públicamente accesible y objetivo para Pannenberg. Por medio de la resurrección todos tienen
conocimiento indirecto de Dios. Parte de
la razón para la indirección en el programa histórica de Pannenberg es su orientación escatológica que afirma que la iglesia
no conocerá a Dios directamente hasta la consumación.
Para
Pannenberg la “historia” es
revelación mientras “presencia dialéctica” es revelación para Barth.
El entendimiento más recién de revelación fue “experiencia interna” como
expresado en el enfoque de Schleiermacher
en Dios-conciencia. Doctrina como
revelación es el modelo tradicional, sean las “verdades eternas” de solamente
las Escrituras (teología luterana), o de la doctrina de la iglesia (la teología
católica de Trento) o una combinación de las dos (la teología de Vaticano II). La propuesta de Pannenberg es interesante porque está tratando de ir más allá del
pietismo sujetivo de Schleiermacher
y el “positivismo revelacional” de Barth. Su aceptación tanto por teólogos
conservadores como liberales muestra que su síntesis ha tenido éxito al nivel
de reconciliación teológica. Está
abrazado por los liberales porque no corre de los problemas de filosofía de la
historia señalado por Troeltsch,
como relativismus, mientras, de igual modo está abrazado por los conservadores
por su cristología y soteriología ortodoxas.
Pannenberg cree que Jesús es
Dios: “Sí Dios es revelado por medio de
Jesucristo, entonces quien o que Dios es llega a definirse solamente por el
evento de Cristo. Entonces Jesús
pertenece a la definición de Dios, y así a su divinidad, a su esencia” (Jesús.-Dios
y Hombre p. 130). Pero para Pannenberg Cristo era falible y pensó
que su resurrección coincidiría con el fin del mundo y la resurrección de todos
los creyentes.
El
Cristo de los teólogos modernos, cualquier forma que toma, es un ejemplo que seguir
no más, y la manera de seguirle es por acción social o política según el
criterio del teólogo. Así el mundo
perece sin darse cuenta que está en peligro por causa de su propio pecado y
ofensa contra un Dios santo, ignorante que este Dios mismo ha provisto la
redención que el mundo necesita y que le ofrece a todos los que vienen al
Cristo revelado en las Escrituras. La Palabra de Dios está clara
en cuanto a quien es el Señor Jesucristo.
Los antiguos credos y confesiones han resumido la verdad bien. Podemos decir con claridad al mundo
pereciendo:
“El Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, siendo
verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el Padre, habiendo
llegado la plenitud del tiempo, tomo sobre si la naturaleza del hombre1,
con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes, mas sin
pecado2. Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre
de la virgen Maria, de la sustancia de esta3. Así que, dos
naturalezas perfectas y distintas, la divina y humana, se unieron
inseparablemente en una persona, pero sin conversión, composición o confusión
alguna4. Esta persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un
Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre5”.
1 Jn 1:1, 14; I Jn 5:20; Filp 2:6; Gal. 4:4; 2 Heb. 2:17, 4:15; 3 Luc.1:27, 31, 35; Gal. 4:4; Hech.
17:31; 4 Luc. 1:35; Col. 2:9; Rom. 9:5; I Tim.
3:16; 5 Rom.1:3,4; I Tim 2:5
(Confesión de Fe de Westminster VIII:2).
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