El Concilio de Calcedonia y su Definición de Fe no
marcaron el fin de los debates cristológicos en el Este. Egipto, Siria y Palestina tuvieron muchos monjes
que apoyaron a Eutico. Después de
Calcedonia estos fueron llamados Monofisitas, porque decían que después de la
unión de las dos naturalezas Cristo tuvo una naturaleza compuesta y negaron que
tuviera dos naturalezas distintas.
En Egipto Dioscoro fue considerado por muchos ser
un mártir y Flavian y León I de Roma fueron considerados herejes. Muchos en Siria también pensaron lo
mismo. Estas divisiones fueron apoyadas
por motivos políticos y animosidades étnicas.
Los emperadores, tratando de llegar a un consenso solamente lograron
alienar a los calcedonios y meter la Iglesia en interminables controversias
En
476 Basilio, quien había depuesto a Zenón,
publicó un edicto llamando un nuevo concilio y anulando las decisiones
de Calcedonia. Pero este concilio nunca
se reunió, puesto que Zenón ganó el trono de nuevo. En 482 Zenón mismo trató de ganar a los monofisitas
por publicar un edicto de unión (el Henoticón).
En este edicto ordenó a todos retornar a la fe de los primeros dos
concilios ecuménicos. El patriarca de
Constantinopla, Acacio, le apoyó, pero esto resultó. Los monofisitas quienes de verdad pensaron
que en la encarnación la humanidad de Cristo fue absorbida por su divinidad le
rechazaron, mientras los que simplemente pensaron que Calcedonia dejó la puerta
abierta para el nestorianismo lo aceptaron.
Pero el papa Felix III rechazó la falla en mencionar las dos naturalezas
de Cristo y también rechazó el derecho del emperador de pronunciar
autoritativamente sobre doctrina. Él
excomulgó a Acacio así produciendo el dicho “Cisma de Acacio” que duró hasta
519, cuando el emperador Justino y el papa Hormisdas llegaron a un acuerdo que
reafirmó las decisiones de Calcedonia.
Como
parte del renacimiento bajo Justiniano él deseaba la unión de la Iglesia. Mientras él era calcedonense por convicción
propia, podía entender la posición de los monofisitas moderados. Pensó que con ellos los problemas eran
mayormente verbales. Empezó a invitar
los obispos monofisitas exiliados por su tío a regresar e invitó a varios al
palacio. En 532 llamó una conferencia de
teólogos de ambas partes. Esta
conferencia parecía exitoso y el año siguiente Justiniano publicó su propia
confesión de fe, que mientras calcedonense, no utilizó la frase “en dos
naturalezas”. Pero la conferencia había
abierto otra controversia llamada “de los Tres Capítulos”. Justiniano había sugerido que los monofisitas
no tuvieron tanto problema con las decisiones de Calcedonia, sino con los
teólogos antioqueños, especialmente tres: Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de
Ciro e Ibas de Edesa. Estos parecían
acercarse demasiado al nestorianismo al distinguir entre la divinidad y la
humanidad de Cristo.
Mediante
dos edictos de 544 y 551 Justiniano condenó los escritos de estos tres para
ayudar a acomodar a los monofisitas moderados.
Pero en el Occidente este fue visto como el primer paso hacia el rechazó
de Calcedonia. El papa Vigilio fue
llevado a Constantinopla donde, bajo presión aceptó el primer edicto, pero esto
tuvo consecuencias contraproductivas.
Los obispos del Oeste se opusieron y muchos en el Este retiraron su
apoyo de Justiniano y la condenación de los Tres Capítulos. Entonces Vigilio mismo se retractó. Justiniano entonces publicó su segundo edicto
en 551. Por esto el emperador llamó un
nuevo concilio (Constantinopla II) en 553.
II Concilio De Constantinopla. 553
Este concilio, segundo de Constantinopla,
se convocó para solucionar discrepancias y atraer a los descarriados
monofisitas de los cuales se formaron muchas fracciones, sobre todo en el Medio
Oriente y Norte de África. El gran interesado en la unión fue el emperador
Justiniano. Presidió este Concilio el patriarca Evtichio ocupando al lado sus
lugares los patriarcas de Alejandría y Antioquia. Después de interminables
divisiones y discusiones se reunió el concilio.
Lo presenciaron 150 obispos orientales y 25 occidentales. Siguió en todo
al de Calcedonia, condenando una vez más las herejías de Nestorio y Eutiques.
Este concilio no formuló normas especiales, pero si estableció condenas contra
distintos heréticos. Promulgó sus decretos: Contra los Tres Capítulos; condenó
los escritos de Teodoro de Mopsuestia y de Teodoreto de Ciro contra Cirilo y el
Concilio de Efeso.
Se
confirma la condenación de los errores precedentes (trinitarios y
cristológicos), ratificando el sentido de las definiciones conciliares. Se condenan también los errores derivados de
Orígenes junto con los Tres Capítulos influidos de Nestorianismo.
Vigilio
rechazó condenar los Tres Capítulos pero el concilio sí les condenó. Meses después Vigilio accedió y les condenó
de nuevo. A pesar de la decisión de este
concilio la Iglesia en el Oeste le reconoce como el Quinto Concilio Ecuménico.
En los siglos VI y
VII surgen problemas cristológicos nuevos y se inicia el debate que llevará a
su solución. Así está siempre presente
la cuestión de la unidad de las naturalezas humana y divina de Cristo, la de la
terminología idónea para expresarla, y sobre todo como controversia se
desarrolla coherentemente al tocar el tema del conocimiento humano de Cristo,
el de su doble voluntad y actividad. Dos concilios trataron este difícil
camino: el de Constantinopla II y el III, con el que prácticamente concluirá un
debate cristológico ya secular.
Leoncio de Byzantium era el más
prominente defensor de la teología de Calcedonia. El añadió un elemento a la doctrina de Cristo
que fue desarrollado por Juan de Damasco.
El rechazo del Nestorianismo podría llevar a la idea de una existencia
independiente impersonal de la naturaleza humana de Cristo. Términos como anupostasis y anupostasia
abrieron camino a tales ideas. Entonces
Leoncio enfatizó el hecho que la naturaleza humana de Cristo es enupostasia, no impersonal sino
en-personal, teniendo su subsistencia personal en la Persona del Hijo de Dios
desde el momento de la encarnación.
Monofisismo
Algunos eutiquianos continúan a mantener que después de
la unión Cristo tuvo una sola naturaleza compuesta. El quinto concilio ecuménico, de
Constantinopla (553) condenó los escritos de Teodoro de Mopsuestia y de Teodoreto de Ciro contra Cirilo
y el Concilio de Efeso. Pero también declaró
anatema los que declararon que Calcedonia contemplaba los mismos errores que en
realidad condenó. Esto selló la
separación de los monofisitas de la Iglesia
Ortodoxa.
Monotelitismo
A
comienzos del siglo VII el emperador Heraclio de nuevo intentó un acercamiento
con los monofisitas. Esta vez el
patriarca Sergio propuso la formula que mientras Cristo tuvo dos naturalezas
solamente tuvo una voluntad (Monotelismo).
Sergio era confuso en sus ideas, pero aparecía decir que Cristo
solamente tuvo una voluntad divina. El
tema era si la voluntad pertenece a la Persona en si o a la naturaleza. Como Sergio pensó que pertenecía a la Persona, era lógico decir
que Cristo solamente tuvo una voluntad.
Pero esto parece quitar su voluntad humana y así robarle de su
integridad como un Ser humano. Sin
embargo, decir que hay dos voluntades parece llevarse a nestorianismo.
Algunos
monotelitas decían que la voluntad humana fue unida con la divina, otros
pensaron que la voluntad fue compuesta.
Ellos acusaron a los demás de dividir la vida personal de Cristo. Como el término “voluntad” incluía deseos, instintos,
etc. decir que Cristo solamente tuvo una voluntad, y esta la divina, parecía
presentar a un Cristo docético.
El
papa Honorio aprobó esta idea de Sergio.
Pero había oposición a la doctrina en el imperio, encabezado por Máximo
de Crisópolis, conocido como Máximo el Confesor y Sofronio, patriarca de
Jerusalén y Constantinopla. Por 648 la
oposición era tan fuerte que el emperador Constante II prohibió toda discusión
acerca de si había en Cristo una o dos voluntades.
Pero
por entonces Egipto y Siria había caídos a los musulmanes y no había tanta
necesidad de reconciliarse con los monofisitas de estas áreas, mientras era
necesario consolidar el imperio y reconciliarse con el Oeste donde la gran
mayoría era calcedonense.
III
Concilio De Constantinopla. 680-681.
Se
celebró el Sexto Concilio Ecuménico Constantinopla en el año 680. Por
celebrarse en la sala imperial llamada Trullos el Concilio se llamó Trullanum. Lo presenciaron 227 padres, entre los cuales
había 4 patriarcas de oriente y representantes del papa Agatón. El Concilio estableció 102 normas. Este
Concilio fue convocado principalmente con el objeto de combatir en especial las
ideas del monotelismo, cuyos seguidores admitían las dos naturalezas en nuestro
Señor Jesucristo, divina y humana, pero reconocieron una sola voluntad, la Divina.
Este
VI Concilio Ecuménico condenó el monotelismo y reconoció dos voluntades en
Jesucristo correspondientes a sus dos naturalezas, una de las cuales, la
humana, estaba sometida en todo a la divina. Mantenía que Cristo tuvo dos voluntades, la
voluntad humana siendo elevada y perfeccionada por la voluntad divina, siendo
subordinada a ella, pero siempre actuando en perfecta armonía con ella.
El
monofisismo sigue hasta hoy en las iglesias jacobita de Siria, Copta, Etiope y
Armenia. Los cristianos de Armenia, que,
siendo invadido por Persia en 450, esperaban ayuda de Roma en vano, rechazaron
las decisiones de Calcedonia y fueron llamados monofisitas por los demás
cristianos. Los persas les cedieron
cierta autonomía religiosa. La Iglesia de Armenia
floreció bajo los árabes, pero con la llegada de los turcos en el siglo XI
condiciones cambiaron y muchos armenios emigraron a Asia Menor donde fundaron
“Pequeña Armenia”. Los turcos tomaron
este territorio también y oprimieron a los armenios severamente. A comienzos del siglo XX masacraron muchos de
ellos destruyendo muchas de sus aldeas.
Juan
De Damasco
Juan
de Damasco llevó la cristología del Este a desarrollo más alto. El decía que el Logos asumió una naturaleza
humana y no al revés. Entonces es el
Logos quien determina y controla en las relaciones entre las dos
naturalezas. No asumió a un individuo
humano, ni naturaleza humana en general, sino asumió un potencial individuo
humano, una naturaleza humana todavía no desarrollada en una persona o
hipostasis. Por la unión del Logos con
este potencial hombre en el vientre de María el último adquirió una existencia
individual. Mientras no tiene
personalidad independiente, sin embargo tiene una existencia personal en y por
el Logos. No es no-hipostático, sino
en-hipostático. Lo compare con la unión
del cuerpo y el alma en los seres humanos.
Hay una comunicación de los atributos divinos a la naturaleza humana,
así que la última es deificada y también podemos decir que Dios sufrió en la
carne. Solamente la naturaleza humana
está afectada y entonces es puramente receptiva y pasiva. El Hijo de Dios, ahora incluyendo la totalidad
de su humanidad, es un objeto de
adoración para la Iglesia. Hay cooperación en las dos
naturalezas y la única Persona desea y actúa en cada naturaleza. La voluntad se considera pertenecer a la
naturaleza, pero en Cristo la voluntad humana devino a ser la voluntad del Dios
encarnado.
Adopcionismo
En
el Oeste la Iglesia
no se metía en las distinciones sutiles de la filosofía. Pero en los siglos VII y VIII una nueva
controversia surgió en España. El concilio de
Toledo (675) había mantenido que Cristo es el Hijo de Dios por naturaleza, no
por adopción. Felix, obispo de Urgella,
mantenía que Cristo, fue el Hijo de Dios en cuanto a su naturaleza divina, en
sentido natural, pero fue el hijo adoptivo en cuanto a su naturaleza
humana. Para él y sus seguidores la
distinción entre las naturalezas implicó una distinción entre dos modos de
filiación. También hay pasajes de las
Escrituras que refieren a la inferioridad de Cristo como hombre al Padre. Además los creyentes son hijos de Dios por
adopción y son llamados “hermanos” de Cristo.
Esto parecía implicar que Cristo en cuanto a su naturaleza humana fue un
hijo de Dios de la misma manera. Nació
naturalmente en Belén y espiritualmente en su bautismo y se colmó en la
resurrección. Este nacimiento espiritual
hizo a Cristo al Hijo adoptivo de Dios.
Según Alcuin, este error quiso
dividir a Cristo en dos hijos. El
mantenía que ningún padre podría tener a un hijo que fue tal tanto por
naturaleza como por adopción. El error
de los adopcionistas fue condenado por el Sínodo de Frankfurt (794).
La Edad Media no vio mucho
desarrollo de la doctrina de Cristo.
Tomás Aquino habló de una doble gracia que la naturaleza humana recibió
al unirse con el Logos. (1) la gratia unionis o dignidad que resultó
de la unión de la naturaleza humana con la divina, así que la naturaleza humana
también llegó a ser un objeto de adoración; y (2) la gratia habitualis, o gracia de santificación que fue garantizada a
Cristo como hombre, sosteniendo la naturaleza humana en su relación a
Dios.
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